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Don Ernesto

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Bueno, esto último no está mal, porque soy putito y me encanta la verga, pero esa vieja me maltrata mucho y eso ya no está tan bueno…

Les cuento cómo empezó todo y por qué ella se apoderó de mí…

Antes que nada, me llamo Jorge y tengo dieciocho años recién cumplidos, aunque mi apariencia es la de un chico de quince o dieciséis…

Mi padres trabajan, de van a las once de la mañana y regresan a las ocho de la noche… Yo vuelvo al mediodía de la escuela donde estoy terminando la preparatoria y ese día estaba en el comedor, echado en el piso, desnudo y jugando con un envase de desodorante de mamá en mi culito… Lo había untado con vaselina y estaba disfrutando cuando de pronto… ¡Ay, me quise morir!... Ahí estaba ella, la dueña de la casa, una solterona de 65 años con cara de bruja que ocupa la última habitación de la galería…

Supongo que pasó ante la puerta del comedor y habrá escuchado mis gemidos, no sé, lo cierto es que de pronto la tuve ahí, riéndose… ¡Y yo desnudo en el piso y con el envase en la mano!...

-Ay, ay, ay, Jorgito, qué chico tan travieso…

La vergüenza me cerraba la garganta y no podía hablar, sólo la miraba desesperado, con los ojos muy abiertos hasta que por fin pude murmurar:

-Po… por favor, “señorita” María…

-No, no, no, Jorgito… Yo tengo que contarle esto a tus papis… Tengo que contarles lo que estuvo haciendo el nene

Semejante amenaza me puso de pie como impulsado por un resorte:

-¡No, “señorita”! ¡No! ¡Por favor, no!...

-Qué lindo cuerpo tenés, Jorgito… -me sorprendió ella… -Un cuerpo como de… como de nena… Esa cinturita, esas caderas, esas piernas… A ver, date vuelta…

-Ay, “señorita”…

-¡Que te des vuelta, dije! –me ordenó endureciendo el tono y entonces me di vuelta, atemorizado…

-Un culito de nena tenés… empinado, redondito… Con razón mi hermano te tiene tantas ganas…

-¡¿Qué?!...

-Sí, Jorgito, cuando viene y te ve, después me habla de vos…

-¿Don Ernesto?...

-Sí… Está muy caliente con vos…

-Ay, “señorita”…

-Hagamos un trato, Jorgito…

-¿Qué trato, “señorita”?...

-Vos te sometés y yo no le cuento nada a tus papis… -me dijo mientras seguía comiéndome con los ojos…

-¿Someterme?... ¿qué sería eso?...

-Someterte a mi hermano y a mí, hacer todo lo que te ordenemos…

-Ay, “señorita”, pero…

-Elegí, Jorgito, o te sometés o esta misma noche le cuento a tus papis lo que hace el nene cuando ellos no están…

-¡No, “señorita! ¡no!...

-¿Te sometés, entonces?...

-S… sí, está bien… pero, ¿qué… qué me ordenarían?...

-Vas a ser la putita de mi hermano y mi sirvientita… Yo ya estoy vieja para andar deslomándome con la limpieza, con la compra... A partir de ahora todo eso lo vas a hacer vos, Jorgito… Tiempo tenés de sobra, porque volvés del colegio a eso de las 12,30 y tus papis no vienen hasta la noche…

-Está bien, “señorita”… No me queda otra…

-Me alegra que lo entiendas, putita…

-¡No me llame así!...

-¡¿Qué dijiste, puta insolente?! –y alzo la mano como para descargarla sobre mi cara…

-No, no me pegue, perdón… ¡perdón!...

-Ni se te ocurra volver a insolentarte, ¿oíste, nena puta?

-S… sí, “señorita”… -dije tragándome la humillación…

-Ahora lo voy a llamar por teléfono a mi hermano para que venga a darte pija… Vos tomá una ducha y ponete algún perfume…

-Sí, “señorita”, tengo uno de mamá…

-Te espero en mi habitación desnudito y perfumado…

-Sí… sí, “señorita”… -y corrí al baño pensando en don Ernesto, el hermano de la “señorita”… Si tengo que ser la sirvientita de la vieja, bueno, vale la pena para que no les cuente nada a papá y mamá… Y lo otro me encanta, eso de ser la putita de don Ernesto… ¡Ay, voy a tener una pija de verdad!... ¡Se acabó lo del envase!... ¡Estoy tan contento!...

Me duché y me puse un perfume de mamá que guarda en el botiquín del baño… Una gotitas detrás de la orejas, en el cuello y en los pezones…

Volví a la habitación de la “señorita” y ella me dijo:

-Muy bien, Jorgito, estás muy lindo y olés muy rico… Ahora lo llamo a Ernesto…

-Hola… Sí, Ernesto, yo, ¿cómo estás?...

………..

-Bueno, ahora vas a estar mejor… Te cuento que lo tengo al nene…

………..

-Sí, claro, a Jorgito… Lo tengo acá, desnudito, bañadito, perfumadito, listo para que lo uses…

………...

-¡Ay, Ernesto, en serio!... ¡¿Cómo pensás que voy a estar bromeando?! Venite ya que el nene quiere pija… Sí, después te cuento cómo lo tengo agarrado…

Y don Ernesto vino un rato después… Atildado como siempre, con chaqueta y corbata y el cabello gris peinado con gel… Es delgado y de estatura media… Me calienta…

(continuará)

(8,50)