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(6) Club Venus

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Tampoco era un sueldo generoso el que recibía por ser jardinero, pero hacía lo que le gustaba y era muy querido y bien tratado en el campus.

Hoy tocaba arreglar las plantas del comedor. Tenía 45 minutos, antes de que sonase la campana y se anunciase la hora del almuerzo. Así que se puso manos a la obra. Todo iba bien hasta que llegó a una maceta en concreto. Habían escarbado en la tierra por algún motivo. Él lo sabía porque dejaba siempre la tierra y las plantas intactas y en perfecto estado.

Se arrodilló y echó un vistazo.

-Pero, ¿qué coño…?

Habían enterrado algo.

Lo veía y no lo creía.

-¿Un pendrive? –lo cogió como su mirase un objeto de otro planeta. Bueno, se le habría caído a alguien o algo parecido. Se lo guardó en el bolsillo de su mono de trabajo y siguió a lo suyo, que el tiempo se le echaba encima.

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-Amy, ¿ves a esa chica de ahí? –la señaló Ana.

-Sí.

La chica estudiaba apoyada en un árbol del jardín.

-Es una novata de mierda. Además, defiende el patriarcado. O sea, una traidora de su propio género. Siempre está boicoteano el periódico feminista del campus y dando por culo con sus ideas masculinas. Se llama Pilar Fuensanta y como ves pide a gritos una hostia en la cara. Y se la vas a dar tú.

-¿Yo?

-Claro. Pilar no aprende y hay que domarla, como a las yeguas salvajes. Pero en vez de usar unas bridas, vas a usar tu puño.

-¿Quieres que le de un guantazo?

-¿Hay algún problema en eso? Si quieres ser de mi círculo exclusivo te tienen que apasionar tres cosas: el dinero, el sexo y una buena pelea. A no ser que seas una gallinita acobardada. ¿Lo eres?

-Claro que no.

-Pues a por ella. Desde aquí te miro. Y dale bien fuerte. Recuerda todo lo que te he dicho. Esa zorra está en contra nuestra. Odia tener útero. Y es una vergüenza para la mujer y el campus.

-Vale, lo haré.

-Lo sabía. Venga, que bese el suelo.

Y Amy se acercó decidida.

-Hola, ¿eres Pilar?

-Sí, soy yo.

-¿Te puedes levantar un momento?

-¿Para qué?

-O te levantas o te levanto.

-Vale. –Temerosa, Pilar obedeció-. ¿Tienes algo que decirme?

-Quítate las gafas.

-¿Tan fea estoy con las gafas? –bromeó Pilar.

-¿Te ríes de mi o qué?

-¿Yo? No, no, no…

-Sí, sí, sí, claro que sí, hija de puta. –Y Amy la arreó en la cara con tanta virulencia que la tumbó en el suelo-. Te ríes de tu puta madre, cabrona –la escupió y volvió con Ana-. ¿Qué tal? ¿He superado la prueba?

-De puta madre. ¡Choca!

-¡Yeahh! ¿Ya tengo el punto número dos?

-Por supuesto. Mmmmm, le has dado con saña. Me he puesto hasta cachonda. Espero que folles igual que pegas ostias.

-Lo comprobarás esta noche en el rodaje.

-Te tomo la palabra. Vamos a la cafetería, zorron.

-¿A tomar café?

-A eso y a por el punto número tres. Por cierto, tú invitas.

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El médico escudriñaba los resultados mientras Sofía Caravantes de 21 años aguardaba enfrente, tensa y seria.

-Sofía, ¿no has venido con tus padres?

-No, se van a divorciar y están peleados. No era plan de que vinieran juntos.

-Ya veo.

-Tengo cáncer, ¿verdad?

-Sí.

-¿Y está muy extendido?

-Me temo que sí. Lo hemos pillado tarde.

-¿Y no hay solución?

-Meses. Medio año. No te queda más.

-Joder… ¿Me está diciendo que me voy a morir?

-Lo siento mucho. Deja el campus. Los estudios. Disfruta del tiempo que te queda. Viaja. Ve a esos sitios que siempre has soñado. Es lo que te puedo aconsejar. Eres joven, muy guapa. Haz lo que siempre has querido hacer. ¿Qué me dices?

-Tengo que volver al campus. Me he escapado para venir aquí y no quiero problemas con mi tutor.

-Siempre tan responsable, ¿no? Es lo que te digo. Haz locuras. No seas tan correcta. Que nadie te quite los meses que te quedan de vida.

-Vale.

-Y díselo a tu familia.

-Mejor que no. Siempre me han culpado de todos los problemas familiares y este sería el remate final.

-Como quieras, pero debes compartir tu enfermedad con alguien. Comértelo todo tu sola no te vendría bien. ¿Seguirás mi consejo?

-Haré lo que me salga del coño, ¿le vale? –Y Sofía cogió la puerta del despacho y se marchó.

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