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La vi sentada a lo lejos.

Su tez era de color morena clara con facciones finas, cabello largo de color negro. Su nariz era pequeña pero respingada y sus labios delgados de un tono rosa.

Me acerque a ella y le pregunte:

- ¿Natalia?

- ¿Roberto? - me dijo

- Si! Hola, ¿cómo estás?

- Muy bien ¿y tú? - Me preguntó sonriendo

- Muy bien, muy contento de conocerte.

- ¿Quieres tomar algo?

- Sí, claro - me respondió

- Eres aún más guapa en persona que en la app

- Gracias!

Mientras caminábamos por la plaza, se nos veía visiblemente emocionados. Natalia no dejaba de sonreírme ni de verme. Era evidente que le había gustado.

Compramos un refresco y nos sentamos a platicar un rato. Al pasar una hora, ella ya sabía la mitad de mi vida y yo la de ella. Finalmente, le pregunte de forma muy casual para sondear el terreno:

- Dime Natalia, ¿Que estás buscando en este momento? ¿Compromiso o diversión?

Ella sonrió un poco, tomó su cabello y se lo acomodó detrás de la oreja de forma muy coqueta.

- Mmmm - se quedó pensativa un momento. Le había hecho una pregunta que la obligaría a tomar una decisión.

Natalia sabía que su respuesta podría marcar el camino que tomaríamos el resto del día. Ella comenzó a reírse al tiempo que se sonrojaba.

- Ay, mmm, creo que en este momento solo quiero pasarla bien, no me gusta el melodrama.

Eso era lo que necesitaba escuchar para dar mi siguiente paso.

- ¿Te parece bien si vamos a un lugar más privado?

- Mmmm... ¿Privado?

- Si, podemos ir a cualquier lugar en donde te sientas cómoda

- Eh, ¿pero sería mucho tiempo el que estaríamos ahí? No puedo llegar tarde a mi casa.

- No, no creo. Solo estaremos el tiempo que tú quieras. -Le dije un poco nervioso.

- Mmmm... pero si traes con que ¿verdad? ¿De buena marca? -Me preguntaba mientras volteaba a ver su entorno un tanto preocupada.

- Claro que si - le respondí.

- Ay, mmmmm... bueno, está bien -Me respondió como dándome entender que si íbamos era porque yo insistía, no porque ella quisiera.

Nos levantamos y rentamos un cuarto cerca de ahí. Mientras caminábamos no platicamos mucho, íbamos en silencio. La cuestión se estaba empezando a poner seria.

Al entrar nos sentamos en la cama y nos acercamos. Comenzamos a besarnos. De inmediato percibí un agradable aroma a menta que emanaba de su boca.

- ¿En qué pensabas mientras veníamos caminando hacia aquí?

- En que estas muy guapo y que lo único que quiero es que me comas enterita.

Poco después comencé a besarle el cuello y a acariciarle las piernas. Ella me respondía de la misma forma... finalmente se había relajado por completo. Comencé a desabrocharle la blusa. Su sostén de color negro me invitó a acariciarle uno de sus pechos.

- ¿Te confieso algo Roberto?

- Si

- No traigo puesto nada debajo de la falda

- ¿En serio? -Pregunté un poco sorprendido

- Si, en serio, me siento un poco más cómoda sin ella

- Que bien respondí

- ¿Sabes? Te confieso que desde que estábamos en la plaza comencé a sentirme mojadita. ¿Ves lo que provocas? -Me dijo al tiempo que sonreía. Entonces tomo mi mano y la metió debajo de su falda.

Mis dedos hicieron contacto con su intimidad húmeda provocando que ella emitiera un breve gemido muy dulce. La recosté en la cama y le levanté la falda. Lo primero que vi fue su monte de venus de color negro. Me acerque más a ella y pude ver su vulva mojada... mojadísima ya en ese momento.

No dejaba de admirar los diferentes colores y texturas de sus partes más íntimas. Mi mano comenzó a acariciarle su monte de venus, mientras mi nariz percibía sus aromas más íntimos. Fue entonces que mis labios comenzaron a hacer un recorrido por esa humedad tan íntima. Ella puso los ojos en blanco. Mi lengua conoció lo más íntimo de su ser, desde la cima de su vulva hasta la parte más baja, llegando hasta el perineo, paseando por sus labios mayores y menores, cuando ella comenzó a gemir de forma deliciosa. Mi saliva comenzó a entremezclarse con sus fluidos vaginales.

- ¿Rico Natalia? -Pregunte

- Rico Roberto, que lengüita tan rica tienes, sigue, sigue, me gusta... ahhh, ahhhh.

En solo unas horas, ya conocía la mitad de su vida, el sabor de su intimidad y el tono dulce de sus gemidos, como si se tratase de un ángel. Me abalancé sobre ella y comencé a besarla en la boca y en el cuello. Ella respondía mis besos y caricias de la misma forma. Retire con ternura su sostén para besarle los pezones a lo que ella cooperó gustosa. Poco después me incorporé y una vez que me hubo lubricado con su lengua y sus labios me dijo:

- Ponte globito ¿si guapo?

- Ok - respondí

Coloqué la punta de mi miembro a la entrada de su vagina y presioné. Sus labios menores se abrieron suavemente para darme la bienvenida. Ella empezó a gemir, débilmente al principio, poco después comenzó a gemir con más fuerza, tanto que en ocasiones hasta gritaba: Ahhhh, Ahhhhh! Mientras la hacía mía, ella gustaba de tocarse el clítoris con la punta de sus de dedos que humedecía con su boca.

Me daba curiosidad que durante el coito ella tendía a sonreír mientras gemía. Me pareció muy sexy y auténtico. Vaya que lo estaba disfrutando al igual que yo. Poco después se recostó de costado y me coloque detrás de ella. Volví a entrar en su vulva húmeda mientras ella tenía cerrada sus piernas. Podía sentir como sus labios menores aprisionaban mi miembro erecto debido a sus piernas cerradas. Aproveche para acariciarle el culo, los muslos y decirle al oído lo mucho que me gustaba. Entre gemidos alcanzo a decirme:

-Ahh ahhh y tú a mí guapito... me encantas... sigue, sigue... ahhh ahhh pito rico... como coges rico ahhh ahhh

Mientras le hacía el amor por detrás no podía dejar de admirarle el trasero: Sus nalgas eran como dos montes uno al lado del otro, grandes, redondeados y de un tono moreno claro. Cambiamos de posición. Esta vez me apoyé de espaldas en la cabecera de la cama y abrí las piernas. Ella se colocó encima de mí, también de espaldas. Natalia tomo con cuidado mi miembro para introducirlo en su vagina. Una vez dentro, empezamos a tomar ritmo. Mientras Natalia cabalgaba sobre mí, mis manos se daban un festín acariciándole el culo con ambas manos. Mi dedo comenzó a acariciarle el ano suavemente en forma circular. Natalia gemía, cabalgando a su propio ritmo comiéndose mi miembro entero.

- Ahhh ahhhhh no aguanto más ¿te importa si llego? -Me dijo de forma agitada.

-Adelante, no te preocupes por mí.

Natalia empezó a estremecerse y sus gemidos se hicieron más agudos y largos. Estaba alcanzando el orgasmo. Un líquido semitransparente escurría por el condón, producto de sus propios fluidos. Se recostó de espaldas y aproveche para acariciarle los pechos y besarle el cuello. Ella volteó y empezamos a besarnos.

- Sígueme cogiendo Roberto, ponme como quieras. -Me dijo en forma un tanto seria.

La coloqué en la posición de perrito, la tomé por la cintura y empecé a hacerle el amor al tiempo que sus nalgas pegaban en mis muslos. Su vulva estaba muy húmeda debido a la excitación y al orgasmo que acaba de tener. Mi pene resbalaba de forma deliciosa dentro de ella. Podía apreciar como su ano oscuro se expandía y se contraía, lo cual me excitó aún más y continué acariciándolo mientras la penetraba en esa posición. Sus gemidos y gritos volvieron a inundar la habitación. La tome de las manos para que no pudiera apoyarse en la cama haciendo que su rostro se inclinará hasta tocar la sabana. Fue entonces cuando le coloqué las manos por detrás de su espalda y las tomé con las mías.

Después de varias penetraciones profundas, nos tomamos fuertemente de las manos. Sabíamos que pronto yo alcanzaría el orgasmo. Fue entonces cuando empecé a eyacular dentro del condón, el cual a su vez estaba dentro de ella, mientras nuestras manos seguían entrelazadas...fue un momento mágico. Ella se volteó y con cuidado me retiró el preservativo. Lo tomó entre sus manos y comenzó a vaciar el contenido en sus pechos untándose aquel líquido en su cuerpo.

- Quiero irme de aquí con tu esencia en mi cuerpo -Me dijo

Nos recostamos en la cama, nos mirábamos y sonreíamos, como dos niños traviesos.

Poco después ella ya sabía toda mi vida y yo sabía cómo gemía.

FIN

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