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Probando los preservativos con la chica de la Farmacia

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Llevo bastante tiempo acudiendo a una farmacia que hay cerca de mi casa, para comprar varias cosas. Compro de todo, tiritas, agua oxigenada, cepillos interdentales, esparadrapo, etc.

Hace un par de meses, he empezado a salir con una chica, y nos hemos acostado. La primera vez, ella llevaba unos preservativos gruesos y cuando se la metí no sentí nada. Así que para la segunda vez, he acudido a la farmacia para buscar unos extra-finos.

Cuando llego, veo que hay una chica nueva. Soy bastante abierto y nunca me ha dado vergüenza pedir condones, aunque sea a una mujer. Seguro que mi padre lo pasaba mal cuando los compraba y había una mujer en la farmacia, aunque lo mismo en su época solo había hombres, no sé.

-Hola -la saludo.

-¿En qué puedo ayudarte? -me dice.

-Quería unos preservativos -le digo muy abierto.

-¿Y cómo te gustan? -me sonríe picara.

-Pues que sean muy finos. La última vez que lo hice, eran muy gruesos y no sentí nada. Seguro que a mi chica le hice daño y todo.

-Seguro -me sigue sonriendo-. Aquí tengo unos muy buenos. Son extrafinos como pides. Aunque yo no los he probado -se acerca a decirme- porque uso la píldora.

Los mete en una bolsa y le pago.

-Ya me cuentas que tal. -Me dice.

Justo en ese momento entra una señora mayor. Afortunadamente, los preservativos estaban en la bolsa y no ha visto nada.

Salgo de la farmacia y me voy a casa. Mi chica esta con la comida. Le digo que porque no me ha esperado a que volviera y la hacíamos juntos. Me dice que no me preocupe, que tenía hambre y quería empezar ya.

Comemos pasta y una lasaña que ha hecho mi chica. La pasta esta buenísima, pero la lasaña está de muerte. La felicito. Ella me da las gracias, pero me dice que espere lo mejor, que es el postre. Ha hecho tiramisú, para completar una comida completamente italiana.

Esta riquísimo, y estoy muy lleno después de comer el postre.

Estoy un poco cansado y eso, pero la propongo irnos a la cama. Ella acepta encantada.

Fregamos los platos y nos vamos derechos a la habitación.

Mi chica se ha puesto un conjunto de lencería muy sexy. Parece que me ha leído el pensamiento y sabía que íbamos a hacerlo.

Tras los preliminares, estamos a tono y nos quedamos desnudos los dos. Mi pene está tieso y apunta alto. Mi chica está muy húmeda y saco un preservativo.

-Estos son súper finos. Ya verás que bien.

Me la chupa un poco y le digo que pare, que me voy a correr. Ella se ríe y me enfunda con el preservativo.

Se sube encima de mí y empieza a cabalgarme. Sube y baja sobre mí y sus tetas van acompasadas a su ritmo. Se las sobo bien y le pido que se pare. Me incorporo y le chupo los pezones y las tetas enteras.

Vuelvo a tumbarme y mi chica recupera el ritmo de la cabalgada. Me dice que me siente como si no llevara nada puesto.

Yo sonrío y seguimos dándole duro.

-Ah, ah, ah, ah, joder que gust, -dice mi chica.

Echa su cuerpo hacia atrás. Parece que va a correrse.

-Ah, ah, ah, aahhh, no puedo más, me voy a correr, me voy a correr.

-Tú córrete -le digo- yo aún aguanto.

-Ah, ah, ah -se apoya en mi pecho y noto unos espasmos que da. Se está corriendo.

Termina de botar, pero le digo que yo aún no me he corrido.

-Tranquilo, ahora sigo.

La veo cansada, por lo que la giro y la pongo tumbada de cara a mí. Le abro las piernas y vuelvo a bombearla.

Ella está gozando como una loca. Yo sigo empujando y mi pelvis choca fuertemente con la suya. Estoy disfrutando como ella, tal vez más. Cuando vea a la chica de la farmacia, le daré las gracias por su recomendación.

Todavía no me he corrido, cuando noto que mi chica tiene su segundo orgasmo.

-Aaaah, aaaah, sigue, sigue, no te pares, no te paa... reeesss... -y se corre.

En ese momento, siento llegar mi orgasmo, solo que ahora veo la cara de la chica de la farmacia, en lugar de a mi chica. Es grande, fuerte. Eyaculo bien fuerte en mi chica. Tras unas descargas, me quedo quieto, encima de ella, agotado.

No me siento culpable en principio, por haber visto la cara de la chica de la farmacia al llegar al orgasmo.

Me salgo de ella y me quito el preservativo.

-Joder, que fuerte ha sido -me dice mi chica- ¿Qué tenía ese condón?

-Ni idea. Solo sé que era extra-fino.

-Pues habrá que volver a probarlo ¿no?

-¿Te encuentras con fuerzas?

-Claro, machote, ya sabes que las chicas no tenemos periodo refractario.

-Uy, refractario, que bien hablas.

Yo estoy hecho polvo, pero después de unos magreos y una mamada de mi chica, mi polla está a punto de nuevo en poco tiempo.

Voy a buscar un condón nuevo y me lo pongo. Tumbo a mi chica boca arriba y se la meto de un tirón. Empiezo a bombearla y follamos como locos. Solo que ahora vuelvo a ver la cara de la chica de la farmacia, en lugar de a mi chica, como me pasó antes.

Me doy cuenta de que la chica de la farmacia se parece a la modelo Isabeli Fontana, y no puedo quitármela de la cabeza. Mi chica es muy guapa, pero Isabeli siempre me ha puesto mucho.

Estoy encima de ella, empujando, y solo puedo ver su cara. Evito decir su nombre al gemir por si se me escapa llamarla Isabeli.

Más tarde, terminamos de follar y tumbados los dos en la cama, mi chica quiere abrazarme. Yo me hago el rezagado, pero finalmente me abraza. Así nos dormimos y llega un nuevo día.

No me di cuenta de que la chica de la farmacia me vendió una caja de solo 6 preservativos y enseguida los hemos terminado. Así que vuelvo a la farmacia.

Cuando llego, allí está la chica de nuevo. Está hablando con un par de señoras mayores y sonríe mucho. Me fijo que en su identificación pone que se llama Isabel Fuentes. Vaya por dios, su nombre se parece a Isabeli Fontana. Y como os dije se parece un montón. Me pregunta que en que puede ayudarme y le digo que no tengo prisa. No voy a pedirle preservativos delante de las dos señoras. Cuando por fin se van, le comento que me de otra caja, esta vez de 12, porque se nos han terminado enseguida.

-¿Y qué? ¿Te han gustado?

Solo estamos los dos y confieso:

-Ha sido increíble, el mejor sexo que he tenido en mi vida. Mi chica ha disfrutado como una loca.

-¿En serio?

-Sí, ha sido como hacerlo a pelo.

-Es una pena porque ya te dije que yo tomo la píldora. Mi chico no quiere ni hablar de ponerse una funda en su polla.

Y dice “polla” como si nada. Vaya con la chica. Parecía modosita

-Pues dame una caja de 12. -Le digo.

-Ah sí, claro.

Vuelve con la caja de 12 y me mira picara.

-¿Donde los fabrican?

-Ni idea. Mi jefa los consigue de un laboratorio con el que trabaja, pero no ponen donde los fabrican.

-Bueno, no pasa nada, lo importante es que funcionan muy bien.

-Pues sí, que los disfrutes de nuevo. -Y mientras me dice esto, se relame los labios.

Los pone en una bolsa y veo que ha puesto un papel dentro. Los pago y salgo de la farmacia.

Cuando llego a casa, saco el papel y veo que ha puesto un nº de teléfono y su nombre. Pone “llámame y probémoslos” ¿Esta loca? pienso. ¿Quiere acostarse conmigo? Me paso la mañana dándole vueltas a su nota. ¿Qué hago? Estoy bien con mi chica, pero solo llevamos dos meses juntos y la chica de la farmacia me pone un montón, aunque solo sea porque se parece a mi modelo favorita. Después de un rato, suena el móvil. Es mi chica, que me dice que llegará tarde hoy del trabajo, porque tiene que quedarse a terminar un proyecto y que no la espere levantado.

Al colgar, algo se enciende en mi cabeza. Le envío un whatsapp a Isabel y le digo que estoy loco, pero que acepto. Ella me responde enseguida y me cita para quedar a las 20:30 en cuanto cierre la farmacia. Me da un vuelco el corazón, pero me digo que ya no hay vuelta atrás.

A eso de las 8, escribo a mi chica para ver cómo va con el trabajo y me contesta que tardará al menos un par de horas más, así que puedo estar tranquilo. Me doy una buena ducha, me perfumo y a las 20:25 ya estoy allí. Termina de atender a unos clientes y le pido que me tome la tensión antes de que se vayan. No hay que dejar pistas, jeje. Pone el tensiómetro a funcionar y baja el cierre mientras tanto. Son las 20:30 en punto. Cuando me toma la tensión, estoy a tope por los nervios, me quita el manguito y nos vamos a la rebotica.

Se abre la bata y se quita el pantalón y la blusa. Lleva ropa interior color carne y vuelve a ponerse la bata. Nos besamos apasionadamente y tiramos varias cajas de medicamentos, no me importa nada. La pasión nos ha enloquecido. Le bajo un lado del sujetador y chupo su teta derecha. Su pezón es precioso, con esa aureola sonrosada que tiene. No puedo resistir más y acabo por quitarle el sujetador. Solo que ella se deja la bata puesta. Chupo su otra teta y para entonces ya estoy empalmado.

Noto al tocarla a través de las bragas la humedad de su chochito. Me dice al oído que la pongo mucho y que quiere que se la meta ya. Hemos acabado al fondo del todo de la rebotica, cuando ya desnudos cojo un preservativo de esos y se la meto. Ella gime nada más metérsela. No sé de qué están hechos esos condones pero son canela fina.

-¡Ah, ah, ah! No sé cómo te llamas, pero follas de muerte.

-Soy Carlos, Tu eres Isabel, ¿verdad?

-Sí, Isabel, ah, ah, ah, no puedo más. -Gime como loca.

-¿Tu novio no te folla así?

-Que va, ni siquiera a pe…e...lo...looo.

Yo sigo empujando y ella se derrite entre mis brazos.

-No pares, no pares, no pares...

Me olvidado por completo de mi novia, mientras empotro a Isabel contra la pared. Yo también disfruto al máximo. Deberían regalar esos condones a todo el mundo.

Al rato, yo todavía aguanto, pero Isabel ya se ha corrido dos veces. No puedo parar de bombear y ahora la cojo a pulso para terminar de follármela. Noto mí orgasmo próximo y tras unos empujones más, me corro yo también con un grito.

-¡Aaaah! ¡Ugggh! ¡Me corrooo!

Terminamos escurriéndonos y caemos sentados de culo.

-¿Sabes que les hemos sido infieles a nuestras parejas? -Le pregunto.

-Claro, tonto. Yo te lo pedí, y no te veo muy arrepentido.

-Pues no. He cumplido mi fantasía de tirarme a Isabeli Fontana.

-No lo soy. Soy Isabel.

-No me importa. Eres lo más parecido a ella.

-¿Y si se entera tu chica?

-No se enterará. Mi boca está sellada. Estoy pensando en dejarla.

-Y yo en dejar a mi novio.

Más tarde nos vestimos y salimos de la farmacia.

Ahora solo queda cumplir nuestro deseo y dejar a nuestras parejas.

¿Nos atreveremos a hacerlo?

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