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Descubriendo a Magalí (III): Haciéndola gozar

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El relato de cómo había sido su primera mamada, su forma de contármelo a la vez que sus dedos acariciaban mi polla casi hicieron que me corriese de nuevo. Magalí estaba sobre mi regazo, su postura hacia que el vestido dejara sus muslos al descubierto, mostrándome el final de unas medias negras y el inicio de unas braguitas de encaje blanco. Seguí acariciando aquellos muslos, Magalí cerraba sus ojos disfrutando de mis caricias, lentamente empecé a acercar mi mano al triangulo blanco que se dibujaba entre sus muslos, que fui abriendo suavemente.

Me quede contemplando sus piernas, ahora abiertas, cubiertas por unas medias negras hasta los muslos y unas braguitas blancas de encaje me estaban invitando a una nueva sesión de sexo. Pase mis dedos sobre ellas, el tacto de sus braguitas era suave y podía sentir la piel de su sexo entre el encaje, estaba completamente depilada salvo una pequeña zona encima de su monte de venus. Mis dedos empezaban a moldear lo que escondía la suave tela de sus braguitas, primero por la zona inferior para seguir subiendo lentamente hasta llegar a su parte más delicada, humedecí mis dedos con saliva antes de acariciar su capullo, que empezaba a sobresalir de sus braguitas, un gemido salió de su boca.

- Me encanta como me tocas, ¿tocas así a todas tus chicas?

- Únicamente a las que se lo merecen

- ¿Yo me lo merezco?

- Hoy, si

- ¿Solo hoy?, quiero ser tu nena muchas veces. Dijo, mientras me besaba el cuello

- Ahorra calla solo siente mis manos.

Mientras apretaba delicadamente su capullo con mis dedos mojados, note como se endurecía, la piel de su miembro era blanca, casi como las braguitas que llevaba y que empezaban a tensarse a medida que su polla crecía en alto y grosor. Yo notaba como se estaba excitando por su respiración entrecortada, así que seguí con mi juego, subí su vestido, baje las braguitas hasta mitad de sus los muslos, su polla callo sobre su vientre por el peso. Esa visión hizo que me empalmase, note como la punta de mi polla rozaba la tela de las braguitas en su culito, ella también lo noto.

- Me estas mojando las bragas, cerdo. Son de mi madre y se las tengo que devolver. –Me dijo susurrando al oído.

- Te quedan perfectas, pensé que eran tuyas. Mañana te compro ropa para que no tengas que cogerla prestada.

- De chica muy sexy, que es como me gusta. Me gustaría que siempre me follases vestida, es como me gusta y como me hace sentir mujer.

Volví a dirigir mi mirada a sus piernas, esa escena con las braguitas por los muslos con las piernas abiertas, su polla reclinada sobre el vientre, su capullo húmedo por las primeras gotitas que salían de su punta. Al cogerla note su dureza, tenía unos 15 cm, empecé a masturbarla suavemente, se piel se deslizaba por la humedad de su sexo, cuando se secaba la volvía a humedecer con saliva, había estado con algún travesti pero nunca los había masturbado como lo estaba haciendo con Magalí. De vez en cuando, apretaba su polla con mi mano, en esos momentos ella me mordía mis hombros. Me gustaba su tacto, notar sus venas en mis manos mientras la masturbaba, me excitaba viendo aquella polla en mi mano dándole placer.

Los flecos del vestido caían sobre su cuerpo moviéndose al ritmo que mi marcaban los movimientos de mí mano. A veces, se retorcía entre mis piernas, al hacerlo mi polla rozaba con su culito, era excitante notar como lo estaba mojando con el contacto. Al ver como sus bragas se tensaban cuando abría más sus piernas, me acorde lo que me dijo sobre mancharlas. Desde aquel día siempre que me cruzo con su madre, no puedo dejar de pensar en si llevara puestas las mismas bragas.

El ritmo de mi mano se iba acelerando y su respiración también, sabía que estaba disfrutando, sus uñas se clavaban en mi espalda. Quería verla gozar así, marcándole los tiempos, dosificarle el placer, domarla sexualmente. Cuando sentía que se estaba excitando paraba y con mi dedo recorría la humedad de su capullo, su cuerpo en esos momentos se retorcía de placer y suplicando que parase y mordía mi hombro entre gemidos, después volvía a masturbarla lentamente.

Su polla estaba durísima, no era muy grande pero era bonita, sobre todo para una nena como ella, decidí que era hora de que se corriese.

- Te gusta, Magalí

- Siiii, no pares

- No, no paro. Escucha, ahora cuando yo te lo diga te vas a correr, no antes ni después. Solo cuando yo te lo diga ¿entendido?

- Si, si entendido

- A partir de hoy, serás mi amante y conmigo siempre serás Magalí. Conmigo estarás siempre femenina, te comprare faldas, vestidos, zapatos y todo lo que necesites para ser la nena que eres.

Mientras le hablaba, tenía su capullo entre mis dedos que se escurrían por su piel mojada. Su polla estaba ardiendo, sus huevo cargados rebotaban en mi mano.

- Ahora corete, Magalí

Un chorro de leche inundo la palma de mi mano, mi dedo recorrió su capullo provocando que se volviese a estremecer, solté su polla sobre sus mulos y un reguero de semen los recorrió

Aquella noche aun no acabo ahí, pero desde entonces Magali es mi amante secreta. Hemos pasado muchas veladas en mi casa o en la suya, cuando sus padres no están. Tiene su ropa y cosas en mi casa, aunque a veces usa ropa de nuestra vecina. Cuando la veo con alguna que Magalí se hubiese puesto, le mando un mensaje y ella me envía una foto de alguna noche con esa prenda puesta.

Espero que os gustase esta nueva entrega de mi historia con mi vecinita, seguiré contando más experiencias con ella.

Espero impaciente vuestros comentarios.

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