Bajo el resguardo de la noche me escabullo en tu habitación, te veo recostado en la cama, duermes profundamente, disfruto tu figura en la oscuridad, veo escasamente los músculos fuertes de tus abrazos y tus ronquidos resultan para mí una gloriosa melodía. Siempre te he deseado, siempre he querido morder tus labios, acariciar tu cálida piel, sentir tu miembro cerca de mí...
Esta noche el deseo es interminable, el solo olerte hace que mi piel se erice, no hay tregua, poco a poco me acerco a ti, sigues dormido, acaricio suavemente tu cabello, el deseo no se apiada de mí, desesperadamente bajo mi mano y palpo tu verga, la acaricio la siento crecer entre mis dedos, siento su humedad, tu despiertas y con sorpresa miras como meto tu pene dentro de mi boca, lanzas un leve gemido que hace que mis bragas se empapen.
Chupo con avidez tu dulce verga, siento tus manos sobre mi cabeza, diriges con ellas el ritmo del festín que me regalas, jalas de mi pelo, me mueves hacia arriba, quitas mi ropa interior, tus dientes juegan en mis pezones, no puedo dejar de gemir, ensartas tu enorme verga, siento como se abre paso en mi vagina, mis gemidos se convierten en gritos, me besas, sigues jugando con mis senos, me embistes cada vez más fuerte, muerdes mi cuello mientras yo rasguño tu espalda, el danzar de tu delicioso pene hace que me venga, mis fluidos escurren entre mis piernas, mi vagina extasiada aprieta fuerte tu miembro y de pronto un palpitar me avisa que tu deliciosa leche ahora está dentro de mí...
Te miro a los ojos, te beso con pasión y me voy de tu lado, sin cruzar una palabra, sin decirte que mi corazón late por ti, si tener la certeza de que esta aventura se vuelva a repetir.