Nuevos relatos publicados: 7

Él iba manejando y yo estaba disfrutando

  • 4
  • 18.126
  • 9,20 (15 Val.)
  • 4

Eran las 10 de la mañana, era un día soleado y de pronto recibí un mensaje que decía: saldré del negocio, me acompañas?

Era un mensaje de este hombre que solo conozco su nombre y que llamaré **L** tenía desocupada la mañana asa que le respondí diciendo que sí.

Tenía un par de minutos para arreglarme, una mini falda negra, tanguita también negra, zapatillas y una blusita sin manga pues haría calor, mi cabello suelto y listo, llegó por mí y al subirme a la camioneta, abrí un poco las piernas disimuladamente para que el viera la tanga y por supuesto logré mi objetivo, cerró mi puerta y dio vuelta a la camioneta para subirse el, momento que aproveche para sentarme lo más cercana a su lugar, se subió y me besó, su mano izquierda se perdía entre mis piernas, me encanta su manera de tocarme, refugiados entre los vidrios semi polarizados de la camioneta le dimos rienda suelta a la pasión por un par de minutos y nos pusimos en marcha, en tono de broma me dijo: “mira como me pusiste!”. Se notaba una gran erección dentro de su pantalón, pasé mi mano por encima dándole un muy ligero masaje, él intentaba mantener la mirada en el camino, pero no podía evitar mirarme con esa chispa de deseo en sus ojos, yo, sin decirle nada, busqué la hebilla de su cinturón, la desabroché, después el botón de su pantalón y el cierre, el levantó la cadera y bajé su pantalón y ropa interior lo más rápido que pude casi hasta sus rodillas y se volvió a sentar.

Ahí tenía esa verga que tanto me encanta, teníamos una vuelta por la ciudad para que L pudiera hacer lo que tenía que hacer, me acomodé semi recostada sobre mi costado izquierdo, apoyada sobre mi codo, con la mano derecha tomé ese delicioso trozo de carne que ya estaba durísimo para mí y me acerqué, un lengüetazo en la punta, su cuerpo se contrajo y gimió, con mis labios cubrí toda la cabeza del pene y me la fui sacando lentamente, lo hice nuevamente y el seguía manejando y gimiendo, mi lengua entró en acción de nuevo y comencé a lamer desde la base hasta la punta, lengüetazos lentos, pero firmes, disfrutando de esa firmeza que me pone toda húmeda, mi mano derecha dio un roce casi imperceptible en sus testículos, su cuerpo se contrajo de nuevo y me dijo: “ay mamacita por eso me traes loco”, seguí acariciando sus testículos mientras mi lengua jugaba con esa venita o ducto que está justo debajo del pene y que va desde la base hasta la cabeza, él tomaba mi cabello y jugaba con él, yo iba gozando tanto de esa chupada que me olvidé que íbamos por las calles, entre el tráfico, bajé mis labios hasta sus testículos y los chupaba, primero uno y después los dos me los metía en la boca al mismo tiempo, volví a su verga y me la metí de lleno, la tragaba lo más que podía, él ya estaba muy caliente, sentí que se vendría y bajé el ritmo enseguida, me dijo “ay hermosa casi haces que me venga”.

Yo me incorporé y vi que faltaban unos diez minutos para llegar y le dije con tono pícaro, “no aún no, que nos falta el regreso”, cuando vi el reloj, habían pasado mínimo 35 minutos, él se acomodó la ropa y se bajó a hacer su diligencia, solo le tomó un par de minutos y ya estaba ahí, descubierta, de nuevo para mí, me la volví a meter toda y mi mano jugando con los testículos, él me tomó fuerte del cabello y me empezó a mover la cabeza y me decía, “tragatela, es toda tuya mamacita, que rico la chupas”, estaba muy excitado y volví a detener el ritmo, mi lengua jugaba de arriba a abajo por toda esa verga deliciosa, rodeaba con mis labios ese tronco de piel blanca y que era una delicia a la vista también, yo estaba ya toda mojada y él lo notó mientras deslizaba sus dedos por debajo de mi tanga en un semáforo en rojo, eso me excitó bastante y aumenté el ritmo de las chupadas el empezó a gemir y sus piernas se tensaron y soltó sus chorros de semen en mi boca mientras gritaba de placer, tomé un pedazo de tela que tenía el en la camioneta y se lo di para que se limpiara un poco, a la vez me incorporé y me limpié yo también, de pronto sonó su radio, menos mal que ya estaba recuperándose porque era su jefe!

...Su jefe? Ahhh es que el guapísimo de su jefe es otra historia que contar y es que tengo esa mala costumbre de involucrarme con los que son amigos o parientes pero pues como diría un muy pero muy buen "amigo”... un vaso de agua y un momento de placer no se le niega a nadie.

(9,20)