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Un viudo joven: Tania, mi fogosa ahijada

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A mi ahijada Tania, la conocí cuando apenas tenía 5 años y llegamos a vivir a Guadalajara. Su madre, del mismo nombre, y su hermana Virginia, fueron nuestras vecinas por 8 años. Su padre, un tipo corriente y abusivo, jamás vivió con ellas, solo las visitaba esporádicamente y era para darse unos revolcones con su mujer, beber todo el día y golpear a su esposa.

Cuando Tania cumplió 8 años, su madre nos pidió, a mi esposa y a mí, apadrinar a la niña en su primera comunión, desde esa fecha, nuestra amistad se fortaleció, así como la relación entre las dos familias.

Como ya les había comentado en otra historia, nosotros nos cambiamos de domicilio y la relación entre familias disminuyo, después de 7 años de la primera comunión, la mama de Tania, volvió a buscarme, para ayudarle a celebrar sus 15 años, la señora ya divorciada y yo, con 2 años de haber perdido a mi esposa, iniciamos una relación esporádica donde nos reuníamos ocasionalmente para tener sexo sin compromiso alguno. Durante cuatro años, vi como mi ahijada se convertía en una joven bella y rebelde, con falta de disciplina por parte de su madre, pero con valores bien cimentados, por desgracia, la falta de dinero en casa, la obligo a abandonar la escuela a los 17 años, trabajaba aquí y allá y se liaba con chicos mayores que normalmente abusaban de ella.

Cuando me fui junto con mis hijos a radicar a la Ciudad de México, perdí totalmente la comunicación con ellas, hasta que 4 años después, cuando yo contaba ya, con 42 años, recibí una invitación de amistad vía “Face” de mi ahijada Tania, tan solo de ver la foto, pude fácilmente reconocerla. Por este medio, me puso al tanto de su vida, me comunico que su madre había fallecido un año atrás y que ella y su hermana, seguían viviendo en el mismo departamento de siempre.

Mi ahijada contaba ya con 23 años y Virginia 21, las dos continuaban solteras, Tania había abandonado definitivamente la escuela y había encontrado un trabajo estable en una tienda departamental mientras la pequeña, estaba a punto de recibirse de la universidad, al tiempo que trabajaba medio turno. Ambas hermanas eran muy parecidas a su madre, un poco más llenitas, de estatura media, con mucho mas busto, sobre todo Virginia y un culo igual al de su madre, llenito y bien paradito, las fotos que tenía en su cuenta así lo constataban.

Al poco tiempo, por asuntos del trabajo, tuve que programar un viaje a Guadalajara y decidí aprovechar el viaje para reunirme con ellas. Pensaba reservar un hotel cerca de su departamento, pero ambas hermanas insistieron en dejarme una habitación y que mejor pasara esos días con ellas, esto nos daría la oportunidad de platicar y volver a conocernos.

Cuando llegue, constate que, aunque vivían con lo justo, su casa la tenían limpia y ordenada, mucho más que la casa que yo recordaba, me ofrecieron que ocupara la habitación de mi ahijada y que ellas compartirían la otra habitación, esa primera noche, nos quedamos hasta horas de la madrugada platicando, Tania era extrovertida y parlanchina, mientras Virginia parecía ser todo lo contrario, aunque eso sí, muy risueña.

A la mañana siguiente, la hermana pequeña, salió muy temprano rumbo a la escuela, mientras mi ahijada, arreglaba el departamento, antes de partir al trabajo. En cuanto se fueron, yo me levante para arreglarme rápidamente e iniciar mis compromisos. Nos quedamos de ver por la tarde noche, en un restaurante dentro de la plaza donde estaba la tienda departamental donde como supe, ambas trabajaban. Al regresar a su departamento y después de ponernos ropas más cómodas, volvimos a retomar la plática de la noche anterior, ahí note otra gran diferencia entre las hermanas, Tania era y vestía, igual que su madre a su edad, se puso un pijama de tan solo un shorcito pequeño y una blusita, que dejaba poco a la imaginación mientras Virginia, usaba pijama completa más una sudadera, yo como siempre que viajo, me puse unos pants flojos y una playera.

Platicamos de como era su vida, de su mamá, de su escuela, de su trabajo, de sus amigos. No les voy a ocultar que, al mismo tiempo, yo aprovechaba para ver y disfrutar, lo que mi ahijada dejaba a la vista e imaginar lo que la pequeña ocultaba con tanta ropa, lo que causo en diferentes momentos, que mi herramienta formara un bulto entre mis piernas, yo procuraba que esto pasara desapercibido, pero creo que ambas hermanas de una u otra forma se percataron de esto. Virginia se fue a acostar como a las 2 de la mañana, Tania y yo continuamos platicando, salieron a la luz temas más candentes, me platico sobre su madre y los amantes que llevo a su casa, aprovechando para cuestionarme al respecto, también hablamos sobre sus experiencias con los hombres y sobre las mías con las mujeres. En ocasiones, mi ahijada cambiaba de posición, dejando ver sin querer, un poco más de sus encantos y en algunas ocasiones dejaba asomar parte de su calzoncito color rosa, mi verga se mantenía permanentemente tiesa y ya era inútil tratar de que esto pasara desapercibido, pues Tania, no dejaba de observarme y en ocasiones, ponía alguna de sus manos en su conchita, sobándose tímidamente ante la excitación que le causaba la plática y la visión de mi entrepierna. Como a las 4 de la mañana decidimos que era momento de dormir un rato y nos retiramos a nuestras habitaciones.

A las pocas horas, Virginia se levantó a bañar y se arreglaba para irse nuevamente a la escuela, Tania, se levantó más tarde, y apuradamente entro a la habitación a preparar su ropa para después meterse a bañar rápidamente. Yo fingía seguir dormido, cuando Tania entro a su cuarto cubierta tan solo por una toalla, que tapaba escasamente su busto y parte de sus ricas nalgas. Tal vez creyó que su padrino e invitado todavía dormía, pues decidió vestirse ahí mismo, dejando caer la toalla procedió a vestirse, dejándome disfrutar de todo ese espectáculo, se puso un juego de tanguita y brassiere con encaje, con el que se paseó por toda la habitación mientras se pintaba y se peinaba, yo gozaba de todo esto acostado de lado, para no hacer notoria la tremenda excitación en la que me encontraba, mientras disimuladamente me pajeaba la verga, afortunadamente, mi ahijada no se dio cuenta que yo estuve despierto todo el tiempo y al poco rato, termino de vestirse y se retiró a trabajar. En cuanto se fue, y en el estado de excitación en el que me encontraba, me levante a buscar en los cajones de las hermanas para ver qué tipo de ropa interior usaban, como lo imagine, Tania tenia pura lencería súper sexy, tanguitas, bodys cacheteros, hilos, algunos bikinis y muchas transparencias y encajes, mientras Virginia mayormente tenia bikinis, algunas tanguitas y otros tipos de calzoncitos, casi todos de algodón o telas cerradas, aunque si tenía alguna que otra cosa sexy y transparente. Quería terminar de pajearme, por lo que busque en el baño y en el cuarto de lavado, su ropa sucia, hasta que encontré lo que necesitaba, una tanguita rosa con una gran mancha blanca opaca y húmeda, que fácilmente reconocí como la que traía mi ahijada la noche anterior, el olor agridulce y picante, de hembra excitada era inconfundible, y por lo húmedo que estaba, imagine a Tania, clavándose los dedos insistentemente hasta lograr un orgasmo, no pude evitar lamer su calzoncito, para saborear los jugos que en el quedaban, mientras que con el tibio bikini de su hermana, sobarme la verga hasta que en el último momento, venirme sobre la prendita rosa, dejándola con una tremenda cantidad de semen en ella.

Era imposible no pasar el día imaginándome a mi ahijada con las piernas abiertas y con mi palo bien encajado, larguísimo se me hizo el día, esperando reunirme nuevamente con ellas, en la noche regresamos a su departamento a cenar, y solamente estuvimos un rato charlando, antes de despedirnos, para pasar a dormir temprano.

A la mañana siguiente, todo parecía igual, Virginia, levantándose temprano para irse a la escuela y Tania, arreglando la casa, yo amanecí con tremenda erección, típica de una noche de sueños eróticos, por la cual me había quitado toda la ropa, cuando mi ahijada, entro en la habitación, yo fingí seguir dormido, esperando nuevamente el show de la mañana anterior, pero aquí la cosa cambio, Tania se quitó su pijama casi frente a mí, pensé que se iba a meter a duchar, cuando sorpresivamente, rodeo la cama y se metió dentro de la misma diciéndome en voz baja, que era su día de descanso. No lo podía creer, yo estaba totalmente desnudo, con una erección monumental y a mi espalda Tania con tan solo su tanga de hilito. Al acurrucarse junto a mí, ella pudo percibir que yo estaba totalmente desnudo, pensando en que todavía dormía, puso su mano en mi pecho y empezó a acariciarme hacia mi estómago y mi vientre, regresando nuevamente a mi pecho, mientras con sus labios buscaban tiernamente mi oído para besarlo. A la tercera caricia, su mano bajo hasta mi súper estimulada verga, causándole una sorpresa enorme y agarrándola firmemente mientras sus labios ya buscaban afanosamente mi boca. Ahí fue cuando me voltee hacia ella, recibiendo su beso y entregándole mi lengua para enardecer el mismo. Mi mano busco por instinto sus piernas y su cadera, empecé a sobar sus nalgas y a buscar con mis dedos el profundo espacio entre ellas, el otro brazo lo pase por debajo de su cuerpo, rodeándolo por completo para poder tomar con esa otra mano sus firmes senos, al atraerla hacia mí, e incitada por mi mano que ya buscaba sus orificios, cruzo su pierna sobre mi abdomen, permitiendo más fácilmente que mis dedos llegaran a su ano y a su húmeda raja, la cual ya apoyaba en mi tumefacta verga. No había necesidad de palabras, ninguno de los dos quería romper el encanto del silencio, que solo era quebrado por los suspiros y los gemidos que emanaban de nuestros pechos.

Después de unos instantes de caricias, retire las cobijas que nos cubrían, me senté para admirarla completamente y mientras ella se retiraba su tanguita, me gire para darle a mamar mi verga mientras yo le hacía lo propio en su sexo, en un 69 de antología. Tania era una excelente mamadora, se metía mi falo hasta la garganta, dejando tan solo mis bellos púbicos de fuera, usaba la lengua con pericia, para lamer desde mis huevos hasta la punta de mi verga como si fuera un dulce, además de moverse ricamente mientras mi lengua y mis labios besaban, humedecían y penetraban su vagina y hurgaban su tangente clítoris, su primer orgasmo llego así, con mi lengua hasta el fondo de ella, vaciando sus jugos en mi boca. Después de esto, me gire, me acomode sobre ella y poco a poco, como a mí me gusta, dejarle ir los 18 centímetros de dura carne dentro de ella, hasta que llegue al tope, donde sentía la pared de su útero.

Después de unos segundos quietos mientras gozábamos la primer encajada, empecé por sacarle casi la mitad de mi verga, para nuevamente de forma lenta, penetrarla totalmente, dos o tres veces iguales, para después sacar por completo mi herramienta y volver a introducirla lentamente, Tania se retorcía de placer, seguro estaba que jamás se la habían cogido de esa forma, los chicos de ahora tan solo meten y sacan su polla rápida y salvajemente para beneplácito de ellos y no de su pareja.

A la quinta penetrada, mi ahijada empezó a temblar y a gemir de forma incontrolable, su segundo orgasmo estaba retorciéndola de placer, sus piernas se estiraron tumefactas y su chocho se cerró cuanto pudo, para retener el instrumento causante de semejante gloria. Al culminar su espasmo, le saque mi verga, la tome de la cintura y la voltee, la puse con las rodillas en la cama y su cabeza en el colchón, para cogérmela de a perrito, su culo se ofrecía totalmente, su raja húmeda y chorreante de sus jugos, pedía a gritos ser violada de nueva cuenta, mientras pasaba rozando con la cabeza de mi falo su chocho, aproveche para tomar sus jugos y humedecer el agujero negro entre sus nalgas y al mismo tiempo que volvía a atacar su vulva, insertarle mi dedo pulgar en su ano. De su boca salió un largo ¡¡¡SIIIIIII!!!, que aprobaba la doble intromisión de la que era objeto, ahí sí, entre más fuerte y profundo arremetía sobre ella, aprovechaba para ingresar otros dedos en su recto, mientras el medio y el índice se clavaban salvajemente dentro de ella, yo estaba a punto de correrme y note que ella volvía a sufrir otro espasmo en todo su cuerpo, su tercer orgasmo llego junto con una corrida de mi parte que seguramente por la cantidad, le estaba llenando toda su vagina.

Cuando sentí que me había vaciado dentro de ella, saque mis dedos de su cola, mi verga de su chocho y acercándome a su cara le di mi fierro a su boca para que terminara de vaciarlo y limpiarlo.

Algunos minutos le tomo a Tania, retomar su estado normal, estaba totalmente ida, jamás le habían hecho el amor de esa manera, solo en alguna ocasión, su pareja le había hecho llegar a un orgasmo, nunca se imaginó que era posible tener tres tan seguido, jamás le habían tocado y mucho menos insertado algo en su ano, su mejor amante le había regalado escasos 5 o 10 minutos de placer, jamás nadie le había proporcionado casi media hora de locura.

Ya más tranquila, me pidió hablarle sobre su madre, platicamos sobre algunos de mis encuentros con ella, pero jamás las compare entre ambas, pues cada una era especial.

Su vulva empezó a vaciarse de forma simpática, expulsaba aire y líquidos por ella, causando ruidos como pequeños pedos, eran incontrolables de su parte y esto nos causó bastante gracia. Ahí le comente para su tranquilidad, que yo estaba operado y me era imposible embarazarla, y ella me contesto que desde hacía varios años ella se cuidaba con un parche colocado en su espalda.

Nos mantuvimos en la cama, y después de un rato, empezó a buscar mis labios nuevamente para tratar de lograr excitarme nuevamente, iniciamos un faje riquísimo, mi ahijada rápidamente se humedeció y se puso calientísima, más mi amigo todavía tardo un poco en reaccionar, no fue, sino que hasta que ella se lo llevo a la boca y empezara a darle una mamada de campeonato, que mi verga retomo su máximo tamaño. Nos acomodamos en la cama, para volver a darle una rica mamada en su cuquita, mientras con mis dedos empezaba a sobarle el recto, cuando empezó a sobre humedecerse, tomé sus jugos para limpiar su cola y a continuación comerme su culito con unos besos negros que la estaban volviendo loca, después de esto, empecé a darle con los dedos poco a poco para ir abriendo su esfínter anal. Tania pedía a gritos que la poseyera, después de cubrir mi verga con un condón y humedecer su ano con sus propios jugos vaginales, puse la punta justo en su entrada y empecé a tratar de que mi falo ingresara, poco a poco, fui venciendo la estreches de su esfínter y el rechazo natural que mi ahijada ejercía al sentirse penetrada por mi fierro, que era mucho más grueso que cualquiera de mis dedos, hasta lograr que la cuarta parte de mi verga estaba dentro de las tripas de Tania, ella estaba adolorida pero desesperada a la vez de sentirse totalmente empalada, me pedía que no me detuviera y a la vez apretaba sus nalgas para evitar la intromisión, le pedí se relajara y que procurar ella misma irse clavando cada vez más mi pija. Así lo hizo poco a poco ella misma logro meterse medio palo adentro, cerca de 10 centímetros de mi verga ya estaban totalmente clavados en ella, de su orificio anal empezó a escurrirle excremento casi líquido mezclado con algo de sangre, no había espacio dentro de ella para recibir la totalidad de mi miembro, su chucho no dejaba de producir liquido en abundancia, que yo tomaba con mis manos para seguir humedeciendo el resto de mi falo y lubricando la entrada de sus entrañas. De un movimiento fuerte y precisó, de un solo empellón, termine de clavar los otros 8 centímetros de verga dentro de ella. Tania, grito del dolor y de sentirse casi partida por la mitad, me pedía que le sacara de inmediato aquello que tan salvajemente le había introducido, yo la tome de sus caderas y evite que rompiera la unión, poco a poco, el dolor fue cediendo y ella empezó a disfrutar el tener mi miembro dentro de ella, su ano se había abierto totalmente, mi ahijada empezó a moverse suavemente como midiendo hasta donde podía jugar con mi verga, al mismo tiempo, yo empecé a bombearle poco a poco, para terminar de dilatar su culito, hasta que logramos que en este juego de meter y sacar ella encontrara el gusto y el placer para dejarse hacer y de esta forma lograr casi al unísono un orgasmo que por mi lado lleno sus tripas de semen y por el de ella, mojar la cama como si se hubiera orinado en ella.

Así pegados como perros, permanecimos por varios minutos, mientras mi verga regresaba a su estatus normal, cuando fue posible, me retire de su cuerpo, dejando tremendo boquete en su cola, del cual empezaron a fluir líquidos compuestos por mi semen, algo de caca y pequeños rastros de sangre. Ella continuo empinada sin moverse, solo me pidió que le tomara unas fotos con su celular, para poder darse cuenta de cómo había quedado su colita.

Cuando pudo moverse, le ayude para que entrara al baño y posteriormente nos bañamos juntos, donde todavía tuvimos tiempo de agasajarnos con algunos besos, pero ella no estaba ya de humor para seguir cogiendo, solamente después de unas horas, regresamos a la cama, para volver a darle una buena y ultima cogida del día.

Todavía estuve cuatro días más con ellas, de los cuales, al tercer día, pidió permiso en su trabajo para ausentarse, día que dedicamos por completo a una sesión todavía mejor de sexo.

Muchos se preguntarán que si alguna vez tuve algo con Virginia, la hermana menor, solo les puedo decir, que Virginia vivió con nosotros un año, ella y mi hijo mayor, perdieron la virginidad al mismo tiempo, y lógicamente, yo nunca tuve que ver con ella.

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