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Feminizando a mi novio

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Escribo esta historia por el placer en recordar como descubrí mi pasión por los juegos de dominación y mi primera experiencia en ellos. Y también para hacer ver a otras mujeres que los hombres no son siempre lo que parecen.

Soy una mujer en la treintena, aunque cuando sucedió esto tendría como 27 años, soy más bien baja, de buen tipo, sin curvas escandalosas y un tanto atlética (más joven practique natación). Me considero y me consideran una mujer normalita tirando a guapa: pelo castaño por los hombros, bonita cara, ojos marrones... Pero en aquel entonces había algo en mí que puede que sorprenda a muchos: era virgen. Si, con 27 años aun no había perdido mi virginidad. Aunque había practicado muchos juegos sexuales con varios chicos, siempre le tuve miedo a la penetración y no había encontrado al chico ideal, así llegue a esa edad en ese estado.

En aquellos días empecé a salir con un chico de donde yo trabajaba: Daniel. Nos conocíamos desde que entramos juntos en la empresa, hacia 3 años y bueno, una noche nos enrollamos y decidimos probar y salir juntos. Daniel era un chico atento, simpático e introvertido era guapo sin llegar a ser el típico creído: delgado, ojos verdes, rubio oscuro...

Nos veíamos todos los días en el trabajo, después yo le llevaba en coche a su casa. Vivía con sus padres, él era menor que yo: tenía 25, por lo que generalmente nos quedábamos hablando en el coche un buen rato. Más tarde yo solía llevar el coche a un descampado cerca de la casa para meternos mano a gusto. Durante las primeras semanas, solamente tuvimos sexo manual o el me frotaba el pene contra mi clítoris, a veces a través de la ropa interior, de la mía o de la suya. A Daniel le encantaba correrse en sus boxers y entrar a su casa con su semen humedeciéndole el pantalón. Los fines de semana solíamos ir a mi apartamento, que compartía con otras dos chicas, y como la mayoría de los fines de semana no estaban, pues era más cómodo.

Como conocía mi miedo sobre la penetración, el propuso que tal vez con el sexo oral me relajaría y perdería el miedo. La verdad es que tenía unos orgasmos magníficos con su lengua jugueteando en mi clítoris, e incluso después de hacerlo seguía teniendo espasmos por un buen rato. Daniel tampoco se quedaba atrás ya que le excitaba tremendamente darme placer con la boca y se masturbaba buscando correrse al mismo tiempo que yo.

Así comenzamos otros juegos, como por ejemplo en lugar de ir al descampado, nos acercábamos más a sitios más visibles e incluso buscábamos que alguien me viese correrme a través de los cristales del coche mientras él me lo mamaba. Otras veces nos quedamos hasta tarde en el trabajo y nos quedábamos en ropa interior trabajando en despachos contiguos, sabíamos cuando pasaría el vigilante y esperábamos el último momento para vestirnos - lo llamábamos "la pillada", el que lo hiciera antes perdía. Cosa que nos excitaba mucho. Así transcurrían nuestros juegos, cada vez buscando algo más excitante, pero sin pasarnos: ropa interior cada vez más sexy, juegos de alumna y maestro, etc... Así poco a poco empecé a pensar que con Daniel sería capaz de dejarme penetrar, ya que tenía mucha confianza en el por nuestros juegos.

Pero lo realmente excitante no comenzó hasta los 6 meses, en una ocasión en la que los dos nos quedamos hasta tarde a trabajar, no había nadie en la oficina. Y aunque teníamos mucho trabajo los dos, yo estaba segura de que él iba a jugar a "la pillada". Así que para darle un susto, entre en su despacho de golpe, mucho antes de que llegara el guardia de seguridad, no me sorprendió verle solo en boxers, sino también estaba masturbándose viendo una página en Internet. Se asustó y rápidamente apago el ordenador. Le pregunte que estaba viendo, pero solo me respondió que sitios porno para ver cómo se desvirga a una mujer por primera vez, ya que estaba estudiando para hacérmelo bien.

Lo deje pasar pero la semana siguiente casualmente entre en su despacho cuando él no estaba para dejarle unos documentos, su ordenador estaba encendido y no pude menos que curiosear... Daniel era confiado con su ordenador porque enseguida encontré todos los archivos. Mi sorpresa fue mayúscula: tenía una inmensa colección de fotos, relatos y videos porno. Pero casi me desmayo cuando vi que toda esa colección era prácticamente de travestis y transexuales. Lo cierto es que había de todo, desde hombres peludos en bragas hasta mujeres sensuales con un pene entre las piernas. Pero lo que más abundaba eran fotos de hombres bien maquillados, depilados, con prótesis mamarias y lencería fina acariciándose entre sí o follando. También encontré una serie de fotos donde un hombre es obligado a vestirse de mujer por varias chicas y finalmente lo prostituyen dejando que dos chicos con pollas enormes lo violen. También encontré un montón de relatos donde los chicos eran obligados a vestirse de chicas y a actuar como tales.

Encontrar ese material me produjo al mismo tiempo excitación e indignación. Estaba indignada de que el no tuviera la suficiente confianza para contarme sus fantasías y al mismo tiempo me excitaba la situación de obligarle a vestirse de chica.

Esa misma noche cuando estábamos en el coche y nos empezábamos a meter mano, tuve una idea. Me quite los pantalones vaqueros que llevaba y después las bragas, y él ya se estaba preparando para lamerme cuando le detuve y le arroje mis bragas a la cara ordenándole que se las pusiera. Ni se inmuto: se desnudó por completo. Tenía una erección tremenda, su polla se doblaba hacia arriba y casi tocaba su vientre. No la tenía muy grande pero si dura y tiesa ofrecía un espectáculo increíble. Eran unas bragas de lycra negras con un poco de encaje en la parte superior. Se las puso y la erección se le marcaba más aún. Le hice tumbarse en la parte de atrás del coche y me senté sobre su cara: empezó a lamerme como un loco, mientras yo le sobaba su polla por encima de las bragas. Se corrió de inmediato y yo seguí cabalgándolo un buen rato, hasta que también lo hice.

Luego quiso quitarse las bragas y no le deje. Le dije que se las dejara puestas hasta mañana, así llenas de semen. Se vistió y sin decir nada subió a su casa.

Al día siguiente era viernes, y en la oficina le pregunte si aun traía las bragas puestas. Me confeso que en su cuarto se había corrido otras 2 veces dentro de ellas y que le excitaba mucho. Su respuesta también me excito y fue así como siguió todo.

El siguiente fin de semana, cuando fuimos a mi casa, aun llevaba puestas las bragas, aunque apestaban a semen y tenían una gran mancha blanca en el frontal. Le hice desnudarse, lo cual hizo muy rápido. En ese momento me di cuenta que a todo lo que le decía, lo hacía sin ninguna pega ni oposición. Tampoco creí lo que mis labios pronunciaron:

- Sabes siempre he deseado vestirte con un vestidito mío de verano, maquillarte y comerte a besos.

- Si.

Seguía desnudo en mitad de mi habitación, esperando a que le vistiera como chica y eso me excitaba, me excitaba mucho. Aunque él no se quedaba atrás, tenía una erección increíble.

Abrí mi armario y fui buscando vestidos que podrían valerle: se los ponía por encima para ver si le quedaban y si me gustaba los arrojaba a la cama. Él tenía los ojos bajos todo el tiempo. Después de seleccionar 4 o 5, abrí mi cajón de ropa interior y elegí unos pantis blancos y unas braguitas muy delicadas también blanco con encaje a juego con un sujetador.

Le ordene que se pusiera las braguitas y el sujetador. Así le manosee un buen rato a gusto, sin dejar que el me tocara, y sin tocarle su pene. Yo misma me baje mis bragas, me subí mi minifalda y me acaricie delante de él, lo cual hacia que se sintiera más humillado y excitado aun.

Después busque algodón y se lo puse de relleno en el sujetador, después le ordene que se pusiera los pantys blancos. Me sorprendió que lo hiciera con naturalidad sin ningún tipo de dificultad, lo mismo había hecho con el sujetador.

- Te habías puesto antes ropa de chica?

- Si

- Te gusta ser chica?

- Si

Le hice ponerse un vestido de algodón azul con mangas y sin escote. Sexy pero sin enseñar nada, y la verdad es que marcaba un culo bastante femenino, y con los rellenos del sujetador se veía muy bien. Además como era un poco más alto que yo, el vestido le tapaba justo el culo. Su figura de cuello para abajo se veía como una chica... Le faltaban algunos detalles, pero a mí me estaba excitando muchísimo... Así que rápidamente le puse un poco de lápiz de labios y colorete. Estaba tan excitada que apenas podía poner correctamente la línea de la boca.

- Baila para mi Danielita.

El llamarla por su nombre femenino le excito aún más. Puse algo de música y empezó a bailar supersexy, yo mientras me eche a la cama y empecé a masturbarme. Él lo vio e hizo lo mismo, se acariciaba los pechos falsos, se metía las manos por debajo del vestido y se sobaba el culo, hasta pasar sus dos manos al frente y masturbarse frenéticamente.

Me acerque a él, se puso de rodillas y metió su cabeza entre mis piernas lamiéndome mi sexo, mientras seguía masturbándose. Sentía su lápiz labial cuando me besaba el clítoris, fue una experiencia única. Me corrí en su cara varias veces.

Me eche sobre la cama a relajarme de uno de los orgasmos más intensos de mi vida mientras el acababa en sus bragas y pantys, manchándolo todo, mientras emitía gemidos muy agudos, casi como una mujer. Siguió así acurrucado al pie de la cama, con el vestido y la ropa interior que le había dado todo manchado. Le eche la bronca por haber manchado mi vestido y las braguitas, que eran de encaje, y le dije que se fuera inmediatamente a lavarlo todo al baño. Se levantó con la cabeza baja, y se dirigió al baño.

Me quede un rato pensando en lo que había pasado y en cómo me excitaba la idea de decirle lo que tenía que hacer y cómo vestirse. No pensé que fuera nada malo ni pervertido, sino sexy y que podía hacer que disfrutáramos nuestra vida sexual y explotar nuestras fantasías al máximo. Me levante para írselo a decir y me lo encontré lavando el vestido, las bragas y los pantys en el lavabo, con el sujetador todavía puesto.

Ahí me di cuenta que el seria mi Danielita todo el tiempo que estuviésemos a solas y que siempre llevaría ropa de chica para mí. Después escribiré lo que paso más tarde.

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