Me has sugerido que piense en alta voz sobre ti, que los vientos de este otoño señorial y decadente se lleven, entre caricias de largas manos de seda, sensaciones que vas dejando a tu paso, sueños que van quedando tras de ti en el devenir de la vida. Quieres que te cuente aquello que yo creo ver tras las cortinas de tus ojos a veces tristes, que reflexione sobre pensamientos que la noche, con sus sombras, oculta tras el largo manto de la gran dama de negro. Pues bien, dejaré que fluya mi imaginación, que los silencios cómplices me trasladen a tu universo para así poder evocarlo.
¿Quién eres?, ¿qué buscas?, ¿a dónde vas? Preguntas de difícil respuesta que se van amontonando al doblar la tarde mientras la conversación se desliza suave, tímida, sin prisa. Creo que no solo eres quien dices ser; estoy seguro que en ti convive una mujer soñadora, misteriosa, apasionada, que desea sentirse viva a cada instante, que quiere notar una vez más como su cuerpo se arquea fruto del inaudito placer. Una mujer sensual, capaz de romper barreras, capaz de hacer añicos absurdos tabúes que la estrangulan desde un siempre casi eterno.
Dices que deseas superar tus miedos. Quizás, ayer, en la soledad de tu baño cuando comenzaste a desnudarte despacio, sabiendo que yo te observaba, iniciaste también la superación de tus miedos; después, cuando tus manos empezaron a deslizarse por tu cuerpo para darte placer y alcanzaron tu sexo desnudo de vello, si fuiste capaz de imaginarte que eran mis manos las que recorrían tus pechos, tus muslos, tu vientre, tus nalgas, tal vez tus miedos se fueron alejando un poco más y si al final, esa sensación de infinito placer que te produce el orgasmo fue capaz de transportarte a otros estadios imposibles de describir, entonces, solo entonces, habrás dado los primero pasos para que tus miedos se pierdan en la nebulosa del tiempo vivido.
Deja que la noche te envuelva entre sus largos ropajes y que las estrellas se conviertan en las guías que marquen los senderos de tus sueños. Déjate embriagar por la sutileza de los aromas del atardecer; que las esquinas celadoras de mil secretos inconfensables se guarden para siempre los tuyos y que el suave viento de la noche se los lleve más allá de tu propia esencia.
Quizás busques el gran sueño o tal vez la gran aventura. Imagina que todos tus sueños, todas tus fantasías se puedan hacer realidad en un solo instante. Cierra los ojos y déjate llevar por los sentidos, que ellos te transporten a ese mundo idílico donde todo es posible.
Tal vez la rutina del siempre lo mismo, la monotonía de la vida que transcurre sin sobresaltos, te están corroyendo. Día a día el tiempo va pasando veloz, sin pausa, dejando tras de si recuerdos de lo que pudo haber sido y no fue. Recupera las riendas de tu propia vida y vuelve a ser esa mujer que deseas, con la que sueñas.
Mírate de nuevo tu sola, desnuda, ante el espejo y que la imagen que te devuelva sea esa que deseas, la que quieres. Libérate de tus pesadas cargas, quema en la gran hoguera de las banalidades aquello que te sobra, todo lo que pesa para el nuevo camino.
Olvida las tristezas, los pesares; haz que tu vida sea tuya no de los demás. Que tus sueños sean tuyos y que se puedan hacer realidad al doblar la esquina de cualquier tarde de una primavera que presagia un verano pleno de expectativas.
Deja que fluya tu sensualidad, tu erotismo, incluso ese componente morboso que llevas dentro de ti y que jamás te atreviste a liberar. Siente con libertad como tus deseos salen a la luz y se convierten en sensaciones tangibles. Que la ternura y la pasión vuelvan a ser protagonistas de todas tus vivencias y del devenir de los tiempos.
Vence todos tus miedos, tus prejuicios, tus tabúes. Siente que eres una mujer nueva, alguien desconocido para ti, alguien capaz de todo, de cualquier cosa. Se tú por encima de todo y vive con intensidad ese tiempo que no perdona.
Eres una mujer atractiva, sensual, romántica y soñadora. No permitas que el tiempo te venza. Que nunca tengas que arrepentirte de todo aquello que pudo haber sido y no fue. Que la monotonía no pueda hacerte mella.
Permite que la noche acaricie tu cuerpo desnudo con sus manos asedadas y lujuriosas. Que las estrellas te miren sin recato recreándose en tus curvas, en tus formas. Que las esquinas, calladas y misteriosas, oculten para siempre todas tus dudas, tus miedos, tus silencios.
Libérate. Haz todo aquello que jamás te atreviste hacer, todo lo que has soñado tantas veces, todo lo que te ha hecho estremecer con solo pensarlo, aquello que hizo que te masturbases en la soledad de tu vida evocando situaciones que siempre has deseado vivir y que jamás has tenido el valor de afrontar.
La vida pasa demasiado de prisa. No hay pausa. Con los años todo va quedando atrás, incluso el recuerdo de lo que fuimos en otro tiempo. No permitas que jamás tengas que arrepentirte de aquello que, deseándolo, no has sido capaz de hacer.
Asómate a tu ventana en noche de otoño y deja que la brisa fría, surgida de poniente, acaricie tu rostro, manosee tu cuerpo. Mira a las estrellas y busca, en esa polar que siempre señala el norte, una nueva senda por la que caminar, un nuevo rumbo que tomar y que la vida, en su carrera frenética, te lleve a lograr esas metas anheladas, soñadas, deseadas.
¿Con que sueñas?, ¿cuáles son tus fantasías?, ¿me contarás todo eso algún día? Sea lo que sea, sin recato, sin temor, sin vergüenza. Me gustaría saberlo para conocerte un poco mejor, para saber a donde vas, que buscas, cuales son tus miedos y así poder indicarte cual creo que sería para mi el camino a seguir.
Ahora cierra los ojos de nuevo. Que la brisa del nocturno otoñal te abrace y te seduzca para un siempre casi eterno; que los miedos huyan despavoridos por las esquinas celadoras de secretos y que por fin logres liberarte de tus ligaduras, de esas ataduras que oprimen tu libertad, dejando atrás viejos tabúes para iniciar, decidida, una nueva andadura que te permitirá encontrarte contigo misma.