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No hay como una mujer-hombre para darle a una placer

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Mis relatos son verídicos y los escribo para que mucha gente que se encuentra en la misma situación en que me hallaba hace muchos años tenga una orientación acerca de sus necesidades sexuales y puedan enfrentar sus miedos, aceptación y normar su vida de manera más exitosa de lo que yo pude jamás. Asímismo, para que algunos padres de familia que noten ciertas tendencias o conductas de sus hijos sepan ayudarles bajo el conocimiento que intento transmitirles de que no hay escuela para padres que sepa guiarnos en la ayuda a hijos que se orientan hacia personas de su mismo sexo, bisexuales, travestis, transgénero y transexuales. Por cuestiones de respetar las normas y políticas de la página que amablemente nos permite escribir nuestras experiencias dejo a la imaginación del lector mi edad en esa época ya tan lejana de estos tiempos pero, que me sucedieron y me hacían sentir sola, una mujer que hoy se define como transgénero pero que en esa época era una anormalidad humana y me llenaba de remordimiento e incluso de un par de intentos de suicidio que gracias a Dios no tuve valor de llevar a cabo, me sentía culpable, los remordimientos me lastimaban casi todo el tiempo sin embargo, mis instintos pudieron siempre más que mis mejores deseos de ser “normal”. Debo decir que tuve la inmensa suerte de tener siempre a mi lado a una bella mujer que desde niños me apoyó en mis tendencias femeninas, ella ha sido mi inspiración por su valor, feminidad incomparable, belleza y sensibilidad, así como por su amor hacia mí. Dicho lo anterior paso a relatarlas un poco más de mí.

Por aquellos años mi psique estaba casi rota, un chico Mariano, me daba placer y yo tenía que dejarlo sin gota de semen, era el trato, poco a poco otros chicos se fueron enterando de lo que hacíamos y pasaron a participar en secreto y en lugares ocultos de nuestras pequeñas orgías. Varios también fueron penetrados por el ano por unos y otros, después cada quien se fue por distintos rumbos y solo quedamos unos cuantos viviendo hasta la fecha por aquí. Cierta tarde estábamos muy tranquilos, un chico al que llamaremos Toño, tres años mayor que yo llegó junto a nosotros con una chica, Lola, muchacha morena, bonita y desinhibida, se sentó en la tierra junto a nosotros y bromeó bastante, llevaba una falda y en posición de flor de loto mostraba generosamente las piernas, las pantaletas y su risa encantaba a los chicos que allí nos encontrábamos, unos 5. Se besó con Toño enfrente de nosotros y se dejó tocar un poco las tetas redonditas y paraditas por lo que Toño se ganó el apodo del “Maestro” Mariano se sintió desplazado como el líder del pequeño grupo de amiguetes. Se alejó por unos días, luego volvió y aceptó su lugar de segundo de la “pandilla” Yo dejé de importarle y pasó a la conquista de chicas de verdad. Lora era el objetivo más codiciado de todos especialmente de Toño y Mariano pero, mi hermana tiraba muy alto, andaba enculada de un profesor de nuestra escuela, muy joven y popular, con él tuvo a su primer hijo.

Yo me hallaba en una espiral de autodestrucción, comencé a tomar cervezas y fumar y aprendí después de follar con un viejo que era del vecindario a sacarle dinero a los adultos a cambio de mi culo. Papá nos dejó por una tipa y mamá tuvo que enfrentarse solo con la ayuda de la abuela a la situación y trabajar de enfermera, ya que eso hacía antes de casarse. A veces papá llegaba a la ciudad y se enojaba conmigo por mi evidente feminización, no me pegaba pero me hería con sus comentarios, mamá se resignó a mi “jotería” pero sospecho que era también porque yo aportaba algo de dinero obtenido vendiéndome a ciertos tipos mayores.

Más o menos sucedía así. Yo me vestía lo más femenina y puta posible y salía por las tardes casi obscureciendo a la avenida que entonces era una carretera que va a Puebla. No faltaba un camionero, taxistas y hasta policías que al verme así jovencita, guapa y muy nena me abordaran y me preguntaran que cuánto $$$ cobraba. Me iba con ellos, sin miedo porque entonces la ciudad era muy pacífica. Como mi madre era enfermera mi hermana disponía de hormonas para evitar otro posible embarazo y comencé a tomarlas, era muy joven y los efectos se empezaron a notar, mi pene no creció como el de los demás amigos, me brotaron dos tetas de mujer y se me redondeó el culo, mis facciones se hicieron más femeninas, mamá sabía que tomaba hormonas en grandes dosis y de los peligros que ello implicaba por lo que consultó con un compañero del trabajo que aceptó revisarme y me prescribió antiandrógenos y hormonas en dosis calculadas. Ya rara vez usaba ropa de hombre y casi siempre usaba pantalones vaqueros entallados de los de la época, blusitas y brasier diariamente, me fascinan las pantaletas, las minifaldas y los pendientes, ¡Ah, también las pulseras de fantasía y anillitos. Cada día me veía más mujercita, más femenina, más mujer y a veces odiaba mi pene anhelando tener una vagina que les pudiera dar a los hombres, pero eran otros tiempos y ni soñar de la reasignación sexual, poco a poco fui aceptando que mi pene era importante para mi placer, de hecho estuve y he estado muchas veces con mujeres y han gozado de mi doble condición, no me niego a estar con una dama pues obtengo mucho placer de ellas pero, lo mío es ser ensartada por un pene duro y viril por el ano, me encantan todo tipo de posiciones sexuales y se hacer gozar al macho hasta satisfacerlo plenamente, también he estado en la cama y hasta en despoblados y lugares inimaginables con otros travestis, transgéneros, aunque nunca con una transexual porque no he tenido esa oportunidad.

Cierta vez conocí en un supermercado una chica un poco rara, al principio pensé que era una lesbiana y me invitó a salir a tomar una copa, aunque fuimos a un café, creí que me estaba seduciendo sin saber que era yo una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre, la cosa fue de lo más normal, así salimos un par de veces más y me pidió que quería estar a solas conmigo, le tuve que decir la verdad, ella dijo que no le importaba que para ella yo era una linda chica, ella pasó un día por mi a una tienda donde estaba trabajando y de la cual salía a las 7 de la noche, iba manejando una carcacha y me trepé muy coqueta con mi nueva amiga, nos fuimos a un cuarto que rentaba en la periferia, lugar muy modesto, solo había una estufa de gas, una cama matrimonial, un viejo sofá, un viejo armario con espejo y un par de sillas, en cajas de madera para fruta guardaba sus trastos de cocinar y en otros revistas y chucherías. Llevaba yo puesto un vestidito zampón y unas sandalias, unas bonitas pantaletitas de encaje blancas y de accesorios solo llevaba un par de aretes de perlita de imitación y dos pulseras de plata combinadas con una cadenita del mismo material. Nos sentamos riendo en su cama y encendió una vieja radio de am que estaba encima de la cama, recuerdo claramente que estaba sonando una canción de Santana melodiosa y rítmica que se llama Flor de Luna, me abrazó y me invitó a bailar, pronto comenzó a ¡Besarme en la boca! Me metía mano rico, me dejé hacer total para bajarle a una la calentura cualquiera es bueno o buena.

Me tiré en la cama y me puse boca abajo para que se diera gusto con mis nalgotas, ella alzó aún más el minivestido y comenzó a besarme las nalgas con delicia, suavemente, con pequeños besitos por aquí y por allá, así delicadamente enrolló hacia abajo mis pantaletitas dejando al descubierto mi culito, lo besó intentando introducir en él la lengua, yo sentía rico y solo me dejé hacer mientras me bajé los tirantitos del vestido para sacar mis senos del brasier, me incorporé un poco y me gire lo necesario para que viera mis tetas y las pudiera tocar a su gusto, se arrojó de lleno a ellas y me las mamó como nunca hombre alguno me las había mamado, me sentía feliz por descubrir en mi amiga Teresa a una mujer que actuaba como un varón pero con mucha ternura y delicadeza desacostumbrada para mí que estaba más que acostumbrada a la rudeza de los machos que hasta me llegaron a golpear las nalgas, piernas y mordisquearme con rudeza mis tetas. No ella era sutil, tierna y experta, me estaba derritiendo entre sus manos. Debo aclarar que ella vestía un pantalón de esos como de policía con muchas bolsas y una playera verde como de militar con un solo dije en el cuello y unos aretes pequeñitos, de pelo bastante corto y ojos tiernos aunque de expresión facial bastante dura, con deleite le ayudé a desabotonarse el pantalón mientras me senté a la orilla de la cama pronto aparecieron dos gruesos muslos morenos pero bien formados, sin quitarse del todo dicho pantalón se sentó encima de mí dominándome por completo, me veía delgadita y frágil aplastada por ese mujerón de 1.70 de estatura (yo mido 1.66) que tenía las piernas separadas enseñándome un calzoncillo de varón.

De pronto se levantó y se quitó por completo ambas prendas pero como yo estaba acostada de espaldas al colchón no vi mucho que digamos, medio rodeó la cama y ¡Vi un pene flaco pero bien tieso y en el lugar donde debían estar dos testículos vi vello y unos labios de vagina semi abiertos! Sin decirme “agua va” me puso ese pene delgado en mis manos y lo tomé presa de verdadera sorpresa ¡Era una hermafrodita! Como se conocían a las personas con ambos genitales en ese tiempo, nunca había visto uno o una, pero ella tenía dos tetazas gordas enormes, me pidió que me girara y llenándome mi culo de una crema me metió ese pene durísimo y delgado hasta lo más profundo de mi culo. Con maestría lo metía y lo sacaba logrando en mi sensaciones hasta ese momento desconocidas hacía me tuvo en el cielo como por 20 minutos, yo lloraba de alegría y de placer por los empujones que esta gordita me estaba dando, sentía sus muslos completamente pegados a mis nalgas, con sus manos sujetaba mis caderas y por momentos masajeaba suavemente mis tetas, aunque yo quería que también me tocara el pito, nunca lo hizo. Se vino en mi con un líquido transparente bastante aguadito.

¡Dios mío que placer obtuve esa noche de mi amiga! Con el tiempo ella se volvió bastante celosa y dominante y me retiré no sin extrañar las ricas cogidas que le dio a mi culo.

Continuará.

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