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Don Ernesto (epílogo)

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-Perfecto, te espero, hasta luego…

-Bueno, Jorgito, mi hermano ya viene para acá, así que andá y avisale al viejo…

-Sí, “señorita”… -y salí poco menos que corriendo…

Mientras esperábamos a la visita, el señor Abelardo me ordenó que me arrodillara y le hiciera una mamada…

Ay, cada vez me gusta más chupar una pija, así que lo hice con muchas ganas… Él se bajo los pantalones y el calzoncillo y exhibió ante mis ojos extasiados su verga ya un poco erecta… La tomé con una mano, la mantuve apuntando al techo y me puse a lamer los huevos, que poco a poco se fueron hinchando mientras el viejo gemía de placer y yo me iba calentando cada vez más… ¡Qué chico tan putito soy!...

Después de un rato de lamer me metí la pija en la boca… Ya estaba bastante durita y muy pronto se puso bien dura mientras arreciaban los gemidos y el jadeo del viejo sátiro…

-¡Para, niño, para que voy a correrme y no quiero todavía!...

Me dio pena, pero tuve que detenerme justo cuando oímos el timbre y un momento después aparecían en la habitación la “señorita” María y el señor Ernesto, que se frotaba las manos mientras me devoraba con los ojos…

Se quitó la ropa en un santiamén y la “señorita” me ordenó que trepara a la cama y me pusiera en cuatro patas… Lo hice y sentía como si mi cuerpo despidiera llamas, de tan caliente que me sentía…

El señor Abelardo también se desvistió y los dos se echaron sobre mí como fieras hambrientas de mi carne…

Fue maravilloso y no deja de serlo, porque me usan todos los días… Me tienen bien alimentado entre los dos y en presencia de la “señorita”, que los alienta con comentarios obscenos…

-¡Vamos, vamos!... ¡Denle más y más pija a este putito!... –Y me dan, claro que me dan y me llenan de leche y cuando se corren en mi boca trago todo ese delicioso elixir…

Ahora a la “señorita” se le ha dado por pegarme en la cola antes de que los dos viejos me violen… Se sienta en el borde de la cama, me ordena que me eche boca abajo sobre sus rodillas y me calienta el culo un buen rato con su pesada mano… ¡Ay, que hermoso ese dolor!... Yo tengo que ir contando los chirlos y diciendo: -Gracias, “señorita” María…

Esto todas las tardes, después de hacer las tareas de sirvientita que me ordena el señor Abelardo, a veces en presencia del señor Ernesto y los dos se burlan de mí y se ríen y esa humillación me pone a mil y cuando por fin me usan sexualmente creo enloquecer de goce…

Por idea de la “señorita” ahora, antes de recibirme, se masturban en una copa, le echan unas gotas de agua al semen para que se diluya un poco y que yo pueda beberlo… Es para mí el más delicioso elixir que se puedan imaginar…

Ayer, cuando habían terminado de cogerme y los dos viejos reposaban en la cama, la “señorita” le preguntó a su hermano: -Decime, Ernesto, ¿vos tenés mucama?

-No, ¿por qué?

-Porque a partir de ahora Jorgito va a ser tu sirvienta…

-¡¿En serio?!...

-Claro que sí, va a ir dos veces por semana a tu casa para hacerte una buena limpieza y que vos te ocupes sólo de un mantenimiento livianito…

-¡Será maravilloso!...

-Bueno, Jorgito, ahora mi hermano te va a anotar su dirección…

-Sí, “señorita”, lo que ustedes digan…

-Mmmmmhhhh, putito y obediente… Es el chico perfecto… -me elogió el señor Ernesto y me dio un papel con su dirección… -Venite los martes y viernes a las dos de la tarde -me ordenó…

-Sí, señor Ernesto…

Ahora soy la sirvienta de la “señorita”, del señor Abelardo y del señor Ernesto… Me deslomo trabajando cada tarde, pero muy bien pago estoy con los chirlos de la “señorita”, que me calienta deliciosamente el culo, y las pijas de esos dos sátiros…

¡Soy un putito muy feliz!...

Fin

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