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Intenciones ¿cambiantes o eternas? (Capítulo 1)

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- ¡Maldita sea! ¡Me cogió la tarde en la consulta y no podré coger el bus del medio día!

Ese pensamiento era el que tenía dominada la mente de Antonio, un chico que caminaba tan cojo como apresurado debido a su imperiosa necesidad de regresar nuevamente a su sitio habitual: la Droguería de su mejor amiga. Si no llegaba a tiempo, no podría firmar y sellar unos documentos que la Gobernación estaba exigiendo para renovar unas licencias de funcionamiento ya que él era el Regente de Farmacia a cargo de dicha droguería. Mientras llegaba a la portería ubicada frente a la parada del bus se tropezó bastante fuerte con alguien más alto y fornido que el con una buena cantidad de carpetas y documentos que quedaron totalmente desordenados y por no mencionar que el pobre de Antonio quedó adolorido por el hecho de caer de cara y narices al suelo.

- ¿¡Estas bien!? ¡Dejame ayudarte, por favor! Decía el extraño joven una vez se había levantado del suelo y extendiéndole la mano a Antonio, el cual estaba impactado viendo su bello rostro, sonrisa y ojos tan brillantes como avellanas.

- Muchas gracias ¡Que dolor! -dijo después de regresar a la realidad-

- Te pido una disculpa, no me fijé por donde caminaba y te hice caer.

- El que no se fijó por donde caminaba soy yo, soy yo quien te debe una disculpa.

- Hagamos algo: ambos reconocemos que no tuvimos cuidado y lo dejamos así ¿Vale?

- Vale. Oye rey, te tengo que dejar -decía el extraño joven terminando de recoger los últimos documentos y carpetas- Espero que te mejores del dolor.

- Muchas gracias, lo mismo. Hasta luego.

Siguió caminando hacia la portería con una extraña sensación y no era precisamente la causada por el dolor de la caída, sentía la mirada de aquel efebo que lo recorría de pies a cabeza ¿¡Por qué a él!? A Antonio nadie lo determinaba a excepción de sus padres (que en paz descansen), su mejor amiga Eliza, personas interesadas en que les hiciera algún favor o pervertidos sexuales que deseaban su atractivo culo (los cuales se lo hacían saber mediante actos obscenos o propuestas indecentes muy directas). En fin, logró salir del hospital y llegó a la parada de bus urbano. Después de 55 minutos de viaje y un transbordo en una ruta complementaria llegó a la droguería, donde Eliza lo estaba esperando para arreglar los pendientes.

- ¿Que más papi? ¿Qué te dijo el doc?

- Hola, todo igual: re-formulación de medicamentos, fisioterapia y control en 3 meses. Lo único fuera de lo normal es que un tipo me hizo caer, pero bueno, sigo vivo.

- ¿¡Cómo así papi!? Cuénteme como fue eso.

- Sencillo: venia pensando en los pendientes que hay que hacer aquí y cuando iba por el Restaurante Central me tropecé con un tipo, un poco más y me golpeo también contra una columna y me voy de cirugía plástica. -decía esto último con algo de ironía-

- Ay no papi, fíjese por dónde camina que usted es muy torpe y mire lo que le pasó por sus afanes. Es verdad que necesitamos arreglar esto rápido, pero tampoco para que se venga matando. Venga le pregunto ¿Ya almorzaste?

- Para nada, salí rápido de la consulta para acá y me voy a poner con los papeles y el inventario.

- Primero ni desayunas y ahora no vas a almorzar ¡A este paso vas a quedar superflaco!

- Mami, tengo dolor y tengo trabajo. Ni lo uno ni lo otro me da apetito. Tú sabes que mis prioridades son primero.

- Esta bien, por ahora no pienso reprocharte más. En fin, dime como es el tipo con el que te tropezaste. ¿Era lindo?

- Muñeca, te prometo que en la noche te cuento como es el. Solo te diré que me impacté al verlo. Mas bien hazme un favor: traeme las gotas de Morfina diluida en agua para que me calme este dolor.

- Listo ¿Cuantas gotas son?

- 23 gotas, 28.75mg.

Eliza sabía perfectamente de la orientación sexual de Antonio, no solo no lo juzgó sino que también le ofreció un techo y una familia cuando la suya lo desterró por ser homosexual. Gracias a un instituto público estatal y a una beca que se ganó por su excelente desempeño académico logró sacar sus estudios adelante; y a pesar de sus múltiples recaídas de salud pudo graduarse como Tecnólogo en Regencia de Farmacia. El como agradecimiento decidió ser el regente de la droguería que ella decidió abrir después del divorcio con su esposo, ya que Eliza necesitaba apoyar a su pequeña hija y a su madre mientras el Estado le reconocía su pensión por vejez.

Mientras un adolorido pero concentrado Regente de Farmacia decidía poner la casa en orden, el hombre con el que se tropezó en el hospital…

- Así así así, ¡Más duro papi! Ay así ¡Que rico, mierda!

Era el mismo que en ese momento se encontraba acomodado en 4 recibiendo las fuertes embestidas de un tipo por su muy abierto boquete anal con un aire demasiado denso con fuertes olores a “weed*” (Marihuana -aclaración del autor), semen y saliva.

- ¿Quieres más? ¡Ahí tienes más! ¡Disfruta gomelito!

¡Plap! ¡Plap! ¡Plap! Era el sonido que se escuchaba cuando la pelvis del tipo golpeaba con el culo del efebo, un hombre insaciable que requería atención constante en su pene y culo, la cual gozaba en este momento bajo un ambiente lleno de placer y lujuria descontrolada con un hombre que conoce perfectamente su mapa sexual íntimo. Minutos después...

- ¡Ya me quiero correr marica! -decía con el corazón a toda marcha y la voz agitada recibiendo descargas de placer originadas en su culo lleno de pene duro y parejo

- ¿Dónde te quieres correr?

- Pues, primero quiero satisfacer a mi pene. Así que quiero correrme inicialmente en tu culito y luego en tu boca. Hoy quiero doble round.

- ¿Y no estás cansado con tanto que te he dado yo?

- Para eso descanso mañana. Además, tengo ganas de culo, el Sildenafil* (*Viagra -aclaración del autor) ayuda muchísimo para la erección y quiero verte mientras te corres. Anda, ponte boca arriba que quiero preñarte el culo.

- ¡Como ordene mi capitán!

Para este hermoso efebo era una vista prodigiosa. Un pene apetitoso y un culo listo para ser perforado por el suyo. Afortunadamente sus dedos y su pene lo tenían lo suficientemente preparado, así que no tuvo mayor problema al introducir la cabeza de su pene.

- ¡Vamos gomelo, hora de actuar como hombre!

Estas fueron las palabras claves para ensartarlo hasta las bolas. Ahora era el efebo quien saciaba sus deseos de que su pene disfrutara en un sitio cálido y acogedor, el culo de quien minutos antes era quien lo ensartaba. A este curioso personaje le gustaba ese contraste: no soportaba estar sin un culo a su disposición, pero tampoco aguantaba mucho sin estar ensartado con todas las de la ley. El sexo era tan solo su refugio y su perdición. Al cabo de un tiempo con sus embestidas su pene le daba aquella sensación que le avisaba de lo inevitable: 3 enormes cantidades de leche con el que preñó a su amigo salieron de su pene mientras gemía por lo alto en esa oscura habitación. Lo siguió embistiendo por un rato más mientras su compañero se masturbaba y también llegó al momento cúspide de su placer: también lanzó enormes cantidades de leche, unas cayeron en el estómago del efebo y las otras en su cara, este último cogió y lamió seductora y lascivamente su corrida pues disfrutaba el sexo desde el inicio hasta el final.

Ambos terminaron exhaustos, y a pesar de que se conocían por todos sus años de estar en la misma situación, parecía que esta situación fuera su perpetua costumbre: se querían como amigos, se gozaban como esposos mas no se amaban como tal, pues ambos liberales eran desde el fondo de sus almas. En palabras menos significa que ambos tienen disponibilidad absoluta del cuerpo del otro, se podían gozar sexualmente pero ninguno le debe fidelidad al otro ya que cada quien es libre de gozar del pene y del culo de quien lo desee.

- Aun lo tengo parado ¿Te apetece algo más?

- Dios santo, estoy cansado ¿¡Que más quieres!?

- Solo una mamada, mientras me metes tus dedos bien ricos en el culo. Quisiera correrme por última vez.

- Vale, solo porque eres tú. Si fueras algún otro imbécil ya lo habría mandado a volar.

Se acercó a su mojado y rosado pene para lamerlo de pies a cabeza. Sabía que eso le encantaría al bello efebo ya que cada gemido le indicaba que estaba haciendo correctamente su trabajo, mientras este fumaba más “weed” mientras disfrutaba esa mamada tan placentera como parsimoniosa. Al rato abrió más sus piernas para dejar ver su ano para recibir esos dedos para recibir ese placer que muchas sociedades consideran enfermo y maldito, pero para este personaje solo era una forma de subir al cielo en medio de todas sus adversidades. Una vez la mamada iba en perfecta armonía con el ritmo de los dedos de su amante y ya finalizando de fumar sintió que su corrida se avecinaba, para lo cual empujó con sus manos a su amante para que se tragara por completo su pene (afortunadamente su tamaño le ayudaba) e instantes después le dejó su leche caliente y fresca recién salida de sus ricas bolas.

- No te cansas nunca, ¿Verdad?

- ¿Por qué habría de hacerlo? -preguntó totalmente desinteresado.

- Porque en algún momento, esto tendrá que cambiar. La vida va avanzando, y no siempre tendremos el mismo deseo. Además, yo me estoy cansando de esto.

- Lastima por ti baby, yo soy un encanto y puedo tener a cualquier cantidad de hombres a mi disposición. Mira este cuerpo nada más. - lo decía tocándose de forma sensual y provocativa.

- Aja claro, a cualquiera. A cualquiera, menos “él”.

- ¡Cállate Ramiro si no quieres que te rompa todo lo que se llama cara! -decía ya un efebo con la ira en su cabeza.

- Pues yo me estoy cansando. Yo fui tu refugio cuando él te hizo lo que te hizo, lo menos que me merezco es que me grites como una loca histérica. Siempre te he pedido una oportunidad, siempre te he pedido algo aunque sea poco. Tal vez no digo que lo logremos, pero que al menos lo intentemos. De todos con los que he estado, tú eres mi mejor culito y mi mejor pene.

- I’m sorry baby, pero yo no tendré ataduras, muchísimo menos contigo. Deja de quejarte y mejor disfruta, y ya que estas así de insoportable mejor me largo. De pronto consiga a alguien por Grindr para mañana…

Con esta cruel sentencia, un efebo trastornado se disponía a viajar en su carro hasta su apartamento. Por mucho que Ramiro lo satisfaga, él no tiene lo que realmente necesita; y todo lo que necesitaba, se fue con el último adiós de “él”. Para paliar el dolor de sus heridas decidió refugiarse en las drogas y en el frenesí, en el día era uno de los más eminentes Químicos Farmacéuticos del Área Metropolitana, pero de noche era un ser sin alma que buscaba saciar sus instintos primitivos más bajos con seres que nunca volvería a recordar. Solo alguien había logrado satisfacerlo por más de una noche, pero pronto eso comenzaría a cambiar. No hay mal que dure 100 años ni cuerpo (ni corazón) que lo resista…

Mientras tanto, en otro extremo de la gran urbe…

- ¡Por fin terminé! Ya los documentos están en regla y ordenados, y todos los medicamentos están ordenados en sus lugares.

- Bueno, mañana podremos reabrir nuevamente y a producir plata papi porque estamos muy apretadas.

- En eso te doy la razón. La situación del país está muy difícil. -le decía con un tono preocupado-

- Así es. Por cierto, me debes algo: ¿Cómo es el tipo que te hizo tropezar?

- Ah, ese muñeco… era alto, con un cabello que le daba hasta los hombros, ni gordo ni flaco, más bien intermedio, unos ojos tan brillantes como hermosos de un color avellana, tenía una tez de piel tirando a leche. Parece que no se broncea mucho.

- Quien sabe si será médico o que.

- Quien sabe. No creo que me lo vuelva a encontrar, igual son como estrellas fugaces. -decía con un leve tono de nostalgia en su voz

- Papi, no sea bobo. De pronto encuentra a alguien más.

- Después de esa vergüenza que pase, dudo muchísimo que vuelva a intentarlo. En fin, subamos a la cama y recemos el Rosario.

- Vale. ¡Bebe, suba ya a la cama! -Eliza llamaba fuertemente a su hija-

Alguien con exceso de confianza y alguien con falta de confianza. Un contraste demasiado curioso en función de las circunstancias.

“Estaría dispuesto a llorarte toda mi vida, si tan solo así logro entender que tú no eres para mí.

- Pensamientos en el silencio”.

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Por ahora, el final de esta primera entrega. De antemano quiero dejarles los siguientes avisos:

1. No será una historia larga, será corta pero si concreta.

2. El nombre del efebo se conocerá después, así que paciencia.

3. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

4. Esta obra solo fue escrita para CuentoRelatos y las demás plataformas que solo yo como autor determine en el futuro. Cualquier publicación sin mi autorización se considerará plagio y será penado en virtud del ordenamiento jurídico existente y del Derecho Internacional.

5. Posiblemente no seré constante con las publicaciones, pues todo dependerá de mi actual estado de salud. De antemano, la fidelidad será algo que se agradecerá.

No siendo más por el momento, me despido desde la República de Colombia no sin antes agradecerles por leer hasta el final. Sean honestos, sean libres, pero lo más importante: sean felices.

- Nexus

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