Nuevos relatos publicados: 13

Abi y su familia

  • 13
  • 39.038
  • 9,21 (48 Val.)
  • 0

Agosto de 1979. En una aldea de Galicia...

Abi, una morenita de 19 años, de pequeñas tetas, delgadita, de 1.56 de estatura, pecosa, de ojos negros, cabello castaño y largo y guapita, estaba tomando la siesta en su habitación, desnuda, boca abajo sobre la cama con su culito respingón en pompa. Su hermano Antolín, un año menor, delgado, moreno, y feote, en la puerta de la habitación, que estaba abierta, se meneaba su larga y gorda verga mirándole para aquel precioso culo. Abí, con la cabeza de lado y los ojos entornados, veía como su hermano se la machacaba. Su coño, mojado, le estaba latiendo. Se dio la vuelta, abrió las piernas, encogió las rodillas, puso una mano en la nuca, metió el dedo pulgar de la otra mano en la boca y con la cabeza ladeada a la izquierda, lo chupó. Quería provocar a su hermano para que se metiese en la cama con ella. Antolín vio aquel coño rodeado de una pequeña mata de pelo castaño, aquellas tetitas puntiagudas, con sus grandes areolas negras, sus pezones de punta y el pelo de sus sobacos y un chorro de leche salió disparado de su polla. Antolín, con la excitación no había oído llegar del río a su madre. Cuando la vio ya estaba a su lado mirando como la leche le salía de su gran verga. Serafina, una mujer de la altura de su hija, delgada, de grandes ojos negros, morena, de treinta y nueve años, guapa, de pelo negro, con grandes caderas y con tremendos melones, al ver lo que estaba mirando su hijo, sin decir palabra, levantó una mano y hizo amago de darle. Antolín, guardando la verga, puso pies en polvorosa.

Serafina se quedó mirando a su hija. Abi vio como la lengua de su madre humedecía los labios, como los mordía mirando para ella y como su mano derecha tocaba el coño por encima del vestido. Abi, deseó que aquella lengua le lamiese su coño empapado. Tan pronto como se fuese su madre iba a hacer una paja tan inmensa que iba a pintar alguna de las paredes con los chorros de su corrida. El coño se le empezó a abrir y cerrar al ver a su madre acercarse a la cama. Le dejó de latir cuando le tocó en un hombro y le dijo:

-Arriba que hay que ir a buscar un carro de hierba.

Por la noche, Serafina (leyendo una carta), su hija y su hijo, estaban sentados a la mesa de la cocina. Le preguntó Antolín a su madre:

-¿Qué dice papá?

Serafina no estaba para preguntas.

-¡Que no se espía a la gente!

Antolin, bajó la cabeza.

Abi, haciéndose la tonta, le preguntó a su madre:

-¿Te estuvo espiando?

-Olvídalo. Es algo que no va contigo.

Abi, sabía que iba con ella, pero le preguntó lo mismo que le había preguntado su hermano:

-¿Qué dice papá?

-Que este año tampoco viene de vacaciones. Debe estar bien en Alemania con su querida.

-A lo mejor no es cierto que se echó una querida.

-¿Por qué iba a mentir Agustín?

-Para follarte. Estás muy buena. Sabe que llevas más de un año sin follar y podría querer aprovecharse.

Serafina, que se pusiera de muy mala leche al leer la carta, le dijo a su hija:

-¡Me sobra un dedo para desahogarme!

-Ya, pero él no lo sabe. Aunque, la verdad, no creo que ese enano se arriesgase a llevar una paliza de papá si fuese mentira.

A Antolín se le quedara cara de tonto.

-¡¿Te haces pajas, mamá?!

-¿Pensabas que eras tú solo el que las hacía, mirón?

Abi, al ataque

-¡¿Lo pillaste pajeándose mientras te pajeabas?!

-¡A ver si te callas de una puta vez!

Antolín cogió un empalme del 20

Abi, sonrió, y dijo:

-Mira que empalme tiene Tolín, mamá.

Serafina le miró para la entrepierna a su hijo y vio que la verga pugnaba por salir de su cárcel.

-¡Qué te calles, coño!

Abi quería guerra y ya estaba lanzada.

-Esta noche va a caer una paja como un mundo. Le vas llenar a mamá el coño de leche. ¿A qué sí, Tolín?

A Serafina se le acabó la paciencia... Apartó la silla de la mesa, y le dijo a Abi:

-¡Te vas a cagar! ¡¡Ven aquí, fideo!

Abi fue junto a su madre. Serafina la cogió por la pechera, la puso sobre sus rodillas y le dijo a su hijo:

-¡Vete a mirar si nacieron las patatas!

Antolín, se fue, pero se quedó escuchando detrás de la puerta.

Serafina sacó una zapatilla, le levantó la falda a su hija, le bajó las bragas y le dio con la zapatilla seis veces en cada cacha.

-¡Zaaaaaas!

Después le dijo:

-¡Así vas a tener un respeto con tu madre!

Abí, le contestó:

-¿Con mi madre o con la pajillera?

Serafina levantó la mano con aquella zapatilla negra de pelo negro y de piso de goma amarillo y le puso las cachas como un tomate maduro.

-¡Zaaaas!

Al acabar de zurrarle, la cara de Serafina estaba tan colorada como las nalgas de su hija. Vio que del coño de Abi caían unas gotas de jugo, le pasó un dedo por los labios y al dedo salió pegado un hilo de flujo que se hacía más largo a medida que alejaba en dedo del coño, se preguntó:

-¿Qué es esto?

Volvió a pasar el dedo por los labios y el hilo de flujo que salió pegado al dedo aún era más grueso.

-¡¿Te calienta que te caliente el culo?!

-¡Me encanta! Unos zapatillazos más, me toco y me corro. Sigue por favor.

Salió Antolín de detrás de la puerta con un bulto inmenso en el pantalón, y le preguntó a su madre:

-¡¿Puedo darle yo, mamá, puedo darle yo?!

Serafina le subió las bragas y la falda a su hija. Abi se levantó de las rodillas de su madre. Serafina le dijo a su hijo:

-¡La madre que te parió! ¡¡Lo tuyo es espiar a la gente!!

A Antolín no le cuadraba algo.

-¿Por qué estás tan colorada, mamá?

Le respondió Abi.

-Porque está cachonda, Tolín. No vas a ser tu sólo el que se pajeé pensando en ella. Esta noche, en mis pensamientos, me va a comer el coño y yo se lo voy a comer a ella. Me voy a correr como una perra.

A Serafina la pillaran descolocada y caliente de más. Dijo:

-Esto se me está yendo de las manos.

Antolín no salía de su asombro.

-¡¿Tú también haces pajas, Abi?!

-¿Llueve en invierno, Tolín?

-¡Jooooder!

-¿A cuál de las dos le vas a llenar el coño de leche ahora?

Le respondió Serafina.

-Deja ya de calentar a tu hermano.

Abi ya estaba desatada.

-¿Por qué te caliento también a ti?

-Saliste bien puta, hija.

Abi, se puso detrás de la silla en la que estaba sentada su madre, la besó en el cuello, y le susurró al oído:

-¿Estás mojada, mamá?

Serafina, mintió.

-No.

-Yo creo que sí. ¿Me enseñas a chupar una polla?

-No digas tonterías.

Antolín ya tenía un lamparón en el pantalón que le hiciera la aguadilla que salía de su verga.

-Yo tengo una buena polla.

Abí, besó a su madre en la comisura de los labios, le lamió la oreja, y le volvió a susurrar al oído.

-Mira como está Tolín. Echa por fuera. Está deseando meter su polla en tu coño.

-¿Es que no tienes vergüenza?

Abí quería llegar hasta el final.

-Enséñame a chupar la verga de Tolin.

Serafina se puso sarcástica.

-¿Y no quieres que te enseñe también a comer un coño?

-¿Ya comiste alguno?

-¡No!

Abi volvió a besar a su madre en el cuello, le mordisqueó el lóbulo de una oreja, y le dijo:

-A mi me lo comió Angelina y me corrí como una cerda. ¿Quiere que te enseñe a comerlo?

-A ti lo de puta te queda corto, hija.

-No me contestaste.

Serafina se puso seria.

-¿Sabes cómo le llaman a eso, Abi?

-Jugar

-No, incesto. Si se enterasen en la aldea de que tu hermano te comió el coño, o que nos lo comimos, nos quemarían en una hoguera.

Abí, sabía que ya había seducido a su madre. Le magreó las tetas, la besó otra vez en el cuello, y le dijo:

-Y a Tolín lo caparían. Por cuenta que nos tiene, seremos como tumbas.

Serafina, caliente como una perra, le preguntó a su hijo:

-¿Quieres que le aprenda a tu hermana a chupar tu polla Antolín?

Antolín, con una sonrisa de oreja a oreja, le respondió:

-¡¿Vuelan los pájaros?!

Antolín, se levantó. Abrió la bragueta y saco sus 20 centímetros empalmados. Serafina, sintió como el ojo del culo le andaba para dentro y para fuera. Llevaba demasiado tiempo sin follar. Levantándose de la silla, le dijo a su hija;

-Te saliste con la tuya, fideo. Vamos para mi habitación.

En la habitación, Antólín se echó boca arriba en la cama. Serafina le quito las sandalias, los pantalones, los calzoncillos y los calcetines, Abi, le quitó la camisa. Abi estaba al lado izquierdo de su hermano. Serafina, a la derecha. Le cogió la polla y le dijo a su hija:

-Cógela como la cojo yo.

Abi cogió la verga de su hermano, poniendo la mano debajo de la de su madre. Se besaron con lengua madre e hija durante un par de minutos y en ese tiempo pajearon a Antolín. Luego, le dijo Serafina a su hija:

-Pasa la lengua por el agujero de la punta como se la pase yo.

Serafina le pasó la puntita de la lengua por el meato. Cuando se la pasó Abi, Antolín, ya se corrió. Abi apartó la boca al ver salir la leche. Serafina metió la polla en la boca y la tragó. Al acabar, le preguntó Abi:

-¿Te gusta la leche de los hombres?

-¡Me encanta! Calentita, espesita…

Abi aún tenía otra pregunta.

-¡¿Se corren así de fácil?!

-¡Qué va! Tu hermano ya estaba a punto hace media hora.

-¿Y ahora qué? Yo quiero correrme.

-Desnuda a tu hermana, Antolín.

En nada, Abi estaba en cueros, y Antolín con la polla dura de nuevo.

-¿Quieres que te folle Antolín, Abi?

-Quiero que me la comas tú y que te folle a ti.

-Yo no sé comer un coño, hija.

-Yo te indico. Antolín que te folle.

-Este se corre dentro de mí y la armamos.

-Que te la meta en el culo. Desnuda a mamá, Tolín.

Antolín le quito la blusa a su madre y al ver las tremendas tetas, con sus enormes areolas oscuras y sus bestiales pezones, se las cogió y se las comió como si fuesen deliciosos pasteles. Serafina se echó boca arriba. Abí le quitó la falda, las zapatillas y las bragas. Al ver aquel coño, rodeado de un poblado bosque negro y empapado de jugo, se fue a por él. Se lo comió como si ya hubiera comido mil coños. Sabia donde lamer y como comer. Quien mamaba por primera vez era Antolín. Lamió y chupó, y a su madre le encantó, ya que Antolín estaba empeñado en sacar leche de aquellas enormes tetas, y casi la saca del coño. Serafina, a punto de correrse, le dijo a su hijo:

-Méteme la polla en la boca, Antolín.

Antolín le metió la verga en la boca. Serafina se la chupó. Al ratito, dijo:

-¡Me corro!

Al decir que se corría abrió la boca y Antolín comenzó a correrse dentro de ella, Serafina, tragando, soltó un chorro de jugo, y luego otro y otro, y otro, que bañaron la cara de su hija.

Al acabar de retorcerse Serafina, le dijo Abí:

-¡O me corro o exploto cómo un globo!

Abi se limpió la cara con la sábana. Serafina se puso a cuatro patas. Metió la cabeza entre las piernas de su hija, le cogió las tetas, y le pasó la lengua por el coño. Abí, exclamó

-¡Oooooh, qué maravilla!

Antolín, que se corría, se le ponía blanda y al ratito se la ponía dura, le puso la cabeza de la verga en el culo a su madre. Serafina fue empujando al tiempo que le comía el coño a su hija. Ya Antolín le daba caña a su madre en el culo, cuando le dijo Abi:

-¡Ay mamá que me corro! ¡¡Ay mamá que me corro!! ¡¡¡Ay mamá que me corro!!!

Abi, se corrió como su madre, soltando chorros de jugo, pero a su madre le mojó la cara con el primero, los otros se los fue tragando. Antolin, viendo la cara de placer de su hermana, le llenó el culo de leche a su madre, que al sentirla calentita, metió dos dedos dentro de su coño, y frotando clítoris y vagina se volvió a correr. Por su mano bajó el jugo viscoso de su corrida, que poco a poco, fue poniendo perdida la cama.

Al acabar de correrse, se pusieron los tres boca arriba. Mirando al techo, dijo Serafina.

-Yo aún necesito una polla dentro de mi coño. Mi coño necesita apretarla cuando se corra y empaparla de jugo.

Abí, que nunca había tenido una polla dentro de ella, le preguntó a su hermano:

-¿Podrás con las dos, Tolín?

-¿Sale el sol en verano?

Serafina, le preguntó a su hijo:

-¿Y sabrás dar marcha atrás si te viene?

Antolín, el feo, se hizo el macho.

-Tranquilas. ¿Quién sube primero?

-Tu hermana que la tiene más cerrada. A mi me la vas a comer hasta que esté a punto.

Abi, no estaba conforme.

-¡Mira la aprovechada! Te quedó la boca dulce.

-Vale, me folla a mí primero.

Antolín no folló a nadie. La madre lo folló a él con su coño, que hacía maravillas con la polla, y la hermana lo folló frotando su coño contra su lengua, su boca y su nariz. Pasado un tiempo, preguntó Abi:

-¿Te falta mucho, mamá? Yo si me nuevo un poco más ahogo a Tolin con la tremenda corrida que voy a echar,

-Ya casi estoy, hija.

Sólo a Tolín se le podía ocurrir meterle a su hermana la punta de la lengua en el ojete después de lo que había dicho.

-¡¡¡Hijo puuuuuta!!!

Abi, agarrada a la cabecera de la cama, comenzó a correrse torrencialmente. Sólo cayó jugo una vez, pero fue en forma de cascada, una cascada de jugo que llenó la boca de Antolín.

Serafina, folló a lo bestia a Antolín hasta que se corrió como quería.... Su coño, corriéndose, apretó la verga de su hijo. La mujer, retorciéndose de gusto, exclamó:

-¡¡Dios, cómo lo echaba de menos!!

Después, el coño se abrió y descargó su jugo sobre la verga, y así diez o doce veces... Aprieta, se abre y suelta jugo, aprieta, se abre y suelta jugo... Cuando se acabó de correr, la sábana quedo para tirar.

Abí, no estaba tranquila. Tan pronto como se bajó su madre, subió ella. Serafina cogió la verga de su hijo y la llevó al coño de su hija. Antolín empujó. Le entró apretada, pero los pepinos ya habían hecho sitio. Serafina nalgueaba a Abi, Al ratito, Antolín, sacó la verga, Serafina la metió en la boca y se tragó la leche de la corrida de su hijo, luego volvió a llevar la verga, algo blanda, a la entrada del coño de su hija. Ahora fue Abi la que metió la verga a golpes de culo mientras Serafina la sujetaba con la mano. La verga enseguida se volvió a poner dura, y poco más tarde, Abi, supo lo que se sentía cuando un coño al correrse aprieta una verga, se abre, suelta jugo y la baña. Fue la mejor corrida de su vida. Ni punto de comparación con las corridas de las pajas que se hacía.

Al acabar de correrse, lo dejaron por ese día, y es que si siguen matan a polvos al pobre Antolin.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.

(9,21)