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El padre Ángel y yo (final)

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Bueno, al final ganaron mi calentura y mis ganas y me desvestí mirando al piso…

-Vamos, Jorge… ¡Vamos!... –me apuraba el cura y yo temblaba todo mientras me iba sacando la ropa…

Por fin estuve sin nada, con el padre Ángel ahí, mirándome en silencio hasta que dijo:

-Qué cuerpo… ¡Qué cuerpo increíble tenés, Jorge… Sos casi Jorgelina de tan lindo… Esa cintura, esas caderas, esas piernas… y sin pelos…

-Ay, padre… -murmuré sintiéndome arder entero…

-Date vuelta, me falta ver la frutilla del postre…

Obedecí y enseguida lo escuché exclamar:

-¡Qué culo! ¡Qué culo increíble tenés, Jorge!...

-Gra… Gracias, padre…

Entonces giré y vi que se estaba sacando la sotana y después todo el resto de su vestimenta…

Su pito estaba muerto todavía, pero yo me tenía confianza en que podría ponérselo bien duro y parado… Seguí un impulso y me arrodillé, para después ir acercándome a él en cuatro patas…

-Sí, Jorge, sí… vení… vení… -me alentaba el muy pervertido comechicos… Y yo sentía cada vez más ganas de que me comiera… Miedo también, claro, iba a ser mi primera vez…

Cuando estuve ante él fingí inocencia y le pregunté: -Padre, ¿qué quiere de mí?

-Te quiero a vos, Jorge…

-Sí, padre, pero… ¿pero para qué?...

-Para gozarte…

-Ay, padre, bueno, explíqueme…

-Arrodillate y abrí la boca…

-Sí, padre Ángel… -y cuando la abrí él me metió ahí su pito, que empezaba a crecer…

-Chupalo, Jorge, chúpalo… -y me puse a chuparlo… -¡Mmmhhhh!... ¡tiene buen sabor esa cosa rica…

Casi enseguida se puso bien dura y larga… Sentí que me llenaba toda la boca y eso me encantó…

Él cura gemía y jadeaba mientras me tenía agarrado del pelo…

-Sos… aahhhh… sos muy putito, nene… ¡Muy putito!... y… ahhh… y vas a ser mi… aaahhhh… mi putito…

Yo chupaba y chupaba hasta que él lanzó un grito me llenó la boca leche…

-¡Tragá, Jorge!... ¡Tragá todo!... –y siguió jadeando mientras yo tragaba su lechita… ¡Qué rica es!...

Pero la cosa siguió… Él se tendió de espaldas en la cama, conmigo a su lado, y me dijo:

-Descanso un rato y después me vas a dar ese lindo culo de nena que tenés… ¿Sabés, Jorge?...

-Lo que usted diga, padre Ángel… Aunque eso me da un poco de miedo… ¿Me va a doler?...

-Vas a disfrutar…

-Ay, ojalá, padre… -y tenía razón…

Cuando recuperó fuerzas me hizo poner en cuatro patas, se untó el pito con la crema de un pote que sacó del cajón de la mesita de noche y me culeó…

¡Ay, me dolió mucho cuando empezó a metérmela!... Tanto que grité, pero para mi sorpresa y alegría el dolor cesó cuando el pito estuvo todo adentro de mi culo y empecé a gozar… ¡a gozar mucho!…

Y fue hermoso sentir, después de un rato, esos chorros de leche caliente que inundaron mi culo de putito…

-¡Soy suyo, padre! ¡todo suyo!... –grité en medio del éxtasis en que me había sumido ese pito adorable…

Más tarde, cuando nos despedíamos en la puerta de la iglesia, me dijo:

-Volvé, Jorge, volvé mañana que te sigo dando…

-Ay, sí, Padre Ángel… Eso quiero…

-Claro que sí, porque sos un putito…

-S… sí, padre… -admití bajando la cabeza…

-Decilo…

-Soy… soy un… un putito…

-¿Y de quién sos, Jorge?...

-De usted, padre Ángel…

-¿Sos un putito de mi propiedad?...

-S… sí, padre…

-Muy bien, a partir de ahora te venís todas las tardes, ¿oíste?...

-Sí, padre, lo que usted diga…

-Mmmhhhh, veo que sos un chico obediente y eso me gusta…

-Sí, padre… usted manda…

-Y vos obedecés, ¿cierto?...

-Sí, padre Ángel…

Y así están las cosas… Voy todas las tardes a la iglesia para entregarme entero al padre Ángel, a su autoridad, a su pito…

Fin

(8,40)