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Cincuentona desvirga a su hijo

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Hola a todos, me llamo Ana y tengo 53 años, vivo con mis dos hijos en Madrid, ya que mi marido nos dejó abandonados hace tres años para irse con una compañera de trabajo.

Desde que me divorcié pasé un año con una depresión bastante profunda, me pasaba todo el día encerrada en casa, a pesar de la ayuda de mis hijos André y Rosalía me costó un año salir del pozo, comencé a ir a la consulta de una psicóloga llamada Eva, tenía mi misma edad y su caso era aún peor, pues su marido había muerto en un accidente de tráfico.

Como éramos mujeres parecidas enseguida conectamos y nuestra amistad trascendió a la consulta, pronto empezamos a salir fuera de la terapia, debo decir que Eva tenía una actitud muy desinhibida, se conservaba muy bien para su edad (me confesó que había pasado por el quirófano algunas veces para retocarse) y llevaba ropa bastante “provocativa” para alguien de nuestra edad.

Me introdujo a su grupo de amigas con las que quedaba a veces, por cierto Eva siempre acababa en alguna discoteca, tanto si la acompañábamos como si no, y seducía a algún jovencito.

Al día siguiente nos lo contaba con todo lujo de detalles, a mi me había ofrecido más de una vez ir con ella, pero yo siempre me negaba.

Al fin y al cabo mi divorcio todavía estaba fresco en mi memoria y ya no necesitaba tanto el sexo como cuando me casé, me bastaba con desahogarme de vez en cuando en la intimidad de mi cuarto.

Cuando empecé la terapia Eva me contó que por las tardes siempre se apuntaba a los cursos subvencionados por el ayuntamiento en el centro cultural del barrio. Lo vi como una buena oportunidad para distraerme y hacer nuevas amistades, así que me inscribí con ella, el curso que se ofrecía en ese momento era de dibujo, como en el colegio y en el instituto fue una de las asignaturas que mejor se daba pensé que no habría perdido todas mis facultades.

En una semana ya estaba haciendo mis pinitos, el profesor, llamado Martín, estaba bastante satisfecho conmigo, aunque no pasáramos de ser unas artistas de centro cultural de barrio tengo que reconocer que no se me daba mal.

Empezamos dibujando lo típico, cabezas de caballo, esculturas hasta que al segundo mes le pedimos al profesor pasar a cosas más complicadas, nos comentó que tenía pensados pasar a retratar modelos, pero que el chico que solía posar en las clases había encontrado un trabajo mejor y les había dejado tirados.

Cuando terminaron las clases estuve hablando con él sobre mi hijo Andrés, estudia Bellas Artes en la universidad y alguna vez había ejercido de modelo, le dije que no tendría problemas con el trabajo pues como ya he dicho tenía algo de experiencia e iba todos los días al gimnasio, con lo cual tenía el cuerpo adecuado para posar en una clase de arte.

Prefería decírselo a él a solas por si acaso me acusaban de enchufar a mi hijo aprovechando que yo era alumna de las clases.

Martín, viendo que iba a tardar mucho en volver a encontrar a otro modelo aceptó la idea sin dudarlo y me dijo que mi hijo se diese una vuelta para conocerle.

Cuando llegué a casa me crucé con mi hijo en el pasillo, ya que salía al gimnasio, le comenté lo del trabajo lo que le pareció muy bien, me dijo que se pasaría esa tarde por el despacho del profesor para que le viera y le hiciera una entrevista, pero que en principio el puesto sería suyo.

-Pero ten cuidado con Martín que con los tíos tiene un "tacto" especial

-Jaja tranquila mamá se cuidarme solo

Cuando volvió mi hijo por la tarde me comentó que el profesor se había mostrado "entusiasmado" con la idea y que le había propuesto comenzar lo antes posible.

A la mañana siguiente nos sentamos en nuestros taburetes frente a los caballetes listos para retratar al nuevo modelo, la verdad es que yo estaba un poco cortada porque todas mis compañeras (muchas de ellas amigas) vieran a mi hijo desnudo, de hecho Eva ya había hecho algún comentario graciosete sobre lo bueno que estaría el nuevo modelo, por suerte Martín había accedido sin problemas a mantener el anonimato de mi hijo.

A las seis en punto se abrió la puerta de la clase y entró mi hijo en albornoz y con chancletas, un poco cortado se subió a la palestra y tras descalzarse se quitó la bata, quedando desnudo ante nosotras.

El cuerpo de mi hijo causó sensación entre mis amigas, algunas de las cuales rieron nerviosamente, pero lo que de verdad causó sensación fue su pene, la verdad es que hacía muchos años que no veía completamente desnudo, sí que le había visto en la playa pero con bañador, y tengo que reconocer que el tamaño de su pene me dejó impresionada, y por mucha que fuera su madre no pude dejar de mirarlo, pensé que era grande... muy grande.

Y además bastante grueso. Objetivamente estaba muy pero que muy bien, pensé. A pesar de ser mi hijo, claro, cuando miré a mi alrededor vi que varias compañeras estaban embobadas mirándole, incluida Eva, que como ya he dicho tenía bastante experiencia en lo de ver a chicos con poca ropa.

Martín fue el primero en reaccionar

-Muy bien Andre, ahora si te parece apóyate un poco aquí y quédate lo más quieto posible,

Mi hijo se movió un poco hacia la izquierda

-No así no, hacia adelante -dijo mientras aprovechaba descaradamente para tocarle la espalda y la cintura.

El bamboleo de la polla de mi hijo al moverse me hipnotizó. Cuando consideró que ya le había sobado lo suficientemente se giró hacia nosotras y dijo:

-Bueno chicas no se quejaran del material que les he traigo, va a tener que pagar el doble de matrícula, el comentario del profesor provocó una risa generalizada que logró que me distrajera del cuerpo de mi hijo.

-Ahora, a dibujar

Cogimos los lápices y nos pusimos manos a la obra

-¿Habéis visto como está de cachas?

-Yo le haría un favor

-¡Vaya herramienta!

La compañera que estaba sentada a mi lado me susurró al oído

-¡Creo que lo voy a cambiar por mi marido!

Ni la miré a la cara y continué dibujando, mi hijo evitaba en todo momento el contacto visual conmigo y miraba al fondo del aula, me molestaban un poco los comentarios de mis compañeras de clase, en cierta forma me sentía celosa.

Mientras iba dibujando el cuerpo de Andre me fui olvidando de que era mi hijo, en verdad tenía muy buen cuerpo pensaba mientras pintaba sus anchos hombros y sus fuertes brazos, el fin de la clase me sacó de mi cabales.

Mi hijo se puso rápidamente la bata y abandonó la clase, ante la lujuriosa mirada del profesor.

Fue después en la cafetería donde solíamos quedar para tomar algo después de las clases donde mis amigas parecían perras en celo hablando de mi hijo, especialmente de cierto "atributo" de su cuerpo.

-Bueno Ana ¿y tú no opinas?

La pregunta me tomo totalmente por sorpresa

-Bueno, sí, tengo que reconocer que tiene buen cuerpo-dije nerviosa

-Jaja lo dices como si te hubieras liado con tíos así todos los días

-¿Y a nosotras que nos da? Seguro que puede ligarse a chicas de su edad y no le interesamos nosotras, o lo más probable es que sea gay, la gente que se dedica a estas cosas suele serlo

Logré desviar un poco la atención pues la verdad me había puesto un poco nerviosa, pero lo que más me sorprendió fue la actitud de Eva, que siempre era la más salida en estos temas, y que apenas abrió la boca. Sin duda tenía algo en mente.

Volví a casa un poco pensativa y nada más abrir la puerta me encontré a mi hijo en el sofá

-¿Qué tal el primer día de clase?

-Bueno mamá creo que bien pero me han asustado un poco tus amigas, no paraban de mirarme como si quisieran lanzarse sobre mí, por no hablar del profesor.

Durante el resto del día estuve mirando a mi hijo de una forma distinta, durante la cena me quedé embobada mirándole... no sé, tenía un magnetismo especial. Mi hijo era un misterio, tenía un toque introvertido y hasta un poco tímido con una pose que desde fuera podría parecer incluso chulesca por lo apabullante de su cuerpo, carácter tranquilo con toques divertidos e irónicos, me di cuenta de que en el fondo no conocía del todo a mi hijo a pesar de ser su madre.

Por ejemplo, sabía que había tenido un par de novias serias, pero nunca me las llegó a presentar y siempre había sido un poco hermético en lo referente a su vida amorosa. Yo había hablado de este tema con su hermana alguna vez, las dos habíamos llegado a la conclusión de que Alex no tendría ningún problema en liarse con cualquier chica que quisiera, pero ninguna sabía nada sobre sus posibles novias. Quien sabe, puede que hasta fuera gay.

Tardé un buen rato en dormirme, y a la mañana siguiente me desperté con una sensación extraña, como si hubiera tenido algún sueño con mi hijo como protagonista, aunque enseguida preferí desechar esa idea.

La mañana pasó rápida, mi hijo estaba en la universidad y no lo vería hasta la clase. Cuando llegué al aula me encontré con varias amigas y cuál fue mi sorpresa cuando vi que algunas de ellas iban vestidas de una forma muy provocativa, lo que resultaba bastante patético teniendo en cuenta que eran señoras cincuentonas, muchas de ellas casadas y con hijos.

-¡Vamos chicas que empieza el espectáculo! -dijo una mientras entraba a clase.

A las 6 volvió a entrar mi hijo, se desnudó y posó, cuando observó cómo iban vestidas algunas de mis amigas se puso nervioso e intentó mirar hacia el fondo de la clase, supongo que sería complicado mantener la compostura en esa situación.

Cuando llevábamos diez minutos de clase se abrió la puerta y entró mi amiga Eva, iba con un vestido azul que apenas le cubría las piernas y que tenía un escote de vértigo. Como ya he dicho antes mi amiga se había hecho la cirugía estética varias veces y sus pechos rebosaban en el vestido ceñido.

Instintivamente me puse celosa, me sentí como si estuviera defendiendo algo que era mío. Después intenté convencerme de que mi hijo era muy libre de hacer lo que quisiera, si quería follarse a esa lagarta era muy libre de hacerlo. Pero todo esto eran excusas para engañarme a mí misma, en realidad odiaba a mi amiga por intentar llevarse a algo que era mío, en ese momento dejé de ver a Andre como mi hijo.

A todo esto mi hijo, al ver cómo iba vestida se revolvió un poco en su taburete, sobre todo cuando vio que se ponía en una de las primeras filas.

Todas pudimos observar como su polla ganaba tamaño, no llegó a tener una erección pero si ganó longitud rápidamente, por cierto un tamaño que me volvió a sorprender.

Poco después, una de las alumnas en primera fila dejó caer, como quien no quiere la cosa, un lápiz, y lo hizo rodar hasta llegar a los pies de mi hijo. Se levantó y cuando fue a recogerlo se agachó exageradamente, mostrándole todo su escote a mi hijo. Después se fue levantando lentamente, fijando su mirada en el cuerpo de mi hijo hasta llegar a sus ojos, donde se más.

Todos pudimos ver como su polla empezaba a ganar tamaño rápidamente, mi hijo se puso rojo y decidió cubrirse la entrepierna con la bata, debajo de la cual podía adivinarse una polla de tamaño muy considerable.

Esto provocó algunas risitas y cierto revuelo en la clase, el profesor tuvo que dar palmas

-Comportaros chicas esto pasa todos los días en esta profesión. André ¿quieres tomarte un descanso o prefieres seguir?

-Gracias Martín creo que puedo seguir

Continuó un rato más con la bata tapando sus genitales hasta que se la volvió a quitar, había perdido la erección y su pene estaba de nuevo en reposo.

Terminó la clase y André salió rápidamente del aula, provocando más risas de mis amigas. Éstas se fueron a tomar un café como todos los días después de clase, yo preferí quedarme a esperar a mi hijo por si seguía nervioso.

Cuál fue mi sorpresa cuando salí del baño y me encontré a mi amiga Eva hablando con mi hijo, había puesto el brazo en la puerta bloqueándole la salida a Andre y hablaba con él exageradamente cerca, usando todas sus técnicas de seducción, y estaba claro que sabía usarlas, se acercaba a él, le tocaba el hombro como quien no quiere la cosa, se reía exageradamente etc.

En un momento dado se sacó el móvil y apunto el número de mi hijo. Después se despidieron (ella le dio un "inocente" beso en la mejilla) y cada uno se fue por su lado.

Me puse como loca de ira y celos, pensé que esa zorra se estaba aprovechando de la ingenuidad de mi hijo, me dieron ganas de ir tras ella y arrancarle los pelos en plena calle. Volví a casa dispuesta a tener una discusión con mi hijo, quería advertirle de lo que esa puta podía hacer con él, quería decirle que ella solo iba a jugar con él, quería, en definitiva, que se quedara conmigo en vez de con ella.

Cuando llegué a casa André se había ido al gimnasio y solo estaba mi hija, que se sorprendió al verme tan alterada, me encerré en mi habitación y me tumbé en la cama para relajarme.

Me descalcé y me quité la chaqueta cuando un calor empezó a inundar mi cuerpo, imágenes de mi hijo desnudo empezaban a cruzarse en mi mente, instintivamente me abrí los botones de la camisa hasta quedar en ropa interior, saqué un pecho por fuera del sujetador y comencé a masajearme el pezón, que estaba totalmente erecto.

No me quitaba de la cabeza la imagen de la polla de mi hijo, dios, hacía tanto tiempo que no tenía sexo, desde que murió mi marido hace tres años nada de nada, y tampoco es que con él fuera para tirar cohetes durante los últimos años. Juro que en aquel instante si me hijo hubiera estado cerca hubiera hecho cualquier cosa, logré mantener la compostura y me levanté de la cama para hacer la cena.

Cuando mi hijo volvió del gimnasio apenas me saludó y se metió en su cuarto rápidamente para cambiarse. Durante la cena apenas articuló palabra, solo hablamos mi hija y yo mientras él continuaba ensimismado en sus pensamientos.

Antes de acostarnos entré a su habitación, estaba cambiándose y solo llevaba un pantalón de deporte.

-Hijo, si quieres que hablemos de lo de hoy...

-No te preocupes mamá, no volverá a pasar. De hecho he decidido dejar de posar para usarlo Prefiero centrarme en los estudios.

-No tienes porque hacerlo solo porque algunas lagartonas cincuentonas te tiren los perros, además necesitas el dinero si quieres hacer ese viaje con tus amigos del que me hablaste.

-Pero no quiero avergonzarte delante de nadie, hoy me quería morir

-No te preocupes, eres mi hijo y tu reacción es lógica, me asustaría si no hubiera pasado lo que ha pasado. Pero eso sí, preferiría que te ligues a alguna chica de tu edad antes que a una de esas viejas amargadas que van a clase.

Él se puso rojo y me miró fijamente a los ojos.

-Gracias mamá dijo mientras me daba un beso. Cuando noté su cuerpo contra el mío un escalofrío me recorrió de arriba a abajo. Creo que él también tuvo una sensación parecida porque los dos nos miramos fijamente.

Volví a mi dormitorio y me quité la ropa, me tumbé desnuda sobre la cama pensando en todo lo que había pasado y peor aún, en lo que podía pasar si mi hijo acababa cayendo en la trampa de Eva.

Nerviosa me levanté y encendí la luz, abrí el cuaderno con los bocetos por la página donde estaba el dibujo de mi hijo, solo había dibujado el tronco y la cabeza, no había podido llegar a dibujar su pene. Me tumbé sobre la cama con el dibujo y lo examiné. En verdad parecía una escultura griega, con sus músculos perfectamente definidos, su cuerpo era increíble. Si no fuera mi hijo. Cuando me quise dar cuenta la humedad empezó a bañar mi entrepierna. Desesperada, lancé el cuaderno al suelo y apagué la lámpara, me revolvía desnuda entre las sábanas de la cama. Por segunda vez en el día llevé mis manos a los pezones y los acaricié, no podía evitarlo. Brevemente una imagen se me pasó por la cabeza, mi hijo me follaba en mi propia cama mientras yo estaba debajo de él abrazada a su fuerte cuerpo mientras me penetraba salvajemente.

Llevé mi mano derecha a mi vagina mientras la izquierda continuaba pellizcando mi pezón, me masturbé con violencia introduciendo hasta tres dedos en mi coñito que estaba empapando las sábanas de mi cama mientras en mi mente se repetían las imágenes de mi hijo follándome.

Tuve un orgasmo increíble, tuve que morder las sábanas para no gritar de placer y despertar a mis hijos, agotada y un poco arrepentida, cubrí mi cuerpo desnudo con las sábanas y me dormí profundamente, a la maña siguiente me desperté completamente mojada, seguramente había tenido un sueño húmedo con mi hijo como la noche anterior, pero no me acordaba, asqueada conmigo misma, me tapé con las sábanas y comencé a llorar, tenía que olvidar aquella locura que me estaba matando, pensar en acostarse con mi propio hijo ¿a qué extremos había llegado?

Me levanté y mis hijos ya habían salido a la universidad, me duché y salí a la calle, el ajetreo del día a día me hizo olvidarme de todo lo que había pasado la noche anterior, me convencí de que había sido un hecho aislado, una locura de una noche que no se volvería (no se podía) repetir.

A las 6 de la tarde, como todos los días, fui a clase, se estaba convirtiendo en una tortura, y pensé que habría sido buena idea apoyar a mi hijo en lo de dejar todo esto, pero algo dentro de mí me había dicho que quería que todo esto continuase, por alguna razón que prefería no pensar.

Había tenido un buen día hasta que antes de entrar al centro cultural veo a mi hijo y a Eva sentados en la cafetería, ella estaba fumando un cigarro de una manera muy sexy, mirando fijamente a mi hijo mientras hablaba, y lucía un vestido tan atrevido como el del día anterior.

Pagaron la cuenta y se levantaron, yo entré rápidamente en el edificio con el corazón latiéndome a mil por hora y con el pecho a punto de estallar, eran los celos.

Entré la primera en clase, mi hijo y Eva entraron al mismo tiempo, esta vez mi "amiga" se sentó en primera fila y le guiñó el ojo cuando mi hijo se subió al estrado.

-La perra esta ya se lo ha tirado, seguro-oí que comentaba alguien a mis espaldas

Durante la clase apenas pude dibujar nada y no intercambié una mirada con mi hijo, el profesor se paseaba por el aula mirando nuestros dibujos y haciendo observaciones, a menudo hirientes.

Cuando llegó a mi miró mi boceto y paró la clase

-Mirarme todas por favor, toda la clase, incluyendo mi hijo, fijó sus ojos en donde estaba yo.

Martín mostró el dibujo a toda la clase

-Estos son los tipos de prejuicios que encuentro en todas y cada una de las clases que doy.

¿Qué vemos aquí? Vemos el tronco del modelo...solo el tronco.

Parece ser que algún tipo de prejuicio nos impide dibujar lo que algunos cursis llaman "la zona erógena" ¿Por qué? Seguramente por la educación recibida en sus años de juventud, cuando estaba prohibido que una mujer...

Su explicación se perdió pues me sentía morir, el profesor me había humillado en medio de clase y lo que es peor, delante de mi hijo, que ahora sabía que no me había atrevido a dibujar su pene, me quería morir...

Dejó el dibujo en el caballete y continuó revisando otros, aunque pronto llegó el final de la clase y recogimos.

Recogí mis cosas y me fui a toda velocidad a mi casa, estuve encerrada en mi dormitorio durante una hora, me preguntaba qué pensaría mi hijo de mí.

Escuché como llegaba a casa, se cambiaba y cogía las llaves para salir. Salí de la habitación y me lo encontré de frente.

-¿A dónde vas?

-He quedado

-¿Con tus amigos?

-He quedado, mamá

-¿No habrás quedado con la zorra esa de Eva, no?

-¿Y qué si lo he hecho?

-Mira hijo, no sabes dónde te estás metiendo, esa mujer va a jugar contigo y cuando se aburra te cambiará por otro como hace siempre.

-Agradezco tu preocupación pero ya soy adulto y se cuidarme solito.

Dicho esto abrió la puerta y la cerró de un portazo.

Me pasé la noche entera angustiada, por mi cabeza pasaban imágenes de Andre y de Eva follando en la cama, estaba loca de celos por lo que esa lagarta pudiera estar haciendo con mi hijo.

A las tres de la madrugada escuché el ruido de las llaves entrando por la cerradura, mi hijo entró en casa y se metió rápidamente en su dormitorio.

A la mañana siguiente se levantó al mediodía, intenté escrutar su cara intentando adivinar algo, pero era una esfinge. Estuvimos toda la comida sin hablar, mi hija se había ido de fin de semana con sus amigas y estábamos los dos solos.

Ya estaba anocheciendo, cuando yo estaba en la cocina y noté a mi hijo apoyado en la puerta.

-Bueno, qué, ¿me vas a dejar ver esos dibujos o no?

-¿Ahora?

-Sí, ahora

Fui al salón y un poco temerosa le extendí mi cuaderno, se quedó ojeando mis bocetos un rato.

-Mamá, estos dibujos son la leche, ¿por qué no me los habías dejado ver antes?

-Bueno, ya sabes, eras tú desnudo, me daba un poco de pena, además, el comentario del profesor...

-No le hagas caso a ese imbécil, pero lo que es cierto es que necesitas acabar el dibujo antes del lunes, así que

Se separó un poco y se quitó toda la ropa, quedando completamente desnudo delante de mí

-Pero hijo

-Vamos, qué pasa ¿es la primera vez que me ves desnudo? Coge el lápiz y empieza a dibujar

Se quedó de pie en medio del salón, me senté en una silla y con el cuaderno en las piernas y comencé a dibujar el resto de su cuerpo...todo, aunque tengo que reconocer que cuando llegué a su polla la dibujé un poco más pequeña de lo que era, me daba vergüenza pintarla tan grande.

Cuando terminé mi hijo se acercó a mí para ver el resultado, sentir su cuerpo tan cerca de mí me puso en guardia al mismo tiempo que mi corazón se disparaba.

-Está precioso, me encanta-y me dio un tierno beso en la mejilla que me hizo ruborizarse al momento-he pensado una cosa, que es un poco injusto que tú me hayas retratado y yo me haya limitado a posar, ¿qué te parece si cambiamos los papeles?

-Pero...

-De pero nada, anda déjame el cuaderno

Se sentó en mi silla y yo me quedé de pie en el cuarto sin saber muy bien que hacer

-Pero mamá, quítate la ropa, no vas a jugar en superioridad de condiciones jeje

Poco a poco me quité la ropa hasta quedar en ropa interior, pensé que así valdría, pero una mirada de mi hijo me hizo darme cuenta de que no.

Me daba mucha vergüenza quedarme desnuda delante de él, en los últimos años me había descuidado un poco, sin estar gorda si estaba rellenita, me daba pena que André me viera así, y más teniendo en cuenta lo que él cuidaba su cuerpo.

Me quité las bragas y el sujetador e instintivamente me cubrí los pechos y la entrepierna, hasta que los descubrí y quedé completamente desnuda frente a él.

Pensé que desde que mi marido murió me había dejado de arreglar los pelos del pubis y ahora tenía bastante vello en esa zona, pensé que mis nalgas redondas y grandes no le gustarían a mi hijo, en fin, todas mis inseguridades empezaron a aflorar.

-¿Mejor así? -susurré

-Estás espectacular -dijo guiñándome el ojo

Enseguida me puse roja como un tomate mientras él empezaba a dibujar, me di cuenta de que estaba totalmente empalmado, su polla estaba como un misil, era lo más grande que había visto nunca, pero a él le daba igual.

Cualquiera que hubiera entrado en esa habitación no hubiera dado crédito, una madre posando ante su hijo, ambos completamente desnudos y él hijo con una polla como un caballo de larga.

Estuvimos así una media hora, yo estaba tan excitada que la humedad empezó a hacer acto de presencia enseguida, como tenía las piernas juntas podía ocultarlo, André en cambio no hacía ningún esfuerzo en ocultar su erección, estaba completamente concentrado en su dibujo.

-A ver qué te parece, es solo un boceto, pero creo que la esencia está captada.

Me acerqué y él se puso de pie para enseñarme la hoja, estuve a punto de darme con su polla cuando cogí el dibujo, los dos estábamos cachondos perdidos, me quedé alucinada cuando vi su trabajo, mi hijo era un dibujante consumado

-Me encanta André tienes madera para dibujante, y no simplemente para modelo que ponga cachondas a cincuentonas

-Mamá, si te refieres a lo Eva

-Tranquilo, no tienes que explicarme nada, tienes 19 años y...

-Que no mamá, déjame que te explique, entre Eva y yo no pasó nada...

-Pero si a mí...

-Que no, joder, quiero dejarlo claro, ella me intentó seducir, me llevó a su casa y me dijo que ella tenía mucho dinero, que me daría lo que yo quisiera... Pero yo no quería, no quería que mi primera vez fuera con esa puta

¿Cómo que su primera vez?

-Pero entonces tú nunca...

Mi hijo bajó la mirada.

-No mamá nunca me he acostado con una chica, pretendientes no han faltado pero yo siempre he esperado a alguien especial... como tú

Sin pensárselo dos veces me acarició la cara antes de sujetarme el mentón y juntar mis labios con los suyos, yo todavía estaba fuera de juego pero en cuanto noté nuestros cuerpos juntos reaccioné y comencé a besarle, abrí la boca y di vía libre a su lengua que entró rápidamente y se mezcló con la mía, notaba su polla haciendo presión contra mi abdomen y eso me ponía muy caliente, aproveché para acariciar su cuerpo atlético desde los pectorales hasta su culo, él tampoco se quedaba corto dejó de besarme para arrastrar su boca por mi cuello hasta mis tetas, deteniéndose en mis pezones que ya estaban duros como rocas.

Agarré su polla con una mano, estaba muy caliente y parecía que latía, empecé a pajearle aunque con una mano no lograba agarrar ni la mitad de su miembro, con la otra acariciaba sus testículos, estaba deseando que me follara y que me metiera esa polla (o lo que entrase de ella) en mi hambriento coñito que llevaba tantos años sin recibir nada, pero antes pensé que tenía que recompensar a mi hijo.

Me puse de rodillas y eché un poco de saliva a su miembro, cuya longitud, vista desde abajo, asustaba todavía más. Poco a poco me introduje lo que pude en mi boca (solo entró la mitad) y le hice una buena mamada, mientras mis manos acariciaban su culo y un dedo se internaba por su ano, mi hijo dio un respingo por la sorpresa pero le tranquilicé con la mirada.

Le chupé la polla con dedicación durante un buen rato, cuando mi marido vivía no lo hacíamos muy a menudo a pesar de que a mí me encantaba

Exasperado, mi hijo tuvo que sacar su polla de mi boca pues estaba a punto de correrse. Mi saliva había logrado que estuviese reluciente y en su máxima extensión.

Me tumbé sobre la alfombra y me abrí de piernas, enseñándole el camino a mi hijo, los dos sabíamos que íbamos a echar el gran polvo que tanto tiempo habíamos estado esperando.

André, un poco nervioso, se puso a cuatro patas sobre mí, intentando orientar su miembro a la entrada de mi coño.

-¿Es por aquí?

-Tranquilo, yo te ayudo

Me recosté lo suficiente como para agarrar su polla y la guié lentamente a la entrada de mi coño.

-Poco a poco

A pesar de que mi coño estaba totalmente encharcado la simple entrada de los primeros centímetros de su polla me produjo un dolor muy agudo, sentía que algo me rasgaba por dentro.

-¡Ahhh!

-Lo siento mamá ¿quieres que la saque?

-No, sigue, no te preocupes

Era como perder la virginidad otra vez, puse mis piernas alrededor de su cuerpo para ayudar la penetración pero sentía que me partía por la mitad, el dolor me subía hasta la tripa, miré a mi coño y me sorprendió que la mayor parte de su miembro hubiera entrado ya.

-Un último esfuerzo

Sus músculos se tensaron y mis piernas hicieron más fuerza sobre su espalda hasta que logré que todo su pene se hundiera en mi interior, me notaba completamente llena por dentro, era increíble.

-Ahora sácala lentamente y vuélvemela a meter, pero recuerda lentamente hasta que me acostumbre, lo estás haciendo muy bien, sacó su polla lentamente, al salir hizo un sonido como cuando se descorcha una botella de champán y apareció completamente cubierta por mis flujos, estaba lubricando a tope, me la volvió a meter y no sentí tanto dolor, las paredes de mi vagina se iban acostumbrando a la polla de mi hijo, así un par de veces hasta que dejé de sentir dolor.

-Ya está, ya está, le agarré del cuello y nos dimos un beso en la boca mientras mantenía su polla totalmente enterrada dentro de mí.

-Ahora vamos a movernos poco a poco ¿vale?

-Sí

Los dos estábamos sudando por la excitación y por el gran esfuerzo que habíamos hecho para que su polla encajara, de hecho me sorprendía que para ser su primera vez no se hubiese corrido ya por los nervios.

Una vez lograda la penetración comenzamos a follar, con mis piernas rodeando su espalda yo llevaba el ritmo de la penetración, estaba tan excitada que se oía un chapoteo durante el mete-saca, fruto de mis flujos que salían de mi coño y mojaban la polla de mi hijo y la alfombra, me agarré a su ancha espalda y nos besamos con pasión, yo llevaba notando una sensación de calidez que subía por mi tripa, era el orgasmo que se iba aproximando, yo intentaba retrasarlo pero sabía que era inútil, y mientras mi hijo me penetraba noté que mis piernas se estremecían y me corrí como loca, di un grito y tuve el mayor orgasmo de mi vida mientras un escalofrío me hacía arquear la espalda.

-¿Te has corrido?

-S... Sí, contesté todavía bajo los efectos del orgasmo -Pero no pares por favor

Ahora follamos a una mayor velocidad, sabía que no iba a tardar mucho en volver a correrme pero quería atrasarlo hasta que mi hijo alcanzase su orgasmo e intentar tenerlo juntos, llevé mis manos a su culo y le obligaba a metérmela hasta el fondo, con mi coñito intentaba aprisionar su rabo para que no saliese de mí, lo quería tener siempre dentro de mí.

-Mamá creo que estoy a punto, no sé si voy a poder retrasarlo más

-Tranquilo hijo lo estás haciendo muy bien, yo también estoy a punto- dije entre jadeos

Comencé a follarme a una velocidad endiablada, yo me rendí y me corrí gritando como una loca, él al notar que alcanzaba mi orgasmo enterró su polla hasta lo más profundo de mi coño y noté como explotaba en mi interior, notaba su polla vibrar dentro de mí escupiendo lo que parecía una cantidad absurda de leche, tanta que mientras continuaba dando sus últimas estocadas empezó a salir semen que se extendió por nuestras piernas y por la alfombra.

Cayó extasiado sobre mí, yo le acariciaba el cuello mientras él intentaba recuperar la respiración.

-Tranquilo, lo has hecho muy bien

Me acarició la mejilla y nos besamos, desnudos sobre la alfombra

-Estás roja mamá-me dijo mientras me besaba con ternura

-Es que no acabo de creérmelo, pensar que ha sido una cuestión de días, una casualidad que hayamos acabado así, pero me he dado cuenta de lo que lo llevaba deseando desde hacía años.

Me acogió entre sus brazos y nos quedamos un rato así, hasta que noté que algo crecía y hacía presión sobre mi tripa, era la polla de mi hijo, que ya se había recuperado y volvía a pedir guerra.

-Así que ahora no voy a perder la oportunidad-dije mientras la agarraba y la meneaba para que volviera a ganar tamaño.

Ahora me tocaba a mi ser la que llevaba la iniciativa, me coloqué a horcajadas sobre él y me introduje su rabo hasta el fondo, esta vez entró prácticamente de una vez. Apoyé las manos en sus pectorales y empezamos a follar de nuevo, llevándome al éxtasis otras dos veces antes de volver a explotar dentro de mí

Caí rendida sobre su fuerte pecho mientras él mantenía su polla dentro de mi todo lo posible. Nos quedamos un rato así, desnudos sobre la alfombra, mientras André me acariciaba el cabello y me besaba la cabeza.

Nos levantamos y nos duchamos juntos, él aprovechó para explorar todos y cada uno de los rincones de mi cuerpo y yo recorrí con la esponja el suyo antes de proporcionarle una gran mamada bajo el agua.

Nos secamos y me cogió en volandas como si no pesara nada, fuimos a mi habitación donde hicimos el amor otras dos veces, mi hijo parecía no cansarse nunca y aproveché para enseñarle nuevas posturas e introducirle en el sexo oral, llegándome a proporcionar una gran corrida con su lengua.

Cuando quisimos darnos cuenta estaba amaneciendo y me hijo quería seguir haciendo el amor, tuve que prometerle que le recompensaría pero yo estaba agotada. Feliz, se dio por satisfecho con mi promesa y se durmió a los pocos segundos.

Me levanté de la cama y fui a la habitación de mi hija, le robé un cigarro y volví a la cama junto a mi hijo, mientras fumaba (no lo hacía desde que lo dejara hace 15 años) empecé a pensar en lo que habíamos hecho, la cabeza me daba vueltas y sentía cierto vértigo ante lo que había sucedido esa noche. Terminé el cigarrillo y me dormí con mi cabeza apoyada en su pecho.

Cuando me desperté abrí un poco los ojos y noté que el sol entraba con fuerza por la ventana, seguramente era tarde. Extendí el brazo buscando el cuerpo de mi hijo y no lo encontré. Abrí los ojos y me lo encontré sentado a mi izquierda, cerca de la puerta, con el cuaderno y el lápiz, dibujando.

-¿Qué haces cariño?

-Estoy haciéndote un nuevo retrato, esta vez era de perfil, no sabes lo guapa que estás mientras duermes.

-¿Quieres que me duerma de nuevo? -pregunté con malicia

-Todavía no, además pienso cobrarme la promesa que me hiciste anoche antes de dormirnos -dijo mientras dejaba el bloc en el suelo. Se levantó de la silla y se abalanzó sobre la cama, sobre mí.

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