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Una gran mamada

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Fui a una localidad distante un centenar de kilómetros de casa pues debía visitar a un familiar mío que hacía meses que no veía, ya que el se trasladó buscando trabajo. Al final logró emplearse en una cafetería donde además su esposa trabajaba de limpiadora. Yo me hallaba de permiso en la empresa y estando algo aburrido me incliné por visitarle. No soy muy amante de conducir por las carreteras y más sobre todo de noche, por lo que opté por coger el tren regional.

Al llegar a esta ciudad bajé de la estación férrea y camino de la vivienda de mi ahijado me encontré a un joven de unos 20 años, mulato, con el pelo cortito, muy guapo, con un cuerpo escultural, sin nada de grasa, vestido con ropa normal una camiseta de manga corta y un pantalón vaquero color azul. Me pidió que le diese fuego, pues yo iba fumando un cigarrillo, y al acercarle el mechero me deslumbró su mirada. Con su otra mano me toco mi bulto y le dije si tenía sitio. Me dijo que vivía muy cerca de la zona y me pidió le invitase a almorzar o tomar algo en un bar cercano. Su nombre era Andrés.

Llegamos a su casa, que estaba vacía y no había nadie, y pasamos al comedor donde me empezó a morrear y besar. Le dije que se tranquilizara y cuando me di cuenta ya se había sacado la polla por el pantalón ya que no llevaba slips y se la estaba tocando con su otra mano. Yo comencé a desvestirme y no paraba de acariciarlo. Me dijo que llevaba unas semanas sin sexo y tras quitarse la escasa ropa le pude ver desnudo en su totalidad.

Sin apenas vello, tan solo en la zona genital, me incliné y comencé a chupar su pene que poco a poco crecía ante mi. No era muy grande, calculo que le medía unos 16 centímetros. Su sabor era fuerte con olor a macho y ello provocó en mi una erección que él supo atajar pues con su mano empezó a darme placer y empezó masturbándome poco a poco.

Apenas hablaba y tras decirle lo guapo que era se arrodilló ante mi, encima de la cama y me pidió que se la chupara. La tenía ligeramente curvada hacía un lado pero conforme la chupaba iba creciendo. Estuve diez minutos dándole con mi lengua, sobre todo haciéndole círculos en la punta de su pene y el gemía del gusto. Me dijo antes de empezar de ponerse un preservativo, pero no le dejé y me anunció que se venía. Sus gemidos y espamos eran evidentes y le dije que se corriera en mi boca. Me lanzó varios chorros de espesa leche caliente que tragué con sumo gusto y morbo y tras acabar se sorprendió de que no hubiese escupido su néctar. Le dije que me gusto desde el principio y que quería probar su esperma que tenía un sabor agridulce.

Me beso por haberle proporcionado una gran mamada y se dedicó a mi polla. Esta ya goteaba líquido preseminal y comenzó a lamerla con su boca poco a poco, cuando estaba a punto de explotar, paraba y me dejaba con las ganas de correrme. Así me tuvo un cuarto de hora donde pude gozar pues sus lamidas, caricias y besos por doquier iban desde mi pene a los genitales, muslos, cuello, pecho y boca y al final le anuncié mi venida. Retiró su lengua y con las manos empezó a hacerme una paja hasta que inexorablemente me corrí en sus manos arrojando varios trallazos de lefa.

Tras descargar encima de mi abdomen y entre sus manos, procedió a limpiarme y se colocó un preservativo pues de nuevo se había empalmado y me dijo que me quería follar. Me puse a cuatro y tras meterme varios dedos y ponerme lubricante, comenzó a introducirla en mi culo. Al principio costó un poquillo meterla, pero después sentí un gran gusto cuando poco a poco desaparecía el dolor inicial y daba paso a unos minutos de bonita sensación placentera.

Tras un buen rato apretando y sacando su polla se corrió dentro del condón, mientras sus labios se acercaban a los míos y me daba suaves caricias. Me aseguró haberse sentido muy a gusto con la mamada otorgada por mi y por haberme follado, tras varias semanas sin sexo y al final me volvió de nuevo a pajear pues yo me había excitado cuando me estaba follando.

Me pidió que le follase a él, pero le dije que no podía retrasarme de mi cita, pues estando con él había sonado varias veces mi móvil y tras mirar las llamadas eran las de mi ahijado que me envió un mensaje diciendo estar preocupado por mi tardanza, pues yo le había anunciado mi llegada con antelación.

Nos despedimos con un sensual beso en la boca y de nuevo al irme me toco mi bragueta con sus manos, diciendo que era una pena que viviese tan lejos de él, porque de haber vivido en la misma población, a buen seguro no hubiese sido esta la única cita entre ambos.

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