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Serie rosa (Relato 5)

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La tarde tildaba gélida y típica de un día invernal. De hecho, Noa Domínguez lo notaba en sus huesos pese a ir abrigada hasta los dientes. Atravesaba la ciudad andando tras sus prácticas universitarias en el hospital y la heladez la envolvía como una mano fría y negra. Además, el cielo estaba cubierto y encapotado de nubes grises, y el servicio meteorológico anunciaba nevadas.

Más que andar, Noa corría tiritando con un deseo desmesurado de llegar a casa y quitarse este frio que la mataba por momentos a más.

Tras diez minutos interminables, Noa alcanzó su edificio y de aquí a su piso. Ni siquiera saludó a Diego, su hermano de 12 años con su profesora particular de inglés. Pasó de largo y se encerró en su habitación.

-¿Qué le pasa a tu hermana Noa? –se preocupó Ingrid, la profesora nativa de inglés.

-Será que tiene las bragas congeladas. Cuando no es eso es la regla o vete tú a saber.

-¡Diego! Cuida esa lengua, please.

-Es la verdad, profe. Mi hermana lleva un año especialmente salida. Folla más que estudia, y así le va. Mi padre le ha dado un ultimátum. O se sujeta las bragas o le corta el grifo.

-¿Me hablas de Noa? Yo la veo una chica very responsable y educada.

-Claro, hasta que ve un chochito bonito y se le disparan las hormonas.

-¿Noa es lesbiana?

-Y tanto. Usa su coche de picadero. Dice ella que es el mejor sitio para mojar. Pone música. La calefacción. Inclina los asientos. Y a gritar en medio del garaje. Ya te digo. Una golfa de armas tomar. Tiene follamigas por toda la ciudad. Ella las llama “su colección”, ¿te lo puedes creer?

-¿Noa es una promiscua?

-¿Y eso qué es? Pasa de ella, profe. ¿Por dónde íbamos?

-Por aquí. Lección 12-B. Voy al baño. Cuando vuelva quiero verlo hecho o toca negativo.

-¿Cómo?

-Por hablar mal de Noa.

-Vale. ¿Tarda mucho en mear?

-Diego…

-Vale, voy.

Ingrid abandonó el salón, pero en vez de pasarse por el cuarto de baño lo hizo por la habitación de Noa. La puerta se encontraba cerrada e Ingrid pegó con los nudillos.

-Hello, ¿se puede?

-Sí, pasa.

Allí seguía Noa con un frio que no se le quitaba. Ni siquiera se quitó la ropa o el abrigo.

-Noa, ¿estás bien?

-Muerta de frío, pero bien.

Ingrid entró y cerró la puerta con cerradura.

-¿Necesitas algo? –se extrañó Noa.

-Yo nada. La que necesita algo eres tú.

-Sí, ya me ves, voy a tenerme que dar una ducha de agua hirviendo o pillaré una pulmonía.

-Yo tengo algo mejor que una ducha.

-¿El qué?

-Esto. –Ingrid se sacó el jersey por la cabeza y dejando sus tetas preciosas a la vista. Luego se desabrochó la falda y se quitó las bragas.

-Wowww, joder con las inglesas –empezó a sentir Noa un hormigueo por el estómago y que bajaba por el ombligo-. ¿No tienes frío así?

-Yo siempre estoy calentona.

-Calentona y muy buenorra, por lo que veo. No sabía que tuvieras esas carnes tan apetitosas si no caes antes.

-Tú quieres entrar en calor y yo fuck you now. ¿Hacemos trueque? –se metió Ingrid en la cama y posó desnuda y preciosa. Noa empezó a sentir sofoco-. ¿Te quito la ropa o lo haces tú?

-Ingrid, mis padres están en el cuarto de estar y mi hermano en el salón.

-No gritaré. ¿Tú gritas al alcanzar el orgasmo? Si quieres te amordazo con mis bragas y así nadie te escuchará.

-Qué hija de puta… -se arrancó Noa el abrigo y luego el resto de la ropa. Una vez desnuda, se lanzó sobre Ingrid y empezó un intercambio de besos, sobeos y revolcones en la cama. Así durante 8 minutos hasta que sus cuatro piernas se encajaron formando unas tijeras pélvicas. El frotamiento genital fue frenético. Con Ingrid tumbada y Noa de rodillas, la armonía sexual desembocó en un orgasmo mutuo y en un ahogado silencio que costó.

Embadurnada de sudor y con calores, Noa se bajó de la cama preciosa y buscó su móvil.

-¿Te ha gustado? ¿Qué haces?

-Para mi blog porno –le hizo a Ingrid las pertinentes fotos de rigor y un selfie junto al coñito de Ingrid. Sacó la lengua junto al clítoris y haciendo la señal de la victoria.

-Vaya, veo que Diego tenía razón –rio Ingrid retozando hermosa en la cama.

-¿En qué?

-En que eres una golfa.

-Eres tú quien me ha provocado, no yo.

-Qué guarrona eres.

-A ver, Ingrid, foto de tu culo. Ponte en pompa.

-¿Así?

-Joder qué chasis tienes.

-¿Me meto un dedo? ¿Así te gusta?

-Buffff… madre santa…

-¿Cuántos dedos me meto? ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿El puño?

-Mejor te meto esto –fue directa Noa con la lengua hasta entrar analmente.

-¡Ah, coño! –soltó Ingrid un alarido.

-Calla, zorra, que nos escuchan.

-Avisa antes, joder.

-No mueves el culo y quédate así apoyada.

-¿Profe? –se escuchó a Diego llamándola por los pasillos del piso.

-Mierda, se me olvidó. El puto de tu hermano.

-Que espere. Deseo comerme este culito tan esponjoso.

-Puede sospechar. Otro día.

-¿Te vas?

La mano de Ingrid se encajó en el entremuslo de Noa…

-¡Auuu!

… comprobando su estado permanente de excitación.

-Qué guarra. Te has corrido hace rato y sigues mojada –puso Ingrid cara a cara.

-Te deseo, Ingrid.

-Tú deseas todo lo que tenga coño. Tu venderías a tu madre por cinco minutos de sexo, ¿a que sí?

-En serio, te adoro.

-¿Solo porque follo de lujo? El valor de las personas no está entre muslo y muslo, sino entre pecho y pecho. ¿Vale?

-Ahhhh, sigue, dale ahí abajo…

-Eres un putón. Precioso pero putón. Aún debes aprender mucho de la vida. Me recuerdas a una potrilla salvaje y en celo, pero yo te domaré a base de latigazos y mucho castigo.

-Sí, ohhhh, sí, castígame ahora.

-¿Profe? ¿Dónde está?

-Hazte una paja, so puta –la abofeteó Ingrid el clítoris con saña.

-¡Auuuuuu, coño! ¡Cabrona! –cruzó las piernas a punto de correrse. Un guantazo más en la zona genital y Noa eyaculó en el mismo suelo con un chorro transparente y licuoso-. Ahhhhh…. Ohhhhh… puta mierda…

-Tenía que haberte amordazado y amarrado como las cerdas en san martín –se fue Ingrid vistiendo.

-Bufff… joder…

-¿Mejor?

-¿Podré verte mañana?

-Me verás cuando me salga del coño.

-Por favor, necesito verte otra vez.

-Llama a una de tus follamigas, de tantas que tienes.

-Tú eres diferente. Me haces gozar como nadie.

-Primero limpia el suelo con una fregona y luego cómprate un cinturón de castidad. En eBay las venden.

-Fóllame otra vez, por favor.

-No seas perra –la azotó en el culo con la mano abierta.

-¡Ayy! Me ha dolido.

-Esa es la idea. Tengo que volver con Diego.

-¿Y yo qué? ¿Me dejas aquí tirada?

-Tirada, follada y corrida, ¿no te basta?

-Quiero más –se agarró Noa los bajos con una nueva excitación.

-Tú lo que eres es una ninfómana de mierda.

-Tengo un problema con el sexo, lo sé, y me pondré en tratamiento, pero un último polvo ahora y aquí mismo. Por favor, te lo suplico.

-Mira. Te dejo mis bragas para que sustituyas esta noche el dormir por la masturbación.

-Ohhh, gracias. De verdad.

-Y cómprate un consolador, joder, los hay a cinco euros –salió Ingrid de la habitación.

Noa olió las bragas de Ingrid con gusto. Quiso masturbarse en ese momento de pie. No aguantaba más el apuro, pero se arrodilló y sollozó en lágrimas desesperadas.

(10,00)