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Eran las nueve de la noche

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Eran las nueve de la noche.

Javier, era un joven moreno, doble y chaparrito. Había cogido el tifus. Estaba en cama. Sus escalofríos lo hacían temblar.

Genara, su abuela, una mujer de 55 años, delgadita, chaparrita, con buenas tetas y en camisón, se metió en la cama con él para que entrase en calor. Le dio la espalda, y le dijo:

-Abrázame.

-Te voy a contagiar, abuela.

-No va a pasar nada.

Javier, cogió a Genara por la cintura... Su verga, al lado del culazo de su abuela, se fue levantando. Al rato, la gran verga estaba tiesa como una estaca. Genara movió el culo alrededor, como queriéndose acomodar. Javier le cogió las tetas con las manos. Genara, le preguntó:

-¿Qué haces, Javier?

Javier, temblando, le levantó el camisón a su abuela. Sacó la verga del calzoncillo y se la metió entre las piernas por encima de las bragas.

-Va a venir tu madre y nos va a ver.

Aquellas palabras animaron a Javier. Le quiso quitar las bragas a su abuela.

-No, Javier, y no es no.

La verga de Javier siguió follando las piernas. A ratito, el no es no, se hizo sí o sí. Genara, se quitó las bragas. La verga de Javier se clavó en el coño mojado de su abuela como se clava el cuchillo en la manteca.

Estaban en plena faena y entró en la habitación Andrea, la madre de Javier, una mujer de 35 años, delgada, morena y chaparrita como su madre y su hijo. El joven tenía la cabeza de la verga dentro del coño de su abuela. La madre, le preguntó:

-¿Vas entrando en calor, hijo?

Javier ya no temblaba.

-Sí, mama.

-Las abuelas valen para todo. ¿Verdad?

-Sí, mamá.

Genara, que estaba ardiendo, moviendo el culo hacia atrás, y metiendo toda la verga de su nieto dentro de su coño, le dijo a su hija:

-Veeete y apaaaga la luz.

-¿Qué te pasa en la voz, mamá?

-Creeeo que me cooogió el frío.

Javier, suavecito, metía y sacaba la verga del coño de su abuela.

-A ver si te estás contagiando.

Andrea fue junto a su madre y le puso la mano en la frente.

-Estás caliente. Voy a buscar el termómetro.

La verga del nieto seguía desfilando a paso de tortuga dentro del coño de la abuela. Genara sentía que se iba a correr y quería que su hija se fuese de la habitación

-¡Veeete a la mieeeerda!

-¿No me echarás a mí la culpa? Te dije que si te metías en cama con Javier acabarás jodida.

-¡Qué raaazón teníííías, hija!

-Ahora tendré que cuidar a dos en vez de uno.

Genara comenzó a correrse. Mordió la almohada y aguantó los gemidos. Andrea, se asustó.

-¿Voy buscar a un médico, mamá?

Genara no estaba para responderle.

-¡Mamá!

Andrea se iba a buscar el médico, cuando le dijo Genara, con la voz entrecortada.

-Ya me pasó, hija, ya me pasó.

-¡Qué susto me metió!

-Apaga la luz y vete.

Andrea seguía preocupada.

-¿Y dejarte así?

-¡Qué te vayas, cooooño!

Andrea, apagó la luz y se fue. Genara folló con su culo a su nieto hasta que sintió como le llenaba el coño de leche. Se quedó quieta con la verga dentro, sin decir palabra, hasta que se le volvió a poner dura, después lo volvió a follar hasta que se volvió a correr ella. Al parar Genara, comenzó Javier a darle al culo. Diez o quince minutos más tarde, se corrían abuela y nieto.

Al acabar, la abuela le dijo:

-Déjalo ya que estás muy débil y te puede dar algo.

A la mañana siguiente, Andrea, mientras su hijo iba al servicio, fue a cambiar las sábanas de la cama y vio los tremendos lamparones de jugo y semen.

-¡Ay cuando la pille por delante! ¡¡La mato!!

Javier, que volvía del baño en pijama, le preguntó a su madre.

-¿A quién vas a matar, mamá?

-¡A la puta de tu abuela! Se metió en tu cama para joder contigo.

Javier, que estaba empalmado, y tenía la verga hacia arriba para que no se le notase, la sacó, y le dijo, orgulloso:

-Es que ante una verga como esta...

Andrea vio los gordos 20 centímetros de su hijo, en erección, y le dijo:

-Ya veo. Llevaba cinco años sin... -Andrea se acordó de la noche anterior- ¿Se estaba corriendo cuando mordió la almohada?

-Estaba. Tú también llevas tres años sin nada. El tiempo que hay que nos dejó papá.

-¡Estuvisteis jodiendo delante de mí!

Javier se acercó a su madre, le cogió la mano y la llevó a su verga. Andrea se apartó de su hijo.

-¡Guarda esa cosa!

-No muerde, mama.

-¡A mí me guardas un respeto! Yo no soy tu abuela.

-Dale una mamadita.

-¡Ni borracha!

-Después te la doy yo a ti.

-¡¿Con quién piensas que estás hablando?!

Javier ya iba de sobrado.

-Con una mujer de bandera.

-¡Estás hablando con tu madre, degenerado!

Javier cogió a su madre por la espalda y le acarició las tetas. Le besó el cuello, y apretó su verga contra su culo.

-¡Voy a hacer que sueltes toda la leche atrasada!

-Soy tu madre, no soy una vaca.

-Eres un caramelito que me voy a comer.

Besando el cuello de su madre le metió una mano dentro de las bragas y se encontró con un coño empapado.

-Para, Javier, para.

-¿Acabamos de manchar la cama antes de que la cambies?

-Eres el diablo.

Javier sabía que su madre ya estaba madura.

-Y tú una diablesa preciosa.

-¿Vamos para cama?

-¡No! Déjame ir.

Andrea estaba junto a la cama. Javier la empujó y cayó boca abajo. Con una mano sobre su espalda le quitó la falda.

-¡Detente!

Le quitó la las bragas con los dientes.

-¡No sigas!

Le abrió las nalgas con las dos manos. Pasó la lengua por el ojete y por el coño mojado.

-¡Eres un cerdo!

Javier le metió y sacó la punta de la lengua en el ojete repetidas veces. Andrea cerró los ojos y comenzó a mover el culo hacia arriba. Javier le metió el dedo medio en el coño. Lo sacó, empapado, y se lo puso en la entrada del ojete. Andrea empujando con su culo, lo metió y lo sacó. Ya la tenía entregada. Javier le dio la vuelta a su madre. Le subió el jersey la blusa y el sujetador. Andrea, se dejó ir. Magreó las tetas y chupó y lamió pezones y areolas. Bajó y le comió el coño bien comido, desde el ano al clítoris. Se echó sobre la cama, y le dijo a su madre:

-Sube.

Andrea, se quitó el jersey, la blusa y el sujetador. Dejó al aire unas tetas medianas con areolas negras y grandes pezones. Después cabalgó a su hijo hasta que no pudo más. Derrumbándose sobre él, le dijo:

-¡¡¡Me corró, hijo, me coooorro!!!

Quien también se corrió al sentir las palabras de su hija, fue Genara, que había vuelto de la plaza y se estaba masturbando detrás de la puerta de la habitación de su nieto.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.

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