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Una mañana en el salón de clases

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Siempre me ha gustado la adrenalina de estar a punto de ser descubierta y creo esa es la razón por la cual durante toda la preparatoria me gustaba jugar con los chicos en los salones. Todo comenzó con un chico llamado Leo, no es que fuera el más guapo pero yo sabía que tenía un buen pene.

Era miércoles y me tocaba usar el uniforme normal, como siempre llegue más temprano que los directores y maestros pues faltaba como hora y media para que alguien de la sección de preparatoria llegara, ese día mi compañero Leo llegó temprano, no le tome mucha importancia pues todos sabían que me quedaba dormida durante el tiempo de espera.

Pero comenzó a hacerme platica ya que se sentaba en el pupitre de al lado, hablamos de tonterías de la escuela por 10 minutos creo y entonces me preguntó si no quería hacer un juego de preguntas, a lo que yo respondí que sí, las primeras eran tontas pero después me pregunto.

“Y dime ¿Te masturbas o eres como las demás chicas que piensan que es asqueroso?” “si, me gusta masturbarme, aunque me gusta más que alguien más me toque... pero dime ¿Qué tal eres con los dedos?” se sorprendió con mi pregunta pero no dudo en responder “¿Quieres averiguarlo? “ yo que de por si traía unas ganas de jugar le dije rápido “claro y si logras hacer que termine muy húmeda te dejare que me penetres” pude notar como su pene se puso duro con mis palabras y quería salir de sus pantalones “Vamos a los baños” “No, si quieres hacerlo será aquí” no se negó a hacerlo en el salón. Nos pusimos cerca de la ventana y la puerta por si alguien llegaba nos diéramos cuenta.

Sentada sobre el comenzó a besarme el cuello y con una mano mis pechos debajo de la playera de la escuela, tengo que decir que tengo unos pechos medianos copa 36B por lo que tenía con que divertirse, mientras que con la otra bajo a mis muslos y lentamente fue subiendo hasta llegar a mis calzones, primero rozo despacio por encima de ellos por lo que comenzaba a sentirme excitada, me dejó de tocar y sacó su mano de mí falta para merla en mi boca “chupa bien perrita” mientras yo chupaba sus dedos el comenzó a morder un poco mi oreja y a decirme “te voy a poner tan caliente que te voy penetrar de una sola vez putita” ti me seguía calentando.

Saco sus dedos de mi boca y regresaron a mí ropa interior, la cual fue arrancada por él y tirada al piso, comenzó a sobar entre mis labios vaginales hasta llegar a ese precioso punto que me hace vibrar y solté un gemido que él no dejo pasar y comenzó a mover más rápido sus dedos por esa zona, para luego introducir un dedo y comenzar mete y saca. En ese momento yo ya está mojada, me movía para hacer más profunda la entrada del dedo, acerqué mi mano a su bulto y comencé con un roce suave para después abrir sus pantalones y dejar salir a su pene

Me baje de sus piernas para sentarme en el piso y comencé a masturbar su pene con una mano y con mi lengua darle unas pequeñas lamidas y hacer un movimiento circular en la cabeza del pene. Después de lo que creo fueron unos minutos me metí su pene y comencé chupar y succionar para que quedara bien lubricado el obviamente aprovecho para tomarme del pelo y hacer que me lo tragara hasta que tocara mi garganta. “Vamos perrita trágatelo todo” “dios tienes una boca muy rica sabes” eran alguna de las cosas que decía y hacia que más me excitara.

Por fin deje su pene para evitar que se viniera en mi boca “sabes ganaste el placer de tener tu sabroso pene dentro de mi vagina” dije mientras me paraba y acomodaba para sentarme sobre el dando la espalda, me acomode su pene en la entrada de mi vagina, para comenzar a bajar lentamente, su pene era grueso de un tamaño mediano, así que mis paredes vaginales se tenían que abrir un poco, pero aun así se sentía excelente y estoy segura a él le encantaba el que estuviera estrecho porque soltaba comentarios como “ que vagina tan apretada tienes” “dios ya quiero cogerte bien duro” mientras me movía poco a poco el no dejaba de morder mi cuello y jugar con mis pechos y pezones “¿ te gusta cómo me muevo?” pregunté entre gemidos “dios me encanta pero es mi turno de darte como quiero” así me agacho para que mis manos tocaran el piso y se paró “ahora si te voy a hacer gemir y gritar como la perrita que eres” comenzó a penetrarme fuerte mientras yo tenía y gritaba “vamos dame más rápido, cógeme con ganas” el obediente se movía mar rápido y algunas veces entre palabrotas y comentarios sucios me daba una que otra nalgada, por un momento nos olvidamos del hecho de que estábamos en un salón y cuando mucho nos quedaban unos minutos para terminar.

Estábamos a punto de llegar al orgasmo, por lo que comenzó a jugar con mi clítoris y a penetrar lo mas rápido que pudiera “vamos llega conmigo” yo solo podía decir si entre gemidos, dio sus últimas penetradas y mientras los dos dejamos salir un grito de satisfacción llegamos al tan esperado orgasmo.

Mientras se acomodaba el pantalón yo me di cuenta de que estaban rotas mis bragas así que se las regalé para que se pajeara en la noche pensado en lo rico que me cogió en el salón de clases. Abrimos las ventanas para que se fuera un poco el olor a rico sexo y nos fuimos a refrescar y limpiar al baño.

Entramos al salón con la promesa de que no sería la única y última vez que lo haríamos, por lo que ese día me la pasé sin bragas y pensando en cuando, en dónde y cómo sería nuestra siguiente vez.

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