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Quiero que te corras dentro de mi...

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Quiero que te corras dentro de mí. Con esta idea me levanto cada mañana, con esta idea me acuesto cada noche.

Aquel día no iba a ser menos. Me iba con él y con todos mis compañeros de trabajo a pasar un fin de semana al bosque, a un camping perdido en las montañas.

Ya en el autobús yendo hacia allí me dijo:

-quítate las bragas para mí.

No lo dudé ni un instante, me las quité como pude sin que nadie se diera cuenta. Me puso un jersey por encima de las piernas, y suavemente empezó a acariciar mi coño, que se movía con el traqueteo del autobús.

Me susurraba al oído…

-eres mi putita y te voy a masturbar hasta que te corras en mis dedos…

Esa sensación de pertenecerle llenaba todo mi mundo.

Él miraba para todos lados, cuando nadie nos observaba me besaba mientras seguía tocándome.

-Ahhh, ahhhh – jadeaba yo bajito.

Quería follármelo, no quería que me hiciera ningún dedo, quería sentir su polla dentro de mí. Pero no podía, todos mis compañeros de trabajo estaban alrededor de nosotros, ajenos a aquello.

No pude más y empecé a tocarle la polla. Estaba muy cachondo,  su polla estaba gorda por debajo de su pantalón. Necesitaba darle placer. Miré a mi alrededor y en un momento de descuido de mis compañeros le pegué un pequeño lametón, y seguí meneándosela. Volví a pegarle otro lametón, esta vez un poco más largo, y después otro, y luego otro.

-Me estás poniendo enfermo – me decía él. Sácame toda la leche.

Y así lo hice, le masturbé mientras sus dedos seguían moviéndose dentro de mi coño, sin que nadie se diera cuenta. Nos corrimos juntos, y me bebí todo su semen. Soy su putita, todo su semen me pertenece.

Llegamos al camping, perdido en el bosque. Y nos dispusimos a montar las tiendas. Dos tiendas para cuatro personas cada una.

Yo compartía tienda con él y con otras dos chicas más, Ana y María.

En la otra tienda estaban Xavi, Amanda, Jose y Elena.

Cuando terminamos de montar todo era aun pronto para cenar. Así que nos dispusimos a jugar a algún juego. De repente, nos dimos cuenta de que dos personas faltaban. Al estar en un sitio desconocido nos pareció raro, así que fui yo con Elena a buscarlas. Cual fue nuestra sorpresa cuando nos los encontramos follando detrás de un árbol. Eran Xavi y María en pleno calentón.  Estaban follando a cuatro patas, ella apoyada en un árbol mientras él le daba por detrás y le agarraba las tetas.

-Fóllame, fóllame…. – le decía ella.

Él le metía la polla sin cesar, sudoroso del esfuerzo. Cuando se cansaron de esa postura se tumbaron en el suelo. Él comenzó a chuparle el coño mientras ella tenía las piernas abiertas para él. Él tenía la polla dura como una roca, y estaba pendiente en todo momento de ella, de que no le faltara ninguna caricia en su cuerpo y de que su coño se mojara con todos y cada uno de los movimientos que su lengua daba.

 Una vez hubo terminado de lamerle, ella volvió a poner su culo en pompa, esta vez encima de la hierba. Xavi rozó su polla con el coño de María, masturbándole con ella.

-¿Quieres que te la meta? ¿Te gusta esto? – le preguntaba él.

-Por favor Xavi, métemela ya, no puedo más…ahhh, ahhhh … -jadeaba ella.

Xavi se la metió después de unos minutos haciéndose de rogar, minutos en los que ella más se humedecía. La metía y la sacaba de su coño húmedo con fuerza mientras los dos jadeaban al compás.

María se dio la vuelta y mientras él se sentaba, ella estaba de rodillas con las tetas a la altura de la cara de Xavi. Xavi comenzó a lamerle los pezones hasta que ella se sentó encima de él y con su mano cogió la polla de Xavi para metérsela por el coño. Y comenzó a moverse encima de Xavi.

-Fóllame cariño, estás buenísima, me encantan tus tetas – le susurraba él.

Ahí fue cuando Elena y yo nos dimos cuenta que allí había algo más que sexo y les dejamos solos para que pudieran tener su momento de intimidad.

Pero nos habíamos puesto muy cachondas, y volvimos a las tiendas con ganas de mambo.  Una vez allí, les dijimos que no les habíamos encontrado y cuando volvieron se inventaron una excusa de que habían estado inspeccionando el terreno. Elena y yo no dijimos nada.

A la hora de dormir, yo no podía pegar ojo, me venían a la cabeza las imágenes de Xavi y de María, y lo ocurrido en el bus con mi otro compañero. Le tenía al lado en la tienda, él se había dormido, y a mi solo me rondaba por la cabeza la idea de despertarle para follármelo. Pero no lo hice, hice algo mucho mejor. Le aparte la manta y comencé a chupársela  mientras él dormía. Así que cuando se despertó con mi boca en su polla no pudo decirme que no, estaba loco de ganas de que le montara. Y así lo hice, me quite la ropa delante de él y me puse encima. Él notaba el calorcito de mi coño en su polla y me pellizcaba los pezones mientras me penetraba.

De repente oímos un ruido en la tienda, y es que claro, no estábamos solos. Era Ana, que nos había pillado en plena faena. Yo seguía encima de mi compañero, y ella ni corta ni perezosa me empezó a chupar los pezones. Yo quería que mi compañero se corriera dentro de mí, así que seguí moviéndome mientras ella me lamía las tetas.

-Sigue, sigue moviéndote que me corro… - decía él.

-¿Así? ¿Así? – le decía yo mientras me movía más rápidamente con unas ganas de correrme tremendas.

-¡No pares, no pares que me corro, me corro putita, me corro!

Y así, se corrió dentro de mí y todo su semen se extendió por mi cuerpo causándome un escalofrío que hizo que terminara corriéndome con su polla dentro de mí.

Dedicado a ti, como siempre.

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