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Probando piel: entre tres mejor (2 de 2)

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Después de darnos un baño los tres juntos, salimos a buscar un sitio para comer y oxigenarnos un poco. Aprovechamos también para comprar un par de botellas de vino y algo para picar más tarde. Asi no tendriamos que volver a salir.

Regresamos a la habitación casi a las cuatro de la tarde y después de quitarnos la ropa nos acostamos abrazados los tres con la intención de dormir una siesta. y asi fué, ya que dormimos más de una hora. El cansancio y la comida nos hizo caer rendidos, sin siquiera arroparnos sobre la cama que antes nos había sevido de campo de batalla sexual, en buenos términos.

Cuando desperté, estaba con la cabeza sobre el pecho de mi amante, mi cuerpo pegado al suyo y una de mis piernas doblada sobre él. Arianna estaba del otro lado en la misma posición asi que casi nos tocábamos. Con un movimiento me acerqué más hasta sentir mi pubis rozando esa piel velluda y caliente. Pude sentir también el olor de su piel mezclado con el de nosotras dos en una combinación perfecta.

Con mi mano acaricié el pecho de mi hombre y el rostro de mi amiga, la cual despertó en ese momento. Sin decir una palabra, como sincronizadas, comenzamos a acariciarnos sobre el cuerpo dormido de nuestro amante. caricias suaves, probando piel mientras lo sentíamos a él tan cerca, fundiendo su respiración con la nuestra.

Nos incorporamos y besándolo entre las dos en los labios lo despertamos. Estaba preso entre sus dos mujeres y no hizo ningun movimiento para cambiar la situación. Asi que nosotras empezamos a acariciarlo suavemente y a besar cada pedacito de su ser, masajear su cuerpo con los nuestros mientras él con la punta de sus dedos acariciaba nuestras espaldas bajando hasta las nalgas.

Cuando chupabamos sus tetillas , su miembro también despertó de su letargo y la humedad abrillantó su punta. Bajé mi mano y tomé con mis dedos un poco de su lubricación divina y con ella pinté los labios de Arianna para luego besarnos y disfrutar su sabor.

Mientras comíamos y lamiamos su cuerpo, acariciabamos con nuestras uñas toda su piel sintiéndolo reaccionar. El no decía nada, solo estaba entregado a la situación.

Cuándo llegamos al punto más caliente entre sus piernas, primero lo lamimos entre las dos, desde su base hasta la punta, para turnarnos luego a mamarlo divinamente. Mientras una lo hacía, la otra chupaba sus testículos y mordía sus muslos, haciendolo gemir de placer. Aunque su guevo es grande, me encanta sentirlo llegar hasta mi garganta, sentir que me ahoga y estimularlo con mi lengua y succión. Que rico el guevo de mi macho, todo, su sabor, olor dureza.

La sensación de compartirlo y mojarlo entre las dos tambien me gustó e hizo que me excitara muchísimo.

Fué grandioso verlo asi entregado a sus hembras, en cierta forma, dominado por ellas. El es tan alto e imponente que la idea de domarlo, asi fuera por unos minutos era deliciosa.

Arianna se montó sobre él y yo guié ese miembro perfecto y grande entre sus piernas. Vi con mucha excitación como entraba profundamente ensanchando en huequito de su cuca hasta hacerla gemir.

Mientras tanto, yo con una mano estimulaba las bolas de mi macho y con la otra, con un poco de saliva, acariciaba y penetraba el culito de ella.

Ella estaba salvaje, se movía y estallaba en orgasmos cada vez más seguidos y podía ver el sudor de los dos mojando sus cuerpos. El acariciaba y apretaba sus tetas haciéndola gritar. Ahora yo besaba a mi macho con desesperación. Quería sentirlo dentro de mí. Estos cuerpos calientes y el mismo olor a sexo me estaban volviendo loca de ganas y ya mis dedos no eran suficientes para complacerme.

Me monté sobre la cara de mi amante y le pedí que mamara mi cuquita. El subió un poco su cara y con sus labios y su lengua me chupó y lamió hasta acabar divino. Sentía el calor de su boca llenándose de mis líquidos y su lengua no paraba a pesar de mi orgasmo. Llegué rapidamente a la segunda acabada y Arianna me dejó su puesto.

El guevo de mi macho estaba empapado, duro y palpitante, divino. Lo metí en mi boca y lo chupé por un momento para luego cabalgarlo hasta que toco el fondo de mi sexo...mmmmm....que divinidad....mmmmm..me encanta sentirlo asi dentro de mi.

Moviendo mis caderas sobre él, me deleitaba mientras los veía besarse y acariciarse. Ella se metía las manos entre las piernas y se estimulaba con movimientos rápidos y él compartía sus manos con las dos en esa carrera loca de placer. Esa sensación divina la aguanté por un par de orgasmos hasta que mi hombre por fin rompió el silencio.

-Bájate linda.

-Quiero ver a mis putas cogiéndose.

Obedientes y excitadas nos tiramos a su lado en la cama abrazadas y besándonos . Las caricias rodaban por nuestros cuerpos y la sensación de que nos estaban mirando y disfrutando de nosotras lo hacía más rico.

Arianna me comió a besos el cuerpo para luego estacionarse en mi cuquita para darme una mamada deliciosa que me hizo gritar de placer. Esta mujer sabe como hacerlo y yo disfruté de la succión de su boca y las lamidas divinas que con fuerza me prodigaba. La humedad y movimientos de su lengua hacían maravillas en mi sexo que palpitaba y se inundaba de placer. La sentí clavar su lengua en mi cuca hasta que entró en buena parte y la movía en círculos.

Me hizo acabar y luego se acostó sobre mi cuerpo y abriendo mis piernas se dió divino a frotar su cuca contra la mia. Sus movimientos rítmicos y lo mojadas que estabamos las dos nos llevó al disfrute total mientras nuestras bocas se comían. Veiamos a nuentro macho tocándose divino mientras nos decía:

- Ummm que rico!

-Asi mis putas divinas, asi se hace.

Siguó hablándonos al oido, susurrando ricuras , mientras las dos nos disfrutábamos y finalmente cansadas quedamos las dos boca arriba.

Era mi turno, asi que seguí los pasos de mi compañera y me comí su cuerpo sudado, sentía su respiración entrecortada y los latidos rápidos de su corazón. Chupé sus pezones y los mordí para mamar luego sus tetas hasta donde me cabían en la boca. Le mordí el vientre y moví mi lengua en su ombligo. bajé por sus piernas hasta sus pies y chupé sus dedos y mordí sus tobillos. Subí luego por sus muslos mojándolos con mi boca. Finalmente llegué a su cuquita empapada y metiendo dos de mis dedos en ella, se la mamé, lamí y mordí hasta que ella me pidió que parara.

Vencidas por el cansancio y a merced de nuestro macho, quedamos las dos como ofrendas para satisfacerlo a sus anchas. Eramos testigos de su erección sostenida y del disfrute que le proporcionabamos al entregarnos al sexo lésbico. La expresión de su rostro y el lenguaje de su cuerpo eran suficientes para mantenernos calientes y pedirle más.

Alterno entre las dos para penetrarnos . Agarrando mis tobillos y dejádo mis miernas estiradas sobre su pecho, la penetración era completa y la sensación intensa. También nos puso en cuatro y nos dió divino alternandonos en la cogida.

Finalmente salió de mi cuquita satisfecha y roja de tanta acción y se arrodilló frente a nosotras.

Las dos nos incorporamos y mientras él se hacia una paja rica, nosotras ansiosas esperamos con nuestros labios muy cerca, a que su leche nos mojara. Acabó en nuestras bocas y entre las dos lo terminamos de limpiar para luego sellar esta sesión con un beso.

El resto de la noche lo pasamos entre comida y vino, sexo en el jacuzzi y un merecido descanso, para cerrar el encuentro con una sesión al amanecer antes de dejar el hotel.

Como cualquier trio de amigos, desayunamos en un café en la ciudad, con caras de inocentes y nuestras mentes todavia estremecidas por los eventos. Besos de despedida y con el cuerpo cansado, adolorido y satisfecho, llegué a casa sabiéndome dueña de una experiencia única, por lo menos para mi.

Perdí mi estatus de heterosexual ese día y no me arrepiento.

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