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Le pego un polvo rápido a mi madre (II)

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El relato anterior lo publiqué como Microrelatos, pero esta vez ha dado más de sí y lo he publicado en Amor Filial, aunque también podría ser una fantasía erótica, también lo pongo en otra categoría.

 

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Mi madre últimamente me tiene muy liado con sus compras. Que si vamos a la pescadería, que si vamos a la carnicería y que si vamos a la frutería. Yo solo quiero estar en casa, viendo porno en mi habitación y haciéndome pajas por doquier. Jeje, por doquier, digo. Parezco un tipo antiguo.

El caso es que el domingo se levantó temprano. Sobre las ocho o así. La oí trastear en la cocina y luego meterse en la ducha.

A los cinco minutos me llama.

-Hijo, me he dejado la toalla fuera. ¿Puedes traérmela?

Joder mamá, que pesada eres, pienso. ¿Por qué te levantas tan pronto un domingo por la mañana, eh?

-Ya voy, le digo.

Cojo la toalla y se la llevo. Abro un poco la puerta para no verla desnuda. Pero ella me invita a entrar. Ha abierto la mampara de la ducha y el agua cae sobre ella.

Esta de frente a mí en pelotas. Sus tetas y su chocho apuntan a mí. No lo lleva depilado.

Estira la mano y coge la toalla.

-Gracias hijo, me dice.

Yo me he puesto cachondo al verla así y mi polla se pone dura enseguida. Mi madre ha vuelto a cerrar la mampara y a mí me ha dado un calentón tremendo. Me bajo el pantalón y el calzoncillo y no me ocurre otra cosa que cascármela en el baño.

A los 3 minutos o algo más, me corro en el váter. Tiro de la cadena mientras ella sigue duchándose. Imagino que piensa que estaba meando. Me he limpiado bien y me pongo un poco de papel higiénico en el pene. Es algo que me enseño mi padre para que no manchara los calzoncillos, ya que siempre salen unas gotas de semen, después de carrete, aunque te limpies bien.

Más tarde desayuno y mi madre me comenta que quiere que la acompañe al súper.

-Es domingo, es temprano y acaban de abrir, por lo que no encontraremos casi gente, me dice.

La miro serio, no me apetece mucho el plan.

-Anda, acompáñame. Luego te dejo todo el día libre para ti.

Me enseña una lista tremenda que tiene. Pienso un poco y si luego me deja todo el día libre, como ha dicho, aceptaré.

Cogemos el coche y nos vamos al súper. Aparcamos cerca de la entrada y cogemos un carro.

Subimos en el ascensor y entramos en el súper.

Recorremos varias zonas y vamos metiendo todo en el carro. Pero ahora ha vuelto a empezar con su cháchara.

Se agacha a coger unos espárragos de la estantería de abajo e inclina su culo al máximo. Podía haberse agachado en cuclillas, pero no, quería ponerme cachondo otra vez.

El vigilante pasa junto a nosotros. Nos mira, pero sigue con su ronda.

Cuando desaparece, me acerco a ella y froto mi paquete contra su culo.

-Aquí no hijo, que pueden vernos.

Subo y bajo frotando mi polla contra ella. Ella sigue agachada y no protesta.

Nos vamos a la zona de congelados, pero yo estoy más caliente que esta mañana en la ducha.

Mientras coge unas verduras, le agarro una teta con la mano izquierda. No hay nadie todavía a esas horas, solo el vigilante, pero está lejos de nosotros.

Antes de irnos de allí, le meto mano por el pantalón y deslizo su braga un poco y le acaricio el clítoris.

-Hijo, aquí no, te he dicho. Cuando lleguemos a casa.

No puedo más. Estoy a cien. Vuelvo a sobarle la teta, esta vez las dos, y sigo frotándome contra su culo.

En ese momento suena la megafonía.

-Por favor seguridad. Acuda a caja 3.

Vuelve a sonar.

-Por favor seguridad. Acuda a caja 3.

La caja 3 está en la otra punta. Saco a mi madre de los congelados y la llevo a un mostrador, mientras el vigilante se aleja y nos deja solos en el súper.

La inclino un poco hacia delante en el mostrador y le bajo el pantalón hasta las rodillas, bajo sus bragas y como aquella vez en la cocina, se le meto de un tirón.

-Ugh, gime.

Comienzo con el bombeo, mientras miro hacia las cajas. Espero que el vigilante no nos vea.

Tampoco me preocupa que haya cámaras y que puedan vernos.

-Ah, ah, gime mi madre. Hijo aún quedan muchas cosas que comprar, me dice ella en pleno polvo.

Acelero más y más por si vuelve el vigilante y nos pilla.

Al poco veo que se acerca por el rabillo del ojo. Doy unos empujones rápidos y me salgo de mi madre mientras me corro. Creo que algo de semen ha caído dentro de mi madre y unos goterones salpican el mostrador.

Le subo las bragas corriendo, y ella se sube el pantalón. Yo hago lo mismo y justo en ese momento el vigilante llega a nuestra altura, pero no ha visto nada.

Terminamos de comprar y pagamos y salimos de allí.

Mi madre me dice que la espere, que tiene que entrar en el baño a limpiarse el chocho, ya que me he corrido en parte dentro de ella, como sospeché.

La señora de la limpieza esta con el baño de hombres. Yo espero fuera y cuando se va, voy a entrar también al baño, pero mi madre me llama desde dentro del baño de mujeres.

Entro y no hay nadie. He dejado la compra fuera, en el suelo.

-Anda, se bueno, me dice, y acaba lo que empezaste.

Me sienta en la taza y se sube encima mío y hecha el pestillo.

-Podrían robarnos la compra, le digo.

-No pasa nada, olvídate de la compra.

Se baja los pantalones y las bragas y se la clava con pasión. Mi polla esta tiesa de nuevo.

Después de haber eyaculado, duro más, por lo que lo hacemos de forma lenta y pausada, saboreando cada subida y bajada suya.

-Mi niño, que bien me follas. Me dice. Tu padre nunca me lo hizo así.

-Gracias mamá. Es un placer.

-Claro, es mucho placer. ¡Ah, ah, ah! ¡Me corro, mi niño!

-¡Mamá! podrían oírnos, la regaño.

-No, no, nadie nos oye. Sigue, sigue.

Ella sigue subiendo y bajando, yo sigo saboreando sus fluidos con mi polla. Sintiéndola como nunca y muerto de gusto. Ella se corre entonces.

Cinco minutos más y me corro yo. Me agarro a las paredes del baño y eyaculo de nuevo, con menos intensidad por la corrida anterior, pero todo dentro de ella.

Se sale de mí y me limpia el pene y ella se limpia el chocho. Se pone las bragas y el pantalón. Yo me visto también y ella sale primero para ver que no haya nadie.

Me hace un gesto para que salga y la sigo.

Las bolsas de la compra siguen ahí en el suelo. Las cogemos y nos metemos en el ascensor. Nadie nos ha visto.

Mientras bajamos le digo:

-La próxima vez quítate la blusa y déjame chuparte las tetas.

-El próximo domingo hijo, el próximo domingo.

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