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Buscando tazas de La Bella y la Bestia

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Marcos no sabía muy bien que comprarle a Marta por su cumpleaños. Siempre suponía un buen jaleo el comprar un regalo y, en esta ocasión, además no quería fallar. Era el primer cumpleaños de ella que celebrarían juntos y, obviamente, él no quería defraudarla con el regalo. Los regalos por el 23º cumpleaños de Marta debían gustarle.

Había visitado varias tiendas y no había visto nada que le llamara la atención. Se había mareado por Internet… y nada. Y la fecha se acercaba.

Al final, y sabiendo que Marta tenía un lado bastante friki, optó por comprarle un bolso basado en Harry Potter y una camiseta de Juego de Tronos. Además añadió al lote unos zapatos que sabía que Marta quería.

Con eso triunfaría, pensaba. Lo envolvió todo y lo guardó de cara a la fiesta que le iban a preparar.

Una semana antes de la fecha señalada, y mientras paseaba por una calle cercana al centro de Sevilla, vio en un escaparate una tacita simulando ser la de La Bella y la Bestia. Esa película le encantaba a Marta así que esa taza haría sus delicias. Entró en la tienda a preguntar el precio de la taza.

Era una tienda de éstas que venden de todo lo que se puede pensar alrededor del mundo friki. Camisetas, tazas, sudaderas, los siempre presentes Funko Pop, juegos de mesa, cómics… Empezó a curiosear por las estanterías más cercanas. Cómics de superhéroes, manga japonés… Marcos cogió un ejemplar para echarle un vistazo. Vaya, había cogido uno de hentai, ese tipo de cómic japonés de tintes sexuales. Es más, la página que miraba ahora ilustraba a la típica chica de hentai, vestida de colegiala y con unos pechos enormes, practicando sexo con un grupo de chicos… Vaya pasada de tetas le han puesto al dibujo, pensaba Marcos con una sonrisa.

-Hola, qué tal? Puedo ayudarte en algo

Marcos se giró sorprendido y se encontró a una chica más baja que él. Era castaña y llevaba el pelo suelto, un pelo que le llegaba hasta el pecho. Ojos verdes, una sonrisa brillante. En una de las orejas tenía muchos pendientes y en la otra uno sólo. Vestía una camiseta con un mensaje en lo que Marcos supuso que era japonés y unos vaqueros caídos acompañados de las típicas Vans de colores llamativos. Era bastante delgada. Tendría 18 años.

-Hola! -dijo Marcos – Sí gracias. Buscaba una taza que he visto en el escaparate, una de la película de La Bella y la Bestia.

Marcos mientras hablaba vio que los ojos verdes de la chica se dirigían a su mano. Él miró también lo que miraba la chica. Todavía llevaba el hentai en la mano y al sujetarlo con una sola mano había quedado colgando por la página que había mirado. Allí estaba aquella colegiala japonesa siendo follada en grupo. Marcos balbuceó y cerró la revista rápidamente ante la sonrisa de la dependienta. Hasta se sonrojó.

-Sí, sé cuál taza quieres. Me sigues y te la enseño?

-Claro, claro. -contestó Marcos dejando el hentai donde estaba antes.

Fueron hacia el escaparate y la chica le enseñó la taza.

-Ésta verdad?

-Sí, sí. Esa.

-Es muy mona, la verdad. La hemos vendido mucho en estas semanas. Tiene un precio de 14 euros.

- Vale -contestó un Marcos que sólo quería salir de allí ya que sólo hacía darle vueltas a lo que esa chica estaría pensando de él tras lo de la revista – Me la llevo.

-Genial. Te doy una de esas que están en sus cajas sin abrir vale? Y te la envuelvo para regalo?

- Si, por favor.

Pagó y salió de la tienda. Tenía claro que la dependienta no era su tipo, y en cierta medida debería importarle un huevo lo que pensara de él. Pero seguía dándole vueltas a lo mismo: a que lo hubiera pillado con el cómic aquel en la mano.

Llegó a casa al rato, ya que vivía en Carmona, una ciudad a unas decenas de kilómetros de la capital. Dejó el regalo sobre el escritorio de su habitación y se puso a ver la tele.

A la mañana siguiente no encontraba unos apuntes de la facultad. Buscándolos en el escritorio pasó lo que marcaría la Ley de Murphy para casos así. Unos libros resbalaron y empujaron la taza que se fue al suelo. El ruido que hizo al golpearlo no dejó lugar a dudas: la taza había terminado allí su vida útil.

Maldiciendo su suerte, y tras haber dado con los apuntes, Marcos salió hacia la Universidad.

Cuando salió se pasó de nuevo por la tienda con la intención de comprar otra taza. Esperaba que hubiera otro dependiente o que si estaba la chica de los ojos verdes, por lo menos, no lo recordara.

La chica estaba agachada colocando algo en la parte baja de una estantería. En esta ocasión vestía un holgado chándal de algodón y una camiseta azul. Al estar agachada mostraba parte de la espalda y el borde de unas braguitas azules.

-Un momento por favor, ahora mismo estoy contigo. - dijo al oírlo.

Cuando se giró. Sonrió.

-Hola! Vaya, has venido al final por el cómic que estabas ojeando ayer?

Marcos se vino abajo de forma instantánea. Esta vez noto a las claras que se había sonrojado.

-No no. Que va. Es que… necesito otra taza. La que me llevé ayer… se me… ha resbalado. Quiero otra taza.

Los ojos verdes de la chica lo miraban con picardía y si los ojos pudieran sonreír, sería aquella expresión la que mejor lo definiría.

-Vale! Marchando otra taza!!

Ya en casa Marcos se aseguró de que esta vez no se rompiera de nuevo.

Llegó el fin de semana. La fiesta del cumpleaños era el sábado por la tarde. Marta le comentó a Marcos que el viernes noche saldría con sus amigas de fiesta para celebrarlo. Estarían tomando algo por Viapol, una zona de Sevilla.

Por ello Marcos decidió salir con algunos de sus amigos por lo que es la Alameda de Hércules, una zona de bares donde se reúne bastante gente. Estuvieron tomando algunas cervezas, aunque Marcos se controlaba. Sus amigos tenían intención de pasar la noche allí cerca, en un piso de uno de ellos, pero él había llevado su coche porque se volvería para Carmona.

A eso de las 11 llegaron a un local que se llama Café Central. Había mucha gente disfrazada de extraños personajes alrededor. Le pidieron algo de beber a la camarera que se acercó a la mesa y continuaron hablando y charlando y mirando los disfraces que pasaban. Marcos era el único del grupo que no había pedido nada de beber. Pero estando allí con los demás se sentía incómodo con ello. Así que decidió pedir algo, la última cerveza de la noche. Pero la camarera había desaparecido entre tanta gente.

-Iré yo a pedir a la barra, anda. Ahora vengo.

Marcos se abrió paso hasta una larga barra. Buscó un hueco y esperó a ver si le atendían. Miró a un lado mientras tanto y vio a una chica disfrazada de salvaje de Juego de Tronos que hablaba con otra chica disfrazada de lo que Marcos creía que era un personaje de un famoso videojuego: Resident Evil. En ese momento pasó por delante de ellas otra chica vestida de Bulma, una protagonista de Dragon Ball, una serie japonesa mítica. Marcos se la quedó mirando. La chica llevaba el pelo azulado como el personaje. Llevaba una pajarita roja al cuello. Y luego lo único que llevaba era un escotado bañador negro y en las piernas unos pantis azules. La verdad es que estaba tremenda.

-Vaya vaya. Veo que no sólo te gusta el hentai, sino que también te gusta Bulma eh?

Marcos se giró hacia el otro lado, de dónde provenía la voz.

Lo que vio fue una chica con el pelo rojizo sujeto en una cola. Una camiseta amarilla, bastante corta que dejaba al aire toda su delgada barriga. Unos vaqueros cortos de los que colgaban los bolsillos. Y sujetando el minivaquero unos tirantes rojos muy llamativos. No llevaba nada más, sólo unas zapatillas azules.

Marcos se quedó mirando sin saber quién era.

-Veo que como Pokemon no tiene tanta carne como el hentai no lo sigues mucho eh? Te gusta mi disfraz de Misty o no?

- Misty? - preguntó sorprendido Marcos

- Si Misty. Es un personaje de Pokemon.

Marcos sólo hacía mirar la cara de la chica. Pero no conseguía ubicarla por más que lo intentaba.

-Y tú eres?

-Jajaja, no me reconoces eh? Creo que eso debe halagarme porque me he teñido y todo para hacer el cosplay jaja. Soy la chica que en esta semana te ha vendido dos tazas iguales y la chica que te pilló ensimismado mirándole las tetas a un dibujo. -dijo riéndose y poniendo una cara de burla que incluyó sacar la lengua.

Marcos titubeó.

-Ah! No te había reconocido…

- Eso es bueno! Jaja mi disfraz engaña eh? Estoy aquí en una fiesta-encuentro que ha habido de cosplay. Y ahora a tomar algo, que aunque no he ganado ningún premio, me he ganado un par de copas – dijo guiñándole un ojo y marchándose hacia dentro del local.

Marcos pidió luego la cerveza que quería y se marchó con sus amigos.

Una hora y algo después, Marcos dijo que había llegado la hora de irse. Se despidió de sus amigos y se fue hacia donde tenía el coche.

Iba caminando por las tranquilas calles cruzándose sólo de vez en cuando con algún grupo, sobre todo turistas. Tenía el coche aparcado en una avenida junto al río. No quedaba lejos.

Cruzó al lado que quedaba más cerca del río, una avenida arbolada y siguió caminando. Había pequeños grupos en aquella zona, bebiendo en la calle. Se ve que aquella prohibición de beber en la calle no había llegado allí o que, como no molestaban a nadie, la policía hacía la vista gorda. Algunos de estos grupos estaban llenos también de gente disfrazada, portando espadas de plástico, grandes pistolas o capas de colores.

Se detuvo frente a uno de estos grupos, justo debajo de una farola, para ver un mensaje que le había llegado al móvil Nada importante al final. Siguió su camino, pero entonces una chica se le acercó. Iba vestida de una especie de robot plateado que Marcos no reconoció.

-Hola, guapo! -dijo guiñándole un ojo de forma descarada. Era una rubia bastante grande, de curvas contundentes que marcaba bien de aquella forma vestida. El escote era descomunal- Quería preguntarte una cosa. Mira, es que tengo una taza de la Bella y la Bestia y la vendo… Tú no querrías una no? -y tras decir esto rompió en risas.

Apareció, dándole un empujón a la rubia, la dependienta disfrazada de Misty.

-Anda que se puede gastar una broma contigo! No has aguantado ni tres frases antes de mearte de risa! -le empezó a reñir de forma cómica, colocando los brazos en jarras y poniendo una cara de enfado que se veía a leguas que era toda de cachondeo. - Anda vuélvete para allá que ahora voy yo!

La rubia se fui riéndose hacia el grupo.

-Te tenía que haber grabado para que hubieras visto tu cara! Jaja –dijo mirando a Marcos sin perder la cara de cachondeo.

Marcos no sabía ni que decir.

-Creo que no me he presentado antes no? Qué no te he dicho mi nombre no?

- No no –dijo Marcos– No lo has hecho.

-Ya decía yo. Pues encantada. Soy Misty –y rompió a reír– Jajaja. En serio, soy Verónica.

-yo soy Marcos encantado.

Verónica le guiñó un ojo de forma cómica.

-Y qué? Te vas ya a casa o qué? No quieres tomar una copa aquí con nosotros?

-Qué va! Te lo agradezco mucho. Pero no vivo aquí, soy de Carmona. Y debo conducir hasta allí ahora y no quiero arriesgarme con más bebida.

-Eres de Carmona??? Yo soy de Mairena del Alcor!

-Vaya, cerquita no?

-Espera… y te vas ahora para allá en coche??

-Pues sí, por qué??

-Sé que casi no me conoces y tal… y que he podido ser un poco pesada contigo -dijo de forma teatral– pero podrías acercarnos a una amiga y a mi hasta Mairena?? Es que la gente con la que nos hemos venido se fue ya y me temo que tendremos que esperar hasta el autobús de la mañana…

-Bueno… voy sólo. Así que vale. Si queréis os acerco. Pero espero que así dejes de darme tanta caña!

-Bien! Te prometo que nada de caña! Seré buena! Palabra de Misty –dijo muy seria y levantó una mano como prometiendo mientras que la otra simulaba estar sobre una Biblia o una Constitución, como se hace formalmente en ciertos actos. - Con un guiño y una sonrisa. -Voy a buscar a mi amiga y nos vamos vale?

-Vale vale.

La forma de buscar a la amiga fue girarse y dar un grito.

-Blanca!!! Blanca!!!

Una chica vestida simulando ser Mario Bros se acercó.

-Dime loca!

-Oye, este es Marcos. Va para Mairena y podemos irnos con él, tía. Así no tendremos que esperar hasta mañana.

-Pufff no tía, yo estoy ahora tela de bien aquí. No voy a irme ahora.

-En serio?? Pero si hace media hora me has dicho que te querías ir!!!

-Pues ahora no. Quiero quedarme y beber algo más! -y diciendo esto se marchó de nuevo al grupo.

Verónica miró a Marcos y dijo “vaya mierda”. Marcos puso cara de circunstancias y dijo:

-Bueno, pues nada. Yo si me voy que hasta Carmona, quieras o no, me queda un ratito.

-Vale. Me tendré que quedar aquí también. Gracias en todo caso, Marcos. - y le dio un beso en las mejillas poniéndose de puntillas.

-Adiós.

Marcos siguió su camino. Ya podía ver el coche.

Cuando estaba abriendo la puerta vio a Verónica llegar corriendo. Llegó y se dobló de forma teatral como cogiendo aire.

-Al final, si no te importa yo si me voy contigo vale? Que se quede Blanca aquí.

-Si? Vale vale. Como quieras. Pues sube.

El coche de Marcos era un pequeño Opel Corsa. Verónica dejó una mochila que llevaba en la parte trasera y se sentó delante. Arrancó el coche y empezó la marcha en busca de una rotonda donde girar, ya que el camino que debían seguir era el contrario.

El camino fue bien. Charlando, y escuchando algo de música. Hasta tuvieron un episodio que podrían contar al otro día, ya que al salir de la S30, una carretera que le da la vuelta a Sevilla, en busca de la autovía del aeropuerto se tuvieron que detener en un control de alcoholemia de la Guardia Civil. Marcos dio por debajo del límite, así que no tuvieron problemas, pero lo gracioso fue la mirada que los agentes le echaron a Verónica, que seguía con su disfraz de Misty. A la mirada contestó Verónica con una de sus caras que hizo que Marcos se sonriera al mismo tiempo que temió una mala reacción de los agentes. Pero no pasó nada. Y pudieron seguir el camino.

Pasaron el aeropuerto, y unos kilómetros más adelante, cuando llegaron a la salida hacia Mairena del Alcor se desviaron. En esa salida hay un polígono industrial al que se accede por una rotonda. Tiene algunas naves grandes de empresas aeronáuticas y un almacén de DHL. Fue antes de llegar a ella cuando Verónica habló.

-Oye Marcos… sé que me vas a matar pero… te importaría detenerte para que pudiera mear? Llevo aguantando un rato y… temo mancharte el coche!! -dijo poniendo una de sus caras.

-Mancharme el coche no eh? Entro en el polígono vale?

-Perfecto!!

Entraron por la rotonda y se desviaron a una calle del mismo donde lo que había eran naves en obras y poco más. Quedaba apartada de la carretera por la que iban, pero estaba bien iluminada. Marcos iba ya lento para detenerse, pero vio un coche a un lado y prefirió pasar de largo ya que no le gustó verlo a aquellas horas allí detenido. Pero cuando pasaron al lado pudo ver por lo que estaba allí detenido. Por la ventanilla bajada del coche aparcado vio a una tía botando, moviendo unas impresionantes tetas.

Miró a Verónica sin saber que decir.

-Esa se ve que lo está pasando bien – y volvió a poner una de sus caras de cachondeo.

Esta tía es la ostia, pensó Marcos. Se detuvieron un poco más adelante. Era una zona intermedia, ni muy iluminada ni muy oscura.

-Vale aquí?

-Estupendo. Tienes por casualidad pañuelos de papel?

-Creo que en la guantera debe haber.

Verónica cogió un paquete de pañuelos de la guantera y salió. Antes de irse se volvió y dijo con una de sus muecas: -Ni se te ocurra irte y dejarme aquí, y no me vayas a espiar como ocurre en tus mangas de hentai!!! -y riendo se alejó un poco del coche.

Estaba claro que Marcos no iba a dejarla allí, pero no pudo aguantar la tentación de desviar la mirada hacia el retrovisor por si veía algo. Y lo vio todo de lleno.

Verónica eligió un sitio que le dio que pensar a Marcos. Era un sitio oculto para otro coche que pasara por allí, pero era un sitio iluminado y que era obvio que se vería sin problemas desde el retrovisor del coche. Marcos empezó a sentir que su polla se hinchaba…

Verónica se soltó los tirantes rojos. Se desabrochó el pequeño vaquero y se lo bajó lentamente hasta las rodillas, arrastrando con él también la ropa interior que llevara. Marcos pudo ver sin problemas un pequeño y prieto culo, que en aquella noche parecía estar brillando, cautivando la mirada de Marcos. Verónica, tal como estaba, de espaldas a Marcos y al coche, se agachó. Marcos no vio nada de la meada, pero se lo imaginaba todo y su pene empujaba el pantalón totalmente erecto. Empezó a ponerse nervioso y un sudor frio le recorrió la espalda.

Vio como Verónica se limpiaba y se volvía a poner de pie. La vio colocarse unas pequeñas braguitas blancas, que tapaban poco aquel culito. Los vaqueros volvieron a su sitio y los tirantes lo mismo.

Marcos dejó de mirar por el retrovisor. Un par de segundos después se abría la puerta y Verónica entraba con un suspiro.

-Muchas gracias. No sabes cómo lo necesitaba. Ya nos podemos ir!!

Marcos la miró y le sonrió.

-Perfecto, pues vamos allá.

-Vale! Pero… te dije que no miraras y…

-No he mirado! -Se volvió hacia ella. Ella le puso una mueca y con un movimiento de cejas señaló la entrepierna de Marcos, sonriendo…

-Y eso es porque…

Marcos bajó la mirada temiendo lo que iba a ver. Su pantalón no ocultaba la erección que tenía lugar abajo. La tela del pantalón estaba totalmente tirante ante el empuje de su polla por salir.

Marcos no sabía que decir. Notó que la sangre también se iba a la cara y se sonrojaba. Titubeó y balbuceó pero no dijo nada. Se quedó mirándose la erección bajo el pantalón, sin atreverse a subir la mirada.

-Eso te pasa por leer hentai!! jajaja. Esas historias están muy bien! Pero esas colegialas de tetas gordas y maduros de pollas interminables que se las follan pervierten mucho!! jaja. Hacen que la líbido…

Marcos seguía sin saber qué hacer.

-Oye Marcos, mírame. Mírame – Marcos levantó la mirada hacia los ojos de Verónica. -No pasa nada. En serio. No voy a pensar nada malo de ti por esto. Y que me hayas mirado el culo… bueno. Me halaga jeje. Pero, y créeme vale? no me importa que se te haya puesto dura. Es sólo una reacción fisiológica. Nada más. Es como… no sé… un estornudo.

Marcos miró aquellos ojos verdes y sin saber muy bien porqué contestó:

-Gracias. Y gracias por comparar mi polla con un estornudo eh?

Verónica sacó la lengua y rio.

-Oye!! Uno echa mocos y la otra algo parecido no??? -dijo entre risas

Marcos notó un escalofrío.

-Jajajaja. Y de nada eh? Y por cierto no he comparado tu polla con nada. Sólo tu erección!! -y le guiñó un ojo. - Tu polla no la he visto para poder hacer comparaciones!!!

Marcos fue a hablar. Pero no supo de nuevo que decir ante aquellas palabras de Verónica. Y fue ella la que habló de nuevo, girándose un poco y poniendo la espalda apoyada, la mitad, en la puerta del Corsa.

Sonreía con los labios y con la mirada mientras lo decía.

-Sácatela.

Marcos se perdía en esos ojos verdes que brillaban con la luz del techo del coche.

-Quiero verla. - dijo muy seria ahora. Pero la seriedad duró poco – Así la comparo con esas pollas del hentai jajaja y podré hablar con propiedad de ella.

Marcos la miraba. Pero sus manos, como si tuvieran vida propia, se dirigían hacia la cremallera del pantalón. Se la bajó y aparecieron unos boxer grises. Ahora la erección solo estaba oculta por esa prenda. Una prenda que además mostraba una mancha en toda la cúspide de la erección.

Marcos notaba su corazón acelerado. Su respiración acelerada. Estaba a punto de enseñarle la polla a una tía que apenas conocía. Los ojos de él fueron de la mancha a los ojos de ella de nuevo, y de los ojos a la boca. Y de allí a los ojos de nuevo.

Metió una mano bajo el bóxer y se agarró su propia polla. Con la otra mano deslizó algo el bóxer hasta sacarla.

Verónica sonreía ante aquello. Marcos tenía una polla normalita, con un glande amplio y sonrosado y un tronco bastante venoso. En la punta brillaba un hilillo de líquido preseminal.

- No está mal tu polla, la verdad.

Marcos vio que Verónica se inclinaba y sus bocas se encontraron. El contacto de los labios le soltó una descarga de adrenalina o algo así a Marcos. Dios. Aquellos labios eran maravillosos. Los labios de ella eran suaves y muy húmedos. Marcos sentía el roce de esa boca en la suya y parecía que su corazón se paraba. Hasta el roce de la nariz de ella en la suya le gustaba. Esa tía tenía algo increíble.

Además su aroma… Era un olor afrutado que ya había notado antes, pero que ahora inundaba sus fosas nasales. Y le gustaba muchísimo…

Verónica detuvo el beso y apoyó su frente en la de Marcos. Éste pudo ver como sonreía durante unos segundos. Luego volvieron a besarse. Ella le daba pequeños mordiscos en el labio a él, introducía su pequeña lengua en la boca de él y jugaba a tocar y escapar de su propia lengua. Lo estaba volviendo loco.

Y entonces ocurrió que Verónica dio un paso más en aquella noche. Agarró con fuerza la polla de Marcos. Paró el beso para mirarlo a los ojos. Se volvió a lanzar en busca de la boca, pero en esta ocasión lo acompañó de movimientos de su mano sobre el miembro erecto de él.

Marcos la abrazó y apretó contra él. Sentía como la mano le aprisionaba la polla, moviéndose por ella, recorriéndola. Tras algunos movimientos notó como la apretaba los huevos unos segundos haciendo que Marcos gimiera, pero luego volvió de nuevo a subir la mano para seguir la paja. Notaba el pulgar de ella en su glande, acariciando el orificio por el que no paraba de salir hilillos de líquido preseminal.

-Te vas a poner perdido. Espera – dijo Verónica, apartándose del beso y bajando la cabeza hasta la polla de Marcos. Desde allí, miró de nuevo a Marcos que estaba loco por sentir su boca allí. Sonrió. Y metió el glande en su boca. Se aferró con los dientes a la zona donde el glande se une al tronco de la polla y fue pasando la puntita de la lengua recogiendo todo el líquido que salía de Marcos.

Se incorporó. Se relamió y sin perder la sonrisa le dijo que se bajara los pantalones del todo.

Marcos obedeció instantáneamente. No pensaba en nada más que en seguir disfrutando de aquella noche. Los pantalones y el bóxer terminaron en sus tobillos. Y Verónica volvió a meterse la polla en la boca. Esta vez no era suave. Los movimientos eran contundentes. La mano se aferraba a la polla que golpeaba el interior de su boca y la lengua se movía rápidamente por todo el miembro.

Marcos estaba con el corazón a mil. Su novia, Marta, se la comía mucho pero no mostraba aquel ímpetu que estaba demostrando aquella pequeña chica. Marcos era un cúmulo de sensaciones, y a cada segundo que pasaba Verónica le hacía más cosas que lo ponían peor. Notaba la lengua jugar con su glande, notaba luego un pequeño mordisco en los huevos, luego la lengua lamía la zona entre los huevos y el ano de él, y luego volvía a notarla en el orificio de la polla recogiendo lo que salía por él. Y luego en otro sitio. Dios, se seguía así aquella tía lo iba a exprimir pronto.

Marcos alargó la mano y la metió por debajo del top de la chica. Sintió un sujetador y metió la mano por abajo también. Notó un pequeño pecho con los pezones muy erectos. Lo pellizcó. Eso le sirvió para ganarse otro mordisquito en los huevos. Jugaba con el pezón entre los dedos, se lo pasaba por la palma de la mano, apretaba el pecho…

Las frentes volvieron a encontrarse. Veía los ojos de Verónica dilatados de deseo. Sentía su aliento. Y veía su boca mojada. Verónica lo besó llevando dentro de la boca de Marcos algunos restos de su propio líquido preseminal.

-Coge un condón y fóllame, Marcos – le dijo sin quitar la mirada de sus ojos.

Marcos titubeo

-No tengo aquí un puto condón Vero. No tienes tú?

Verónica puso su enésima mueca.

-Sales de fiesta sin condones?

-Tengo novia, no sé, No pensaba terminar esta noche así…

-Jajaja espero que, por lo menos, te esté gustando…

-Tú que crees???

-Pues sabes?? Aunque no tengas condones aquí no pienso dejarte ir sin que me folles.

Levantó la cabeza y miró hacia el lado.

-Ahora vengo – le besó en la boca, en la polla y le guiñó un ojo. Abrió la puerta del coche y salió.

Marcos miraba por el retrovisor. ¿Dónde va está loca? Tras unos segundos supo lo que iba a hacer. Y unos segundos más tarde pudo confirmarlo.

Verónica se había dirigido al coche que estaba más adelante en esa misma calle, donde había visto a la tetona botar. Vio cómo se agachaba hablando por la ventanilla. Y unos segundos después volvía con una sonrisa en la cara a paso rápido.

La puerta del corsa se volvió a abrir. Ella entró y le lanzó un par de condones.

-Te lo he dicho. Esta noche me vas a follar. - y por enésima vez en la noche… el guiño del ojo.

-Estás como una cabra. - le dijo Marcos, aunque en el fondo no sabía cómo dar las gracias por tener allí los condones. Cogió los condones y empezó a abrir uno. Pero Verónica se los quitó.

-Oye!!! Qué crees? Qué me la vas a meter tan fácil???

Marcos no sabía que decir y por un momento temía que todo hubiera sido otra broma de aquella chica.

-Antes vas a tener que esmerarte en comérmelo… también yo quiero sentir tu boca y tu lengua.

Marcos bajó la mirada hacia el vaquerito que llevaba Verónica, quien había empezado a desabrocharlo.

Marcos apenas le practicaba sexo oral a Marta. Era una cosa no usual en sus relaciones. Normalmente en ellas ella se la comía un poco y luego venía la penetración.

Pero pensar lo que iba a hacer con Verónica le excitaba. Y muchísimo.

Se meneó la polla mientras Verónica deslizaba el vaquero hasta los pies, consiguiendo sacarlo sin quitarse las zapatillas. Pasó ella luego dos dedos por la parte delantera de la braguita, lentamente. Marcándose los labios del coño a su paso y dejando detrás un rastro húmedo. Sonrió y con un rápido movimiento las braguitas dejaron de estar en su cuerpo para terminar en el suelo del coche con el vaquero.

Marcos la agarró por las caderas y la hizo resbalar en el sillón. El espacio era muy justo y estaba incómodo. Pero no podía esperar más. Hundió la cara en el coño de ella, sintiendo además como ella se estremecía y sintiendo también como ella le agarraba fuerte del pelo.

Un leve aroma a pis, junto con el olor dulzón que desprendía ese cuerpo, se abrió camino en la nariz de Marcos. En otro momento podría haberle hecho sentir mal aquel toque a pis… pero ahora mismo lo estaba poniendo como una moto. En el coñito no había ningún rastro de pelo, estaba totalmente depilado.

Con Marta no practicaba esto cierto. Pero se moría de ganas de hacerlo con Verónica.

Pasó la lengua por todos los rincones de aquellos labios. Con la punta de la lengua rodeó el clítoris. Una vez. Y otra… y otra… Luego volvía a recorrer los labios… Se boca se iba llenando del sabor de Verónica. Sus pupilas gustativas iban detectando ese sabor que no podría describir pero que estaba haciendo que su deseo, si eso era posible, aumentara. Notaba como con la mano que tenía agarrándole el pelo Verónica presionaba su cabeza contra su sexo. Se pasó la lengua por la boca, saboreando ese sabor tan bueno, humedeciendo sus propios labios y hundió aún más la cara en lo que tanto deseaba comerse.

Verónica no aguantó un fuerte gemido.

-Qué bien lo haces tío, eres increíble.

Marcos se afanaba en lo que hacía. La lengua ya no recorría los labios, sino que entraba y salía de Verónica. Los besos iban y venían a cada recoveco, a cada hueco de aquel coñito. Las manos de Marcos se aferraban a las caderas de ella. Había perdido la noción del tiempo. Sólo quería sorber y lamer, e introducir dentro de su cuerpo cada molécula de ese sabor.

Verónica tiró del pelo de él hacia atrás, haciendo que se alejara de su coñito.

Tenía la cara sudada y un mechón del pelo teñido le caía sobre la cara.

-Me estoy clavando toda la puerta en la espalda jejeje -suspiró – vamos a la parte de atrás

Marcos no se hizo de rogar. Abrió su puerta y subiendo algo los pantalones que todavía tenía en los tobillos se metió por la puerta trasera. Verónica hizo lo mismo y con otro suspiro empezó a colocarse. Marcos aprovechó para quitarse las zapatillas y la ropa de los tobillos.

Y luego se lanzó por su presa de nuevo. Volvió a hundirse aquel coñito en la boca. Se lo comía con ansiedad, con enorme energía… como debe beber una persona perdida en el desierto su primer trago de agua.

Los gemidos de Verónica iban a más y más. La mano que aferraba el pelo de Marcos apretaba y apretaba.

-No pares, por favor. No pares…

Marcos notó un fuerte estremecimiento en el cuerpo de ella. Un gran gemido y luego un par de suspiros. Le pareció que detectó incluso en el sabor que llegaba a su boca algunos matices diferentes. Fue a separarse de su comida, pero la mano que lo sujetaba no se lo permitió.

-Los tíos puede que con una vez que os corráis os sintáis satisfechos – dijo ella con voz entrecortada – pero las tías podemos corrernos varias veces y esta noche pienso aprovechar eso.

Tras esas palabras volvió a empujar la cara de Marcos hacia su sexo. Marcos no se enfadó por esto, más bien al contrario. Aquella situación le estaba encantando.

Estaba allí, en la parte trasera de su coche, sintiendo como su polla erecta rozaba el sillón del coche, con el sabor de un coño en la boca, disfrutando y disfrutando. Y sabía que además luego iba a poder penetrarla. Uffff

Volvió a afanarse comiendo. Quería hacerlo mejor que antes. Quería que Verónica se volviera a correr ante el empuje de su lengua.

Volvió a perderse en su olor, en su sabor, en cada uno de sus poros y pliegues, deleitándose con los gemidos de ella.

Aunque se habían cambiado para estar más cómodos lo que ésta, la comodidad, había aumentado no era mucho. Marcos giró algo la cabeza para seguir comiéndoselo a Verónica. Se concentró en la parte más baja de su vulva. Besaba la cara interior de los muslos y volvía a la vulva. Notó como cuando lamía la parte de piel que rodeaba la parte inferior de la vulva, la parte más cercana al ano de ella, los gemidos aumentaban. Así que se dirigió a aquella zona e intensificó allí sus movimientos de lengua.

Cuando lo hacía notó que por la posición en la que estaba su nariz estaba precisamente sobre el ano de ella. Eso en otra situación le hubiera dado un asco enorme pero ahora mismo no sintió ningún reparo.

La otra mano de Verónica agarró con fuerza uno de los brazos de Marcos y la segunda corrida de ella llegó. Todo su cuerpo se estremeció acompañando a los gemidos.

Estaban empapados en sudor. Marcos se separó y se sentó, mirando a los ojos a una exhausta Verónica.

-Esta posición me está matando jajaja -dijo él – necesito un coche más grande.

-Me has dejado destrozada -dijo ella entre suspiros – Pero todavía nos queda que jugar.

Y diciendo esto se reclinó en el sillón abriendo las piernas. Marcos cogió uno de los condones, lo abrió y se lo colocó. Se puso entre las piernas de ella. Ella no tuvo más remedio que colocar uno de los pies sobre la banqueta trasera e incrustar otro en el espacio entre los dos sillones delantero.

-Puto espacio -dijo Marcos.

Noto las manos de ella en sus hombros impidiendo que siguiera su aproximación a penetrarla.

La miró a los ojos.

-Follame fuera.

-Qué?

-Mañana quiero que me duela todo el cuerpo, pero de follar contigo no de las posturas que tenemos que coger aquí. Follame fuera. Vamos!

Y diciendo esto se escurrió de debajo de Marcos, empujándolo y saliendo fuera. Marcos la siguió.

Ella llevaba todavía las zapatillas pero Marcos iba descalzo y lo notó cuando algunas piedras se le clavaron en los pies.

Pero no sintió dolor. Solo sentía deseo ante aquel menudo cuerpo que lo esperaba con la espalda apoyada en la puerta delantera.

Marcos ya no era él. Parecía poseído por el deseo. Llego a la altura de Verónica que lo esperaba con su eterna sonrisa en los labios. La besó bestialmente, poniendo sus manos en su culo y apretándola contra él. Las lenguas volvieron a su danza…

Sentía ganas de aplastar aquel cuerpecillo contra el suyo y el sentir esos pezoncillos contra su cuerpo, el sentir su polla contra aquella piel… Joder.

Quería meterle la polla. Quería metérsela una y otra vez.

Sin embargo, sin saber muy bien la razón. Se agachó. La propia Verónica le preguntó que qué hacía.

Aunque la pregunta no necesitó la respuesta de Marcos. No le respondió con palabras, sino plantándole de nuevo la boca sobre el coño tras obligarla a separar las piernas y a levantar un poco la derecha.

-Joder, lo tengo ya al rojo vivo. No hagas eso, por favor.

Aunque dijo eso, Verónica no hizo mucho por evitarlo. Y allí, tras unos minutos de lamidas y lengüetazos se corrió por tercera vez. Esta vez el gemido fue cambiado casi por un grito. Marcos notaba el sudor en todo su cuerpo, un sudor de él pero también mezclado con el de ella.

Se levantó y la volvió a besar. Ella estaba con la cara completamente colorada, sonrojada, sudada. Ya no era uno el mechón de pelo suelo, sino varios. Y sus ojos verdes brillaban de forma especial. Marcos nunca había visto nada igual. Y nunca había deseado tanto follarse tanto a una chica. Todo su mundo se encerraba ahora mismo en una sola cosa: iba a meterla la polla a Verónica.

Estaba supererecta y él temía que con un par de empujones se corriera. Pero ese temor no tapaba lo que era su único objetivo en la vida en aquel momento: verla entrar y salir de aquel cuerpo.

Notó como la mirada de ella se desviaba a un lado. Él no se había dado cuenta pero el coche que había estado allí desde el principio se había aproximado. Pudo ver como la rubia y su chico estaban mirándolos. Y en la posición en la que estaban seguro que lo estaban viendo todo.

La mirada de Marcos se concentró en la de Verónica.

-Y me importa una puta mierda que nos miren.

Ella esbozó una sonrisa y lo besó. Él se agarró la polla y doblando algo las rodillas se llevó el glande hasta que quedó sobre el coño de ella. Lo movió arriba y abajo notando como ella se estremecía. El glande parecía resbalarse, parecía que pensara sólo y que quería entrar sí o sí solito en aquella raja. Pero no entró sólo, fue Marcos quien lo dirigió. Entró deslizándose, muy fácilmente. Allí con ella con sus brazos alrededor de su cuello, sus bocas unidas en un beso, empezó a mover las caderas para follarla. Lentamente, porque cada vez tenía más claro que le faltaba poquísimo para correrse.

Notaba el tremendo calor que emanaba del interior de ella, notaba un cúmulo enorme de cosas, desde las piedras en los pies, hasta el olor a ella, las gotas de sudor que recorrían su cuerpo, las gotas de sudor que recorrían el cuerpo de ella… pero sobre todo estaba el deseo de follarla.

-Creo que no puedo. Voy a irme.

Ante eso, ella lo besó más intensamente. Pero antes de correrse él quería penetrarla en otra postura. La mordió en el labio inferior y levemente hizo, apretando sus caderas, que se girara hasta quedar de espaldas. Ella no opuso ninguna resistencia. Él dio un par de pasos atrás, colocó una mano en la espalda de ella haciendo que se colocara en posición.

Colocó el pene, enfundado en aquel condón ya todo chorreante de fluidos, entre los dos cachetes del culo. Lo apretó con un par de dedos contra la piel de ella. Dio otra vez un paso adelante para que el pene subiera, rozando la piel de ella hacia la espalda. Sus huevos estaban en contacto directo con la vulva de ella. Lo podía sentir perfectamente. Lo volvió a repetir. Le gustaba aquello. Aunque no podría hacerlo mucho porque notaba que se iba a correr de un momento a otro. Con los dedos presionando la polla y volviendo a dar un pequeño paso atrás la hizo descender entre los cachetes de aquel trasero. Llego al ano de ella. Hizo que el glande dibujara un círculo alrededor de él y lo presionó levemente. El ano cedió un poco. Verónica se estremeció, pero no protestó. Marcos siguió con los dos dedos empujando su polla. Y la colocó sobre la vulva. Miró hacia el coche que los observaba. Vio que no perdían ojo de lo que pasaba. El tío los miraba absortos y la rubia, diría Marcos, andaba entretenida mirando y masturbándose.

Penetró de nuevo a Verónica. Los labios de su coño cedieron sin esfuerzo. La mano de él que estaba agarrándola notó como la piel de ella se movía ante las sacudidas que le provocaba aquella postura. La polla se movía dentro de ella. Marcos se mordía el labio para no correrse. La embistió una, dos, tres, cuatro veces de forma contundente. Y volvió a decirle que iba a correr. Quería e iba a correrse dentro de ella.

Sin embargo eso no ocurrió. Ella se giró rápidamente, terminando con la penetración y se agachó quitándole el condón.

-Quiero que te corras en mi boca.

Marcos no protestó. Ella se introdujo una vez el glande, le ensalivó, se lo sacó y empezó a masturbarlo. Dejó la boca frente a la polla y la meneaba de forma violenta. Marcos la miraba, Joder. Como la deseaba.

-Avísame cuando te vayas a correrte.

Marcos no le contestó.

Ni la avisó.

Entre otras cosas porque no pudo. Un chorreón de espeso semen salió disparado de la polla hasta la cara de Verónica, ella entonces reaccionó y aplicó los labios al agujero del glande sorbiendo lo que éste expulsaba. Marcos notaba el bombeo de semen notaba como salía de él para terminar en la boca de ella. Gemía y temblaba. El corridón tuvo que ser de campeonato porque notó el bombeo más veces de lo normal. Pero al final terminó.

Verónica se incorporó. Tenía los labios cerrados a cal y canto, aunque un hilo de semen se le resbalaba por ellos. Además el primer chorreón de semen le manchaba parte de los mechones del pelo, la zona alrededor de un ojo y un poco la mejilla. A Marcos le pareció preciosa en ese momento. Ella sonrío y Marcos sonrío. Ella tenía las manos en las caderas de él. Y sin soltarlo, con una leve inclinación, dejó caer al suelo la corrida que guardaba en la boca. Cuando se incorporó volvió a mirar esos ojos verdes. Vaya noche.

El coche de los voyeurs arrancó y se fue. Al pasar junto a ellos, Verónica tuvo la desfachatez de levantar la mano y saludarlos. Esta tía es incorregible, pensó con una sonrisa él.

Luego pasaron unos minutos entre risas limpiándose con los pañuelos de papel. Se ayudaba uno al otro como si fueran una pareja de mucho tiempo. Marcos le quitó el resto de semen de la cara con uno de ellos, y la besó de forma tierna. Ella se lo agradeció con una mirada y una sonrisa.

Se vistieron y se marcharon. A los pocos minutos, cuando llegaron en Mairena del Alcor a la casa de ella, se despidieron con un inocente beso en la mejilla. Por última vez en aquella noche Verónica le dedicó a Marcos una de sus muecas.

Cuando entró en su casa, Marcos puso el intermitente y siguió su camino. Hasta Carmona le quedaban algunos minutos.

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