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Hermanas de leche

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Pontevedra. Galicia. España. 10.30 de la noche. Viernes 12 de agosto de 2017. Un calor de carallo...

Rebeca, morena, 1,78 de estatura, de ojos azules, melena larga, con enormes tetas, tremendo culo y guapa a rabiar, apodada la Gorda, y Lidia, rubia, 1.75 de estatura, con media melena, de ojos negros, con tetas pequeñitas, culo redondito y duro, y aún más guapa que su hermana, apodada la Flaca, estaban en pijama de seda sentadas sobre la cama de la habitación de Lidia con las piernas cruzadas mirando una revista de moda.

Rebeca, le dijo a Lidia.

-Te voy a contar algo de Pili que te va a dejar de piedra.

-¿Lili, la Come Chochos?

-Sí, la Come Chochos.

-¿Es un chisme de sexo?

-Es.

Lidia, se animó.

-¡Cuenta, cuenta!

-Me dio un beso en toda la boca que me dejó a temblar.

-¿Dónde te besó?

-En la boca, ya te lo dije.

-¿En qué lugar?

-En el lavabo de la biblioteca.

-¿Le cruzaste la cara?

-No, me cogió de buenas.

Lidia, miró a su hermana, y le preguntó:

-¡¿No te gustaría?!

-La verdad es que sí, pero logré desprenderme de ella y vine pitando para casa.

-¿Cómo es eso de que lograste desprenderte de ella?

-Es que me arrimó a la pared y allí quería devorarme viva.

-¿Sólo te besó?

-Bueno, también me magreó las tetas, me metió la mano dentro de las bragas y me masturbó un poquito.

-¿Cuánto tiempo te tuvo contra la pared?

-No te podría decir... Hasta que entró otra chica en el lavabo.

-¿Os vio?

-Sí, llegó justo cuando Pili me había bajado las bragas y me iba a comer el coño.

-Vaya, vaya. Así que la Come Coños, que es delgadita como yo, te arrinconó contra la pared, te bajó las bragas... ¿Tenía una pistola para que dejaras que te bajara las bragas?

-Bueno, a lo mejor me dejé un poquito, pero ya te dije que no me fui con ella, me vine para casa.

-A hacerte una paja.

-¿Qué?

-Que al llegar a casa te hiciste una paja pensando en ella.

-Su recuerdo me perseguía. ¡¿Tú sabes la dulzura que hay en los dedos y en la lengua de otra chica?!

-No, ni quiero saberlo. El caso es que te masturbaste pensando en ella.

-Me masturbé después de recibir su Watts up.

-¿Qué te puso?

-Puso.: "Perdona, pero es que antes de ir a la biblioteca miré un video de jovencitas comiéndose el coño, y como eres tan guapa te besé y te metí mano. Sé que te va a molestar, pero mi idea era comerte el coño en el lavabo y sentir como es un orgasmo tuyo. De nuevo te pido perdón. No volverá a ocurrir, si tú no quieres".

Lidia, le dijo a su hermana:

-¡Qué putilla! No se arrepiente, ni te pide perdón. Te dice el video que miró para que lo mires tú por ver si tiene suerte, te calienta como la calentó a ella. La llamas, y después...

Rebeca, la Gorda, le dio un empujón a su hermana.

-¿Después, qué, guarrilla?

-¡Acaba lo que empezó en el lavabo, Gordi!

-¡Qué cochina! ¿Miramos el video?

-¿Y si nos calentamos?

-No eres mi tipo, Flaca.

-Pili es flaca como yo.

-Pero tú no sabes besar.

-Eso habría que verlo.

-Venga, bésame, a ver si sabes besar.

-¡Qué asco!

-Tú a mí no me das asco.

-¿Te volviste tortillera con un par de besos?

-No, pero, ¡cómo besa la condenada!

-Yo beso mejor que ella.

-Demuéstramelo.

-Si fueras un hombre...

-Cierra los ojos e imagina que soy un hombre.

-Vale, va.

Lidia le besó a su hermana los ojos, la nariz, la barbilla, le pasó la lengua entre los labios. Rebeca le metió la lengua en la boca. Lidia se la chupó, luego le dio la suya y se la chupó Rebeca. Se besaron acariciando las lenguas... Al final, Lidia, le volvió a besar la barbilla, la nariz, los ojos, le dio un pico en los labios, y le preguntó:

-¿Quién besa mejor?

Rebeca, abrió los ojos, y le respondió:

-¡Jolines, vaya sofoco!

-No me contestaste.

-Besas mejor tú, pero ella tiene mejores tetas

-¡Anda ya! Mis tetas son pequeñitas y duras como piedras. Las vuestras son grandes y fofas.

-A ver, enséñame una teta. No creo que las tengas tan duras.

-¡Más quisieras, aprendiz de tortillera!

-Seguro que las tienes blanditas de magrearlas al masturbarte. ¿O no las magreas?

-¡Las tengo duras!

-Mentira podrida. No las enseñas porque las tienes blandas.

-Vale, te enseño una, pero sin tocar.

-¿Y cómo voy a saber si la tienes dura si no la toco?

-Ok, pero palpar y dejar.

Lidia desabrochó tres botones de la chaqueta del pijama. Le enseñó la teta derecha a su hermana. Era una teta como una manzana reineta con una pequeña areola rosada y un pezón como un grano de arroz. Rebeca, la palpó, y dijo:

-Sí que está dura, sí.

-Te lo dije.

Le pasó un dedo por el pezón, y le preguntó:

-¿La otra es igual?

Le apretó un poquito el pezón. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Lidia.

-Es un poquito más grande

-¿Por qué tiemblas, Flaca?

-Estoy nerviosa.

-Enseña la otra a ver como es.

Lidia guardó la teta izquierda y sacó la derecha. Rebeca se la volvió a palpar y le volvió a tocar el pezón.

-Es un poco más grande, es. ¿Puedo chuparla un poquito?

-¡No!

Rebeca se puso mimosa.

-Un poquito, por fa.

-Vale, sólo un poquito.

El padre de Lidia y padrastro de Rebeca, Leandro, un abogado cuarentón, alto y delgado, iba a darles las buenas noches. Abrió la puerta de la habitación y vio a su hija con los ojos cerrados y a su hijastra chupándole una teta. Cerró la puerta y se fue a su habitación silbando en bajito.

Rebeca metió la teta entera en la boca y se la mamó. Al dejar de mamar, Lidia, sacó la otra teta y se la llevó a la boca a su hermana. Rebeca acabó mamando las dos tetas. Lidia, le dijo:

-Estoy muy mojada, Gordi.

-Y yo, Flaca. ¿Chupas mis tetas?

-La vamos a liar parda si te las chupo. Ya estoy como una moto...

-Lo que estás es como un tren, Flaca.

-¡Bueeenooo! Saca la chaqueta del pijama.

Rebeca se quitó la chaqueta del pijama. Lidia le magreó, lamió, chupó y mamó las tetas a su hermana. Unas tetas grandes con areolas rosadas y pezones como guisantes, Unos minutos más tarde, con las bragas ya empapadas, Rebeca, le preguntó a Lidia:

-¿Vemos el video de las jovencitas, Flaca?

-¿Para qué?

-Seguro que nos da ideas.

-Coge mi PC.

Rebeca cogió el PC... tecleó: "Jovencitas comiéndose el coño" y después pinchó en "Bonitas adolescentes comiéndose el coño". Vieron a dos preciosidades, que de adolescentes no tenían nada, besándose... comiéndose las tetas... y cuando una le comió el coño a la otra, le dijo Lidia a su hermana.

-Estoy mojando la cama, Gordi.

-Y yo. Me voy a tocar. Falta poco para que se corra. Me voy a volver a correr con ella.

Lidia pilló a su hermana en un renuncio.

-¡Te pajeaste mirando este video!

-La curiosidad era muy grande

-¿Lo pusiste para calentarme a mí?

-Sí, para hacer una paja juntas.

Lidia, mirando el video, le dijo:

-No seré yo quien te diga que fue una mala idea. ¡Joder que bien sabe comerla la chavala! Yo ya me hubiera corrido.

Rebeca, le preguntó:

-¿Quieres que te la coma yo, Flaca?

-Quiero.

Rebeca le quitó la parte de arriba del pijama. Las pequeñas y duras tetas de Lidia quedaron al aire. Rebeca, esta vez le lamió y chupó los pezones, y las areolas se las lamió, mamó y chupó. Acabó metiendo las tetas enteras en la boca, primero la izquierda y después la derecha. Se quitaron los pijamas. Lidia, le dijo a su hermana:

-Te la voy a comer yo a ti, Gordi. Después me la comes tú a mí.

Lidia le quitó las bragas a Rebeca. Estaban mojadas, como las suyas. Le comió las grandes tetas, como viera en el video. Lamió el coño pelo, desde el ojete al clítoris y después le trabajó el coño y el clítoris con la lengua tal y como le hiciera la chica del video a la otra chica. Lamiendo de abajo arriba y chupando... Quiso emular tanto a la joven del video que metió una mano dentro de las bragas y se perdió, pues fue tocar el coño empapado y sentir que se iba a correr. Rebeca también estaba a punto.

-¡¡Me voy a correr, Flaca.

-¡Córrete, Gordi, córrete!

-¡¡¡Me corro, Flaca!!

-¡¡¡Me corro, Gordi!!!

Lidia, al correrse, chupó el clítoris de su hermana. ¡Tremendas corridas echaron! Del coño de Rebeca salió un pequeño torrente de jugo que bajó por el cuello de Lidia y descendió entre sus pequeñas tetas hasta caer en la cama. Lucia tenía la mano empapada de jugo. Las dos gemían, temblaban y se sacudían. Los gemidos de la Flaca se ahogaron entre las piernas de su hermana, los de la Gorda se oían fuera de la casa.

En la habitación de al lado, Nieves, la madre de Rebeca y madrastra de Lidia, una mujer rubia, abogada como su marido, de treinta y muchos años, y muy follable, estaba sentada en la cama. Vestía una enagua roja. Leía el HOLA. Se quitó las gafas, y le dijo al marido, que estaba sentado a su lado leyendo el AS:

-¡¿Has oído eso?!

-Debió ser el viento sobre la copa de los árboles.

-El viento no se corre, Leandro. Eran las voces de nuestras hijas.

-Se habrán hecho una paja juntas. Están en la edad.

-¡¿Qué?! ¿Ves bien que nuestras hijas hagan esas cosas?

-¿Tú no las hacías? Es más. ¿No las sigues haciendo?

- Vaya respuesta ¡Tienes unos cojones cuadrados!

-Ovalados ¡Y un empalme de mucho carallo! ¿Follamos?

-¿Quieres follar? Dale la vuelta y métela en el culo.

Leandro se destapó, quitó la verga empalmada y mojada, y le preguntó:

-¿Me la chupas?

-¡Ni en tus sueños!

-¿Nos hacemos una paja juntos?

-No estoy tan salida como tú. ¿Qué viste cuando fuiste a darles las buenas noches?

Leandro, como buen abogado que era, mintió para calentar a su mujer.

-Cuando abrí la puerta de la habitación de Lidia vi que tu hija estaba sentada en la boca de mi hija con las manos agarrando la cabecera de la cama. Movía su culo hacia delante y hacia atrás y alrededor. Sentí el chapoteo de la lengua de mi hija en el coño de la tuya, que le dijo: "¡Me voy a correr, Flaca, me voy a correr, Flaca, ¡Me corro, Flaca!" Tu hija se corrió en la boca de mi hija, gimiendo en bajito, Yo cerré la puerta y volví aquí.

-¿Por eso volviste silbando?

-Por eso.

Nieves hizo amago de levantarse de la cama.

-Voy a llamarles la atención.

-A ver si te agarran entre las dos y te violan.

-Mi hija no me haría eso.

-No sé, no sé, calientes como están. ¿Si tu hija te agarrase por las espalda y mi hija te comiese la boca, las tetas y después el coño, qué harías?

-Eso no va a pasar.

-¿Y si pasase? ¿Abrirías las piernas?

-¿Estás intentando calentarne, Leandro?

-No me contestaste. Al sentir la lengua de mi hija sobre tu clítoris, lamiendo suavecito, suavecito, suavecito... ¿Abrirías las piernas para que te limpiase con su lengua el jugo del coño?

-¡Que hijo puta eres!

Leandro le metió la mano dentro de las bragas y se encontró con el coño mojado de su mujer. Le lamió una oreja, y con dos dedos dentro de su coño, le volvió a preguntar:

-¿Las abrirías?

Nieves, cerró los ojos, besó a su marido, le cogió la verga y meneándola, le respondió:

-En mis fantasías, sí.

-¿Ya te corriste así?

-Sí.

-¿Te corriste en su boca?

Nieves ya besaba a su marido y respondía susurrando.

-En la suya, no.

-¿En la de quién te corriste mientras te hacías una paja?

-En la de Anastasia Steele, la de 50 sombras de Grey.

-¿Quieres que te coma el coño?

-Siiii.

-¿Me meto entre tus piernas o subes y me lo das a comer.

-Subo. Apaga la luz y no digas ni una palabra mientras me la comes.

Leandro apagó la luz. Nieves se quitó la enagua y las bragas. Sus grandes tetas, con areolas marrones y grandes pezones quedaron al aire en la oscuridad. Leandro se las magreó con una mano y con la otra se masturbó. Nieves le puso el coño mojado en la boca y le folló la lengua... A veces le ponía las tetas en la boca para que se las mamase, después volvía a ponerle el coño en la boca... Llegó un momento en que no pudo más, y echándose hacia atrás, dijo:

-¡¡Bebe, Flaca, bebe!!

Leandro, al saber que se había corrido pensando en su hija, lejos de enfadarse, se corrió soltando un chorro de leche que fue a parar a la espalda de Nieves.

Lidia, la Flaca, a la que le estaba comiendo el coño Rebeca, estuviera oyendo los gemidos de Nieves. Cuando sintió que decía su apodo al correrse, a su mente vino la cara de su madrastra, y exclamó:

-¡¡Bebe tú, golfa!!

Entre gemidos y temblores tan grandes que parecía que se iba a morir, Lidia se corrió y le llenó de jugo la boca a su hermana.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.

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