Nuevos relatos publicados: 6

Vivan los tríos

  • 6
  • 16.667
  • 9,31 (35 Val.)
  • 1

En mi adolescencia tuve un encuentro homosexual con un amigo. Nos masturbábamos e intentamos penetrarnos en varias ocasiones infructuosamente. Éramos tan idiotas que no se nos ocurrió proveernos de lubricante, ni siquiera recurrir a la saliva, y a falta de penetración, tampoco se nos ocurrió mamarnos la verga.

Me gustaba sentir su verga dura en mis manos y desde luego las caricias que él prodigaba a la mía. Me quedé con las ganas de sentir su verga clavada en mi culo y se convirtió en "una asignatura pendiente".

Me casé, tuve hijos y un buen día surgió en mi mente la idea de que alguien se cogiera a mi esposa.

Mientras estábamos calientes cogiendo, le soltaba suavemente al oído, si no le gustaría otra verga. Por su educación en escuela de monjas, estas recurrentes proposiciones la escandalizaron, pero mi constancia logró vencer su resistencia. En nuestras sesiones de sexo, siempre aparecía "una verga" y su curiosidad hizo que me preguntara detalles sobre este órgano.

Un buen día logré que aceptara tener otra verga en nuestra relación. Pensé en recurrir a aquel amigo con quien tenía la confianza suficiente para ofrecerle a mi esposa.

Lo comenté con ella y naturalmente tuve que ponerla al tanto de mi experiencia adolescente. Me sorprendió que ella considerara que siendo homo sexual a lo mejor lo que deseara fuera cogerme a mí y para mi mayor sorpresa, me dijo "si lo que queremos es otra verga en nuestra relación, da lo mismo que sea para mi o para ti, que te parece?"

Busqué y encontré a aquel amigo y abiertamente le propuse que se cogiera a mi esposa. Me confesó que era homosexual declarado y que ni le interesaban, ni le gustaban las mujeres, pero que le encantaría que reintentáramos penetrarnos.

Mi esposa se calentó, al 100 cuando se lo conté y me pidió que fuera a verlo pronto, para que tuviéramos tema real sobre el cual hablar mientras cogíamos.

Fui a verlo e intentó besarme en la boca, lo cual me desagradó. Sentí una contradicción que rechazara sus besos pero no su verga en mi mano y en mi boca, y con suerte dentro de mi culo. Cuando saque su verga del pantalón, me sorprendió muy gratamente ver el tamaño, pero sobre todo el grosor de aquella verga que conocí cuando era de tamaño semejante a la mía. Mi primer impulso fue metérmela a la boca y sentir la suavidad de la cabeza y la dureza del tronco. Debo haberlo hecho muy bien pues en un par de minutos estaba echando semen que tuve que tragar para no vomitar.

Ya tenía material para darle una buena cogida a mi esposa. Cuando llegué a casa la encontré preparada para coger, le encantó mi experiencia y me pidió que fuera otra vez para repetir la mamada e intentar que me la metiera. Lo fui a ver varias veces con la misma intención y por más que lo intentamos, ahora sí, con lubricante abundante, no logró metérmela porque simplemente no me cabía. A lo mucho me metió la mitad de la cabezota y era suficiente para que lanzara chorros de semen dentro de mi culo y me lo dejara escurriendo.

El relato de lo que había sucedido y el sabor del semen, hacían que mi esposa se viniera varias veces disfrutando a su "puto" esposo. Yo quería que esa verga, se cogiera a mi esposa, quería verla ensartada en ese portento de verga y le insistía a mi amigo que se la cogiera.

Un día me dijo que tenía un amigo que se prestaría para nuestra fantasía. Nos lo presentó y dejé que mi esposa hiciera su labor. No tardó mucho en compartir conmigo que aquel prospecto había caído en sus redes y que ya la había invitado a ir a un motel. Se la cogió varias veces y cuando llegaba bien cogida a casa, yo le daba las verguizas más intensas de nuestra vida.

Una tarde que ella se fue a coger con el amante, fui a ver a mi amigo para agradecerle que nos ayudara a lograrlo. Sabiendo que se la estaban cogiendo y con la calentura de estar con mi amigo el vergudo, empecé por sobarle la verga sobre el pantalón, se la saqué y me prendí a mamarla con todas mis ganas me pidió que parara porque me tenía una sorpresa. Me preguntó cuánto deseaba que me la metiera y le dije que era algo que estaba en mi mente desde hacía mucho. Me desnudó y acariciándome las nalgas, empezó a untarme en el culos una pomada que me dijo era desensibilizante para que no me doliera y pudiera metérmela. No si esfuerzo, logró lo que ambos deseábamos, me estaba cogiendo y su verga entraba y salía de mi culo sin dolor, pero por acción de la pomada no me producía ningún placer, aparte del gusto que me dio haber concluido aquella asignatura pendiente. En un par de minutos estaba bufando al llenarme el culo con su venida.

Esa noche, gozamos en pareja los dos "cogidos" y nos ofrecimos repetir varias veces más y simultáneamente las penetraciones que teníamos en mente. Una tarde que fui a recibir mi ración de verga y viendo su tamaño, le pedí que me dejara traer a mi esposa para que nos cogiera a los dos.

Creo que esta proposición le movió la curiosidad y aunque no me prometió que se la cogería, era para él otra experiencia, al cogerse al marido con la esposa de espectadora. Nos ofreció un par de tragos y sentados en su sala empezamos a sobarnos las vergas delante de mi esposa que abrió los ojos cuando la saqué del pantalón y se la mostré en plena erección. En un momento se la estábamos mamado entre los dos y mi mujer no podía creer el grosor de aquella verga. Me dijo al oído que la lastimaría y le repliqué que si me la había metido por el culo, bien podría ella aguantarla y disfrutarla.

Le pedí a mi amigo que se recostara en el sofá mientras se la mamábamos y cuando la tenía bien parada, le pedí a mi esposa que se montara y se la metiera. La cara de mi esposa se transformó, era difícil saber si le dolía o si le estaba produciendo un intenso placer. Empezó a cabalgar sobre aquella verga y se vino con gritos de placer. Me sorprendió la duración de esa verga sin venirse. Conmigo, se venía en poco tiempo.

Le pidió a mi esposa se desmontara y me cediera su lugar, porque quería venirse. Ahora yo me monté y dejé que la verga se deslizara hasta adentro, con la lubricación de la vagina de mi vieja y con la verga profundamente clavada en mi culo, inicié un movimiento de mete y saca y pronto empezó a lanzar sus habituales chorros de semen que mi culo agradecido recibía con placer.

Esa noche fue de locura en nuestra cama, nos felicitamos de habernos permitido toda esa serie de desviaciones sexuales que tanto placer nos estaban brindando y nos ofrecimos jamás abandonar ese modelo de vida.

Con esta placentera experiencia aprendí: 1 que no me produce placer tener una verga clavada en el culo 2 que me gusta mucho que se cojan a mi esposa y 3 que lo mejor de la vida es cogerte en trío a tu esposa. Vivan los tríos!!

(9,31)