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Adriana, una mujer multiorgásmica (II parte)

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Después de 26 años, por fin un hombre encontró en mí, a la mujer sexual. Buscó la oportunidad y el espacio para iniciarme sexualmente, consiguió con sus manos y su boca, llevarme al delirio de un fabuloso orgasmo, como nunca lo había tenido. Supo mantener la calma, al momento de verse atajado en su intento de poseerme, respetando mis temores y tabúes, con la promesa, de que habría otra oportunidad donde yo misma le pediría, tomar mi virginidad.

Como les platique en mi anterior relato, soy una mujer bajita de estatura, sumamente delgada, pequeñas bubíes y muy plana de caderas y nalgas. Aun así, llena de deseos sexuales, “sufro” de una ultra sensibilidad en mis partes íntimas, que provocan que fácilmente logre llegar a uno o varios orgasmos, además estos tienden a ser largos e interminables. Aunque para muchas esto puede parecer la gloria, la verdad es que conlleva una serie de problemas, más de carácter emocional que físicos.

Después de ese primer encuentro con un hombre, disfrutando en mi recamara de un merecido descanso después de tan extenuante experiencia, trataba de poner mis pensamientos en orden, deseaba vehementemente perder mi virginidad, pero jugaba en mi contra, la fuerte y cerrada educación a la que había sido sujeta. Temía que al dejarme llevar por el deseo más que por la cordura, terminara por causarme más daño que placer. Jamás había visto a un hombre desnudo, pero sabía, por lo que había leído, sus proporciones viriles. Es más, había visto y sentido, el pene oculto de Guillermo, y aunque me inquietaba el pensar en cómo sería esa primera intrusión, debo reconocer que la deseaba ávida y morbosamente.

Después de algunos días, Guillermo me invito a ir un fin de semana a visitar a su hija, faltaba poco para un fin de semana largo y podríamos aprovechar para ir a verla y también para pasar una o dos noches para nosotros. Moría por aceptar, pero había que buscar la excusa perfecta, para salirme de mi casa y del control de mis padres por tres largos días.

La solución, me la dio la misma empresa, al pedirme que fuera a visitar a nuestro mejor proveedor, en un viaje de dos días. Esto abrió la puerta, para que mis padres supieran, que, dentro de mis nuevas actividades, estaría visitar proveedores y que aprovecharía los viajes en los días cercanos a los fines de semana, para viajar y conocer nuevos lugares.

Así que, llegada la fecha, con mi maleta lista para pasar cuatro días fuera de casa, con nueva ropa, especialmente comprada para la ocasión. Guillermo y yo, iniciamos el viaje, apenas saliendo de la oficina.

Nos fuimos directo a casa de su madre y su hija, para llegar poco después de anochecer. La mama de Guillermo, una señora mayor de 60 años y su hija Jazmín, de unos 8 años, nos recibieron con gusto. A mí, me ofrecieron la recamara de la señora para dormir y ella se quedaría con su nieta, mientras Guillermo dormiría en la sala. Después de acomodarnos, pasamos a cenar y después a la sala a platicar, hasta que la niña se quedó dormida, por lo que la señora y la niña se fueron a su habitación. Yo espere a Guillermo, solo para despedirme, pero antes de esto, el aprovecho para agradecerme que lo acompañara, con un beso en la boca, y un abrazo ardiente, que provocaron inmediatamente a mi cuerpo, sin esperarlo siquiera, empecé a disfrutar de una humedad y un placer que provocaron algunos gemidos que enardecieron a mi pareja. Afortunadamente la ropa y la cercanía de su madre, evitaron que Guillermo deseara ir a más, soltándome para poder retirarme a mi cuarto.

Mientras me desvestía, podía imaginarme aquella polla que se tallaba entre mis piernas y solo pensarlo humedecía todavía más, mí ya húmeda cuquita. No pude dormir, pensando y deseando que mi amante entrara en la noche, para culminar aquello que había empezado. Por lo que toda la noche la pase completamente húmeda.

Al día siguiente en la mañana, al saludarlo no pude menos que comentarle, que lo había estado esperando toda la noche y que deseaba ardientemente su compañía. Durante el día, él se dedicó por completo a su hija, mientras su madre y yo platicamos sobre mi relación con su hijo y algo sobre la mamá de Jazmín. La señora solamente sonrió, cuando le explique que su hijo y yo solo éramos compañeros de trabajo, hasta llego a sugerirme, que, si así lo deseábamos, Guillermo y yo podíamos compartir la habitación, que por ella no había problema.

Al llegar la noche, aproveche para tomar un baño y lavar las braguitas usadas, dejándolas tendidas dentro de la regadera. Por lo que me puse una pequeña y sexy tanguita y mi pijama de dormir. Lo que no contaba, es que Guillermo también entro a bañarse al término de la cena. Por lo que estaba segura, se daría cuenta, del tipo de ropa que traía.

Al salir, vestido únicamente con un short y una playera, empezamos a jugar un juego de mesa entre los cuatro, mientras el juego avanzaba, con mucha cautela, Guillermo llevó una de sus manos a mi pierna, iniciando un rico masaje a lo largo de mi muslo, subiendo cada vez más, hasta que logro llegar al punto justo donde ambas piernas se juntan, provocando un pequeño saltito acompañado de un gritito de sorpresa de mi parte. El hecho no pasó desapercibido por su madre, quien en total complicidad con su hijo, le aviso a su nieta, que la hora de acostarse estaba llegando, y que solo habría, algunas jugadas más. Esto lo aprovecho Guillermo, para tomar mi mano y llevarla directamente a su falo, por encima de su ropa. Pero al meter la mano bajo su short, pude advertir, que no llevaba más prenda que el short. No podía dar crédito a lo que estaba pasando, frente a su madre e hija, estábamos tocándonos mutuamente, yo deseaba, que las otras mujeres se retiraran lo más rápido posible, no había miedo de mi parte, más bien había ansia de pasar al siguiente nivel.

Por lo que cuando, su madre e hija, abandonaron la sala y se encerraron en la habitación de Jazmín, sin pensarlo dos veces, aumentamos la pasión de nuestro juego, ahora acompañado de besos y caricias más calientes. Yo ya estaba sumida en un primer orgasmo, por lo que en cuanto pude, le pedí nos encerráramos en el cuarto de su madre y me poseyera inmediatamente, pues no quería que sucediera lo ocurrido en nuestro primer encuentro.

Mientras mi amante cerraba con llave la habitación, yo me desasía de mi ropa de dormir, en lo que Guillermo caminaba hacia la cama, se iba quitando toda su ropa, por lo que antes de acostarse, dejo a mi vista por primera vez, el cuerpo desnudo y la pija erecta de un hombre. Suevamente me recostó, aparto el pequeño pedazo de tela que se interponía entre mi vulva totalmente húmeda y su verga. Abrió mis piernas y coloco una almohada bajo mis nalgas, para de esa manera empezar a encajarme su erecto falo entre mis piernas, al tiempo que taladraba mi casta vagina, una confusión de placer y dolor me invadía, entre mi eterno orgasmo y las convulsiones que en mi cuerpo provocaba, el desfloramiento de mi himen, paso a segundo grado, yo solo deseaba que aquel intruso siguiera encajándose hasta el fondo de mi cuerpo, solo pedía con grititos contenidos que no parara en aquella misión en que se había involucrado. Mientras arreciaba sus movimientos de meter y sacar, yo estaba totalmente perdida en aquel agobiante clímax. Ni siquiera me entere, el momento que abandono mi coño, para vaciarse por completo en mi abdomen y vientre pues los últimos estertores de mi orgasmo, me tenían bloqueada.

Cuando recupere la cordura, lo bese con frenesí, jamás había imaginado que el sexo sería tan exquisito. Pero todavía había más esa noche, me enseño el placer de dar un buen oral y recibirlo, además de tomarme nuevamente, para volverme a llevar al paraíso.

Pero de eso, ya habrá tiempo de platicar.

(9,60)