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A la montaña

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Llegó el domingo, como habíamos planeado nos levantamos pronto para ir a la montaña; en vez del coche cogimos el autobús, ya que allá arriba es imposible aparcar, el transporte iba casi lleno y sólo vimos un asiento libre, yo se lo ofrecí a Laura pero ella lo rechazó entregándomelo a mí, diciendo que ella prefería ir a la parte de atrás, que así podría ver por el ventanal trasero todo el paisaje que dejamos atrás y las mochilas allí no molestarían a nadie, mi sitio estaba situado en mitad del vehículo, desde ahí y con toda la gente no podía ver a mi esposa, encima, en cada parada iba subiendo más y más peña.

El sueño se apoderaba de mí, dejándome llevar llegué a un punto en que no estaba ni despierto ni dormido, como si estuviera en dos sitios a la vez.

Mi mujer estaba rodeada por un grupo de chicos de unos quince o dieciséis años, parecían ir al mismo destino que nosotros: ya que uno llevaba una pelota de fútbol y en la montaña había un pequeño campo que servía para esa actividad. Uno de ellos se sentó en el suelo, al lado de mi mujer, por dos razones: una, que el viaje de pié era cansado, y otra, que mi esposa llevaba un vestido corto, holgado y muy fino de tirantes, dando la oportunidad de que se levantara un poco para ofrecer una buena vista de les partes intimas de Laura.

Ella seguía mirando por la cristalera, enseguida el más atrevido se colocó detrás para con el dorso de la mano rozar el trasero de la bella mujer, una leve sonrisa surgió de los sensuales labios de esta, esperaba algo así en un día tan caluroso y aglomerado como este, si el chico pensaba que se daría cuenta y se girara para darle un bofetón se equivocó, ella no le hizo el más leve caso, frustrado por la reacción de ella, probó con más descaro a repetirlo de nuevo pero esta vez con la palma de la mano, pero Laura seguía con la misma reacción, incrédulo, el chico miró a sus amigos que se encogieron de hombros, esta vez utilizando las dos manos agarró el culo de mi mujer y lo apretó para saborear toda su textura, pero ella siguió sin reaccionar, entonces, ya no fueron dos manos solamente las que les sobaban el culo, ella sonrió más aún, le encantaba sentirse irresistible, de pronto, todas las manos cesaron, Laura miró al chico que tenía detrás pero este sólo le sonrió, así que ella volvió a lo suyo hasta que notó como le levantaban el vestido dejando su culito a la vista de todo el equipo, mi mujer para sorprenderlos puso su trasero en pompa y con una mano se apartó las bragas mientras meneaba de derecha a izquierda sus posaderas incitando al chico a una invitación a su interior, bajándose la cremallera sacó su miembro y colocó la punta en la entrada más deseada de una mujer mientras sus amigos hacían una barrera para impedir la visión de los acontecimientos a las demás personas, ella empujó su cuerpo hacia atrás metiéndose aquel gran aparato que tenía un crío de dieciséis años, para después soltar un disimulado alarido.

El que estaba en el suelo comenzó a masturbarse con un primer plano de la escena, mientras, el afortunado empezó a bombear para satisfacer los deseos de la bella dama, la cual disfrutaba del placer que le daba aquella polla, hasta que llegó a sentir el ardiente esperma inundarle el interior, el chico que acababa de eyacular se la sacó de su coño y se abrochó los pantalones, ella se bajó el vestido pensando que ya había terminado, pero otro miembro del equipo la cogió de las caderas para ponerla en la posición adecuada, le volvió a subir el vestido y le bajó las bragas, Laura esperó sentir la nueva polla en su coño pero este eligió otra entrada poniendo la punta de su pene en el ano de mi mujer, mi esposa prefería el primer agujero pero si el chico quería entrar por ahí ella lo ayudaría abriéndose las nalgas con ambas manos para facilitar la tarea, el chico empujó con todas sus fuerzas, sin importarle el hacerle daño a Laura, esta se mordió el labio inferior para reprimir un grito, mientras que el chico que estaba sentado alargó el brazo libre y le metió un dedo en el coño, después dos y hasta un tercero. Cuando el enculador terminó eyaculando en el recto de mi mujer, esta fue a por el chico que hacía maravillas con los dedos, sentándose encima de su polla le agarró la cara ofreciéndole su boca para que le metiera la lengua y se fundieran en un fogoso morreo, el chico se corrió en el acto dentro de Laura, la cual lo agradeció susurrándole:

-Tu polla ha sido la más sabrosa hasta ahora, si nos volvemos a encontrar me la meteré en la boca para que veas lo bien que la chupo, ahora debo desahogar al resto de tus compañeros.

Dicho esto se levantó adoptando la misma postura que antes y se subió el vestido para dar paso al siguiente chico. Uno a uno todos se desahogaron con ella y cuando llegamos a la parada se despidieron besándola en la boca.

Hacia las diez de la mañana, nos encontrábamos caminando por un sendero que unía la cima de una colina con otras. El apetito llevaba ya más de un cuarto de hora haciendo estragos en nosotros, buscábamos un sitio donde almorzar desde hacia rato, y no encontrábamos ninguno lo suficientemente apropiado. De pronto, nuestra vista localizó una casucha que parecía abandonada, y Laura propuso instalarnos allí para almorzar. Aligerando el paso no tardamos en llegar: la casa no era muy grande, parecía tener dos plantas; la puerta de la entrada estaba entreabierta y hecha pedazos por el paso del tiempo, entremos en lo que parecía el recibidor, a la izquierda lo que antaño era una cocina, a la derecha el pequeño salón, y en frente unas escaleras que daban acceso a la planta de arriba, a su lado una habitación pequeña que podría haberse utilizado como cuarto trastero o de almacenamiento.

Mi esposa insistió en subir a la planta de arriba, y llegamos a un pasillo que parecía distribuir los dormitorios, entramos en el primero a la izquierda que encontramos: totalmente vacío de muebles, pero no tan sucio como la planta de abajo, parecía el sitio apropiado para el almuerzo, íbamos a descargar los bultos, cuando de repente sentimos una voz:

-¿Qué hacéis aquí? –con rapidez nos volvimos y vimos a un par de jonkis que nos observaban con desconfianza.

-Sólo buscábamos un sitio para almorzar –dijo Laura.

-¿Sólo eso? –dijo uno de ellos.

-Sí –contesté.

-Pues venir con nosotros, acabamos de empezar a almorzar.

Los jonkis entraron y nos llevaron a otra habitación, donde habían hecho un pequeño fuego, a un lado había un colchón viejo, y había dos tipos más sentados alrededor del fuego, rodeados por unas cuantas botellas de licor: unas llenas; otras vacías.

Se nos presentaron uno a uno, pero no nos dieron sus verdaderos nombres, pues eran apodos.

-¿Por qué no compartimos los almuerzos?, nosotros sólo almorzamos alcohol, pero lo podemos compartir –dijo el que parecía el cabecilla, llamado el flecha.

No nos negamos, ya que no era buena idea cabrear a nuestros anfitriones; así que nos sentamos alrededor del fuego y vaciamos las mochilas. Al principio comíamos y bebíamos, pero la bebida era más abundante y al final sólo bebíamos. Una hora más tarde ya íbamos medio morados y estamos contando anécdotas, cuando uno dijo:

-¡He, parejita!, ¿Por qué no nos hacéis una actuación?

-¿Una actuación? –pregunté.

-Sí, que es que hace dos semanas que nos echaron de los locales en los que nos dejaban entrar, y tenemos ganas de ver una escena porno en vivo –contestó.

-Sí, buena idea, ¿por qué no echáis un polvo ahí en el colchón? –dijo el flecha.

Mi mujer y yo nos miramos medio borrachos como íbamos, y no nos pareció mala idea, Laura, extendiéndome la mano me ayudó a levantar, nos acercamos al colchón y nos desnudamos. Una vez en pelotas Laura se arrodilló y me la empezó a chupar, los jonkis la vitorearon, al cabo de un rato comenzaron a pedirnos cosas –tócate las tetas Laura, magréatelas- , mi mujer hizo lo propio con sus pechos mientras me la mamaba.

-¡así guarra!, ¡ahora mastúrbate!

-¡Así tía, así! –Gritaban todos -¡vamos tío, túmbala en el colchón y fóllatela!

Mi esposa se separó de mí, se tumbó, abrió las piernas, y me hizo un gesto con el dedo pare que me acercara, me acosté encima de ella, esta introdujo su mano entre nuestros sexo y ayudó a mi pene a encontrar su deseada entrada vaginal, después, retiró la mano para aferrarse al colchón mientras yo empezaba a bombear, nuestros amigos rieron y brindaron a nuestra salud observándonos, al cabo de unos minutos los gemidos de mi mujer comenzaron a adquirir fuerza.

-¡Aaaaaaaaaa, así, así! –Decía Laura-¡Máas, oouuuu, máaaaaas!

-¡Me voy a correr, me corro Laura!

-¡Dentro, dentro!, como a mí me gusta, ¡así, así, más, aaaaaaaa!

Mí polla explotó con un chorro de leche que derramé en su interior mientras ella jadeaba de placer. Una vez acabé, aquellos tíos me pidieron que me sentara a brindar con ellos, y así lo hice, después, el flecha se levantó y fue hacia mi mujer con una botella en la mano diciendo:

-Ella también querrá un trago –se agachó junto a Laura que seguía desnuda en el colchón y le dijo – ¡abre la boca preciosa!

Entonces, comenzó a derramar el contenido sobre los sensuales labios de mi mujer, esta tragó el líquido sin parar. Como una broma siguió vertiendo aquel elixir sobre su cuerpo, empapando su cuello, sus pechos y su ombligo mientras reía.

-¡he, te lo vas a beber todo!, ¡ja ja ja, puedo beber de aquí! –dijo señalando uno de sus pezones.

Laura le sonrió, y el tipo se agachó para lamerle los pezones -¡que rico!- decía entre lametones, entonces, dejó la botella a un lado, se levantó y comenzó a desabrocharse los pantalones para después sacar su polla.

-¡he, tío, me dejas probarla a mí! –me preguntó.

Yo sólo levanté mi botella como brindando a su salud -¡vamos a disfrutar un poco!- le dijo a mi esposa mientras ella se abría de piernas, el flecha se echó encima, y con la mano ayudó a su polla a encontrar la entrada del coñito de mi mujer, y así comenzó a fallársela mientras los demás brindábamos y reíamos sin cesar.

-¡Qué chochito tienes tía! –decía el flecha mientras se la beneficiaba.

-¡Me encanta… que los… hombres… me metan… su polla… y me… den… gustito… ahí… abajo!-decía Laura entre jadeos.

-¡Pues aquí ahí muchas pollas para tu rajita!

-¡Sí… todas para… mí… las quiero… todas… todas… todas… dentro… de mi… coñito, así… dame… tu leche… dame… la… asíiii!

-¡tómala, tómala, Aaaaaaaa!

El flecha se empezó a correr dentro de mi mujer, esta lo recibió con un prolongado alarido de placer. Después de descansar unos segundos encima del desnudo cuerpo de mi esposa y con la polla aún dentro de ella, le dijo que necesitaba un trago, se levantó y ayudó a Laura a incorporarse, con una mano acariciando su suave culito se acercaron a nosotros, él se sentó a mí lado y le ofrecí mi botella, ella aún de pie le pidió a otro que le dejara beber, este le dijo que tendría que ganarse el trago, mi mujer se arrodilló a su lado, le sacó la polla y después se sentó encima de ella de cara a él metiéndosela hasta el fondo, así comenzó a cabalgar. La visión del la espalda de mi mujer contorneándose con aquel desconocido pene dentro de sus entrañas me excitaba, y todos los que estábamos allí actuábamos con naturalidad; como si eso fuera normal.

-Tú si que sabes ganarte un trago guarra –le decía el tipo a mi esposa mientras levantaba la botella en alto, Laura echó la cabeza hacia atrás y abrió la boca para recibir el anhelado elixir, este comenzó a derramarse por su cuello y sus pechos, pero mi mujer no dejó de cabalgar.

-Pues si te a gustado mi coño, espera a probar mi boca –dijo ella una vez saciada su sed.

-No puedo esperar a eso, se buena y ponte a cuatro patas.

-¿Quieres que te la chupe ahora?

-Sí nena, pero deja que mi amigo te dé por el culo, que es lo que más le gusta, así recibirás una ración de polla por las dos bandas.

-Eso suena divertido –dijo mi esposa saliendo de encima para ponerse a cuatro patas ofreciendo su culo al tipo que quería disfrutar de su trasero.

La primera polla entro en su boca, el tipo la tenía agarrada por la cabeza, la segunda atravesó con fuerza su ano, el flecha, yo y otro hombre nos divertíamos viendo a mi mujer follando con nuestros amigos, Laura emitía extraños sonidos de placer, los dos hombres la sujetaban con fuerza, la estaban penetrando con dureza y sin miramientos, al cabo de un rato, el primer hombre hizo una mueca de gozo, se estaba corriendo en la boca de mi mujer, derramando la leche en su garganta, parte del semen caía de sus labios. Una vez hubo terminado, retiró su polla y le pidió a Laura que la limpiara con la lengua como si de un helado se tratase, mi mujer comenzó a lamerla todo lo bien que pudo de abajo a arriba, el tipo que observaba con nosotros se levantó, dirigiéndose hacia mi esposa se sacó el miembro, luego, apartó a su colega alegando que ya se la había chupado bastante y que le tocaba a él, el primer hombre le cedió el sitio sin rechistar y el nuevo integrado en el show le dijo a la mujer que le iba a dar placer:

-Vamos gatita, chupa esta ahora –Laura siempre obediente hizo lo propio, el tipo no tardó en agarrarla del pelo para echar su cabeza hacia atrás obligándola a abrir la boca –Ahora saca tu lengua.

El hombre comenzó a masturbarse con el glande apoyado en la lengua de mi esposa, el que se estaba follando su culo se divertía apretando sus nalgas, y no pasaron más de cinco minutos cuando llegó la doble gran explosión, el tipo que había disfrutado del maravilloso ano de mi mujer comenzó a correrse en su recto, mientras que su compañero vertió en la lengua de Laura todo el semen que tenía almacenado en los huevos – ¡trágatelo! –le dijo, para después meterle su polla hasta la garganta, con la intención de que la hermosa mujer le succionara hasta la ultima gota, y así lo hizo…

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