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Una madre muy puta, con mi amante y mi hijo

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Enrique me había venido a visitar como lo hace todos los viernes, nos tomamos unas copas y como cada viernes, lleve a Enrique a mi alcoba, lo senté en el pequeño sofá y me hinque entre sus piernas y comencé a desabrochar su pantalón, hasta que su verga apareció, la tome con mi mano y comencé a acariciarla, aún estaba algo encogida, así que lentamente la fui frotando hasta que adquirió un tamaño considerable, cientos de veces he visto la verga de Enrique, pero no deja de gustarme, su piel morena me fascina, y la manera en que sus venas se le marcan me enloquece, la continué acariciando durante algunos minutos más, hasta que se puso completamente dura, como a mí me gusta, acerque mi cabeza hacia ella y lentamente separe mis labios y comencé a tragármela y de inmediato un calor inundo mi boca, lentamente comencé a subir y bajar mi cabeza, y después de unos segundos, aquel pedazo de carne se puso bastante duro, parecía como si me estuviera tragando un pedazo de metal caliente, la saque de mi boca durante unos instantes, la sujete con mi mano y la sacudí un par de veces más, y después pose mi lengua sobre sus genitales y comencé a subirla lentamente, tratando de recorrerla por completo, para ese momento, Enrique había reclinado su cabeza en el respaldo del sillón, se veía que lo estaba disfrutando tanto como yo, continué tragando su verga durante unos minutos más, en ocasiones sentía que me atragantaba y la sacaba de mi boca unos instantes, tomaba aire y la volvía a tragar, pero de pronto, escuche como se abría la puerta, mire de reojo y alcance a ver a mi hijo observándome fijamente, subí mi mirada para ver si Enrique se había dado cuenta, pero no, el seguía con los ojos cerrados, disfrutando de mi boca, voltee de nuevo y me di cuenta que mi hijo se estaba tocando, era de esperarse, a sus 18 años, con la hormona a flote, y ver como su madre disfruta de sus amantes, que se podía esperar, así que lo deje mirar y continué lamiendo aquel hermoso pedazo de carne, sinceramente no podía parar, estaba ya tan duro y caliente, que después de unos minutos, Enrique comenzó a gemir y de pronto, sentí como su caliente semen inundaba mi boca, varios chorros se impactaron contra mi paladar, comencé a ahogarme, pero tengo bastante experiencia en esto, así que solo me quede quieta, me relaje y comencé a tragarlo lentamente, sentía como resbalaba por mi garganta y llegaba hasta mi intestino, como si se tratara de miel caliente, instantes después, el miembro de Enrique se fue apaciguando lentamente, comencé de nuevo a subir y bajar mi cabeza, hasta que aquel enorme pedazo de carne fue perdiendo fuerza, lo saque de mi boca, le pase la lengua un par de veces hasta dejarlo limpio y le dije a Enrique que me esperara, el solo contesto con un gemido, me levante y mi hijo ya no estaba, limpie el semen que escurría por mi barbilla y salí de mi alcoba, entre a su cuarto, la luz estaba apagada, pero alcance a distinguir que estaba en su cama, camine hacia él y me senté en la orilla de su cama y en voz baja le dije,

- ya te dormiste?

- lo volviste a hacer de nuevo Cristina,

- sabes que así recibo a mis novios,

- no me refiero a eso,

Su respuesta me pareció extraña, así que le pregunte,

- entonces que hice?

- me volviste a excitar.

No era la primera vez que le provocaba una erección a mi hijo, y sabía bien lo que él quería, lentamente metí la mano bajo sus cobijas, hasta que llegue a su entrepierna y de inmediato sentí un enorme bulto bajo su bóxer y comencé a frotarlo, su cuerpo de inmediato reacciono a mis caricias y aquel bulto se hizo más grande, retire la cobija y sujete su bóxer con ambas manos y lentamente se lo baje, dejando salir su juvenil miembro, lo tome con una mano y comencé a frotarlo, y en pocos segundos, su verga alcanzo un tamaño bastante considerable, sin duda era muy diferente a la de Enrique, era más corta, pero también un poco más ancha, lentamente acerque mi rostro hasta que mis labios rozaron su glande, el pego un ligero brinco al sentir la caricia, me aparte un poco y le dije.

- no te muevas, déjame complacerte,

Volví a bajar mi cabeza, saque mi lengua y comencé a recorrerlo lentamente, su miembro estaba bastante caliente y note algunos restos de semen alrededor de su glande, eso me hizo pensar que ya se había masturbado antes, pero también me hizo sentir culpable, el saber que mi hijo había derramado su leche mientras me veía con Enrique, así que sin pensarlo, metí su verga completamente a mi boca y comencé a subir y bajar mi cabeza de forma rápida, cada segundo que pasaba, la verga de mi hijo, crecía mas y mas, al grado que en ocasiones se me dificultaba respirar, pero no me incomodaba eso, por el contrario, trataba de mantenerla dentro de mi boca lo mas que podía, y le pasaba la lengua de arriba hacia abajo, a pesar de que aun tenia restos del semen de Enrique en mi boca, podía distinguir el sabor del semen de mi hijo, y también no lo creía, había terminado de deslechar a mi amante y ahora a mi hijo, de verdad era una puta, una madre muy puta, continué subiendo y bajando mi cabeza, y mi hijo ya había comenzado a mover su cadera de un lado hacia otro, eso era señal de que estaba dándole una buena mamada, hasta que después de unos minutos así, sentí como su verga se hinchaba bastante y de un momento a otro, comenzó a venirse, no me aparte, y comencé a tragarme el semen de mi hijo, este estaba aun mas caliente que el de Andrés, pero la cantidad fue menor, espere a que terminara y lentamente me fui apartando,

- te gusto hijo?

- claro que si, ese novio tuyo debe de ser muy feliz,

- claro hijo y quiero que tú también lo seas, sabes que me tienes para complacerte cuando quieras, ahora duérmete,

Salí de su cuarto así como había entrado, cerré la puerta y me fui al baño y me di cuenta que tenía aun semen en mis mejillas y en la comisura de mis labios, lo limpie con mi dedo y después lo metí a mi boca, me enjuague y después volví a con Andrés a mi alcoba, el aún estaba sobre el sofá, completamente dormido, lo lleve a la cama y después me acosté junto a él, me sentía satisfecha.

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