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Simplemente Patricia

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Patricia, madura de unos 55 años, mide 1.60 con unos pechos grandes y naturales y un culo grande y bien parado. Ella es la mujer de mi patrón un señor que a sus 49 años, lo empezó todo esto fue que el regreso de una novia del pasado empezó a descuidar a Patricia, tenían discusiones peleaban muy seguido cuando era eso no se hablaban, pero cuando estaban de buenas era otro rollo se la pasaban fajándose por todos lados en el negocio tenemos una bodega y ahí está la oficina del patrón ahí puso un sofá cama y cuando estaban bien se metían a la oficina y le daban rienda suelta a la pasión solo se oían los gemidos de ambos.

El día que empezó esto fue un día en el que ellos estaban cogiendo en la oficina y yo fui a sacar algo de la bodega cerca de la oficina y al pasar cerca vi a Oswaldo así se llama mi patrón ajeno a todo, lo que no sean los melones de Patricia no deja de lamerlos, mordisquearlos, sobarlos y ella con la cabeza echada atrás, yo estaba en la ventana viendo sin dejar de mirarle las tetas y la entrepierna, ella se encontraba completamente desnuda le restregaba una y otra vez sus tetas por el rostro, se los lamia con vehemencia, agarrando con una mano los duros glúteos, amasándolos con fuerza. Subiendo poco a poco, restregando su pene erecto por el interior de los muslos, el vientre y la entrepierna de ella, buscando la entrada a su vagina y una vez la ha penetrado, jadeando, aprovecha la ocasión y no para de subir y bajar, de subir y bajar frenéticamente sus caderas y su culo, de friccionar insistentemente su verga erecta por el interior de la vagina poco a poco incrementan su volumen de placer, a pleno pulmón ante las frenéticas cabalgadas.

Es ella la primera en correrse, pero enseguida Oswaldo la sigue que también grita desahogando su deseo permanecen un rato sin moverse, él encima de ella, con su pene dentro, aún fatigado después de un rato extrajo su flácida verga de aquel grato aposento, y abandono su preciada monta, Patricia tomo las pantaletas negras y con desenfado se las puso, tomo su sostén al tono de sus pantaletas ahora estaba arreglada lista para salir al trabajo traía un vestido verde bandera bien ceñido.

Los días transcurrieron dentro de una calma aparente pero yo al recordar esto la excitación iba creciendo y sus pensamientos iban adquiriendo aplomo.

Patricia se estremeció al sentirse taladrada por mis lubricas miradas, intento concentrarse en sus labores, en un momento ella siguió despreocupada más de pronto sintió las miradas de fuego que yo le dirigía en un momento volteo solo para comprobar que en efecto era seguida por mis lívidas miradas.

P: ¿Por qué me miras así?

J: ¿cómo, es que no puedo mirarte?

P: si pero no de esa forma me pones nerviosa

J: ¿Por qué?

P: me haces sentir desnuda

J: o te acostumbras o tendré que sacarme los ojos

P: solo te pido que no mires así

J: si supieras cuanto daría por no verte de esta forma

P: calla julio estás diciendo necedades

J: lo que tú digas pero también estoy siendo sincero, al verte pasar me obsesione y cuando caminabas hacia mi te veo caminar desnuda con tus pechos pendiendo libres al aire y tu sexo cubierto de pelos provocando mi deseo, lo siento no puedo verte de otra forma

P: lo que pretendes no puede ser y lo sabes

J: eso lo dirá el tiempo nadie sabe lo que pueda pasar

P: será mejor que la relación entre nosotros se limite a lo mínimo hasta que deseches esas absurdas ideas.

J: te advierto que es en serio, estoy enamorado de ti no tienes idea cuanto te amo.

P: Por todos los cielos no digas eso, estas confundido

J: no estoy confundido sé lo que quiero, durante muchas noches no he podido dormir por estar pensando en ti

P: entiendo que para ti sea fácil decir eso para mí… no, mejor me voy no quiero seguirte escuchando

J: Como quieras mi amor al rato nos vemos porque esta charla aún no termina

Los días transcurrieron dentro de una calma aparente a pesar de la relación poco amistosa sobre todo de Patricia. Sólo con mirarla un par de minutos en según qué circunstancias me provoca una erección incontrolable, así después de pasar largas horas pensando en el asunto ella no sería capaz de hacer algo Patricia era un manjar exhibiéndose frente a un hambriento, eso me estaba volviendo loco, las cartas estaban sobre la mesa quizá debía acosarla con más decisión, mas no quería forzarla quería una entrega voluntaria.

Así pasamos un mes, sin que el ambiente mejorara pero un día me dio los buenos días como si nada y me sonrió como siempre hacía creí que había vuelto a recuperar el control ya había pasado toda aquella escena, había quedado atrás, un domingo Me invitaron a desayunar a su casa llegue antes de la hora ella todavía no se arreglaba y él había salido a correr así que me recibió ella al abrirme la puerta la vi iba vestida con un pequeño pantalón de pijama y una ancha camiseta nos dirigimos asía la cocina donde estaba prepararnos un buen desayuno, yo estaba sentado en una de las sillas de la mesa de la cocina y mi perspectiva era más que excitante al estar de espaldas a mí, la visión de su culo era espectacular, ya había empezado a acariciarme mi erecto miembro por encima del pantalón, que cada vez me notaba más ajustado me fui directo a ella con el pretexto de ayudarla, pero lo que hice fue ponerme detrás suyo la abracé por detrás apretándole el culo con mi brutal erección mientras que colé mis manos por dentro de su camiseta y le agarré con fuerza las tetas

J: Mmmm, ¿en qué puedo ayudarte?

Ella, no sabía que hacer yo seguí así hasta que me bajé el pantalón y el calzoncillo y comencé a restregarle mi verga por encima de su pijama

J: Joder Patricia que buena estás -no pude evitar decirle.

Ella se giró rápidamente con una cara de enfado que pocas veces le recordaba ¡Plas!, me dio un bofetón con ganas en ese instante oímos llegar a Oswaldo dijo que se iba a duchar y se metió en el baño que tienen en su cuarto me subí el pantalón y el calzoncillo raudo y veloz después que salió de ducharse nos sentamos a comer ella prácticamente ni me hablaba ni me miraba, después de eso el ambiente se enrareció de verdad.

Un día que me enviaron a su casa para dejar unas cosas al encontrarme solo en su casa sentí el deseo de observar las pantaletas de Patricia vacíe todo el cajón tomaba prendas al azar todo era de encaje o seda; y frotándolas sobre mi cuerpo la imaginaba mientras tanto, nos fundíamos en un beso salvaje con mi lengua acariciando todos los rincones de su boca la podía ver con sus ojos cerrados, suspirando que me quería, mientras empezaba a acariciar el bulto de mi pene hinchado de sangre. Sintiendo casi vívidamente como sus labios la abrazaban, como la devoraba ansiosa, envolviéndome el glande con la lengua; termine sobre las prendas dejando que mi semen se derramara sobre ellas.

Pasó el tiempo comenzaron a tener problemas, Justamente a causa de esas ocasiones desagradables en las que Patricia discutía con Oswaldo ella estaba vulnerable.

Nuevamente Oswaldo me mando a su casa a ayudarle a Patricia a conectar unos aparatos que ella no sabía cómo hacerlo. Patricia lucia bellísima, llevaba su larga melena recogida en una especie de moño lateral e iba vestida con un vestidito de ir por casa, descalza con aquel vestido estaba más buena que nunca era cual haber arribado al paraíso largos minutos ocupe admirando el hermoso rostro me aproximo a su rostro y con inmensa ternura poso mis labios, en los suaves labios de la bella mujer. Comer de aquella boca roja como una manzana, había devoción detrás de aquel beso tierno apasionado el cual debía ser prolongado a través de los tiempos.

J: no sabes lo feliz que me haces

Ella se internó en la alcoba y llego hasta su lecho, la seguí con evidente excitación retiro lentamente las prendas que la cubrían, al descubierto quedo la sinuosa y exquisita anatomía de Patricia no tenía prisa y paso a paso admiraba y disfrutaba de aquel escultural cuerpo, de la sensual estampa que le brindaba me abalance sobre sus senos y los mame con verdadera gula, desesperado apretaba los enormes globos con ambas manos, ella empezó a liberar y deshacerse de sus pantaletas los risos que cubrían su puchita exaltaron de forma intensa la pasión que sentía por ella, Patricia era de esas mujeres tenía abundancia de vello púbico por algunos segundos observe como hipnotizado ese peludo objeto de su deseo separo los sensibles labios e introduje mi blanda lengua dentro del ácido sexo lamí encantado el delicioso ducto, Patricia emitiera quejidos casi imperceptibles, mi verga lucia amoratada repleta de sangre.

Ella se recostó sin perder más tiempo me instale en medio de aquel hermoso par de piernas antes de penetrarla deslice mi hinchada verga a lo largo de su ansiada rendija hasta ubicar su grato orificio y entonces empezó empujársela mi placer perverso se estaba consumando y fui sepultando centímetro a centímetro mi endurecida verga dentro de su grata y humedecida panochita, inicie un lento y firme bombeo Patricia pujaba discretamente seguí embistiéndola en un salvaje e inclemente mete y saca, Patricia empezó agitar con fuerza sus caderas rodeo con sus piernas mi cintura le di un beso al cual ella respondió Patricia llego al orgasmo y contraía fuertemente los músculos de su vagina, fue un apretón fabuloso que termino por vencer mi resistencia incapaz de soportar un instante más explote descargando grandes cantidades de semen que llenaron por completo sus entrañas permanecí dentro de ella respirando apresuradamente aún fatigado después de un rato extraje mi flácida verga de aquel grato aposento, el blanco liquido escapo de su orificio hasta anegar sus nalgas yacía tumbado bocarriba en la cama ella me montó sentada a horcajadas encima de mi.

J: Ahora te toca a ti mover el culo.

Ella no respondió, bajó una de sus manos y, agarrándome la verga se levantó un poco y se la metió dentro de la vagina, jadeando al notar como nuevamente entraba. Se puso a cabalgar poco a poco sobre mí aumentando gradualmente la velocidad. Sus glúteos se movían rítmicamente, subiendo y bajando, subiendo y bajando mis manos iban de sus caderas a sus nalgas, sobándoselas, sujetándola, mientras se inclinaba a veces hacia adelante, permitiendo que tuviera una vista de sus pechos.

Más que cabalgar, Patricia ya botaba, botaba y botaba, amenazando con romper la cama sus tetas enormes, se movían descontroladamente, no mucho más duraron los botes gimió y gimió, finalmente indicó que había logrado su orgasmo se mantuvo sentada sobre mi unos segundos, hasta que me desmontó y se tumbó en la cama, bocarriba, a mi lado estuvimos unos segundos, inmóviles, sin decir nada hasta que, de un salto, se levantó de la cama y se fue al cuarto de baño y luego oí el ruido del agua en la ducha.

Al rato salió del baño Patricia envuelta en una toalla y, entrando en el dormitorio, dejó caer la toalla y se volvió a tumbar desnuda en la cama, sobre mí besándome con pasión.

Mis manos bajaron a los glúteos de Patricia sobándolos, apretándolos con fuerza, así estuvimos durante varios minutos. En la pasión del momento, cogí suavemente a Patricia de la cintura y la coloque despacio bocabajo sobre la cama, en la posición del perrito, con la cara sobre la almohada, pero el culo en pompa, desde arriba tenía una visión inmejorable de sus glúteos macizos y de su vulva hinchada, acercándome todavía más a ella, coloqué mis manos sobre sus nalgas perfectas me entraron unas ganas brutales de comérmelas, así que agaché mi cabeza y empecé a chupárselas, a besarlas. Metí mi cara entre los dos cachetes y comencé a lamérselo mi lengua recorría ya todo el espacio entre las dos nalgas arriba y abajo, una y otra vez. Me incorporé, sin dejar de separarla las nalgas, y, colocando una pierna flexionada sobre la cama, con mi verga colocándola en la entrada a su vagina, hasta que la encontré y empecé a metérsela poco a poco.

Gimió de placer todavía más, hasta que se la metí hasta el fondo levantó su cabeza de la almohada y puso rectos sus brazos, poniéndose a cuatro patas, y comenzó también a moverse adelante y atrás, adelante y atrás, sin dejar de gemir como una perra en celo. Sus gemidos se convirtieron en gritos de placer. Y eyaculé como una bestia, al mismo tiempo que Patricia emitía un último grito desgarrador de placer, sujetándola por las caderas, pude, a duras penas, desmontarla exhausto que estaba

Después de un silencio incómodo se metió a bañar para irnos al negocio pasaron un par de horas, hasta que salió y nos fuimos en el camino predominó el silencio, parecía que los dos nos habíamos quedado sin palabras. Así regresamos al negocio después de un rato, como si no hubiera pasado nada, ella introdujo un tema trivial me parecía un buen punto de borrón y cuenta nueva un rato, después le dije que me iba a casa la verdad me sentía muy cansado al llegar a casa me fui directo a mi cuarto me tire a la cama y caí como piedra. Dormí por horas, me despertó un intenso aroma a café recién hecho.

Estaba tumbado en mi cama completamente desnudo y empapado de sudor.

Recordé que hacía pocas horas, Patricia y yo habíamos cogido en su propia cama. Y sonreí feliz.

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