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La miré fijamente, intentaba llegar al fondo de su mirada, buscaba respuestas, esto me parecía una encerrona y mi instinto me dijo que tenía que hablar con urgencia con Ventura, como ellos le llaman, algo no encajaba, todo demasiado fácil, y empecé a darme cuenta de que nadie nos molestaría.

Una mujer frígida es debido a la familia, aunque es posible que la naturaleza tome el mando, pero por lo que me contó apunto a la familia, el padre es el señor feudal, la madre una sumisa que le obedece en todo, y tres hermanos.

Los tres ejerciendo su poder de machos, por tanto ella como su madre, pero con el inconveniente de que los tiempos son otros, incluso siendo pequeña cuando la veían con los compañeros del instituto, la mandaban a casa de forma autoritaria, y apenas tuvo amigas en la infancia, no la permitían ir a la casa de compañeras hacer trabajos del instituto y el resultado fue evidentemente.

- ¡Qué fuerte!, a mí solo me madre me exigió que me mantuviera virgen, pero no me explicó la causa y una pregunta, estoy intrigada ¿Qué sentiste la primera que se la metiste?

- Fue diferente a cuando te pajean, ya que ella estaba desnuda completamente, ella si sabía y yo casi nada, por tanto éramos dos extremos opuestos.

Pero si te diré que lo que más me impactó fue el sentir como me abría paso desde la entrada de la vagina, ya que sabía que me iba a ocurrir, estaba muy alterado y nervioso. Y una vez que llegué al fondo sentí como si fuera un abrazo cerrado, como si le envolviera, nada que ver con lo que sentí con la mano.

- MC fue la primera mujer, una chica de pueblo de alta montaña, más fea no podía ser, sin embargo era una bella persona, buena como nunca vi, la gente la trataba con mucho respeto, parece que ayudaba a todo el mundo, sin nada a cambio, rechazaba detalles que algunos intentaban pagar.

- ¿Es posible esa bondad? – Preguntó intrigada.

- Pienso que todas las mujeres no son malas, eso que se dice es un mito, supongo que los hombres en general también lo somos, y si me aprietan un poco, aseguro que el humano es un ser maligno, por tanto nada que echarnos en cara.

MC es diferente a todas las mujeres que he conocido, llegué a ella debido a la escritura, ella tenía mala letra y su cultura era mínima, y decidí ayudarla, al principio se mostró remisa debido a que trabajaba todo el día, en el restaurante familiar, regentado por sus tíos, sin embargo conseguí producir cambios en su vida.

- Eso que dices puedo asegurarlo, sin hacer nada por tu parte, estás cambiando la vida de nosotros cuatro.

- ¿Yo?

- Sí, tu. No te das cuenta del alcance de tus decisiones, si no hubieras entrenado en el río, no estarías aquí.

- ¿Es malo pensar?

- No, pero deberías haberte negado a venir, esa es la decisión que ha producido este cambio, mejor dicho, estos cambios.

- Eso se puede arreglar – Respondí molesto.

- ¡Ya!, ahora das marcha atrás sin habérmela metido.

Me dejó sin palabras, ella había tomado ya una decisión.

- He pensado que debo empujarte, aunque he perdido interés por la foto, estoy pensando que me la metas ahora mismo, y olvida a mi familia, no vendrán ya que suponen que vamos a follar y seguro que se marchan a comer por ahí.

- ¿Y esta urgencia?

- ¡Vamos tío!, estamos desnudos y tenemos una cama en condiciones, también hace buena temperatura. ¿Qué más necesitas?

- Que dejes de empujarme. Y me gustaría que me explicaras como quieres y manera de ser desvirgada.

- ¿Cómo si fueras un autómata?

- Sí, exactamente eso, que no tenga que pensar.

- ¿Utilizarías algún ungüento para penetrarme a saco?

- Eso lo decides tú.

- Empiezo a comprender, esto es como una obligación y empiezo a pensar que no soy de tu agrado, ni física ni psíquicamente ¿es así?

- Tienes prisa y te da igual el procedimiento.

- ¿Te pasó lo mismo con MC?

- No, a pesar de mi ignorancia, esa pueblerina tuvo y tiene mis respetos. Fue un beso casi robado, ya que al principio rehusó separar los labios y fue la llave de acceso. Cuando lo conseguí, ella se puso muy nerviosa a pesar de que fue un beso de ignorantes, más ella que yo, el morrearse no es tan complicado al principio, pero a ella la turbó, y la noche siguiente, mientras me ponía un café, me confesó que sintió mojada y una sensación de calor en el vientre, se alteró de tal forma que aquella noche apenas pudo conciliar el sueño.

- Dispuesta, eso fue lo que conseguiste, pero ella no supo verlo, como yo ahora, además me jode que me hables de otras mujeres, no te dije que soy muy celosa.

- Después de cerrar, le dijo a su tío que íbamos a dar un paseo y que en diez minutos volvía, me miró ceñudo pero no dijo nada y salimos al frío de la noche, casi la una de la madrugada, volvimos al mismo lugar de la noche anterior, en la entrada trasera del restaurante, fuera de la vista de todo el mundo, esa entrada daba al campo a una zona arbolada y - me cortó.

- ¡Ya! No te anduviste con remilgos y se la metiste.

- No, no soy tan burro, no, ella quiso mejorar el beso y que había puesto oposición, a pesar del temor, ya que pensó que venía después del beso.

- ¡Qué paleta! – Exclamó.

No, yo no pensaba que se alterara más, ya que estaba muy nerviosa, y nos besamos, esta vez sí conseguí que su lengua dentro de mi boca y se alteró más de lo que pensaba, no sabía respirar. Le expliqué como hacerlo y poco a poco se fue tranquilizando.

Y en un momento de respiro le pregunté si estaba mojada, asintió mirando al suelo, le dije que había que dar un pequeño paso adelante y me miró alarmada, le dije que solo soltarle el sujetador, se envaró y preguntó que había después, le dije que nada más, mis manos estarían en su espalda, nada más.

Me confesó que estaba aturdida y se encogió, dijo que estaba sudando ante el temor que la dejara embarazada, se temía lo peor, que la iba a follar sin más.

Le dije que no, que eso solo estaba en su cabeza, en realidad mi intención era acariciarla los pechos, y de su respuesta seguir o no seguir.

Ante mi silencio, aceptó y solté el sujetador, cuando mis manos se posaron en su espalda se envaró de nuevo, estaba más tensa que la cuerda de una guitarra, y cuando mis manos sujetaron sus pechos, tembló, se encogió soltando aire, escondió en gemido, le pregunté que sentía, dijo que algo desconocido, parecido al gusto pero luego se cambió a algo desagradable.

Rocé sus pezones, y ella gimió cubriéndose la boca con una mano, de nuevo se encogió, y pregunté si la gustaba, dijo que no sabía, ese gusto se transformaba y le producía miedo, y que estaba pecando.

Eso me dejó atónito. Yo pensaba que iba por el buen camino, pero habíamos topado con la iglesia, eso sí que era un problema grave. Solté sus pechos y le puse el sujetador en su sitio, ella respiró aliviada.

El pecado tuvo lugar en la parte trasera del coche de su tía, apenas le movía, y fue un lugar muy escondido, el coche tenía una fina capa de polvo, le dije que procura no rozar la carrocería, de esa forma no se darían cuenta de que habíamos estado allí, y volvimos en silencio hasta la puerta de entrada al edificio, al portal.

Me dijo que estaba muy conmocionada, que la diera tiempo y que la diera tiempo, que no viniera esa noche a tomar café, estaba muy aturdida y confundida, dijo que había sentido algo duro en su pierna, y le daba que pensar.

- No me lo puedo creer – Dijo riendo.

- No me sorprendió, hay que comprender a la gente de los pueblos, no es como en las ciudades, y los tabúes son complicados de resolver.

- Eso es anticuado, ya no se lleva.

- Te equivocas, en la capital, hubo chicas con determinados problemas, algunas contaron que espiaban a sus padres, y vieron el sexo desde afuera.

- No entiendo el problema.

- Es sencillo, si no tienes nada de información en tu cerebro, es decir, que sepas de que va el sexo, esa visión de sus padres puede provocar cierto resentimiento en su sentir. Puede ver cierta violencia en las embestidas y ese gemido de su madre puede ser traducido como daño, quejido, que es fácil de confundir.

- Es posible, pero no comprendo que sus amigos no hayan visto porno, eso es de principiantes.

- No te equivoques, la familia es un problema en ese sentido, ciertos tabúes incluso ahora. Por otro lado ese miedo al dolor de la primera penetración, a todas las pregunto por su primera vez, y pocas me respondieron, corren un tupido velo impenetrable, por tanto deduje que el debió de ser un cretino.

- Y ya que hablas ¿Y tú?

- Yo solo he desflorado a tres, entre los 26 y 35 años, y procuré que ella me montara no yo a ella, ¿lo entiendes?

- Si, tu debajo y ella encima, ¿eso harás conmigo?

- Sí, no quiero dejar detrás de mi ciertos traumas, y menos con tus prisas.

- Hay algo que me tiene sorprendida en cierto modo, otro ya me hubiera follado varias veces, se de algunas experiencias de mis amigas, pero tú eres demasiado precavido, lo que hace pensar que follas poco.

- Es posible, aunque no entiendo que haya una ciencia exacta en la cuantía de mucho, normal y poco, todo depende de ella, tú no puedes obligarla.

- Te resistes y me gustaría que dijeras la verdad.

- Es obvio, tus padres pretenden casarte y yo no estoy por la labor, y si te follara como tú dices, ellos pueden presionarme con tan solo decir que hubo violencia, y se me iba a caer el pelo de lo que se me vendría encima.

- ¿Quieres saber la verdad de la verdad?

Dejó de mirarme y me dio la espalda, miraba los tejados de los edificios cercanos. No respondí.

- Tu silencio le traduzco en afirmativo. Debes saber que todo partió de mi hermano, en el fondo te envidia debido a tu frialdad tomando decisiones, y nada era capaz de distraer tu atención, del resto pasabas y casi siempre contaba cosas de ti, vi que en el fondo te envidiaba por tu forma de ser, dijo que le gustaría ser como tú. ¿Cómo eres de verdad?

- Tu hermano está confundido conmigo, soy una persona llena de temores, miedos y sobre todo inseguro, y peleo, lo hago contra mí mismo, y eso me lleva a estados terribles, pesadillas en la noche.

Se volvió y vi en su mirada sorpresa.

- No te creo, dijo que eres frío en muchos aspectos.

- Ahí me escondo, son mis escudos y contigo los tengo levantados, no sé qué encierra ese polvo. Seguro que si follamos y luego lo niegas, tu madre dice que quiere ver si te han abierto la puerta o no.

- No se atrevería – Dijo cierta duda en su tono - ¿Y esto a que nos lleva?

- Podemos hacer algo como esto. Ocurrió una tarde que iba a visitar a una amiga al hospital, lo hago todas las semanas que puedo. Y aquella tarde fui como todos los jueves al hospital, una caída en la calle, esas tonterías que nos parecen, sin embargo se ha dañado una rótula y es complicado de soldar.

Poca gente por los pasillos, algo que agradecí ya que este hospital tiene demasiados ruidos.

- Llamé a la puerta con la punta de los dedos y cuando iba a abrir, la puerta se abrió sola, pero no, una mujer bajita era la que había abierto, me miró sonriendo y se volvió mirando a mi amiga, diciendo.

- Como dijiste, aquí está, es puntual como todos los jueves, tienes un buen amigo.

Y se hizo a un lado dejándome el paso libre. Entré y ella salió cerrando la puerta despacio.

- ¿Quién es?

Pregunté sorprendido por sus palabras.

- Es de una sociedad o algo parecido que ayuda a los enfermos, les hace compañía y ayuda a los que no pueden valerse por sí mismo, y ha venido a ofrecerme los servicios de su secta o lo que sea.

Lo cierto es que no me sorprendió cuando le trajeron la merienda me marché tal y como hacía siempre, es una forma de escapar ya que los hospitales me dan mucho miedo como los médicos.

Salí al pasillo, solitario y anduve deprisa hacia la salida, pero en el primer cruce de pasillos en perpendicular me detuve, la mujer que estaba en la puerta de la habitación me interceptó, sentí cierto desasosiego por su proximidad.

- Disculpa un momento, es que tu amiga me ha hablado de ti y tengo un problema, quizás puedas ayudarme.

Dijo mirándome a los ojos fijamente.

- Dudo que pueda ayudarla, no soy médico.

- No, no se trata del hospital, se trata de la presidenta de la sociedad, tiene un problema muy íntimo y nos han aconsejado encontrar a un tipo especial de persona.

- Yo soy normalito, muy normalito. No pasé por la universidad por si le sirve.

- No, eso lo sé, le voy a dar un detalle, seguro que lo entenderá. Talia, la presidenta es joven, acaba de sustituir a su madre, y tiene un grave problema, quiere tener una hija pero antes debe encontrar a varón adecuado.

- No entiendo nada, pero repito, soy normalito, del montón y para más detalle vulgar, sin conversación, mi apodo es el mudo, así me llaman mis amigos.

- Lo sé, su amiga me lo ha dicho, y precisamente ese es una de las características que ella quiere en el hombre que la insemine, aunque hay más.

- Repito, no soy el hombre indicado, además mis ancestros han tenido problemas basculares, mala herencia, yo tengo la intención de no dejar descendencia.

- Eso me lo dijo tu amiga y es otra característica necesaria, una de la más importante.

Guardé silencio, podía estar haciéndome hablar y utilizar mis palabras.

- Hay dinero por en medio, mucho dinero, quizá eso le mueva a probar.

- Tampoco me interesa.

- Le voy a contar un secreto, lo que he sentido cuando entró en la habitación, debido a su proximidad. Desprende fuerza interior, determinación y además no vi atisbos de falsedad, y si es tan amable respóndame ¿A que siempre dice lo que piensa?

Su sonrisa hizo que levantara todos los escudos. Me tomé mi tiempo ya que algo se revolvía en mi interior.

Me está empezando a asustar, no me gustan las personas de las sectas.

Me miró con gesto contrariado, había enrojecido levemente.

- Escucha, no somos una secta, no cobramos nada a nadie, disponemos de recursos suficientes, y además hacemos muchas donaciones para los necesitados. Esta información puedo dejar que la veas, y además esto es un tema particular, y lo que me sorprende es que pongas pegas para echar un polvo.

- No dispongo de medios para la manutención de nadie, mi sueldo es 1.280 € y no me llega muchos meses.

- Ya te he dicho que nada tendrás que pagar, será todo lo contrario, incluso podrás ponerle precio a cada polvo que la eches, hasta que la embaraces.

Mi respuesta fue silencio, su mirada era calculadora, estimaba su nivel de profundizar en mi cerebro, ver un resquicio por donde asegurar mis dudas a su favor.

- ¿Tendré que hacerme pruebas en el hospital?

Mi tono era evidente, estaba buscando puntos negativos para reforzar mi rechazo a entrar en ese juego.

- No, pero a cambio si tendrás que pasar una prueba, y no se trata de extraerte sangre ni nada parecido, más bien todo lo contrario, la prueba se parece mucho al instinto animal.

- No lo comprendo.

Estaba fuera de juego.

- Suponte que estás acostado en un diván, un enorme diván donde caben cuatro cuerpos. Estás desnudo y no te has duchado, es decir, que llevas encima la transpiración del día, además en la habitación hace calor, por tanto empezarás a transpirar.

- Y es cuando empieza la prueba del instinto, ya que primero entro yo, desnuda, y nuestros cuerpos se rozaran, veremos reacciones, y a partir de ahí sucederán cosas que no sabemos, no hay una ciencia exacta.

- Si debo informar de tu físico, de los saborcillos que tengas en algunas partes de tu cuerpo, así como ciertas medidas y formas de procedimientos, cuando sometes a una mujer estando entre sus piernas separadas y con la pelvis elevada, de esa forma ir mejorando las penetraciones simultaneas, así como de la armonía entre los dos cuerpos, y poder informar de las sensaciones que produces.

- Supongo que las habrás pasado todas, y yo me sentiré muy satisfecha de tus iniciativas, por tanto informaré a la presidenta. He hablado con tu amiga, y me ha contado como te la follas, con todo lujo de detalles, ella si ha aceptado el dinero.

- De la presidenta, solo te diré una cosa, la primera. La habitación estará oscurecida, entrará desnuda y te hará la primera prueba, marcar su territorio, es decir, marcarte como propiedad, no podrás acercarte a ninguna mujer hasta que hayas terminado tu cometido, inseminarla tantas veces como sea necesario hasta conseguir su proyecto, una hija.

- Ella sabe que me lo dirás.

- Sí, supongo que sabes que la van a despedir de su trabajo, lleva mucho tiempo de baja, y eso ha hecho que se inclinara la balanza a nuestro favor.

- Sí, es verdad y entiendo que es comprensible por su parte.

- Ella me dijo casi las mismas palabras que has pronunciado, dijo que eres muy comprensivo, no eres de los tipos que están poniendo pegas a todo, incluso para echar un polvo, que este no es tu caso.

- ¿Y cuándo empieza esto?

- Ahora, tengo la llave de un almacén de la planta sótano, apenas se utiliza ya que en ese almacén guardan las cosas que se van quedando atrasadas, y además tenemos ayuda de una de las mujeres de la limpieza, montará guardia hasta que salgamos, ella nos hará la señal, además no hay cámaras en ese pasillo.

- ¿Y en que consiste esa prueba?

- Conseguirme un orgasmo, y le valoraré, también te diré mi escala de valores en ese sentido, lo digo por si puedes mejorar mis costumbres.

No perdió tiempo, utilizó el móvil y descendimos a la planta sótano, había ciertos ruidos, calor y vibraciones de maquinaria, y la vimos, estaba junto a una puerta. Entramos sin cruzar palabra alguna, ella guardó la llave que echó nada más entrar.

La única luz que había era las de emergencia y debajo de una de ellas había una camilla, las dimensiones superiores, y me llevó a ella de la mano.

Se desnudó deprisa, yo lo hice más despacio, se recostó en la camilla separando las piernas y me dijo.

- Nuestra conversación ha hecho que me mojara, compruébalo – Dijo conteniendo el aire.

Desnudo me acerqué a ella, los dedos de la mano derecha, juntos los introduje entre los labios mayores de su vulva, ella gimió. Era verdad, y el penetrador empezó a reaccionar, su mano le atrapó, cerró los dedos en su torno, pero no hizo nada, supuse que calibraba la erección.

- ¿Qué quieres que te haga?

Pregunté de forma impersonal.

- Hazme cosas para que pueda correrme.

- ¿Algo en especial?

- Sí, coge un puñado de gasas y sécame por fuera y por dentro y después penétrame, métemela hasta dentro de un golpe.

Y así lo hice. Entré y salí dos veces seguidas de su vagina, la tía gritó cerrando sus garras en mis costados, me calvaba las uñas con fuerza, y me detuve.

- ¿Te gusta así?

- Sí, casi me corro de gusto, y es buen comienzo. Gana puntos y cuando termine este asunto, te contrataré como follador oficial de la organización a sueldo con incentivos.

Mantuve el penetrador dentro, inmóvil, pero movía los músculos internos del penetrador, imitando el espasmo muscular que hacemos al eyacular.

Y no fui un caballo de carreras, aunque mis dedos tenían apresado a su clítoris, era un rígido cordón endurecido. Al oído murmuraba que más fuerte en las envestidas, y echando la cabeza hacia atrás gritó, sus uñas se clavaron con fuerza y empujó cuando yo la penetraba, mordió mi hombro soltando un ronquido, me dijo suspirando.

- Ya no puedo aguantar más, detén tus dedos.

Sentí su eyaculación, y detuve mis dedos como ella pedía. De su vientre me llegaron estremecimientos seguidos y ella temblaba gimiendo, mordió mis labios despacio a la vez que se apretaba contra mi cuerpo, babeaba sin darse cuenta y me detuve.

Minutos después su respiración se fue estabilizando, aunque tenía esas pequeñas sacudidas que parecían la réplica de los orgasmos conseguidos y me dijo algo más calmada.

- Estoy flotando, incluso algo confundida, nunca me habían llevado a este nivel de placer.

- ¿Quieres más?, es el mejor momento, estás eyaculando y es la señal para subir de nivel.

- ¿Eyaculando?, no lo sabía.

- Si, tu vagina es muy deslizante, es diferente a la humedad del principio, ¿quieres una felación clitoriana?, es el mejor sistema.

Suspiró de nuevo y tragando saliva respondió.

- No sé lo que dices, supongo que te refieres a chuparme le clítoris ¿es eso?

- Si, algo así.

- No creo que lo aguante, estoy fuera de control, es mejor que termines, parece que ha pasado muchos tiempo y el lugar donde estamos no me parece el adecuado para después echarme una siestecita.

- De acuerdo, terminaré.

Y salí despacio, salí del todo, quería que nuevamente sintiera la entrada del glande y como a su paso apartaba el anillo vaginal, y de nuevo gimió clavando las uñas, se aferraba con fuerza y de nuevo su respiración se aceleró.

- ¡Vamos! ¡Vamos! métemela más deprisa.

Y ella empezó a provocar un choque, aunque yo procuraba que hubiera cierta armonía en el movimiento, pero no ella quería fuerza en el choque ya que llevaba el empuje cambiado.

- Estás a punto de ser inseminada.

- Ve despacio, quiero sentirlo.

Y entré hasta el final y allí eyaculé sin moverme,. Ella se quedó quieta y seguía enganchada a mi cadera con sus uñas, su cuerpo pegado al mío.

- Que gusto, siento pulsaciones de tu polla y algo de calor, tu semen está algo más caliente, me gusta esa sensación que siento con esas pulsaciones.

No dije nada y lentamente fueron desapareciendo esas pequeñas sacudidas, aunque su cuerpo tenía un ligero temblor.

- Siento como escapa el semen de la vagina.

- ¿Mancharemos?

- No te preocupes, está protegido contra la humedad.

- ¿Y ahora? – Preguntó ya calmada.

- ¿Me aparto?

- Sí, pero antes un acuerdo particular entre tú y yo, fuera de todo lo que te he contado.

Iba a apartarme, salir de su vagina, pero cerró la tenaza con sus piernas y me impidió el movimiento.

- ¡Quieto donde estás!, estos minutos no tienen precio. ¿Sabes lo que es caridad sexual?

Me dejó perplejo, no supe ver por dónde iba.

- No, explícamelo.

- Verás, se trata de enfermos terminales, ellos requieren sexo y algunas de ellas también, son ancianos y debes comprender que saben de la proximidad de su muerte, ellos con su pene flácido del todo, pero se le puede proporcionar placer dejando al descubierto el glande, y con un aceite especial darle un masaje muy despacio, los informes son sorprendentes, esa flacidez cambia, el glande cambia del color casi blanquecino al rojo tirando hacia el granate y el anciano gime y mueve su pelvis un poco, y cuando ya no puede más pone su mano encima de la de la chica apartándola.

- No lo sabía – Respondí sorprendido.

- La sociedad lo rechaza, sin embargo se ha dado un paso adelante ya que miran para otro lado, y estamos seguras que piensan cuando les llegue la hora y hay más, los que disponen de mucho dinero, pagan dinero porque les hagan felaciones, nada de aceites, la boca de una chica joven.

- ¿Y ellas? – Pregunté sin imaginarme nada.

- Poco, muy poco. Algo parecido con su clítoris, no se ha dado ningún caso de penetraciones.

- ¿Y este rodeo donde me lleva?

- Una de esas chicas, quiere follar pero con alguien conocido por la sociedad, un recomendado, que ella sepa que no corre peligro alguno.

- ¿No sabe buscarle?

- Es tímida.

- Pues no lo entiendo con asunto de los viejos.

- Suponemos que fue monja o algo parecido, quizá su formación la cerró muchas puertas.

- ¿Y ahora dime la causa verdadera?

- No debería, puede influenciarte.

Su tono cambió, parecía cauteloso.

- Dime que ganaré y esa realidad que escondes.

Gimió pegándose a mi cuerpo.

- Tío, que extraña sensación estoy sintiendo, tu pene se retira por su cuenta, está perdiendo la erección.

- ¿Otra sorpresa?

- Sí, eso no lo han sentidos muchas, te lo aseguro. Es igual que al principio, otro día te lo mostraré. Primero se trata de conseguir esa media erección y de esa forma entrar en la vagina, es decir, tan solo el glande está dentro y luego moverse muy despacio, pausa y sentir como lentamente va creciendo por dentro.

- Eres un saco de sorpresas, pero volvamos al tema. Entiendo que debo decirte todo. Esta mujer tiene pensado terminar con su vida, por eso está haciendo eso, como si fuera una forma de hacer buenas acciones, caridad.

- Y quiere conocer varón, quiere saber eso que dicen que es pecado, que eso solo se hace dentro del matrimonio, fuera de él es pecado.

- Vaya tontería ¿Y qué tengo que hacer?

- Un buen trabajito, fóllatela como me has follado a mí.

- Eso no es posible, tú estabas receptiva, no, muy receptiva, que es lo que les falta a la mayoría de las mujeres, pienso que es una cuestión de mentalizarse.

Me miró largamente, a pesar de la penumbra podía ver su mirada.

- ¿Y cómo la hago receptiva?

- Cuéntale lo que sientes en el sexo.

- ¿En el sexo? – Tono de extrañeza en su tono.

- Si ¿recuerdas cuando me has dicho que tenías sensación de flotar?, era la sensación de placer sostenido, y en ese momento comienzas a correrte, como tú dices, pero eyaculabas y cuando echas ese fluido diferente, que es muy deslizante, es que has llegado a un nivel superior, es un orgasmo de carácter superior.

- No sé si lo entenderá – Dijo dudando.

- No es conveniente un choque, es decir, follarla en frío, precisa de un rodaje, modificar sus creencias.

- ¿Qué sugieres?

- Yo lo primero que haría es que viera a parejas follando.

- ¿Así de simple?

- Si, llevarla al mundo del sexo, incluso que vea a mujeres pajeando a hombres y viceversa.

- ¿Cómo lo harías tú?

- En la oscuridad total, ella vestida y yo desnudo, y que tanteara con las manos.

- ¿Sentir como crece? – Dijo riendo.

- Algo así.

- ¿Y después?

- Que ella se desnude y me deje hacer lo mismo.

- ¿Esto se lo puedo contar?

- Sí, pero antes de todo eso, debemos conocernos, incluso ir a comer solos, una tarde de mirar lencería de clase superior, no se trata de complicarla, y dejar al destino que haga su trabajo.

- No lo entiendo.

- Es una táctica de aproximación, y la estrategia es la proximidad de nuestros cuerpos, de forma forzosa y para que eso ocurra, no hay nada mejor que el metro.

Yo la llevaría al metro, en hora punta, nuestros cuerpos estaría juntos y algunas veces la proximidad tiende puentes, y Vetiver de Puig, mi fragancia, hace su trabajo, lo he comprobado muchas veces.

- No me suena esa marca.

- Ya no existe, desapareció en 1999, pero antes recorrí todas las perfumerías comprando todas sus existencias, para mí es como el oro, gotas tan solo, en mi cuerpo hay gotas, finas gotitas pulverizadas.

- No me he dado cuenta.

Y empezó a olisquearme el pecho.

- No tía, no, hay que saber, esas gotitas pulverizadas solo las pongo en las axilas, esa es la acción y la reacción es mi transpiración, juntas forman ese imán, está probado al milímetro y para más detalle, tengo una encuesta, la hice antes y después, y el metro es el mejor lugar para eso.

- ¡Joder tío!, me dejas pasmada.

- Mete la nariz en mi axila y piensa antes de responder.

Y obediente metió la nariz en la axila izquierda, olisqueó haciendo ruido y luego probó la otra, se separó un poco, me miró haciendo un gesto aprobatorio y de nuevo su cabeza volvió a la axila izquierda, sentí su lengua, humedeció completamente la axila y de nuevo me miró.

- ¡Joder! ¡Es verdad!

- ¿Y…, por qué has utilizado la lengua? -

- Es un dato para mi instinto femenino. He tenido una reacción inesperada Mis pezones de inmediato se han endurecido, y la erección de todos mi poros. Por tanto la consecuencia de tu táctica es que me eches otro polvo.

- ¿Entiendes como puede ser el principio?

- Puede ser, se lo contaré. Incluso te la presentaré yo misma.

Varias veces negué con la cabeza despacio.

- No, quedaremos en un lugar solitario, un parque, un lugar poco transitado, que ella me vea antes y decida, podemos ser incompatibles.

- ¿Y qué lugar sería el adecuado?

- Pues pensando un poco, un puente azul, ese puente cruza la M-30, detrás está el pirulí de TVE, parte de un parque de color azul y el otro lado es otro parque. Ella estaría en el pequeño parque infantil también de color azul, y yo apareceré por el otro lado de la M-30, iré en su dirección y pasaré por su lado, y es el tiempo que ella tendrá que pensar si es si o es no.

- No está nada mal esa idea, además de diferente, es atractiva desde mi punto de vista.

- Hay un bonito parque muy cerca, si todo va bien, allí romperemos el hielo, esa sensación de dos desconocidos al encontrarse y lo peor es el agravante que lleva, que el fondo del asunto es un polvo.

- ¿Y después?

- Depende de lo que sienta y vea de ella, puedo emplear el juego de cartas, es simple es sistema. Concretar a la vista de los dos, es decir, darle largas debido a dudas, o ser pragmáticos, ir al asunto directamente.

- ¿Y cómo iréis por la calle?, debe ser algo fuerte tener a un desconocido que va a asaltar tu cuerpo.

- ¿Así te has sentido tú? – Pregunté sorprendido.

- No es el mismo caso, yo jugaba en mi campo, ella no.

- ¿Y de dónde te has sacado que no juegue yo en el suyo, donde ella decida?

Se apretó más contra mi cuerpo, su cabeza quedó debajo de mi barbilla y aflojó la tenaza.

- Llevas razón, la iniciativa era mía, pero me has echado un buen polvo, y de nuevo te doy la razón somos dos desconocidos y estoy sumamente agradecida por el bienestar que siento, desmadejada un poquito pero con un fondo de placer que se aleja.

Separó las piernas y cambió de postura, con su mano izquierda cogió el penetrador empequeñecido y le apretó levemente, agachó la cabeza y posó sus labios en él, y con la lengua y ayudado por los dedos echó para atrás el prepucio, después pasó la lengua por el glande, juntó los labios y se le metió en la boca, esa cosa pequeña, que despertaba lentamente y su lengua se movió por debajo del penetrador.

(9,75)