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Los amigos de papá me hicieron su putita

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Mi papá solía traer a nuestra casa a muchos de sus compañeros de trabajo, tras un día arduo en la oficina, para beber y pasar el rato. A mi hermano Sebastián le saludaban como si fueran colegas de toda la vida: chocaban los cinco, le preguntaban cómo le iba con sus conquistas y comentaban sobre su equipo de fútbol. Pero a mí en cambio siempre me trataban con mucho respeto, imagino que era así porque mi padre estaba allí.

Pero en una tarde me fui al baño para darme una ducha. Cuando terminé me di cuenta que no llevé conmigo mi bata, por lo que tuve que salir con una toallita muy pequeña remangada por mi cintura y con un brazo cubriéndome las tetas. Me topé con uno de sus amigos que quería entrar en el baño. Me miró de arriba para abajo sin mucha vergüenza, yo no sabía dónde meter mi cara porque estaba coloradísima.

Me dijo con una gran sonrisa:

-Hola Lola. Soy el señor López, el jefe de tu padre.

Su propio jefe nada más y nada menos, pero yo no le hice mucho caso, me fui a pasos rápidos de allí pidiéndole disculpas.

Un par de noches después, mientras yo estaba hablando con mi novio por el móvil, ese mismo hombre entró en mi habitación. Fue muy rápido, se disculpó y dijo: “Así que aquí es tu habitación, yo estaba buscando el baño, perdón Lola”. Y cerró la puerta inmediatamente. No le di mucha importancia pero más tarde entendería su extraño actuar.

Una tarde me fui a la casa de una amiga, y cuando volví, ese mismo señor me esperaba cerca de la entrada de mi casa, apoyado en su lujoso coche y con una tarjetita en su mano. A mí me daba mucho corte mirarle a los ojos.

-Hola señor López. ¿Vino con mi papá?

-No, Lola, he venido por mi cuenta.

-¿Y por qué?

Yo me aparté un poquito para entrar en mi casa pero él me cerró el paso.

-Tu papá va a perder el trabajo a manos de un muchacho más joven y activo. ¿Lo sabías? Por eso nos ha estado invitando a su casa, para mostrarnos cómo se las arregla solo, con un hijo que pronto comenzará la universidad y una hija muy preciosa que comenzará ya su segundo año de la facultad.

-Eso es terrible, señor López. ¿Y por qué me lo cuenta a mí?

-Porque si tú quieres, puedo hacer que tu padre no solo siga en la empresa, sino que suba de puesto.

-¿Si yo quiero?

Me pasó su tarjetita y dijo que me esperaría con otros hombres en un departamento ubicado en el centro de Montevideo. Yo me quedé muda, arrugué la tarjetita y le solté un sonoro bofetón. Le grité un montón de cosas y me daba rabia que ese pervertido no borrara nunca la sonrisa de su cara. No quise armar más escándalo porque tengo vecinas chismosas y repelentes que ya estaban mirando el show que monté.

Esa noche discutí con mi papá al respecto, en su habitación, porque no quise que mi hermano escuchara. Me lo confesó todo, que su puesto apeligraba porque una persona que comenzó como auxiliar terminó escalando puestos y amenazaba con quitarle su lugar en la gerencia administrativa. Obviamente mi papá no sabía que su jefe me hizo una propuesta indecente, eso sí que le iba a enfurecer y ahí se iría al traste todo.

Le vi tan triste y preocupado, así que decidí abrazarlo y quedarme a dormir con él para tranquilizarle un poco. Me dije para mí misma que yo iba a hacer lo posible para salvar a nuestra familia, que iba a hacer un sacrificio y aceptar la propuesta indecente.

Al día siguiente le llamé a su jefe y tuve la conversación más surreal de mi vida:

-Hola señor López. Soy Lola.

-Hola putita.

Me quedé cortada por unos segundos, vaya maneras del señor.

-Voy a irme esta noche al edificio que me dijo… Lo haré por mi padre, por mi familia, usted esta noche tendrá mi cuerpo pero nunca mi alma.

-¡Pfff! Me da igual, putita, la verdad. Ve junto a la señora Rosa en la portería a las cuatro de la tarde. Y trae unas almohadillas, que vas a pasar mucho tiempo de rodillas, ¡jajaja!

-Imbécil, no le da vergüenza hablar así.

-A las putas las hablo como quiero. Y tú eres una putita muy preciosa, cuando te vi salir del baño me dejaste muy caliente. Tengo unas ganas de ponerte de cuatro y reventarte el culo hasta que llores, marrana.

La verdad es que me calentó un poco pues de siempre he fantaseado con el sexo duro, pero nunca lo he admitido por temor a lo que diría mi novio, que seguro lo terminaría contando a sus amigos, que yo le conozco bien al cabrón. Y si bien con mis amigas soy muy abierta, hasta ese punto no llego. Así que dentro de mí, la cosa se puso algo ardiente.

-¡Marrano usted, viejo verde!

A la tarde me “preparé”. Es decir, me puse ropa holgada, me despeiné adrede, nada de maquillaje y hasta incluso me comí una cebolla entre lágrimas para que esos perros no disfrutaran nada conmigo. Llevé mi carterita con tan solo mi móvil y la camiseta de mi hermano, que si en ese edificio iban a llenarme de semen, qué mejor trapito para limpiarme toda que ese pedazo de tela de odiosos colores.

Envié sendos mensajes a mi papá y a mi hermano. Al primero le escribí: “Papi te amo un montón, no te preocupes por el trabajo que seguro lograrás demostrarle lo que vales. Voy a dormir en la casa de Andrea. TQM”. A mi hermano le envié: “Subnormal, ojalá te mueras”. En el fondo quiero mucho a mi hermano Sebastián y seguro que él lo sabe, pero no sé por qué me resulta más fácil insultarle antes de admitir que tiene un lugar en mi corazón.

Cuando llegué al edificio tras abordar un taxi, me quedé sorprendida: era de lujo y para colmo mi pinta no congeniaba con ese lugar repleto de hombres trajeados y mujeres con vestidos carísimos que me miraban por sobre el hombro. Por suerte la señora Rosa vino rápidamente hasta mí y me agarró del brazo para llevarme a uno de los baños para funcionarios.

-Así que tú eres la putita que va a hacerle la fiesta a esos hombres.

-No soy ninguna putita, me llamo Lola.

-¡Joooo! ¿Pero y ese aliento que tienes, querida? Y menudas pintas tienes, no sé qué vieron en ti. Por suerte me han pagado para que te arregle un poco…

Me dijo que me quitara las ropas porque ella me iba a dar una ducha, yo le dije que eso lo podría hacer yo sola y en privacidad. La mujer me dijo que eso iba a ser imposible, porque le pagaron muy bien para asegurarse de que yo estuviera en condiciones, y que si me negaba, iba a traer a los de seguridad del edificio y entre ellos me iban a forzar a bañarme.

No tuve mucha opción realmente, me quité las ropas holgadas y me metí bajo la tibia ducha. Ella se encargaba de mirarme con los brazos cruzados y la mirada maliciosa. Me decía “Límpiate allí, te falta allá”, etc. Luego se soltó más y empezó a tirar dardos: “Qué lindo chochito tienes, ¿no te gustaría depilarlo?”, “Ese culito seguro que es apretadito, tras esta noche no vas a poder sentarte durante una semana, jajaja”.

Luego de la ducha, me dijo que me apoyara contra la pared y pusiera mi culo en pompa. Yo lo hice pero la verdad es que tenía muchísimo miedo, pensé que ella iba a tocarme, darme nalgadas o alguna perversión similar, pero no fue así:

-¿Lola, ya practicaste sexo anal?

-No, Señora Rosa…

-Sé sincera, nena.

-Diosss… la verdad es que ya puedo aguantar hasta cuatro dedos, pero no más… ¿Por qué?

-Ay, por favor, como si fuera que no lo sabes.

Introdujo en el ano su dedito, hizo unos círculos allí para ensanchar un poquito pero yo aguanté, me mordí los labios y arañé la pared. Luego metió una manguerita especial y me dijo que me iba a limpiar el culo porque esa noche iba a debutar por detrás. La hija de puta me llenó las tripas tres malditas veces, yo parecía una embarazada de lo llena que me dejaba. Tenía unas ganas de metérsela yo misma en su trasero para que sintiera el mismo martirio que yo.

Cada vez que tenía las tripas llenas, debía evacuar en el inodoro como proceso de limpieza. Y así, a la tercera ocasión, ya solo salía agua limpia de mi culo. Yo estaba rojísima, fue súper humillante y cuando todo acabó pensé que por fin terminó lo peor de la noche. Pero qué burra fui al creer eso.

Le dije que me dolía la pancita pero me respondió que pronto me pasaría. Me mostró luego un trajecito de mucama francesa, me dijo que ese iba a ser mi uniforme, era demasiado corto y me desesperé. Me pidió que me tranquilizara y me sentara en el inodoro, porque iba a maquillarme. Arregló mi cabello en una coleta y le introdujo pernos de pelos con terminación en forma de rosas rojas. Me delineó los ojos con color negro para resaltar mis ojos café, delineó también mis labios con un lápiz rosa pálido y así coloreármelos con un labial del mismo tono. Cuando me vi en el espejo me quedé muda, yo lucía preciosísima, como una actriz de cabaret… lástima la ocasión no era la mejor de todas.

Me puso el collarcito de cuero, era bastante cómodo pues el interior estaba acolchado. Me ayudó luego a ponerme unas medias de red que llegaban hasta medio muslo, sin liguero. Y llegó lo peor, el trajecito de mucama: era de corsé, se iba a tardar su tiempo cosérmelo. Y por lo que se veía, era demasiado revelador, empujaría mis tetas para lucirlas en todo su esplendor, y por otro lado ni siquiera llegaría a cubrirme la mitad de mis muslos. Para colmo no iba a llevar ropa interior, nada de nada, con tan solo inclinarme ya se podía apreciar mis nalguitas y mi coño, fue demasiado vergonzoso al comprobarlo frente a un espejo.

Y así llegó por fin las ocho de la noche, mientras yo trataba de luchar contra esos malditos tacos altos, con la Señora Rosa sentada y fumándose un cigarrillo mientras me aconsejaba.

-Luces muy bien, Lola. Estás perfecta, nada que ver con la campechana que eras hace unas horas.

-Señora Rosa, tengo miedo.

-¿Ah, sí? Pues no tienes por qué. Relájate, querida. Sírveles el champagne, los bocaditos, muéstrales tus encantos. Por lo que sé te van a pagar muy bien.

-Sí, un montonazo de dinero –mentí. Por lo visto ella no sabía que todo era un chantaje.

-¿Ya terminaste con el caramelito de menta? ¡Ese aliento era terrible!

-Sí, ya está todo, joder…

Me acompañó hasta el elevador, y antes de que se cerrara la puerta me dijo que todo lo que yo necesitaba estaba en el bar de ese departamento al que iba: la bandeja, las bebidas, las copas, los bocaditos… y los condones también estarían ahí. Con las piernas y manos temblándome, presioné el botón del último piso.

Cuando llegué y entré en la habitación que me indicaron, vi a ocho hombres maduros y trajeados en sillones que formaban un enorme círculo. En el centro había un colchón y un par de cámaras en trípode. La verdad es que por un momento pensé en salir corriendo de allí porque no me esperaba tanta gente pero me armé de valor por mi papá y nuestro futuro.

Todos y cada uno de esos hombres me comían con la mirada, murmuraron mucho cuando yo avanzaba hasta el bar para coger la bandeja. “¿Ella es la hija de Javier? Joder”, “No te puedo creer, Señor López, pensé que nos estabas mintiendo”, “Vamos a pasar una noche de lujo, por lo que se ve”. El Señor López carraspeó para silenciarlos a todos y me llamó:

-Oye, putita, ven aquí que te quiero presentar a los muchachos.

-No me vuelva a llamar putita, marrano.

-¡Es brava la nena! –dijo un señor.

-Así me gustan las mujeres, seguro es toda una guerrerita en la cama también.

-A pollazos te vamos a cambiar la actitud, Lola, ¡jaja!

El señor López me ordenó que me sentara en su regazo. Yo estaba coloradísima y miraba solamente al suelo mientras ellos hacían comentarios obscenos acerca de mis tetas y mis piernas. Empezó a meter su mano bajo mi corto vestido de mucama. Gemí como cerdita cuando sentí sus enormes dedos jugar entre mis labios vaginales.

-Estás húmeda, putita.

-Ughhh… diosss… eso es porque me he dado una ducha, imbécil…

-¡Jaja, qué marrana es, cómo le gusta!

-¡Qué linda mucama tienes, pero parece que no tiene modales para hablar!

-No te puedo creer, Don López, si mi señora me pilla…

El señor dejó de manosearme: -Bueno, Lola, me alegra tenerte aquí con nosotros. Quiero que empieces a servir los bocaditos y la cerveza, que ya va a comenzar el partido, ¡el superclásico! Sé buenita y nosotros vamos a portarnos también bien contigo.

-Está bien señor López –dije tratando de no gemir más porque el infeliz fue muy bueno tocándome y dejándome encharcada. Seguro que los demás podían ver en mi carita viciosa que aquello me gustaba, pero no les iba a dar el gusto de decírselos.

Me ordenó levantarme y que comenzara a trabajar. Me dirigí al bar y comprobé que, como Rosa me dijo, ya había bocaditos listos para ser cargados en la bandeja. Miré a los hombres y estos ya observaban la previa del juego por la TV, sonreí y aproveché para escupir en algunos sándwiches, con toda la rabia del mundo.

Al principio ellos estaban muy concentrados en la transmisión, así que realmente solo fue servirles cerveza y los bocaditos. Algunos que otros me daban cachetadas en el culo y me decían guarradas cuando estaba cerca, pero se nota que el fútbol corre por la sangre de los uruguayos porque aparte de eso, no me hacían mucho caso.

Todo comenzó a desmadrarse cuando terminó el primer tiempo. Un maduro muy gordo me pidió que me sentara en su regazo. Nada más sentarme, me metió mano y me hizo una fuertísima estimulación vaginal con sus expertos dedos, yo por un momento me dejé llevar, cerré los ojitos y gemí. Me gustó tanto que perdí el control de mis manos y la bandeja se cayó, con los bocaditos y alguna copa.

-¡Esta putita se corre rápido, Don López! Le falta más experiencia –dijo haciendo que sus dedos vibraran más y más fuerte dentro de mí.

-Ughhh… cabrónnn… suficienteee…

-Joder con la nena, es muy bocona. Sé obediente y recoge lo que has tirado…

-Ufff… sí señor –dije arrodillándome en el suelo para recoger lo que se había caído. Tenía que tirarlos al basurero pero buscaría una forma de servírselos de nuevo sin que se dieran cuenta.

Pero mientras recogía, el gordo tomó de mi collar y me atrajo hasta sus piernas, agarró mi mentón y me ordenó que abriera la boca porque me iba a dar de tomar cerveza. Vació media latita de cerveza que apenas pude tragar. Con los ojos cristalinos, con algo de la bebida escurriéndoseme de la boca y algo mareada, traté de reponerme pero él me sostuvo del hombro:

-Oye, putita, ¿de qué club eres?

-De Nacional, señor… pero no soy fanática…

-¿Sabes que mi señora no entiende una mierda del fútbol? Una vez festejó gol cuando la pelota se fue al lateral… ¡jajaja! Pero tú entiendes, ¿no?

No creo que le importara mucho mi respuesta porque metió mano entre mis tetas y empezó a magrearlas descaradamente. A mí me dolía un montón porque se notaba que era un bruto. Uno de sus amigos se levantó del asiento y, colocándose detrás de mí, levantó la faldita de mi vestido para revelar mis carnes:

-Hace rato que no tenía frente a mis ojos un culito como este, prieto, jugoso y con mucha carne –dijo dándome nalgadas.

-No puedo creer que la hija de Javier esté aquí, eres increíble don López.

Se arrodilló y metió un dedo en mi culo. Empezó a jugar, haciendo ganchitos y dibujando círculos adentro de mí.

-Uffff… por favor no muy fuerte señorrrr… -gemí mientras su dedo empezaba a follarme el culo con velocidad.

-Mira putita, será mejor uses esa boquita para otra cosa que no sea quejarte –dijo el gordo.

Se abrió la bragueta y sacó su tranca venosa y larga. Tomó un puñado de mi cabello e hizo restregar su glande entre mis labios. Era enorme y me iba a desencajar la mandíbula si me atrevía a dejarme follar por la boca. Como vio que yo no quería chupársela, tapó mi nariz y esperó a que yo abriera la boca para respirar. Me la metió al fondo cuando no pude aguantar más, y me folló la boca violentamente sin hacer caso a mi rostro coloradísimo y los sonidos de gárgaras. Su panza y su vello púbico me golpeaban toda la cara, la verdad es que ese señor me pareció todo un puerco y maleducado.

Repentinamente me soltaron, dejaron de macharme la boca y el culo, y me quedé tirada en el suelo tratando de respirar normalmente. Me sentía mareada y sobre todo, muy cabreada. Al parecer el segundo tiempo iba a comenzar y querían continuar viéndolo. El Señor López me ordenó muy rudamente que me levantara y que siguiera sirviendo. Me arreglé el vestido y, bastante cachonda, seguí sirviéndoles bocaditos sucios y bebidas escupidas sin ellos darse cuenta.

No sé cuánto terminó el juego, yo no estaba con muchas ganas de saberlo. Unos festejaron y otros se enojaron, y yo temblaba como loca porque el final del juego llegó y ellos se dedicarían a mí. Estaban borrachos, estaban eufóricos, se olía la testosterona en el aire y yo estaba a merced.

Tras servirles unas bebidas, otro señor me ordenó que me sentara en sus piernas para tocarme las tetas y culo tímidamente mientras veía las mejores jugadas del partido (así me enteré que ganó mi equipo por dos a uno). Mientras yo gemía y me restregaba contra él porque era muy gentil y sensual, el jefe ordenó que apagaran la televisión. Casi me caí al suelo del susto cuando dijo “enciendan ya las dos cámaras”, pues claro, me había olvidado que iban a filmar.

Temblando como una poseída, me levanté y les llené las copas de champagne a todos, y al terminar de servirle al último, el señor López me ordenó que me colocara en el centro del círculo, parada sobre el colchón. Uno de sus amigos se acercó a mí y me entregó una mascarilla veneciana para ocultar mi rostro (pero dejaría mi nariz y boca libres).

-Póntelo, putita, que si papi se entera que sus compañeros de trabajo te cocieron a pollazos…

-Diossss… Son todos unos cabrones hijos de putas –dije poniéndomelo.

-Te juro que todavía creo que esto es un sueño, don López, ¡la hija de Javier!

-¡Ya está grabando!

Me ordenaron que me quitara las ropas. Yo temblaba un montón y realmente habrá sido patético cómo quedó filmado. Me costó demasiado deshacerme de tan ajustado traje, me ayudaron dos hombres a desatármelo, y al final me quedé solo con un collar, las medias de red y los tacos altos, parada en el centro.

-Vamos a comenzar un jueguito, Lola.

-¡No diga mi nombre, que se va a grabar, viejo verde!

-Ah, pero putita, vamos a editar el sonido y ponerle música de fondo para que no se oiga. Escucha con atención. Somos ocho hombres, si logras que los ocho nos corramos en tu boca en menos de cincuenta minutos, tu padre va a obtener un aumento salarial del 50%. Solo puedes usar una mano, y desde luego tu boquita. Con la otra mano te vas a tocar tu chochito, ¿entendido? Cuando logres sacarle la leche a uno, beberás un traguito de cerveza y posteriormente deberás limpiar la polla recién ordeñada, usando solo tu lengua. ¡Cuidado, algunos tenemos mucho aguante, así que ponle empeño!

-¿Has traído las rodilleras, putita? ¡Jajaja! Se bajaron las braguetas. Tragué saliva presa del desconcierto, no podía ser verdad lo que me dijo. Empezaron a hablar entre ellos, a beber de las copas. Cuando me dijo que el tiempo empezaba a correr, rápidamente me armé de valor. Me dirigí hacia el gordo pues ya se había follado mi boca y seguro que se quedó con las ganas de correrse, probablemente lograría sacarle la leche muy rápidamente.

Nada más me acerqué a su asquerosa polla, me tomó del cabello, bruto como siempre, y me folló violentamente hasta la garganta. Yo me retorcía como si estuviera poseída, me iba a matar, me iba a asfixiar, ni siquiera sabía dónde poner mis manos, instintivamente quise salirme pero el gordo era muy fuerte y me atajó hasta de mi collar. Por suerte, tal como sospeché, él ya estaba al borde del orgasmo. No tardé en sentir su leche en mi boca, y muy para mi mala suerte, llegó incluso a escurrirse la leche por mi nariz puesto que el maldito me la clavó hasta el fondo cuando se corrió.

Me quedé ahí, arrodillada y con la cabeza reposando en uno de sus muslos, tratando de recuperar la respiración. El gordo me tomó del mentón y me dio de beber un trago de algo fuertísimo que me quemó la boca y todas mis tripas. Pero hice fuerzas porque tenía que limpiar su tranca. Me dio un leve zurrón en la cabeza cuando toqué su polla:

-¡Solo usa la lengua para limpiar, putón!

-Ughh… Valeeee…

Fue ridículo, y de hecho ellos se reían mientras me veían limpiándosela a lengüetazos, con mis manos apoyadas en mi regazo. Como estaba morcillona, fue muy difícil que se quedara quieto ese pedazo de carne, y debía corregir constantemente mi cabeza y mi lengua para poder hacerlo bien. Tras poco más de un minuto, y con la lengua muy cansada, el gordo me acarició el hombro:

-Muy bien, Lola, has cumplido conmigo. Te quedan siete más… ¡Arre!

-Joder… ¡son unos hijos de puta!

-Uy, la hija de Javier sigue con esa actitud peleona. En fin, tic tac, tic tac, ¡jajaja!

El hombre de al lado se inclinó desde su asiento y me agarró del collar para llevarme violentamente hasta su tranca. Se puso a masturbarse groseramente frente a mi atónita mirada, pero rápidamente su jefe le ordenó a todos que la única que iba a masturbarles era yo. Tragué saliva, puse mi mano en su polla y me la metí en la boca. No sé qué fijación tienen los hombres con metérmela hasta el fondo, pero por lo visto les gusta hacerlo. A mí me mareaba y apenas podía respirar, pero puse muchísimo empeño para poder ordeñarle rápido.

Con el correr de los hombres, perdí la noción del tiempo, perdí la sensibilidad de mi boca y hasta la de mi lengua. Me sentía tan sucia, una ramerita barata que buscaba pollas nada más ordeñar una. Les hacía una paja con mi mano mientras con la otra me tocaba mi coñito para poder excitarles más rápido, metí la puntita de mi lengua en las uretras de esos viejos, mordisqueé esos trocos y hasta aprendí que chupando los huevos, se corren más rápido. Bebí la cerveza, limpié las trancas solo con mi lengua. Me gradué de puta esa noche.

-La próxima vez te vamos a comprar un piercing para que te lo pongas en la lengua, la vamos a pasar de lujo contigo, Lola.

-Escupe antes de chupar la polla, puta.

-No pongas carita fea cuando te tragas mi corrida, marrana.

Cuando llegué al séptimo hombre mi cara era una mezcla de sudor y semen. Respiraba por la boca porque mi nariz ya estaba repleta de leche, de la comisura de mis labios se escurría semen sin parar, mi cabello antes bonito se había desparramado todo, uno de mis ojos lo tenía entreabierto porque una maldita gota de leche se fue allí, cuando un viejo se corrió violentamente. Mi cara estaba rojísima y me encontraba muy mareada de tanta cerveza.

-Hip… señorrr… ¿cuánto tiempo me queda? –dije agarrando la carne del séptimo hombre.

-Pues lo siento Lola, hace veinte minutos que perdiste.

-¡Jajajaja!

-Si es que… son unos cabronazos, les voy a matarrrr….

-Claro que sí, Lola, claro que sí. Ahora vamos a jugar otro juego. Ponte de cuatro patas, trata de poner el culo en pompa. El Señor Mereles, al que no has podido llegar a chupársela, te va dar una rica pajita con sus dedos. Si logras aguantar diez minutos sin correrte, tu padre va a recibir… ¡Un 70% de aumento!

-¡La puta, don López, por qué no me da a mí ese aumento!

-Hip… cabroneeesss… quiero ir al baño para lavarme la cara…

-Nada de eso, putita. Vamos, que no tenemos todo el tiempo del mundo.

-Pues vale señorrrr…

Me coloqué de cuatro patas. Estaba muy mareada, me costaba mantener el culo en pompa sin balancearme. Por eso vinieron dos hombres y me sujetaron de la cintura. Otros pusieron la cámara justo frente a mi carita de cerda viciosa, seguramente para no perderse nada de mis expresiones.

Sentí que alguien me magreaba el culo mientras me decía guarradas. Algo de carne magra y yo qué sé, ya no podía entender nada de todos modos con lo borracha y cachonda que estaba. Me metió un dedo en el culo y empezó a jugar adentro. Con su otra mano se dedicó a masturbarme, pasando sus dedos entre mis abultados labios vaginales, tocando mi puntito de vez en cuando. Yo empezaba a gemir mientras los otros hacían comentarios obscenos. Se sentía tan rico y quería correrme pero tenía que aguantar por el futuro de mi padre, pero es que joder qué bien se sentía la mano del señor jugando ahí.

Aguanté muy bien, sin muchas quejas, incluso cuando metió un tercer dedo en el culo mientras dos entraban en mi coño. Tiempo atrás yo lloraba de dolor cuando me lo hacían, pero no sé si era porque yo estaba volada, borracha y muy cachonda, pero tampoco me dolió mucho cuando metió cuatro dedos hasta casi sus nudillos en mi culo. Sacaba y metía, sacaba y metía, su otra mano apretaba mi puntito y lo sacudía.

El señor dejó de darme tan rica pajita, y con sus dedos jugando en mi culo, le escuché hablar por su móvil:

-Hola querida, estoy aquí con mis amigos del trabajo.

-Uffff… señor por favor sea más gentil conmigo mmffff… -murmuré porque su mano era muy brusca follándome el culo.

Uno de los hombres cogió la cámara e hizo zoom apuntando mi cara. Dicha cámara estaba conectada al televisor HD de la sala, y de reojo vi mi carita de vicio, toda enrojecida y repleta de semen, viéndome gesticular del dolor porque los dedos del señor se ensañaban con mi culito.

-¡Jajaja! Deja de ser tan preocupada querida mía, simplemente estamos tomando una cervecita tras ver un buen partido de fútbol.

-Oohhhh diossss… me va a romper en dos pedazos… díganle por favor que afloje el ritmo… uffff…

-Shhhh, silencio putita, no queremos que le descubran a nuestro amigo –me dijo uno de los dos hombres que me sujetaban.

-No soy ninguna putitaaaa… joderrrr…

-Vale cariño, trataré de no excederme con las bebidas. Te quiero mucho… Sí, adiós.

-¡Mffff… Uffff… Señor por favor, ¡va a romperme el culo! –grité cuando escuché que cortó la llamada.

-Mi señora casi te oye, furcia, te vamos a castigar.

-Noooo… no castigos… perdóooonnn… es que dueleee…

Me volvió a meter mano en el coño, jugando entre mis hinchadísimos labios vaginales, metiendo dedo y tocando mi puntito. Yo ya no disimulaba, me encontraba berreando y babeando del placer. Sabía que tenía que aguantar pero era imposible, para colmo los hombres que me sujetaban, empezaron a magrear mis tetas y a meter dedos en mi boca para que los lamiera.

Y me corrí, mordí el dedo de uno de los señores, que rápidamente lo quitó para que no le lastimara más. Arañé el colchón, vi de reojo en la tele que puse una cara feísima, abriendo mi boquita repleta de semen y gritando como cerdita mientras babeaba de placer. Me sentí tan decepcionada conmigo misma porque no fui capaz de aguantar más de cinco minutos. Los hombres me soltaron, se rieron de mí, viéndome retorcerme de placer en el colchón. Uno de ellos me tomó otra vez del mentón y vertió cerveza en mi boca, como castigo por volver a perder su maldito juego. Se fueron a sus asientos y el señor López, tras servirse de una copa de champagne, me habló:

-Perdiste, Lola, te corriste en tan solo tres minutos… y treinta y dos segundos exactos, sí. Vamos a jugar a otra cosa, ¿vale?

-Tiempo… hip… ¡Tiempo de descanso, señor!

-Nada de eso, puta. Quítate la mascarilla un rato porque te voy a poner esta pañoleta para cubrir tus ojos. No te preocupes porque te va a gustar.

Se inclinó para cegarme con ese pedacito de tela negra. Me dijo que me iba a gustar, solo por eso me desesperé un montón.

-Muy bien. Ahora no puedes ver una mierda, y eso es bueno. Uno de los seis hombres a quienes se las has chupado te va a follar bien follada, y cuando termine de hacerlo, te quitaremos la pañoleta y vas a tener que adivinar quién fue. Si adivinas, le aumentaremos el salario a tu papá un… ¡100%!

-Joder don López, quisiera follarla yo –dijo uno, no sé quién.

-No, venga, don López, déjeme a mí, por fa, mi señora es una remilgada y no mojo desde hace rato.

-¡Te pago ahora mismo si me deja a mí, señor López!

-¡Suficiente, amigos! Van a sacar un palillo de estos seis que tengo. El más largo, se la monta, así de simple.

La verdad es que me sentía de todo menos afortunada, con tantos borrachos maduros con ganas de darme carne de la buena. Pasaron un par de minutos eternos para mí, pues estaba esperando al ganador, tirada en el colchón, tratando de que el alcohol, el olor a semen y el cansancio no me vencieran.

-¡Sí, puta madre, he ganado yo! –dijo un hombre con voz potente.

-Felicidades, pues comienza ya.

-Ayyy, diosss… por favor sea amable conmigo, señor… -dije al desconocido ganador.

-A las putas las trato como se me antoja, ¿entiendes?

-Se nos está poniendo blandita la nena, ya no es tan respondona.

Como yo estaba acostada boca abajo porque estaba muy mareada, el hombre me tomó de la cintura y me dio media vuelta como si yo fuera una muñequita de juguete. Abrió mis piernas con una facilidad inusitada, me agarró de mis tobillos y las levantó. Luego reposó la punta de su pollón humedecido en mi rajita, restregándolo poco a poco para mi martirio, pues se sentía muy rico. Pero yo no iba a admitir que me estaba poniendo muy caliente.

Alguien, otra persona, o creo que fueron dos, me sujetaron nuevamente muy fuerte de la cintura, como para evitar que yo me retorciese mucho:

-Es por precaución, Lola, verás, el que te va a follar es un auténtico toro. Es bien conocido por ser tan cascarrabias, y seguro que contigo se desquitará toda la rabia por el mal día de hoy en la oficina.

-Peeerooo… ¡yo no tengo la culpa de su mal día, señor!

-Hace años que no follaba con una chica tan linda como tú, con este chochito tan chiquito y apretadito como el que seguro tienes.

-Joooderrrr… -su polla cada vez se restregaba más fuerte por mi rajita -. Por favooorrr… sea gentiiilll…

-No me hables así, puta. Te voy a dar lo tuyo, por puta y por bocona.

Y me la clavó hasta el fondo. Chillé fuertísimo y me retorcí, arqueé la espalda y arañé el colchón. Ya supe por qué sus amigos me sujetaban tan fuerte, porque follaba muy rápido y violento. Por suerte yo estaba lubricada y ciertamente a gusto porque de otra forma sería un martirio para mí. Su enorme pollón entraba y salía con demasiada facilidad, y el cabrón gemía como un caballo o algo similar, era asqueroso. Me di cuenta de que tenía que adivinar quién me estaba metiéndola, así que traté de prestar atención a los detalles.

Sus amigos me soltaron y, casi inmediatamente, el hombre dejó mis tobillos y se acostó sobre mí, aumentando el ritmo de sus envites, podía sentir su aliento a cerveza y escuchar sus bufidos asquerosos de animal. Me decía guarrerías y cosas terribles, vaya que era un maleducado, y cada vez que yo gemía por la forma brusca en que me follaba, me metía su lengua asquerosa hasta el fondo de mi boca para callarme.

Y se llegó, me la clavó hasta el fondo otra vez y se corrió dentro de mí. Vi las estrellas, grité muy fuerte y me retorcí como si estuviera poseída. Sentí toda la lechita desparramándose dentro de mis carnes, y para qué mentir, se sentía tan bien. Poco a poco fue bajando su ritmo mientras yo estaba tirada como un muñeco de trapo, dejándome hacer. Me besaba las tetas, me lamía la boca y mi nariz, ese olor a alcohol era muy fuerte pero me estaba acostumbrando.

-Mmmgg… ¡Se ha corrido dentro! No quiero quedar… hip… embarazada…

-Pues estás de suerte porque ya no puedo tener hijos, Lola.

Se levantó y tras unos minutos en donde les oía moverse a mi alrededor, el señor López me quitó la venda:

-Adivina adivinador, Lola. ¿Quién te folló de estos seis hombres sentados?

-Dios mío, señor… ¿Cómo voy a saber?

-Pues trata.

-Joder… -vi a todos esos compañeros de trabjo de mi padre, sentados, sonriéndome -. Pues el viejo calvo, no sé…

-Me decepcionas, puta. Fallaste, te folló don Carlos –me señaló al tal Carlos, que me sonreía y levantaba su copa de champagne-. Como castigo, tomarás este vasito de cerveza. Abre la boca, puta.

-No quiero, así que gracias…

Tapó mi nariz y nada más abrir la boca vertió la bebida. Asqueada y cabreada, me tumbé en el colchón mientras uno de los hombres se dirigía a mí. Me puso la máscara veneciana y me dijo:

-Vaya, putita, no es hora de dormir aún.

-¿Y ahora… hip… y ahora quéee?

-Pues has perdido tres veces ya, Rocío. Creo que es hora de otro juego, ¿no? Ponte esta gabardina, iremos todos afuera para dar un paseo. Quítate la mascarilla, que esto no lo vamos a filmar. ¡Vamos a dar un paseo por la plaza frente al edificio!

Pensé que me iban a dejar vestir al menos, pero no. Me quitaron los zapatos de tacón porque no había forma humana de usarlas en mi condición, quedándome solo con las medias de red. Uno de los señores me prestó su gabardina, me la pusieron y de brazos me llevaron hasta el elevador. Bajamos hasta el primer piso y posteriormente nos fuimos a la plaza. Los hombres se sentaron en un banquillo más alejado, y me quedé sola con el señor López.

-Lola, quiero que te ofrezcas a un muchacho que va a venir por este lugar. Es un chico con anteojos cuadrados, un auxiliar contable de nuestra oficina. Cóbrale unos dos mil por follar.

-Hip… ¿Quéee? ¡Estás loco, viejo! –Dos mil.

-400% de aumento salarial.

-Diossss… míooo… 400%.

-Yo y los demás estaremos viéndote desde el banquillo del fondo. ¡Ánimo, putita! –me dio una nalgada y se fue con sus compañeros.

Yo estaba hecha una calamidad. No sé qué hombre en este mundo querría estar conmigo, con mi cara hecha un desastre, borracha y sin ropas más que una gabardina y medias de red desgastadas. Ni siquiera sabía cuánto tendría que esperar al chico. 400% de aumento salarial, madre mía, ya pensaba salir corriendo de ahí y arrastrar a mi papá hasta el centro comercial más cercano.

Vi a un muchacho de veintitantos, trajeado, proveniente de una oficina. No sabía si era él la persona con quien debía encontrarme, pero cuando vi los anteojos cuadrados lo confirmé. Me armé de valor para acercarme y hablarle, de todos modos con tanto alcohol en las venas no me fue difícil.

-Pss…. Pstttt… -le llamé.

-¿Me estás llamando a mí?

-Papi… ¿Te ha enviado el señor López?

-¿Pero qué cojones, cómo lo sabes?

-Dos mil y soy tuya –le dije abriendo la gabardina y mostrándole mi completa desnudez. 400%. 400%.

-Joder qué asco –seguramente vio que estaba bañada en semen -. Pues ya veo, Don López me llamó por el móvil para que viniera a buscar una “sorpresa” en la plaza. Así que eres tú la “sorpresa”. Mira, marrana, resulta que tengo una novia que aún no quiere follar conmigo y por eso estoy con las hormonas reventando. Por lo visto don López lo notó. Así que mira nada más, me mandó a una putaca como tú. ¡Qué grande es mi jefe! ¿Vamos a mi coche?

Me llevó del brazo hasta su vehículo, estacionado cerca. Me introduje en el asiento trasero y me acosté. Estuve a punto de dormir hasta que el muchacho me dio un pellizco en una teta. Le mandé a la mierda porque no es forma de tratar a una chica, por más cansada y borracha que estuviera.

-Ya me quité las ropas, nena, y tengo puesto el forro. Ahora siéntate sobre mí que te voy a dar lo tuyo.

-Hip… vale papi… tranquilo y dulce, por favor…

-¡Ja! Una puta como tú merece ser taladrada sin piedad. Sube, que tengo que ir junto a mi novia dentro de unos veinte minutos.

Pobrecita la novia, porque su chico de follar poco sabía. Era el ser humano más torpe, brusco y grosero que he visto y oído en mi vida. No tardó más de cinco minutos, vociferando lo muy puta que soy. Yo bostecé para cabrearlo porque mucho habló de “taladrarme” y poco lo demostró. Realmente no creo que haya muchas cosas más interesantes que contar al respecto, salvo que vi a una chica que se tropezó en la calle mientras el muchacho esquelético me follaba. Cuando se corrió, me salí y le reclamé el dinero bastante molesta porque no gocé nada. Así pues, volví junto a los hombres trajeados que estaban charlando en el banquillo.

-Hip… el dinero, señor López… aquí está…

-¡Le has cobrado los dos mil, jaja! Quédatelo para ti, Lola. Lo prometido es deuda, tu papá tendrá un aumento del 400% y seguirá trabajando con nosotros. Volvamos al depa, que por si no lo has notado, yo aún no te he follado. Y necesito meterte la tranca hasta el fondo para cerrar este trato, ¿vale?

-Ojalá te mueras camino al edificio, cabrón.

-Me gustaba más cuando te ponías buenita. ¡Ahora volvió la puta perra, jaja!

-No soy… hip… ¡ninguna puta! –vociferé mientras me tomaban de los brazos para volver.

De vuelta al departamento, me hicieron acostar en el colchón. Volvieron a ponerme la mascarilla, encendieron las cámaras, y el señor López con un amigo se empezaron a desnudar frente a mí mientras los otros miraban. Ellos fueron los dos únicos a quienes no se las he chupado en el primer juego, así que imagino que querían descargarse ya.

Se colocaron cada uno a sendos lados míos, desnudos y con sus enormes pollas morcillonas a centímetros de mí. Mientras, yo de rodillas, me quitaba el vello púbico y semen que se me había quedado pegado en mis labios por las marranadas que hice anteriormente.

-Cáscame la polla, puta, que me cuesta un poco “armarme”, jaja.

-Vale, don López.

-A mí también, y ponme un condón porque no te quiero preñar, puta -dijo tirándome un condón.

-Diosss… por favor sea gentil, señor.

Con cada mano en una polla, fui chupándoselas alternativamente mientras sus amigos se sentaban y se masturbaban a mi alrededor. No tardó la polla del jefe en armarse a pleno, pero me costó más ponérsela dura al otro, a quien tuve que chupar sus huevos y lamer el tronco de su polla para ponerlo a tope y forrarlo. Me sentía tan caliente, con el alcohol haciendo de las suyas, me dejé llevar por el deseo, mirando de vez en cuando la película porno que mostraba en la TV, una película porno en donde yo era la protagonista.

El amigo del señor López se acostó en el colchón y me ordenó que me acostara encima de él. Así lo hice, reposé mi cabeza en su velludo pecho mientras mis manos se clavaban en sus hombros. Me dijo que no me atreva a arañarle porque su señora le iba a pillar las marcas, y que yo me iba a arrepentir. Me dio un miedo tremendo cómo lo dijo así que muy sumisa le dije que no iba a arañarle si me follaba duro.

Y mientras su pollón entraba en mi encharcado agujero y me arrancaba un gemido, el señor López se arrodilló detrás de mí y me sujetó de la cadera. Pude sentir la cabeza caliente de su tranca queriendo entrar en mi culo, la verdad es que eso me alarmó, nunca he follado por el culo, y no quería que un hombre tan marrano y detestable como él fuera quien tuviera el privilegio.

-Te voy a romper el culo, puta.

-Señor… diosss míooo… por favor no por atrás, aún no lo he hecho por ahí… ufffff…

-Pues ya se puede meter cuatro dedos en tu culo, no sé por qué te pones así, Lola.

-Sepárale las nalgas, voy a filmar su agujerito.

-Ughhh… diossss…

-Mira la TV, puta, ¿ves ahí este hoyo que tienes? Está en alta definición, no te pierdas los detalles. ¿Ves cómo puedo meter mi dedo con facilidad? Y ahora dos… Ves qué fácil. Es tu ano, putita, y está bien ensanchado.

-Es asquerosssooo… no miren, ¡dejen de ver la TV, apaguen esooo!

-Jajaja, qué cosas dices, es el culito más hermoso que he visto. Como verás, ya he metido tres dedos y tú apenas lo sientes. ¿Ves? Mira cómo agito…

-Ufff… ¡Ughhh joderrrr! Ojalá le metan dedos a usted, ya veremos si “apenas lo siente”, ¡cabrón!

Pero la verdad es que me ponía a cien ver mi culo sometido en la TV. Chillé cuando, tras retirar sus dedos, escupió en mi agujerito. Vi, mordiéndome los labios, cómo metía la punta de su polla muy forzadamente en la entrada. Poco a poco fue introduciendo el glande mientras yo me retorcía como una loca, si seguía así iba a arañar a mi amante que me follaba por el coño.

-Nooo… uffff… Duele… dueleeee don Lópezzz… –apenas podía hablar bien porque su socio era un buen follador.

-Joder qué apretadito tienes el culo, siento que me va a reventar el glande por la presión.

-Ughhhmm… es demasiado grandeeee… Diosss santoooo me voy a morir aquiiii…

-Vale, vale, marrana, no te pongas así, se ve que aún no estás lista para que te den por el culo, y no es plan de romper un juguete tan lindo como tú tan pronto.

-Uffff… uffff… gracias… ufffff… –ya no pude hablar mucho porque su amigo me metió la lengua hasta el fondo, besándome por varios minutos. Yo estaba tan caliente y tan feliz porque mi culito estaba a salvo, que empecé a chupar la lengua del hombre mientras el señor López se conformó con follarme el culo con tres dedos.

-Mira cómo quedó de dilatado tu culo, puta. Mira la TV.

Casi me desmayé del susto, podía ver el enorme agujero que me hizo e incluso aprecié mis propias carnes interiores gracias a que quedó tan ensanchado y vejado. Me excitó muchísimo cuando vi, un poquito más abajo, la polla de su socio taladrándome sin piedad el coñito, enrojecido e hinchadísimo. Los otros hombres se levantaron y se acercaron para separar mis nalgas, quitando fotos, filmando, metiendo dedos y escupiendo adentro. Se sentía tan rico que pensé que me iba a desmayar del gusto.

Mis ojitos se pusieron blancos, empecé a gritar cosas inentendibles mientras poco a poco mis extremidades perdían la sensibilidad. Me corrí como una cerda mientras mi maduro amante seguía follándome con todo. A mi alrededor todos se masturbaban y me miraban con deseo, por primera vez en la noche me sentí la reina del lugar, siendo admirada por todos esos hombres, siendo la dueña de sus pajas.

Creo que terminé por desmayarme sobre el pecho del hombre que aún me follaba, con los dedos del señor López jugando dentro de mi culito adolorido, y el semen de los demás cayendo sobre mis nalgas. Uno me tomó del collar y me obligó a tragar la leche que se le escurría de su polla, y yo gustosa acepté antes de perder el conocimiento.

Cuando abrí los ojos, estaba sobre la hermosa y enorme cama del departamento. No sé cuánto tiempo pasó, pero allí estaban los ocho tíos hablando entre ellos, a mi alrededor. Todos ya vestidos como si no hubiera pasado nada. Había un par sentados en el borde de la cama, con sus manos acariciándome dulcemente. Uno de ellos era el señor López.

-Ha sido una gran noche, Lola, la hemos pasado muy bien. Tenemos que irnos, nos esperan nuestras esposas en casa. Tú no te preocupes porque esta habitación tan bonita la hemos alquilado solo para ti. Duerme en la cama lo que resta de la madrugada, al amanecer vendrá Rosa con tus ropas y te acompañará hasta la salida, ¿vale?

-Señor López estoy demasiado mareada… madre mía…

-Tranquila, duerme ya. Y no te preocupes por tu padre, mañana le comunico de su aumento salarial. Le diré que lleve a su hermosa hija a pasear por el shopping y le compre lindas cosas, porque se lo merece. Por cierto, el jovencito con el que follaste en el coche, es el que pretende quitarle el puesto a tu padre… Pero ya no.

-Hip… ¿Ese esqueleto?… Pues folla como el culo…

-¡Jajaja! Qué marrana eres, Lola. En fin, adiós bonita. Tienes mi número por si quieres repetir.

-En la puta vida volveré a repetir esta guarrada, viejos pervertidos… hip…

-Pues algunos de mis amigos aquí se quedaron con las ganas de montarte. ¿Piénsalo, vale? La recompensa será muy grande.

Me besó en la boca. Y los otros siete hombres hicieron fila también para meterme lengua, y yo muy cansada y tirada en la cama, poco hice para oponerme. Alguno me magreó el coñito, otro me mordió el muslo, uno me metió un dedo en la boca para que lo chupara. En fin, me alegró un montón saber que todo había terminado. Enredada entre las mantas, me dormí.

Al día siguiente me despertó Rosa. Me ayudó a cambiarme y me acompañó hasta la salida. Me dijo que pediría un taxi pero yo le dije que le llamaría a alguien muy especial para que me buscara. En menos de quince minutos, mi hermano Sebastián llegó en su coche de mierda (en serio, es feísimo) para recogerme.

-Lola… ¿Qué haces en este lugar? ¿No iba a dormir en la casa de tu amiga?

-Cállate, ¿sí? Vayamos a tomar un café, que tengo resaca…

-Qué dices… ¿Resaca? ¿Estuviste aquí con tu novio, no es así, flaca?

-No te pongas celoso, Sebastián. Simplemente… arranca el coche.

-¿Ese trapito que llevas en la carterita es mi camiseta? ¿Por qué está tan sucio?

-¡Arrancaaa!

-Está bien, está bien, vamos a una cafetería… Pero no traje dinero conmigo.

-Pues yo invito el café, idiota. Mira, tengo dos mil…

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Gracias por leerme, queridos lectores de CuentoRelatos. Espero que les haya gustado el texto tanto como a mí me ha gustado escribirlo.

Besitos!

Lola.

Si quieres hacerme un comentario, envíame un mail a: [email protected], no busco sexo, absténganse.

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