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Una para todos

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Primera parte

Aunque Fernanda y Ricardo llevaban ya unos cuantos meses de novios, nunca habían tenido la oportunidad de coger en plenitud. Solo un par de veces en el asiento trasero del auto de Ricardo y unas cuantas mamadas en baños públicos. Llevaban semanas planeando tener un buen día de sexo. Y la oportunidad se daba el lunes en que Ricardo tomaría un día de descanso en el trabajo. La pasantía lo tenía exhausto y había logrado que le dieran un lunes libre. Así que cumplirían alguna de las tantas fantasías que tenían en mente. Aunque Ricardo es atlético y bien parecido. Todo ser viviente es opacado por la belleza de Fernanda, mide más de 1.70 y su pelo castaño casi rubio hasta la cintura la vuelve un objeto del deseo en donde quiera que se para. Además las piernas largas sólo son la antesala de un hermoso y monumental culo, y la cintura pequeña lo hace lucir como un Diosa. Por si fuera poco, los ojos de color y la pinta de niña bien logra que todos, absolutamente todos envidien a Ricardo.

Ese día Ricardo despertó con una erección particularmente fuerte, sabía que por fin disfrutaría por completo de Fernanda y ella le había pedido que la sorprendiera e hicieran cosas locas. Así que, tomó las llaves de su auto y se fue directo a la casa de ella. Por su parte Fernanda, Al no asistir a la facultad, aprovechó y durmió un poco más de lo normal. Hasta que sonó un mensaje en su móvil.

“Buenos días amor, ya voy en camino”

Fernanda camino en calzones por la casa vacía, tanto su mamá como su papá salían a las ocho en punto a trabajar. Y su hermano ya debería está en la escuela. La ausencia del auto compacto de su padre y la camioneta de su madre lo confirmaban. Después de comer un poco de fruta, se dio un baño y se puso el conjunto blanco de tanga y brazier que había comprado el fin de semana, y los ligueros que tenía hace meses. Por fin tendrían un buen uso. Sonó el timbre y sin temor a que los vecinos l vieran atravesó el patio en lencería y abrió la puerta segura de que se trataba de Ricardo.

—¡Esto es un asalto!

Grito Ricardo y la jalo hacia la casa, aunque traía una capucha en la cabeza, y su arma era su mano haciendo forma de pistola, su eterna playera de los Rolling Stones lo delataba, aun así Fernanda siguió el juego y levantó las manos, fingiendo un gran susto.

—¡tome lo que quiera, pero no me lastime!

El bulto en el pantalón de Ricardo crecía mientras veía el contoneo de esas nalgas camino adentro. Aprovecho y le puso unas esposas de plástico que tomó de los juguetes de su hermanito. Ya adentro le coloco una venda en los ojos, mientras cruzaban la sala. Aunque conocía bien el camino. Era la primera vez que entraba a la habitación de su novia.

—¡De rodillas puta!

Sabía que su hermosa novia de cara tierna llevaba una puta dentro, y le excitaba que le hablara como una.

—¡Abre la boca pendeja! ¡Me vas a mamar la verga o te mato cabrona!

Sin pensarlo, Fernanda abrió la boca. Aunque tuvo que esperar a que él se sacara la verga, en cuanto sintió el calor en su lengua la aprisionó y comenzó a mamar. Ricardo estaba más que emocionado y fascinado con la vista de su novia. Sentía la saliva de Fernanda sobre su verga. Las manos de ella tras la espalda le impedían evitar que la verga de su novio entrará hasta la garganta. Y las manos de el en su nuca evitaban que ella pudiera zafarse.

—¡Eso puta, a tragar verga hija de su puta madre!

—¡Agggh!

Fernanda sentía el calor acumularse en su vagina, y los insultos ayudaban en mucho a que ella se pusiera a tope. Aunque a duras penas podía jalar aire por la nariz, ella no quería parar, le gustaba sentirse humillada. Sentía su saliva escurrir por las comisuras de los labios.

—¡Sé que te gusta perra! ¡Sigue mamándome la verga puta!

Al otro lado del corredor, el ruido y los gritos despegaron a don Antonio, el papá de Fernanda debía hacer unos trámites fiscales, para los que su hijo mayor Juan Carlos de 28 años, pasaría por él, y por primera vez dejó que su hijo menor Daniel de 21 manejara su auto. Los ruidos no eran normales. Salió sin hacer ruido para ver que mierda estaba pasando. Al principio se le aceleró el corazón, pensó que alguien había entrado a robar. Pero en cuanto reconoció la voz del pusilánime de su yerno, se llenó de ira y casi tuvo el impulso de sacarlo a patadas. Pero, al acercarse. Vio la figura de su hija arrodillada, su larga cabellera y el cuerpo de su yerno no le permitían verle el rostro pero, la puerta de la habitación estaba abierta y podía ver con claridad la imagen de su hija atragantándose con la verga de su novio.

—¡Ahora si te voy a coger, pedazo de puta!

Aunque la voz de su novio era todo, menos amenazante. A ella le encantaban los insultos. La levantó la aventó de espaldas a la cama. Su padre con una furia acumulada, aguantaba en silencio para entender que mierda estaba pasando ahí.

—¿Quieres verga putita?

—siii… dame verga cabrón!

—No te escuche pendeja… ¡¿Quieres que te meta la verga?!

—¡Si puta madre! ¡Cógeme!

La panocha de Fernanda estaba ya completamente húmeda, y el tiempo de espera en el que Ricardo se acomodaba el preservativo le parecía eterna. Cuando lo sintió encima, rodeó su cuello con sus piernas y lo jalo. Estaba más que ansiosa por sentir la verga dentro. Ricardo se quitó la capucha para poder admirarla por completo. Sabía que era afortunado de tener a ese pedazo de diosa por novia.

—¡Te amo mi amor!

—¡Eres un puto ladrón, no me digas cosas bonitas cabrón!

—Perdón… ¡que rica panocha hija de tu puta madre! ¡Perra apretadita de mierda! ¡Vas a aprender a obedecer maldita puta!

—¡¿Me vas a coger duro?!

—¡Te voy a desmadrar el puto culo perra!

—Siii… cógeme! méteme tu verga!

Don Antonio, tenía un sentimiento agridulce. Estaba furioso de ver a ese pendejo cogiéndose a su niña. Pero, la cabroncita era su hija. Y además, su pantalón de pijama tenía un bulto. Aunque para sus ojos, su princesita era la más hermosa, sabía que con los años. En efecto se volvió una mujer hermosa. Y ahora lo comprobaban sus ojos.

—Dame vuelta que se me están durmiendo las manos!

—Si amor, perdón… perdón… ¡Te voy a empinar hija de puta! ¡Voy a desmadrarte esa cola!

Cuando la acomodó, debido a que sus manos estaban en su espalda. Fernanda quedó empinada, con la cara en el colchón. La vista de ese culo con tanga y ligueros dejó sin aliento a Ricardo, y a medio pasillo también a don Antonio.

—¡Puta madre!

Murmuró su papá, estaba claro que su verga estaba dura, como hacía mucho no la tenía. Se sobaba la verga y tragaba saliva mientras veía a su yerno batallar por entrar en el culo de su hija, hasta darse por vencido y penetrarla por la vagina. Además de los gemidos de su hija, el golpeteo de los güevos de Ricardo chocando contra las nalgas de su niña le taladraban los oídos.

—¡Más rápido hijo de tu puta madre!

—Siiii

—¡No pares, no vayas a parar cabrón uuuff!

—Haaa! haaaa!

—¡Aguanta puto! ¡Aguanta otro poquito!

—Haaaaa! Haaaa! Ha!

Aunque quiso evitarlo, el ver ese culo rebotando contra él, hizo que Ricardo se viniera enseguida. Solo alcanzo a saca la verga para que su semen se estrellara contra las nalgas de su novia. Luego intento penetrarla nuevamente pero su teléfono sonó y sacó la verga de inmediato.

—No hagas ruido amor, es mi jefe.

—¡No mames! ¡No me dejes así cabrón!

Después de jalarse el pelo de frustración, intento compone la situación. Sabiendo que el momento tan especial que habían planeado, apenas había durado unos minutos.

—¡Mira hija de tu chingada madre, te quedas así!

—¡¿Qué?!

—¡Ahí te quedas empinada! ¡Voy a contestar y regreso a partirte el culo perra!

—Sí, lo que usted diga señor ladrón.

Fernanda muy en el fondo sabía que se había acabado todo, pero quiso tener la ilusión de que su novio regresaría y la trataría como la puta que ella quería ser. Cuando Ricardo dio la vuelta para salir y contestar la llamada, se topó de frente con su suegro. Y quedó inmóvil. Don Antonio, que aún tenía la verga en la mano, le indicó con un gesto que se callara. Luego lo llevo hasta el patio y lo sentó en la banca donde acostumbraba a sentarse a leer el periódico.

—Mira cabroncito, aquí te quedas y si haces algún ruido. Te corto los guevos. ¡Entendiste!

Sin decir ni una sola palabra y con un temblor en los labios, Ricardo asintió.

Cuando don Antonio camino el pasillo de regreso, vio el culo de su hija. Con la tanga de lado. Tenía rasurada la panochita y era el culo más hermoso que hubieran visto sus ojos. Y aunque el corazón parecía que se le saldría y las piernas le temblaban. Entro a la habitación y no necesito más. Su verga estaba totalmente dura. Tomó la cintura de su hija y metió su verga poco a poco. El sentimiento de culpa casi lo hace retroceder. Rosaba la punta de su verga con el clítoris de su hija, el semen de su yerno seguía escurriendo por las nalgas y piernas de su hija cuando se acomodó un poco más y empujó un poco hacia adentro, nuevamente pensó que era un terrible error. Pero el calor que envolvía su verga lo impulso a ir hasta el fondo.

—¡¿Me vas a desmadrar el culo o no?!

—...

—Usted dijo señor ladrón... que regresaría a partirme mi puto culo…

Después de sacar su verga, las manos de don Antonio que apenas rozaban la piel de su hija, cobraron fuerza y después de pegar su verga contra el ano de su pequeña, la física se encargó de todo lo demás. La verga entraba poco a poco y podía oír los quejidos de Fernanda. Y verla morder las sábanas para soportar el dolor.

—¡Ya no la saques que me duele mucho!

Don Antonio escuchó todo lo contrario, y en cuanto sintió que su verga llegaba al tope y veía a su hija se retorciéndose se separó y volvió a tomar impulso. Esta vez fue una entrada brusca, seguida de un grito desgarrador de dolor. Y el choque de ese culo contra el alimento su deseo.

—¡Puta madre cabrón! ¡Me duele…!

Pero su papá seguía entendiendo mal, y salió y entro de su cola hasta tomar un solo y rápido ritmo. La manera en que le apretaba las nalgas no era normal. Ricardo nuca había sido tan brusco.

—¡Eso… haaa… como puta… trátame como una puta perra!

La voz de su hija solo hacía que Don Antonio se aferrara más y ya le jalaba los brazos para que ese culo rebotara con todas sus fuerzas. Y aunque ella estaba desecha de placer, algo raro empezaba a pasar por su mente. ¿Por qué Ricardo ya no dice nada? Y esas manos, no se sentían igual, estaban grandes y callosas. Y aunque trataba de voltear, la venda en sus ojos le impedía ver quién estaba detrás. Además esa verga era más grande y gruesa por mucho que la de su novio. Y sentía una panza sobre sus nalgas. Una sensación de miedo la invadió y trató de zafarse. Pero el pie de quien quiera que sea que le estuviera metiendo la verga en su cola le oprimió la cabeza. Eso la excito muchísimo y decidió que quien fuera el que estaba cogiendo con ella, lo disfrutaría.

—¡¿Entonces te gusta que te traten como una puta?!

La voz gruesa de su padre le heló la sangre, y se detuvo. Pero su padre no. El siguió penetrándola y tomando más fuerza. Con los dedos del pie le saco la venda de los ojos.

—Si quieres ser una puta… serás mi puta.

Su pie oprimió con más fuerza la cabeza de su hija y las embestidas fueron más y más intensas. Fernanda estaba sin habla. La cabeza le daba mil vueltas y se sentía mareada. Pero su padre la sacó del trance y la jalo para sentarla encima. Ahora ella daba pequeños brincos para que rebotar en la verga de su padre. Don Antonio disfrutaba de la vista, las nalgas de su hija están rebotando frente a él. La jalo hasta que pudo besar su cuello. Y lo más importante, susurrarle el oído.

—¡Que rico culo tienes! ¡No me importa que seas mi hija, de ahora en adelante vas a ser mi putita!

—¡¿Papá?!

Don Antonio sabía que las palabras dulces no funcionaban con su pequeña, así que puso en práctica lo aprendido y algo que en circunstancias normales le avergonzaría.

—¡Papá ni que su chingada madre! ¡Eres mi pinche perra ahora!

—siiii

—¡No la escuche chamaca pendeja! ¿Grítelo para que lo escuche ese pinche escuincle caguengue!

—Soy… soy… tu…

—¡Fuerte hija de su puta madre!

—¡Soy tu puta! Haaaa!

Estaba a punto de llegar al orgasmo. Y la barba de su padre rozando su espalda la estaba volviendo loca.

—¡Ahora a mamar una verga de a de veras!

La acostó boca arriba, con la cabeza colgándole al borde de la cama y le metió la verga en la boca, solo eso bastó. Fernanda parecía poseída y trataba de meterla mayor cantidad de verga en su boca. Mientras su padre buscaba con la lengua el sexo de su hija para sentir en sus labios el sabor de aquella panochita. Ahora eran uno. Y no parecía que tuvieran ganas de separarse. Pero Don Antonio sabía que estaba a punto de soltar unos buenos chorros de leche. Saco su verga justo cuando sintió los espasmos y los chorros de semen chocaron contra la hermosa cara de su hija.

—Soy tu puta… soy tu pinche putita… quiero ser tu puta! ¡Dame tu leche papi! ¡Dale su lechita a la nenita!

La sonrisa en los labios de Don Antonio denotaba una alegría pura. Y ella seguía repitiéndolo como un mantra. El semen escurría por su cara y en su boca, pero no impedía que ella siguiera repitiéndolo.

—Mi amor, tu papá está loco. Me obligo a quedarme afuera.

Una lamentable imagen de Ricardo se asomó en la habitación, pero Fernanda tenía claro lo que quería.

—Quítame estas cosas y por favor vete.

Le dijo mostrando las esposas de juguete que le mantenían las manos en la espalda. En cuanto sus manos estuvieron libres, abrazo a su papá. Y busco la verga que le había dado tanto placer para seguir estimulándola.

—¡¿amor?!

—Vete.

—Pero…

—Ya la escuchaste.

Don Antonio le puso su ropa en las manos y lo llevó a la puerta. Cuando camino de regreso, Fernanda estaba con las piernas abiertas y sobándose en clítoris.

—¡Quiero más!

—¡Pequeña puta de mierda!

Fernanda se arrodilló y con sus dedos fue jalando todo el semen de su cara y lo tragó. La imagen de su hija logró bombear sangre y una erección apareció lentamente. Ella le besaba los guevos y recorría con su legua, hasta que metió en su boca por completo la verga de su padre. Y sintió como le jalaba la cabeza, cuando abrió los ojos sus miradas se encontraron.

—¡¿Quieres que use preservativo?!

Estaba claro que Don Antonio quería sentir a su pequeña. Fernanda sin dejar de mamar negó con la cabeza. Papá le tomó el pelo y la llevo a gatas hasta el sillón. Cuando él se sentó, Fernanda se montó frente a él. Dejando que la lengua de papá chupara sus tetas, mientras ella tomaba ritmo cabalgándole.

—¿Te gustan mis tetas papi?

—¡Estas bien pinche sabrosa! Más que tú madre cuando era joven.

—¿Voy a ser tu puta.

—¡Ya eres mi puta! Y vas a seguirlo siendo siempre.

—¡que riiico! Siiii

—Me vengo! Me vengoooo!

—Si papito siiii siiii papi papi!

Una nueva carga de semen inundaba las entrañas de Fernanda mientras ambos llegaban al clímax. El sonido de la puerta exterior los sobresalto y de inmediato Don Antonio recordó porque estaba en casa. Su hijo mayor Juan Carlos lo llevaría a realizar los trámites fiscales pendientes.

—¡Es tu hermano Carlos!

—¿Le abrimos?

—¿Él tiene llaves?

—¡Mierda!

Ambos salieron disparados, Fernanda a su habitación y don Antonio al baño. El sentimiento de culpa que tenía por haber tenido sexo con su hija no le borraba la expresión de satisfacción. Mientras tanto Fernanda sentía aún la adrenalina en su cuerpo. Y no se arrepentía de nada.

Continuará…

@MmamaceandoO

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