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Seis vergas para un solo culo

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Era el último día de clases y para celebrarlo fui con mis amigos a tomar cerveza y a fumar marihuana en un baldío cerca de la universidad. La pandilla estaba compuesta por 6 hombres (El negro, Miguel, El toro, Chivo, Chucho y su servidor) y una sola mujer llamada Erika.

Ella es una dulce y bella morena de cabello largo y oscuro que cubre toda su espalda, labios grueso siempre pintados de rojo y un trasero enorme para una mujer tan joven. Siempre he querido algo con ella pero soy muy tímido para confesarle mis sentimientos. Ella nunca se ha incomodado por juntarse con puro varones, hasta este día, claro.

Llegamos al baldío y enseguida nos pusimos a beber cerveza, a fumar marihuana y a comer sabritas. El tiempo no se fue volando, se sentía la hora pasar ya que el tema de conversación se terminaba igual que nuestros suministros. Todos mis amigos se levantaron por al menos tres veces para orinar atrás de la pared donde estábamos recargando, todos fuimos al baño excepto Erika. Ella se tuvo que aguantar las ganas por horas hasta que decidió ir.

—No me vayan a espiar —nos dijo con una risita de colegiala.

Nosotros solo le sonreímos mientras mirábamos como caminaba toda borracha y volada hacia los “Baños” que solo era un espacio lleno de hierbas y basura que olía a orina, nuestra orina.

—Chicos, vengan —dijo el Toro en voz baja.

Él se levantó y todos le seguimos, resulta que en la pared había un pequeño agujero en el cual podíamos ver hacia el otro lado donde estaba Erika orinando, no solo se encontraba agachada si no que estaba arqueada hacia adelante, mostrándonos su perfecto y prieto culote a todo nosotros.

La situación era morbosa y vergonzosa para mí ya que todos mis amigos le veían el culo desnudo a la mujer que me gustaba y todo empeoro cuando Chivo se sacó su verga y empezó a masturbase mientras los demás decían como se follarían a Erika.

—Hay que follarla —dijo el negro.

—Es nuestra oportunidad, hay que aprovecharla —dijo Chucho.

—Hay que darle verga a esa zorra —dijo el Toro.

No sabía si era el alcohol y la droga la que hablaban o en verdad eran ellos. Yo no dije ninguna palabra, yo también tenía un chingo de ganas de tenerla pero no así. Todos mis amigos compartieron una mirada y una sonrisa de malicia. Después se desplazaron lentamente hacia el otro lado del muro, yo los seguía hasta atrás. Aunque tuvimos mucho cuidado las hojas del suelo nos delataron cuando las pisamos. Erika volteo y grito al vernos, en especial a Chivo que traía la verga por fuera. Ella intento levantarse lo más rápido que pudo pero sus piernas le fallaron y termino cayendo en sus propios orines.

Todos avanzaron casi a brincos hacia ella, todos menos yo que me quede quieto viendo como la rodeaban y como se bajan los pantalones. Después vi el rostro sucio de Erika que era una mezcla de terror y asombro. Ella enseguida me miro con ojos de cachorro, pidiéndome que la ayudara con la mirada pero yo no hice nada, quería detenerlos pero mis pies no se movían. Vi la tristeza y la decepción en su cara lo cual me dolió mucho.

Ella levanto la mirada hacia las personas que eran sus amigos y sabiendo que nadie la ayudaría se resignó totalmente. Se arrodilló sobre la tierra mojada y con timidez empezó a agarrar y a acariciar los miembros de toda la pandilla.

—Sabía que eras una perra —dijo Miguel

—Una perra hambrienta de carne —dijo El Toro entre risas.

Erika no decía nada, mantenía la cabeza agachada mientras masturbaba al negro y al Toro.

—Ponte a chupar que mi amiguito necesita de tus labios —dijo el Chivo.

—Ni madres, primero me la chupa a mi primero —dijo Chucho.

La sujeto de su cabello y la jalo con fuerza hacia su verga la cual impacto en su nariz. Ella chillo levemente mientras Chucho restregaba toda su verga erecta por su cara.

—Empieza a mamar mija que bien que quieres.

Erika suspiro y separo los labios para meterse todo ese pedazo de carne en su boca.

—Bien hecho perrita, a si me gustan, que sean obedientes.

Todos mis amigos rieron, con las vergas afuera abusando de la boca de la chica que me gusta y yo solo los veía sin hacer nada. Estaba a punto de irme pero el Toro me hablo.

—¡Ven aquí, Gordo! ¡Sácate la verga para que esta puta se lo trague!

Esa puta era la mujer de la cual he estado enamorado desde que inicie la universidad y ahora está siendo humillada por mi supuesto amigos, por sus supuestos amigos. Una parte de mi quería detenerlos, otra parte quería huir, pero exista otra parte en mi interior que se quería unir.

Camine con paso lento hasta llegar con ellos, cerrando el círculo que aprisionaba a Erika. Ella me volvió a mirar con decepción pero tal sea por la excitación que ya no me importo. Me desabroche el pantalón y mi verga salió de golpe. Sin pedirle que hiciera algo se balanceo hacia mi miembro, tragándoselo por completo.

Cuantas veces he fantaseado con tenerla arrodillarla enfrente de mí, con sus suaves labios cubriendo mi pene y con su húmeda lengua envolviendo mi glande. Esto sería maravilloso si tan solo tuviéramos solos.

—Chúpale los huevos peludos al gordo —dijo Chivo.

Pensé que no lo haría, que se negaría pero no fue así, dejo de chupar mi verga para dirigirse a mis huevos los cuales succionó con tanta pasión y devoción. Sentía un gran placer y quería creer que ella igual aunque era poco probable.

Esta vez el tiempo paso volando, ella siguió chupando la verga de todos, incluso le lamio el culo a Chivó, al Toro y a Miguel. No sabía cuánto tiempo había pasado pero nuestras vergas ya estaban a punto de explotar, todos liberamos chorros de semen sobre ella, sobre sus pequeñas tetas prietas, sobre toda su cara y por todo su cabello y sobretodo en su boca. Tengo que admitir que se veía hermosa bañada en semen, ella no era una novata ni una santa porque realmente actuó como una verdadera puta, toda una profesional en el arte de exprimir penes. Yo sentí algo de alivio igual que ella porque creía que todo había terminado pero estábamos equivocados, esto apenas está empezando.

El Toro la levanto del suelo y la empujo hacia la pared. Ella grito por el impacto y antes que pudiera hacer algo El Toro se colocó detrás de ella y sujetó sus manos.

—He tenido ganas de romperte el culo desde que te conocí.

Con su mano libre empezó a azotar a ese perfecto y prieto culo enfrente de nosotros. Erika chillaba y gemía de dolor y de placer como una cerdita mientras que el resto de la pandilla saca sus celulares para grabarla. Yo no hice eso aunque me arrepiento.

—Dime Erika —dijo el Toro mientras sobaba el culo de la chica— ¿Eres virgen del culo?

Erika tuvo que haber sentido un verdadero pánico al oír esa pregunta y al sentir el escupitajo de uno de sus mejores amigos sobre su ano. El Toro sin decir nada introdujo uno de sus dedos por el pequeño agujero de la chica la cual no pudo evitar soltar un breve grito agudo.

—¡Respóndeme putita!

—Sí, si lo soy —hablo Erika por fin con la voz desgastada—. Nadie me ha dado por ahí.

—Entonces nosotros seremos los primeros, mi amor —dijo Chucho.

—Ya métemela de una vez y termina con esto —dijo Erika con los ojos cerrados.

—¡Si la niña quiere verga hay que dársela!

Lentamente El Toro introdujo su verga que ya estaba nuevamente erecta por el virgen ano de la chica que me gusta. Ella maldijo en voz baja, gritando lo tanto que le dolía pero esos chillidos fueron remplazados por gemidos de placer y balbuceos. En el fondo lo estaba disfrutando.

Las embestidas de Toro fueron lentas al principio pero no tardaron nada en volverse violentas. Con cada metida de verga le daba una fuerte nalgada en su precioso culo.

Uno de mis mejores amigos estaba culeando a la mujer que quería como novia enfrente de mí mientras que mis demás amigos esperaban su turno mientras graban la follada anal que Erika estaba recibiendo. Me sentía como una verdadera mierda pero muy en el fondo me gustaba verla así.

Pasaron como veinte minutos cuando El Toro soltó un gran gruñido y vació los huevos en el ano de Erika. Ella también expulso un gemido de satisfacción y de vergüenza. El Toro no saco su verga del culo de Erika hasta haber vaciado hasta la última gota de semen en su interior.

—Bueno, ¿Quién sigue?

Uno por uno mis amigos fueron culeando a la mujer de mis sueños en mi presencia. Ella solo gritaba, gemía y se retorcía en silencio aunque nunca perdió el equilibro, siempre se mantuvo con el culo empinado y la cara pegada en la pared.

Ya se estaba haciendo tarde así que los que ya se la habían follado se despedían. Terminaban de correrse en su culo y se marchaban hasta quedar solamente Chucho y yo.

—Ten, gordo, grábame mientras le reviento el culo.

Ahora había pasado de ser espectador a camarógrafo. Agarre el celular y empecé a grabar.

—Acércate más, cabron.

Literalmente está al lado de Erika, viendo en primera fila como Chucho le clavaba la verga en su culo, lo hizo tan fuerte que gotas de semen de mis demás compañeros salieron disparados. Él no tenía ninguna pizca de delicadeza, se movía como un animal salvaje. Se follaba a la chica de mis sueños como si fuera solo un simple objeto sin alma para su placer.

Oía a la perfección los jadeos de Erika y sentía su mirada juzgadora sobre mí. Yo no me atreví a mirarla, mis ojos seguían atentamente la verga de Chucho que se perdía en el culote de la morena.

—¡Oh si, tómalo todo, puta! —Exclamó Chucho mientras se corría en el culo de Erika—. Ahora es tu turno, gordo. Dame el celular que yo te grabo.

—No hace falta que lo hagas —le dije pero aun así me arrebato el celular.

—Tú dale duro a esa perra que yo te grabo, que para eso están los amigos.

Asentí con la cabeza y me coloque atrás de Erika. Ella seguía sin moverse aunque podía escuchar su agitada respiración. Por años he deseado su hermoso culo pero ahora ya no tiene nada de bello. Esta todo rojo, levemente morado de las nalgas por todas las nalgadas que le dieron. Su ano está totalmente abierto, con chorros de semen y sangre saliendo de él como si fuera una cascada.

—Ya clávale la verga —dijo Chucho.

—¿Qué esperas? —Preguntó Erika en voz baja—. Follame como lo hicieron todos tus amigos.

Sentí un gran nudo en mi garganta, por un instante pensé en detenerme pero sabía que ya no había vuelta atrás. Me puse en posición y se la inserte de una sola embestida, pero no apunte hacia su culo lleno de leche, yo apunte a su húmeda vagina.

—Buena decisión —dijo Chucho— que ese culo ya está muy usado.

Yo ignore los comentarios de mi amigo, estaba disfrutando de la caliente, mojada, apretada y sobretodo limpia vagina de Erika. Me pegue a su cuerpo y empecé a estrujar sus senos a besar su cuello. Sentía su respiración, sus gemidos eran música para mis oídos. Estoy totalmente seguro que ella estaba disfrutando de mi follada. No quería ser violento con ella pero mis movimientos fueron rápidos y duros, como lo hicieron mis compañeros.

—Te amo, Erika, te amo —le susurre al oído cuando vacié hasta la última gota de semen en su interior.

—¿Ya acabaste, gordo? Pensé que duraría más. —Chucho me palmeo el hombro y se despidió de mí y de Erika—. Luego nos vemos, culona.

Me separe de Erika y ella enseguida cayó al suelo, se dio la vuelta y se recargo en la mugrosa pared. Ella estaba cubierta de semen de seis hombres diferentes, con el culo destrozado y lleno de leche igual que la vagina, los ojos humedecidos, con un fuerte olor a orines y tenía suciedad en las piernas, en los pechos y en la rostro y aun así ella sonreía, discretamente pero sonreía.

No sé si esto fue una violación o no. En los días siguientes mantuvo distancia con nosotros pero al pasar un mes se volvió a juntar con toda la pandilla como si no hubiera pasado nada, aunque se volvió mucho más cariñosa y yo sigo enamorada de ella, todavía quiero que sea mi novia aun sabiendo que todos mis amigos se la follaron. Y hoy en día tengo el presentimiento que todavía le sigue llenando el culo de leche.

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