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Los pies de la hermana de mi tía

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Todo empezó cuando me senté a su lado para acompañarla con su relajación tomando el sol. Su bikini azul con esa melena rubia y viniendo de chupar los pies de mi tía, estaba medio eufórico. Ella como ya comente, era una mujer de unos 45 muy alta, rubia, de piel más bien blanquita, y con buen cuerpo. Estaba tumbada en aquella terraza tomando el sol, justo en el medio, así que yo me senté a su lado. Sabía a lo que iba, así que me aproveche de la situación. Estuvimos hablando sobre las costumbres del pueblo al que vivían. No paso más de quince minutos a que le preguntara sobre el tamaño de sus pies. Me comento que hacía un 41, mientras movía los dedos mostrándome su pie. Incluso me comento que tenía los pies muy duros, cosa que me sonó un poco raro.

Sin dudarlo, le pregunte si quería que se los tocara para ablandarlos, y ella me afirmo que sí. Nervioso, me senté delante de ella y pude ver esos pies a dos palmos de mi cara. Mi pene ya estaba bien duro, y notaba como estaba teniendo contracciones en la punta de mi polla. Llevaba una pedicura de color rojo sangre y unas uñas grandes. Un pie robusto y perfecto para un fetichista de pies. Con mi pene bien duro y con un poco de taquicardia, cogí esos pies, que olían a zapato cerrado, y empecé a tocarlos. A ella le encantaba porque no paraba de decirlo, y mi tentación en chuparlos cada vez iba a más. Lo único que me daba miedo era que entrara alguien en la terraza. Mientras iba masajeando todas las partes de esos pies, notaba que mi bulto se marcaba muchísimo en mis pantalones, e incluso note una mancha de mi liquido preseminal en los pantalones pero ella no podía verlo ya que seguía semitumbada. Quería metérmelo en la boca pero no sabía cómo podría reaccionar, así que me arriesgué y empecé besando las plantas de esos pies tan exquisitos. Como vi que no reaccionaba al besarlos, me la jugué metiéndome su dedaco gordo en mi boca. No me había podido contener y empecé a lamerlo como si fuera un chupachup. Notaba su pedazo dedo en mi boca, y de repente me fije en su cara y vi que está disfrutando de placer. Mi polla estaba teniendo espasmos, y moría de que alguien la tocara.

Después de una media hora coqueteando con sus pies, le dije que tenía un poco de vergüenza por si venia alguien, y fue ella quien me propuso ir dentro, donde hay como una boardilla y podía cerrarse con llave.

Una vez dentro, mis nervios empezaron a crecer, ya que mi situación se había descontrolado.

No sé si es porque no sabía a lo que íbamos o porque si era yo me lo pensaba.

Ella se sentó encima de una mesa y me dijo “ven”. Me acerque delante suyo, de pie, y ella levanto sus piernas hasta coger mi paquete entre sus pies. Tenía una rodancha ya toda marcada en los pantalones, lo cual ella ya se fijó, y aprovecho a reírse. Recuerdo que aún me dijo: te gusta eh?

Me estaba muriendo. Mientras estaba rozando sus plantas de los pies con mi polla, estaba mirándome con cara de malas tentaciones. Aprovecho para meter su pie dentro de mis pantaloncillos y pudiendo llegar a tocarme los huevos. Empezaba a encantarme y tenía miedo de correrme. Me daba vergüenza la verdad, pero no fue lo suficiente como para que me bajara los pantalones quedando mi polla más dura que un palo, mirándola a ella, y goteando de líquido. Ella ni se inmuto y empezó a pajearme con sus pies. Tenía los pies calientes. Masajeaba la polla y de vez en cuando bajaba hasta los huevos. Le encantaba y vi como estaba poniéndose de enferma. Una de las veces que subió los dos pies y me los puso delante de mi cara, pude cogerlos y hacer una larga inspiración, olorando ese olor, lo cual me dejo casi a punto de correrme... Era una sensación que la hubiera repetido todos los días. Parecía que no era la primera vez que hacia algo así, o si lo era, es que le encantaba. Llevábamos mucho rato, así que ya hora de hacer un cambio, así que con su permiso, me acerque con la mano a su bañador y lo aparte hacia un lado, mostrando así su coño con una depilación brasileña. Mientras ella siguió pajeándome.

No pude aguantar más ya que estaba a 1000, así que sin miedos me acerque a ella y encarando mi polla a su fantástico coño, fui entrándola poco a poco sin pausas, hasta tocar mis huevos en su piel. La saque y la volví a entrar, y así cada vez más rápido. Me la estaba follando, y ella disfrutaba como una joven... Pr la cabeza se me estaban pasando más cosas ya que con esa postura estaba mostrándome el ojete del culo. Pero ella me advirtió que sobre todo me corriera fuera. Me la estuve follando durante un buen rato, hasta que la tuve que sacar para correrme en sus pies.

Para volver a follármela otra vez.

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