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Con mi novia al lado

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Unos días después de lo que pasó en mi último relato Valentina y yo no nos habíamos vuelto a ver. Y no era que nos estuviésemos evitando, era porque era época de parciales y estábamos algo ocupados.

Pero, el día que terminamos los parciales Mercedes vino al apartamento, después de un rato Valentina llegó. Los dos actuamos normalmente, como si nada hubiera pasado y estuvimos charlando hasta bastante tarde.

Como casi siempre, Mercedes se quedó a dormir. Dos horas después de habernos dormido me despierto al oír mi puerta abrirse, esta al abrirse suena como las típicas puertas de películas de terror. Al principio creí que era Mercedes que había ido al baño o a la cocina. Pero al darme vuelta y verla acostada me extrañó que se abriera. Pero, no mucho después siento como unas manos empiezan a masajear mi pene por encima del pantalón. Me vuelvo hacia el lado y veo como Valentina está allí.

-Quiero saborear otra vez tu polla y que me des toda tu leche- dijo susurrando.

Yo estaba en una lucha interna entre mis ganas de volver a cogérmela y el miedo a que Mercedes se despertara. Estaba tan concentrado que no me di cuenta de que me había bajado el pantalón. Me sacó de mi lucha al comenzar a chupármela. En un instante mis dos lados opositores se volvieron uno solo que ansiaba estar dentro de ella.

Ella seguía chupándomela, por lo que enredé mis dedos en su cabello y ayudé al movimiento de su cabeza. El temor a que Mercedes se despertara y nos viera así me excitó mucho más. Le quité la blusa, dejando ver sus hermosos pechos, con los cuales empecé a jugar mientras me la seguía chupando.

Sentía la necesidad de ya estar dentro de ella, por lo que la sumí sobre mí con mucho cuidado para no despertar a Mercedes. No traía calzón, por lo que al ponerla sobre mi sentí lo mojada que estaba y mi pene empezó a meterse solo. Al principio lo hacía suave y despacio, para no despertarla, pero, cuando vimos que no se despertaba lo empezamos a hacer cada vez más rápido y más duro. La tomé por la espalda, la acosté sobre mí y la empecé a besar para que no gimiera. Me encantaba sentir sus perfectas tetas sobre mí, separarse por unos milímetros y volverse a juntar. Hubo un momento en el que dejamos de tener cuidado con el ruido y solo nos dedicamos a disfrutar el momento, nuestros cuerpos pegados y el sonido de nuestras pieles al chocar.

Yo fui el primero en terminar. Ella no duró mucho después de que yo terminara, pero al venirse empezó a gemir muy fuerte. Traté de que hiciera silencio, pero, vuelvo a ver a Mercedes y estaba despierta.

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