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La pasarela

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Había pasado un tiempo sin que viera a mi novia de aquel entonces. Su nombre era Oriana y habíamos estado juntos por casi un año. Durante esa época había estado bastante ocupado por cosas de la universidad, así que no había tenido tiempo para poder verla; es más, ni siquiera había tenido tiempo de llamarle o mandarle más que un par de mensajes de vez en cuando. Fueron un par de meses bastante complicados, prácticamente me ahogaba en tareas, proyectos y exámenes, pero al final logre salir victorioso. Casualmente el último día de aquella pesadilla era el mismo día que Oriana cumplía años, así que no lo pensé dos veces y en cuanto entregue mi examen (que duró más de dos horas) decidí ir a la casa de mi novia. Sabía que su cumpleaños la iba a pasar en su casa, pues sus padres vivían en otro estado y ella vivía sola; sus amigos le habían organizado una fiesta, pero la iban a hacer aquel fin de semana, por lo que tenía la oportunidad de pasar su cumpleaños con ella sin que nadie nos interrumpiera.

Cuando llegue, entre a su casa con la copia de la llave que me había dado. Entré de la forma más silenciosa posible pues quería sorprenderla. La encontré en la cocina, lavando los restos de su comida. Me acerque a ella por detrás silenciosamente, le tape los ojos y le susurre al oído.

—Feliz cumpleaños, amor —inmediatamente le di un beso en la mejilla.

Ella desde luego se sobresaltó, volteó a verme y me sonrió completamente sonrojada.

—¡Amor! Muchas gracias.

—Te debo un pastel —baje mis manos y la abrace por la cintura.

—Con que estés aquí es suficiente —dijo devolviéndome el abrazo—. No esperaba verte hoy.

—Lo lamento, sé que no he podido estar contigo últimamente, pero han sido semanas muy pesadas —le respondí dándole otro beso en la mejilla.

Ella negó con la cabeza.

—No pasa nada, sé que has estado ocupado —sonrió y me dio un beso en la mejilla bastante tierno y otro en la nariz.

—Debes pensar que soy un mal novio —le dije mientras hacía un puchero.

—No lo eres —contestó y luego me dio un beso en los labios. Vaya que extrañaba sus besos— ¿Cómo te fue el la uni? ¿No tenías exámenes?

—Sí, pero hoy fue mi último y quería ver a mi hermosa novia en su cumpleaños.

—Vamos, no soy tan hermosa —respondió poniéndose un poco roja.

Eso era algo que me gustaba mucho de ella, solía ser un poco tímida, pero debajo de ella había una mujer bastante especial. Ori era ese tipo de chicas que normalmente era tímida y tierna, pero realmente cuando entraba en confianza parecía otra. Se volvía segura de sí misma y sobre todo bastante pervertida. Me encantaba como ambas facetas de ella se combinaban, podía ser tierno y cursi con ella, pero sabía que cuando lo necesitaba podía despertar su lado salvaje. Durante nuestra relación habíamos tenido relaciones sexuales muchas veces, más de las que pudiéramos contar. Cuando se excitaba no había forma de pararla, habíamos llegado a tal punto que le decía cariño que era mi Loba, pues decía que su apetito sexual era como el de un lobo con hambre.

—Voy a compensarte, te comprare un regalo en cuanto tengo la oportunidad.

—En serio no te preocupes, amor. No tienes por qué comprarme nada, yo tampoco te di nada en tu cumple —respondió con una sonrisa-

—Sí, pero tú te lo mereces después de tanto tiempo sin que estuviera para ti. Además te lo mereces.

—¿Por qué? ¿Qué hice? —alzó la ceja sorprendida.

—Por haber sido paciente conmigo —hago una pausa y miró su cuerpo—. Además tengo suerte de tener a una novia tan sexy como tú.

—¡Calla! —me dijo dándome otro beso— ¡No lo soy!

—Para mí lo eres —respondí regresándole el beso—. ¿Y no sé qué hice para merecerte?

—Piensa —dijo ella en forma juguetona y mordiendo mi labio.

—¡Auch! No tengo la menor idea, pero me saque la lotería. Pero no te vayas a acabar mi labio por favor.

Ella se sonrojó y soltó mi labio.

—Perdón, es sólo que me gusta morderlo —comentó con una pequeña sonrisa. Se quedó callada por unos momentos y luego se mordió el labio—. Amor, en realidad… tengo un regalo para ti.

—¿Y me lo quieres dar en tu cumpleaños? ¿No está mal eso?

Ella negó con la cabeza.

—La verdad había estado guardándolo, pero me gustaría dártelo. No me molesta que sea hoy, de hecho si te gusta a ti estaré contenta y ya no tendrás que darme nada.

—Ammm… de acuerdo. Si quieres dármelo no veo por qué no.

Ella respondió con una sonrisa, me tomó de la mano y me llevo hasta la sala donde me sentó en el sillón.

—Espera aquí, ahora lo traigo. No te vayas a mover —dijo dirigiéndose a su cuarto.

—¿Y si lo hago?

—Me voy a enojar y vas a arruinar mi cumpleaños, no debes de moverte de ese asiento por nada del mundo —respondió desde la puerta de su cuarto.

—Está bien, no me moveré. Lo prometo.

Ella sonrió, se mordió el labio y desapareció en el interior de su alcoba. Espere un par de minutos un poco emocionado por la anticipación de lo que había pensado mi novia en regalarme. Pero jamás me había sorprendido como cuando ella salió de su cuarto.

—¿Te gusta?

Frente a mí Oriana dio una pequeña vuelta vestida con ropa interior de encaje color rojo. Sus pechos estaban apretados por el escote, su trasero estaba alzado ligeramente y sus piernas estaban enfundadas en unas medias con liguero.

—Wow, amor…te ves —sin poder evitar solté un silbido y una sonrisa apareció en mi rostro—. Me gusta cómo se te ve el rojo.

Desde luego que volvió a sonrojarse. Sin perder tiempo, Ori comenzó a mover su cuerpo de un lado a otro, dando de vez en cuando una vuelta para que pudiera ver por completo su cuerpo. Se detenía en ocasiones para posar y mandarme besos. Por mi parte, sentía como mi miembro comenzaba a cobrar vida mientras veía a mi novia caminar de un lado a otro como si fuera una modelo de lencería.

—Wow amor, te ves tan hermosa, deberías ser modelo —le digo mientras la veo alejarse de mí para que pueda ver su trasero y muerdo mi labio, sintiendo como el deseo comienza a despertar en mí—. Te ves tan sexy.

Como respuesta hizo una pequeña pose espaldas a mí y me guiñó el ojo.

—Parece que quisieras comerme —comentó con una pequeña sonrisa y dio otra pequeña vuelta para poder deleitarme con su cuerpo. Yo también sonreí, pues comenzaba a identificar los cambios en la personalidad de Ori. Comenzaba a despertarse aquella loba.

—Casi, aunque no estoy del todo seguro —respondí jugando con ella, me gustaba molestarla así para saber hasta dónde llegaban sus juegos. Eso me excitaba y a ella también.

Oriana sonrió, dio una vuelta más y caminó lentamente hacía mí.

—En serio te queda muy bien ese color —le dije con una sonrisa.

Finalmente ella llegó hasta a mí y se inclinó para darme un beso que me gustó más que los anteriores que me había dado en ese momento.

—¿Algo en especial que te gustaría que usara? —preguntó con una sonrisa pícara.

—Espera… ¿hay más? —pregunté completamente incrédulo y su respuesta fue una sonrisa—. Sorpréndeme entonces.

—Espérame aquí —me dijo y regresó a su cuarto rápidamente.

—¿Qué tal? —me dice regresando después de unos minutos.

Al verla me quede de piedra, llevaba puesto una minifalda a cuadros, zapatos negros y una camisa blanca ajustada a los pechos. La clásica figura de la colegiala.

—Dios mío, Ori, te ves tan…wow.

La imagen me excitó bastante. Ella pareció notar mi reacción porque sonrió y caminó directamente hacia mí. Despacio. Disfrutando la expresión en mi rostro. Dio una vuelta para que pudiera observarla mejor.

—Vaya, este sí que es un buen regalo de cumpleaños —respondí con una sonrisa.

—Lo sé —me contestó alzando un poco la falda para dejarme ver su ropa interior blanca y en seguida me guiñó un ojo.

—¿Sabes? Una de las cosas que realmente me gustan de ti es que cuando quieres puedes ser tan picara y segura de ti misma —le comente con una sonrisa y completamente hipnotizado por sus piernas desnudas.

—¿En serio te gusta esto? —me preguntó con una sonrisa y dando otra vuelta para deleitarme—. Si soy así es porque me haces sentir así. Tu loba te ama, no lo olvides.

Sin darme tiempo de contestar se acercó a mí y me dio un beso rápido antes de alejarse y modelar un poco más.

—Quiero ver más por favor —comenté completamente ido, disfrutando del espectáculo.

Ella sonrió, dio una última vuelta y regresó a su cuarto.

Realmente me sentía alegre. No esperaba aquella sorpresa tan magnifica, y parecía que iba para largo. Así que decidí ir rápido a la cocina a servirme un poco de refresco, comenzaba a sentir bastante calor. Regresé a mi asiento, le di un sorbo a mi bebida y espere pacientemente.

—¿Y qué te parece este? Fue el primero que me encontré —me pregunta ella vestida de conejita. Parecía más bien un traje de baño de cuerpo completo, sus pezones sobresalían de la tela y el disfraz venía complementado con unas orejas y colita esponjosas.

—Que linda se ve esa colita esponjosa —comenté sin poder resistirme.

—¿Quieres tocarla? —me preguntó con una sonrisa y acercándose a mí.

Al estar frente a mí, dio media vuelta, dejándome ver su trasero y lo movió lentamente de un lado a otro. Tentándome. Acerque mi mano y apreté la colita del disfraz, efectivamente, estaba afelpada y suave al tacto. Siguiendo su juego, con mis dos manos acaricie su trasero y después sus piernas.

—Vaya que es un buen disfraz —comenté regresando a tocar su trasero.

Ella volteó a verme y se mordió el labio, dándome a entender que le gustaba como la acariciaba.

—Y no costó tan caro.

—¿Aun tienes más atuendos para enseñarme? —pregunte mientras sigo acariciándola.

—Mmmmm, sí.

Pero en vez de irse, vuelve a besarme. Estaba jugando conmigo, quería ver hasta dónde podía llegar antes de no poder más, pero estaba decidido a continuar. La excitación que me embargaba era demasiada, quería disfrutar más, quería llevar mi deseo por ella hasta el límite. Llevaba mucho sin estar con ella y en esta ocasión no me iba a contener.

—¿Cuántos quedan? —le pregunte entre labios.

—Mmmm, no lo sé —respondió ella sonriendo entre besos. Así que ella también sabía jugar.

—Muéstrame más.

Se separó de mí con una sonrisa. Agitó una última vez su colita y regresó a su habitación.

Unos minutos después salió disfrazada de Harley Quinn. Llevaba una ombliguera de cuero que me dejaba ver su delgada cintura y a su vez apretaban sus pechos juntos, su pantalón también parecía estar hecho de cuero de color rojo y negro con varios rombos en la superficie, acompañado de unas botas de plataforma chica. Hasta se había tomado la molestia de hacerse unas colitas con su cabello y ponerse un antifaz.

—Vaya, ¿por qué tienes tantos? —pregunte con una sonrisa de oreja mientras ella modelaba un poco.

—Te lo dije, planeaba sorprenderte por tu cumple —dijo ella dejándome ver todo su cuerpo. Las botas alzaban más su trasero—. Mencionaste que te gustaría algún día ver una pasarela de ropa interior, así que decidí hacerte la mía.

—Y realmente la estoy amando. Que hermosa te ves, amor.

Mi comentario hizo que se parara un poco y que se sonrojara. Al verla recordé porque estaba con ella y me gustaba cuando esta Ori tan confiada y picarona, dejaba ver la Ori tímida y tierna que también era.

—Y además tienes un hermoso trasero.

Recuperando su confianza, dio otro par de vueltas más, moviendo el trasero cada que podía y lentamente se fue acercando a mí.

—Bueno en general todo tu cuerpo está espectacular.

Mi comentario volvió a hacer que se sonrojara, pero esta vez no se paró, se rio y al estar frente a mí se inclinó un poco, dejando sus pechos frente a mi rostro.

—Mmmm —estaba jugando sucio, pero en este punto no podía hacer mucho. Sin siquiera parar a pensarlo, me acerque y le di un pequeño beso arriba de sus pechos.

—No, no —me respondió ella alejándose pero mordiéndose el labio. Le había gustado.

—Tranquila, no pensaba seguir —dije con una sonrisa. El juego seguía.

—¿No? —ella se sentó a horcajadas de mí. Acarició mi abdomen y jugó un poco con mi playera.

Vi su entrepierna tan cerca de la mía. Mi erección estaba al máximo, pero Ori sabía cómo tentarme, no se había sentado del todo para no ponerse sobre mi miembro, vaya que sabía lo que hacía. Pero sabía que ella también estaba excitada, la situación en la que estábamos era especial y se notaba que también deseaba, pero dos podían jugar a ese juego.

—Oye, por más que me gustaría comerte a besos ahora aun quiero ver más —comentó con una sonrisa y le doy un beso para cerrar la jugarreta.

—Mmmm —respondió ella devolviéndome el beso bajando una mano hasta mi pantalón para acariciar mi miembro sobre la tela, pero esperaba esa jugada. Tomé su mano y la quite de mi pantalón con delicadeza.

—No, amor, quiero disfrutar un poco más, por favor —le di otro beso y ella respondió con un pequeño puchero.

—Un poco más —respondió con voz de niña, pero borró su puchero, me dio otro y se levantó —. Ya vengo

Saque aire, había estado bastante cerca. Después de unos minutos, Ori regresó vestida en un bikini color azul.

—Debo admitir que de todos es el menos espectacular que tienes —comenté con una sonrisa, pero aun así al verla casi desnuda volvió a prender mi interior.

—Bueno, quería algo sencillo antes del gran final —respondió ella volviendo a hacer su rutina de modelaje. La ventaja de aquel bikini era que le quedaba tan ajustado la parte inferior que era el que mejor me dejaba ver su trasero.

—¿Quieres decir que ya se va a acabar esto? —pregunté intentando poner rostro de decepción, pero sin lograrlo del todo, pues sabía lo que me esperaba. Ya no podía aguantar, y ella tampoco—. Bueno, todo tiene que acabar en algún momento, ¿no? Sorpréndeme.

Ella sonrió, se acarició un poco las piernas, movió un poco la parte inferior de su bikini para darme un ligero vistazo a su pelvis y regresó a su cuarto.

Apure el resto de mi refresco de un jalón y me pare de mi asiento. La situación me había prendido y necesitaba apagar el fuego en mi interior. Sólo que sabía que iba a ser complicado.

Cuando llegó Ori me acerque a ella. Había decidido combinar la ombliguera que había usado vestida como Harley y combinarla con un short bastante corto. Estaba descalza, lo que me dejaba deleitarme con la visión de sus piernas sin nada que las tapara. A pesar de que me había gustado verla con el disfraz completo, verla así tan sencilla, pero sexy a la vez me había dado el último impulso que necesitaba.

—¿Qué tan tu regalo? —me preguntó antes de que la abrazara contra mí y empezara a besarla.

—Luego hablamos —le respondí acariciando sus piernas—. Ahora quiero recuperar el tiempo perdido.

—Entonces primero esto afuera — se separó de mí y con sus dos manos tomó mi playera y me la quitó de un fuerte jalón y la lanzó al suelo—; segundo, bésame.

Sin darle tregua comencé a besarla y la empuje contra la pared. Ella respondía mis besos con deseo y lujuria. Recorría mi pecho con sus manos, bajaba poco a poco hasta llegar hasta el borde de mi pantalón, se detuvo un momento y me miró.

—Esto también fuera que me está molestando —desabrochó mi pantalón y lo bajó.

Mientras mi pantalón caía al suelo, tomé su barbilla para que me mirara y apreté uno de sus pechos forrados en cuero.

—Había olvidado lo suave que eran —le dije ya sin poder contenerme.

Ella sonrió y se mordió el labio.

—Yo había olvidado tu toque y tus besos.

Me acerque a su cuello y comencé a besarlo. Metí mi mano dentro de su ombliguera y pellizque su pezón derecho, ella respondió con un ligero gemido.

—Jamás te había visto tan excitado —comentó tras otro gemido.

—Tu pasarela fue de otro mundo —respondí. Baje mi mano hasta su short y la metí debajo para poder acariciar su pelvis encima de su ropa interior—. Estás mojada.

—Lo estoy desde que salí de Harley —dijo agitándose un poco por mi toque. Comencé a masturbarla por encima de su ropa interior y volvió a gemir. En respuesta, ella bajó mi bóxer para sacar mi miembro y tomarlo entre sus manos para masturbarme lento—. Y creo que tú también.

Sin responderle, moví su ropa interior a un lado para meter dos de mis dedos en ella, haciendo que lance otro gemido, un poco más fuerte que los demás. Continúo masturbándome despacio y nos besamos. Con mi otra mano tome su trasero y esto hizo que apretara ligeramente mi pene y un escalofrío de satisfacción recorrió mi cuerpo. Sin siquiera una advertencia, ella quitó mis dedos de su entrepierna para agacharse y bajar completamente mi bóxer. Mi miembro salió al aire, libre por fin de la prisión en la que estaba. Ella lo tomó entre sus manos y me miró a los ojos.

—Ahora creo que es mi turno para mi regalo —dijo con una sonrisa.

El comentario me lanzó a las nubes y de nuevo el escalofrío me recorrió, al parecer a ella también le excitó demasiado la pasarela y se había excitado más que cualquier otra vez que lo habíamos hecho.

Tomándose su tiempo, volvió a masturbarme lento. Acercó su boca y me dio unas cuantas lamidas, acompañadas de besos en la punta.

—Primero te hare sufrir —dijo con una sonrisa maliciosa. Quería comentarle que ya no podía esperar más, pero continuó masturbándome y dándome lamidas, sin poder resistirme me deje llevar.

—Ahhh, eres mala —dije también gimiendo por el toque de su lengua, pero al final sonreí. Estaba disfrutando como nunca.

—Así es —respondió ella continuando con sus lamidas en todo mi miembro.

Así continuó por un rato hasta que finalmente no se resistió más, abrió la boca y metió mi miembro despacio para empezar a chuparlo. Lo hacía lentamente, disfrutándolo. Apretaba sus labios y sentía su lengua recorrerlo por donde pudiera. Mientras lo hacía, se fue desabrochando la ombliguera para dejar sus pechos desnudos. Lanzó la ombliguera junto a mi playera y sacó mi miembro de su boca para inmediatamente ponerlo entre sus pechos. Comenzó a moverlos lentamente contra él mientras ella se mordía el labio.

—Ahhhh, si —le dije sintiendo la suavidad— Que rico se siente, amor. No pares.

Sonrió ante mi comentario y siguió moviendo sus pechos contra mi miembro. Después de un rato, aumentó la velocidad para de repente separarse y volver a meter mi pene en su boca y chuparlo con fuerza.

—¡Oh por dios! —comentó tras el súbito cambió. La sensación fue tan increíble, una descarga cruzó por mi cuerpo y por poco sentí como si fuera a venirme— Ori, lo haces increíble.

En vez de responder, siguió chupando rápido y con fuerza, luego sacó mi miembro de su boca y sonrió.

—Lo sé, lo sé. Sé lo que le gusta a mi hombre —volvió a metérselo en la boca y volvió a chuparlo lentamente.

Mientras lo hacía, movió su lengua en círculos. Intercalaba chupadas rápidas con lentas y yo sentía cómo en el cielo.

—Me encanta eso que haces con tu lengua —dije mientras acariciaba su cabello y enredaba mis dedos en él. Un gruñido de placer salió de mi boca cuando volvió a mover su lengua en círculos.

Me miró a los ojos mientras continuaba chupando y podía ver su sonrisa. Dios mío, aquella mirada me volvía loco. Al ver mi reacción ella sacó mi miembro de la boca y lo regresó a su posición entre sus pechos.

—¿Quieres que llegue? —le recrimine mirando al techo, disfrutando la suavidad de sus pechos.

—Quiero que llegues —respondió ella acelerando la velocidad.

—¡Ah, dios! Vuelve a chuparlo, así llegare más rápido.

Ella rio ante mi ruego, pero decidió complacerme. Metió de nuevo mi miembro en su boca para chuparlo con fuerza y mover su lengua alrededor de él.

—¡Dios! Amor, voy a…a… ¡ahhhhh! —llegó al orgasmo y me vengo mientras enredo mis dedos en su cabello.

Ella en vez de separarse se tragó toda mi corrida y continuó chupando mi miembro para dejarlo completamente limpio. Cuando terminó se levantó y me miró a los ojos, relamiéndose los labios.

—¿Estás bien? —preguntó con una sonrisa en los labios.

—Estuviste increíble —respondí acariciando uno de sus pechos y besando su mejilla.

—Gracias.

—Pero aún no hemos acabado —le dije al oído. Aun quería más, mucho más. Seguía excitado por la pasarela y quería agradecérselo.

Sin darle tiempo para respirar, la empuje contra la pared, tome sus manos para colocarlas por encima de su cabeza, las sostuve ahí con una mano mientras la otra volvió a su entrepierna para volver a sobar su entrada encima de su short. Con sus pechos expuestos, acerque mi boca a ellos y comencé a chupar y lamer sus pezones.

—¡Oye! —dijo ella intentando zafarse de mi agarre—. No es justo…mmm.

Entrecerró los ojos disfrutando lo que le hacía.

Sin soltarla, mordí su pezón derecho. Ella se retorció y lanzó un ligero gemido, pero al estar tan cerca de mi oído, lo escuche bastante claro y fuerte.

—Amor —dijo ella de nuevo intentando soltarse, pero la tenía bien agarrada.

Deje de masturbarla un momento para poder desabrochar su short, tarde unos cuantos segundos, pero finalmente lo logre y continúe estimulándola sobre su ropa interior. La tela estaba completamente húmeda y ella volvió a retorcerse bajo mi toque.

—¿Te gusta? —le susurré acercando mi boca su oído y acariciando con más rapidez sobre sus bragas.

Ella asintió con la cabeza y otro gemido escapó de su boca.

—¡Oh! Por favor…

—Es tu turno amor.

—¿Mi turno? —preguntó con una sonrisa.

Solté sus manos y me agaché para bajar su ropa interior con delicadeza. Tome su pierna izquierda para colocarla sobre mi hombro derecho para poder tener camino libre.

—Oye… —comentó ella sorprendida por mi movida, se acomodó contra la pared para no caer y me miró mordiéndose el labio.

Abrió la boca para decir algo más, pero no le di tiempo, pues mi lengua comenzó a lamer su entrada de arriba abajo. Pasaba mi lengua por todo el contorno de su vagina y arañaba la pierna que usaba como apoyo. Ella llevó sus manos a mi cabeza y jugaba con mi cabello.

—Sí, amor —gimió bajo—, sí, así.

Me separe un poco para ver su expresión, se notaba que estaba disfrutando tanto como yo y su expresión me hizo sonreír.

—Estás completamente mojada

—Solo un poquito —respondió ella mirándome y sonrojándose.

Me acerque de nuevo para meter mi lengua dentro de ella y explorar en su interior.

—¡Oh! ¡Sí! —respondió ella enredando mi cabello entre sus dedos y jalando un poco—. Así.

—Más bien mucho —comenté.

Deje de arañar su pierna y comencé a meter mi dedo medio y corazón en ella mientras chupaba y lamía su clítoris, el cual había aparecido de su escondite.

—¡Oh! Por todos los dioses —volvió a gemir y a retorcerse de placer—. Amor…— pude ver como se mordía el labio para reprimir los gemidos que querían salir de ella—. Lo haces tan…excelente.

—Estás tan mojada y caliente a la vez —le comente mientras besaba su pelvis y sacaba mis dedos de ella para golpear ligeramente su vagina, un ligero sonido de chapoteo sonó al hacer esto.

—¡Oh! No hagas eso —gruñó y volvió a retorcerse—. Ya por favor, te deseo ahora.

—Aun no —respondí mientras seguía golpeando su vagina para producir aquel sonido y también volví a lamer su clítoris.

—Por favor…— rogó tras otro gemido. Estaba seguro que había cerrado los ojos, disfrutando lo que le hacía, pues empujó mi cabeza contra ella—. Así, amor.

—Ahora me toca darte un regalo de cumpleaños —le dije.

Junte mis labios con los de su entrada y metí mi lengua hasta donde podía, en esa posición comencé a gruñir para hacer vibrar mis labios.

—Ohhhhh —gimió más alto y un espasmo recorrió todo su cuerpo—. Sabes que eso me encanta. ¡Oh! ¡Dios! —volvió a jalar mi cabello ligeramente y con la pierna sobre mi hombro me apretó más contra ella—. ¡Así!

Volví a gruñir y lamer todo el contorno de su vagina. Después volví a meter mis dedos en ella y me concentré en su clítoris, acerque mis labios a él y volví a gruñir para hacerlos vibrar.

—¡Oh, por favor! Mi amor —me apretó más contra ella y alcance a ver como levantaba una de sus manos sobre su cabeza para apoyarse con la pared ya que sus espasmos habían aumentado de fuerza—. Así…así… que bien lo haces —gimió mientras su otra mano seguía jugando con mi cabello.

Continúe atacando su clítoris y aumenté la velocidad en que entraban y salían mis dedos de ella. Sin poder resistirlo, comenzó a retorcerse y aproveche para llevar mi otra mano a su trasero y apretarlo ligeramente.

—Ya…por favor, amor… —me miró un segundo y luego llevó su vista arriba y lanza un gemido alto, gritando—. ¡Oh, Dios!

Saque mis dedos de ella para volver a golpearla ligeramente, pero rápido y de vez en cuando restregaba mis dedos sobre su vagina para esparcir sus fluidos por toda la entrepierna.

—Amor…ya…por favor —susurró, pero se notaba que disfrutaba, pues aunque me rogaba que paraba, acercaba más su pelvis a mí— Por favor.

—Quiero que llegues —le dije mirándola, podía ver en su cara el éxtasis, pero note que también quería resistirse.

—No lo haré —me dijo negando con la cabeza, pero de nueva cuenta acercó su pelvis a mí.

—Un último intento —respondí volviendo a juntar mis labios, gruñendo y metiendo mi lengua.

—¡Amor! —gritó jalando mi cabello—. Ya… ya no puedo… ¡Ah! ¡Dios! ¡Sí!

Con otro grito finalmente llegó al orgasmo, todo su cuerpo se retorció y tuvo que bajar su pierna de mi hombro para evitar caerse. Sus fluidos emanaban de su vagina y los restregué con mi mano para esparcirlos por toda su pelvis.

—Justo lo que quería, ahora…

Cuando sus espasmos terminaron, me levante, le di la vuelta para aprisionarla contra la pared. Bese su espalda desnuda y levante un poco su pierna derecha para poder restregar la punta de mi miembro en su vagina.

—Eres…malo —me dice con un puchero que me vuelve loco, desea que la penetre y me encantaba verla tan deseosa—. Ya por favor, no me hagas sufrir.

—¿Lo quieres? —le pregunte moviendo a un lado su cabello para poder ver por completo su espalda desnuda. Me acerque a su oído para poder susurrarle—. Dime lo que quieres. Pídemelo —le digo sin dejar de sobar su entrada con la punta de mi pene.

—Por favor —jadeó y llevó sus brazos hacia atrás para sostenerse de mí. Se mordió el labio y se hizo un poco para atrás intentando que mi miembro entrara en ella—. Tú ya sabes lo que quiero.

—Dímelo —respondí besando su hombro desnudo y mordiéndolo ligeramente—. Quiero oírte pedírmelo.

Para torturarla un poco más metí la punta de mi miembro en ella, pero lo saque de inmediato. Ella gruñó en desaprobación.

—Quiero…no me tortures de esta manera —me dijo intentando de nuevo moverse para que mi miembro entrara en ella, pero debido a que no tuvo éxito finalmente se rindió a mi petición—. Por favor…quiero que me hagas tuya…quiero que volvamos unirnos… ¡te quiero dentro de mí, ahora!

—Justo eso quería oír —respondí con una sonrisa.

Coloque mi miembro de nuevo en su entrada y lentamente comencé a penetrarla, disfrutando cada centímetro y mordiendo de nuevo su hombro. Cuando estuve dentro por completo, comencé a meterlo y sacarlo a un ritmo lento.

—Oh…justo eso quería sentir —me dijo mordiéndose el labio.

La empuje contra la pared para acomodarla y que entrara más profundo. Jale su cabello ligeramente para hacer su cabeza hacia atrás, ella cooperó y su cabeza sobre mi hombro para dejar libre su cuello para que yo pudiera besarlo. Comenzamos a movernos en ritmo. La abrace del cuello para hacer que se arqueara un poco más pudiera besar su mejilla, ella movió su rostro hacia el mío para poder besarme. Sin aguantarme más, comencé a penetrarla más duro, haciendo que su trasero hiciera ruido cada vez que chocara contra mi pelvis. Ante esto, ella separó sus labios y comenzó a gemir alto y casi hasta gritar.

—Sí…así es como me gusta —soltó un pequeño gritó e intentó seguir mi ritmo para que pudiera entrar más profundo con cada embestida—. Mi hombre.

Me separe un poco de ella para ver como su trasero rebotaba en mi cuerpo.

—Extrañe hacerte esto, amor. Me encanta ver tu trasero.

Llevado por la excitación, le dio un par de nalgadas. Ella chilló pero no se detuvo.

—Otra vez, otra vez —me rogó.

Intercalaba mis embestidas con varias nalgadas, ella respondía con un fuerte gemido cada vez. Me detuve un par de segundos para poder darle unas cuantas nalgadas más y después seguí penetrándola con un ritmo acelerado. Ella gimió alto y empujó su trasero contra mí, en unos segundos volvimos a tomar un buen ritmo. Llevó de nuevo una de sus manos a mi cabeza para jugar con mi cabello.

—A…amor.

Me detuve un segundo para tomar su pierna derecha y mientras la mantenía en el aire, continúe penetrándola. Coloque su pierna en mi antebrazo y lleve mi mano directo a su pecho para poder apretarlo. Ori se acomodó en esta nueva posición y se movió un poco más despacio para disfrutarla, yo también desacelere el ritmo para poder apreciar su cuerpo. Alce un poco más su pierna para poder sacar mi miembro de ella, desde luego su cara me miró con reproche por haberle quitado su juguete. Sin darle tiempo a quejarse, metí de nuevo mi miembro en ella con una fuerte embestida para inmediatamente sacarlo, la expresión en su rostro me lo dice todo. Decidí repetir el proceso un par de veces más.

—Oooooh, sí, así…así…sabes cómo me gusta —me dice entre gemidos—. Este es el mejor cumpleaños que he tenido.

Vuelvo a bajar su pierna y continuó penetrándola de forma rápida. Ella giró su cabeza y se mordió el labio para no gemir, podía asegurar que ella también disfrutaba el sonido que hacía su trasero al golpear mi pelvis.

—¿Te gusta? —me preguntó después de mirar como la penetraba.

—Me encanta, amor —le respondí dándole un par de nalgadas más—. Tu trasero es hermoso.

—Gracias —susurró.

Usando sus piernas, ella me empujó ligeramente para que saliera de ella. Se dio media vuelta para rodear mi cuello con sus brazos. Después hizo un pequeño salto para poder enredar sus piernas en mi cadera. En esta posición me besó mientras restregaba su cuerpo contra mi miembro. Entendiendo lo que deseaba, la tome por la cadera para poder volver a meter mi miembro en ella, una vez hecho, la tome del trasero para controlar mis penetraciones. Sin embargo, fue ella quien tomó la iniciativa, se mordió el labio y comenzó a moverse lentamente de arriba abajo sobre mi miembro. Disfrutando sus movimientos, bese encima de sus pechos y lamí su contorno, ella respondió abrazando mi cabeza y enredando sus dedos en mi nuca. Sintiendo que el orgasmo estaba cerca, decidí acabar de forma espectacular. Con cuidado la fui bajando poco a poco hasta que estuviera lo más horizontal posible y hasta donde sus brazos le permitían. En esta posición la moví hacía el frente y hacía atrás de forma rápida para que mis penetraciones fueran lo más profundas posibles. Ella desde luego se adaptó al ritmo y me ayudaba a que entrara más profundo.

—Así…

Echó la cabeza hacia atrás e hizo una “o” con sus labios, señal que estaba disfrutando de mis embestidas—, ya casi.

Estando los dos así, acerque mi boca al espacio entre sus dos pechos y la besé con deseo. Aumenté mi velocidad para que nuestros cuerpos hicieran ruido. Mientras besaba sus pechos, ella volvió a jugar con mi cabello y acariciarlo. Finalmente me separó un poco para poder ver como sus pechos se movían de arriba abajo.

—Sí, así me gusta amor —le digo entre cortado, sintiendo como el orgasmo me llegaba.

—Mmm —respondió ella gimiendo.

Con el último esfuerzo, aumente la fuerza y velocidad de mis embestidas. Esto hizo que ella comenzara a gritar y arqueara la espalda lo más que pudo.

—¡Oh! ¡Amor! Ya no puedo… —gimió alto y un espasmo recorrió todo su cuerpo para al final gritar—. ¡Sí!

Cuando llegó al orgasmo, me salí de ella para dejarla en el suelo ya que estuvo a punto de caerse. Mientras seguía retorciéndose, me masturbe rápidamente y segundos después termine yo también sobre sus pechos. El orgasmo había sido uno de los mejores que había tenido en mi vida.

Caí en el suelo rendido y completamente agotado, pero feliz.

—Eso estuvo increíble —dije alzando mi cabeza para mirarla, también tirada en el suelo.

Ella cerró los ojos, suspiró e intentó regular su respiración. Luego sonrió y se rio.

—Sí que lo fue —abrió los ojos y me miró—. Eres increíble.

—Tú lo eres —contesté también intentando relajarme—, y tu cuerpo también.

—No digas esas cosas —me dijo ella sonrojada, luego se arrastró hacía mí y rodeó mi cuello con su brazo—. Te extrañe tanto como no tienes idea.

—Yo también, amor. Realmente lamento no haber estado para ti.

Ella negó con la cabeza y sonrió.

—Tranquilo. Realmente el que estuvieras aquí en mi cumpleaños basta.

—¡Feliz cumpleaños!

Nos besamos de nuevo y ella sonrió.

—¿Y qué tal tu regalo?

—¿Crees que puedas hacerme otra pasarela luego?

Ella se rio.

—Ya veré.

Nos quedamos acostados en el suelo unos minutos más antes de que ella comentara que necesitaba bañarse, estaba cubierta de sudor y yo también. La ayude a levantarse y ella se metió al baño mientras yo iba a su cuarto a sacar un poco de ropa para que pudiera ponerse. Era sabio que no nos metiéramos juntos a bañar, pues sabíamos que haríamos todo, menos limpiarnos.

Entre al baño para dejarle la ropa y ella me agradeció lanzándome un beso, mientras yo recuperaba mi vestuario de la sala. Cuando yo también me terminara de bañar, lleve a Ori a un restaurante donde comimos pizza y disfrutamos unas cuantas cervezas. Después de regresarla a su casa, caí completamente exhausto en mi cama.

Ese fin de semana celebramos su cumpleaños con el resto de nuestros amigos. Mientras hablaba con mis amigos acerca de películas, de vez en cuando volteaba a ver a Ori, quien también hablaba con su grupo de amigas.

Mientras buscaba entre su armario ropa limpia que pudiera ponerse, me encontré que había comprado aún más disfraces y mucha ropa interior bastante sexy que no me había mostrado en la pasarela. El recuerdo siempre me hacía sonreír, posiblemente si habría una segunda vez.

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