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Mis machos del campo: La sorpresa

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Carlos llego a casa con cara de circunstancia y me entregó un sobre que traía en la mano, me pidió que lo abra, en principio me asuste un poco hasta que vi lo que había adentro, un paquete de vacaciones de quince días en el Caribe!! Nunca había viajado al exterior y jamás en mi vida había subido a un avión. Fueron días cargados de ansiedad y preparativos, hasta que llegó el gran día. Carlos era un viajero experimentado, pero así y todo seguía teniendo terror a volar de manera que antes de abordar el avión tomo una pastilla para dormir y a los pocos minutos del despegue ya estaba casi dormido. Yo no quería perder detalle, mi asiento era el del medio en la línea de tres, un señor de unos 45 a 50 años estaba del lado de la ventanilla, yo al medio y Carlos en el pasillo, al despegar desde Ezeiza el espectáculo de las luces de Buenos aires era maravilloso, el hombre al lado de la ventanilla observando mi cara de asombro me ofreció su asiento, cosa que acepte para poder ver mejor. Cuando paso la azafata ofreciendo la cena, Carlos -al contrario que el señor gentil y yo- estaba entre dormido y la rechazó. El señor, me pregunto si era la primera vez que volaba y me dijo que siguiera en su asiento, así podía apreciar todo por la ventanilla, él estaba cómodo y ya había viajado muchas veces, era un médico que volaba a Cuba a hacer prácticas allí, ya que quería comparar algunas cosas de la medicina cubana con su experiencia en Buenos Aires y en Estados Unidos adonde viajaba frecuentemente.

Ambos cenamos conversando, se llamaba Daniel y ejercía en Buenos Aires. Poco a poco fue descendiendo la luz dentro del avión hasta casi quedar en penumbras, yo recostada contra la ventana, pensaba en lo loco de estos últimos años de mi vida, de ser una modesta y tímida comerciante en Buenos Aires, mi ida a vivir al campo y desde aquel día que me agarraron los chicos en el arroyo y me cogieron los tres, luego Carlos y su cariño y buen trato hacia mí, permitiéndome seguir y sumarse el a la lujuria de las fiestas sexuales con los chicos. Ensimismada en mis pensamientos, acurrucada y cubierta con la frazada que habían repartido las azafatas, en un momento miré hacia mi izquierda para ver a Carlos que dormía plácidamente, y me encontré con la mirada picara de Daniel (el medico), sin decir palabra me sonrió, me arrimo su boca y me besó, me sentí sorprendida, pero le devolví el beso, los dos con la cara bien apoyada en el respaldo, Carlos no podría ver, nos lamimos la boca mutuamente, en un momento me dijo, me vuelven loco tus tetas, tome su mano y la deslice debajo de mi remera, con una mano me acariciaba los pezones que ya estaban duros por la calentura, me sentí caliente y agitada, puse mi mano sobre su pija, se la notaba durísima debajo del pantalón, estaba desesperada quería chupársela, pero si Carlos se despertaba notaria mi cabeza debajo de la manta que cubría a Daniel, que seguía manoseando mis tetas, como pude afloje la cintura de mi pantalón y saque la mano de Daniel de mis tetas y lo ayude a llevarla hasta mi concha, el con su mano libre bajo el cierre de su pantalón, la situación era loquísima, estábamos en un avión en penumbras a 10.000 m. de altura, con mi pareja dormida al lado nuestro y cogiéndonos cada uno con una mano, era demasiada adrenalina para mi, los dedos de Daniel me hacían acabar una y otra vez, el me pedía que se la chupe, pero no me anime y lo hice acabar con la mano, sentí su leche tibia en mi mano que saque enseguida para evitar que manche su pantalón, la limpie con la frazada y lamí de mis dedos los pocos restos de leche que me quedaron.

Daniel mirando asombrado me susurró: te vi cara de hembra puta, pero no imaginé que eras tanto. Conversamos en un tono muy bajito y poco después nos dormimos. Cuando desperté ya casi estábamos llegando a Panamá donde Daniel haría un transbordo y Carlos y yo pasaríamos un par de días. Al llegar a la sala nos despedimos, Daniel nos pidió que lo llamemos si íbamos a Buenos Aires y le entrego una tarjeta personal a Carlos. Al arrimarse para darme un beso de despedida me susurró: sos fantástica, sonrió y se fue rumbo a su próximo embarque. Los dos días en Panamá me resultaron fascinantes, nunca en mi vida pensé que podría llegar a ver semejante obra como la del Canal, además el hotel era bellísimo, también paseamos mucho por la ciudad en el día y de noche cogíamos como dos locos. Al tercer día temprano por la mañana tomamos el avión rumbo a la Habana, allí estaba Daniel, pero no podría verlo porque al llegar un pequeño avión nos llevó a nuestro destino.

El hotel era bellísimo, a poco de llegar nos pusimos los trajes de baño y fuimos a la playa, había mucha gente de todo el mundo, en su mayoría españoles, argentinos, algunos alemanes y canadienses. Casi todos en pareja y a juzgar por sus caras y risas la estaban pasando muy bien. La primer noche el comedor lleno y un grupo de argentinos que había allí nos ofreció lugar en su mesa, rápidamente surgió esa camaradería entre compatriotas que se encuentran en el exterior. Eran tres matrimonios de nuestra edad, entre 40 y 50 muy amables y educados. Más tarde fuimos todo el grupo a la boite del hotel y allí bailamos y conversamos largo y tendido.

En las tardes en la playa o pileta, mate de por medio nos fuimos haciendo compinches con los tres matrimonios argentinos. Una tarde los hombres nos desafiaron a las chicas a hacer topless, les dimos el gusto, por supuesto que yo sabía que lo que querían era ver mis tetas, ya habían bromeado acerca del tamaño, los tres decían que querían ver si los pezones hacían juego con mis pechos. Cuando me saque el corpiño de la malla las chicas y Carlos (mi pareja), se reían ellas decían que competir conmigo era imposible, Carlos no le dio importancia, él las tenía a disposición cuando quería, en cambio los tres muchachos me miraban como para comerme, una de las chicas admirada dijo riéndose: hasta yo chuparía esas tetas. El caso es que nos reímos mucho y se notaba que los tres chicos quedaron muy calientes, Carlos también lo había notado y le divertía mucho.

Más tarde, luego de ducharnos en la habitación cogimos rapidito y me pidió que me vista bien sexy para la noche, que tenía que mostrar que su hembra no era solo un par de tetas bonitas y grandes. No había llevado mucha ropa de vestir, solo un par de vestidos con mucho escote y ajustados, elegí el color negro, una mini muy linda que me marcaba todo resaltando mis pezones y que con los zapatos de taco me hacía muy esbeltas las piernas. A la hora de la cena bajamos al comedor y nuestros amigos ya nos habían reservado un lugar, note que a Carlos se le estaba yendo la mano con las copas, cosa que no me preocupo, había uno de los muchachos (Pablo) que no me sacaba la vista de encima, más tarde, cuando fuimos a la disco del hotel comenzamos a bailar y a tomar, llego un momento que me sentí un poco mareada seguramente era el exceso de alcohol, ya que no acostumbraba a beber.

Salí al parque y pocos minutos después tenia a Pablo al lado mío, se acercó y sin decir palabra me tomo de la cintura y me beso mientras me manoseaba toda, yo como de costumbre estaba caliente y con ganas, lo abracé y respondí sus besos. Me manejaba a su antojo, por momentos me daba vuelta y chupaba desesperado mis pezones, al instante otra vuelta y me apoyaba la pija en el culo. Eso duro unos instantes hasta que salió su esposa y otra de las chicas al parque, nosotros podíamos verlas, aunque ellas no a nosotros pero, si caminaban unos pasos podrían vernos, ambos nos pusimos nerviosos, de modo que acomode mi vestido, le acaricie la pija y le pedí que tuviera paciencia, ya cogeríamos tranquilos. Caminé hacia donde estaban las dos chicas y Pablo se fue por algún lado que desconozco, pero al entrar nuevamente a la disco allí estaba sentado bebiendo como si nada. Lo mire y me miró, yo sonriente le guiñe un ojo y el hizo lo mismo, ese hombre ya me había dejado muy caliente, así que al regresar a la habitación me cogí a Carlos, digo me cogí porque él estaba tan borracho que ni cuenta se dio, tuve que chuparle la pija un largo rato para que se le ponga dura y luego me monte en él, mientras me movía como loca pensaba en Pablo y la manoseada que me había dado y en lo dura que tenía su pija. Si no hubieran aparecido las mujeres se la habría mamado entera y luego lo hubiera cogido, fue una especie de paja usando a Carlos y pensando en Pablo.

A la mañana siguiente nos levantamos con Carlos, allí estaban nuestros amigos en el inmenso salón de desayuno, al arrimarme a la mesa de dulces a buscar mis platos, Pablo también fue conmigo a buscar lo suyo y caminando uno al lado del otro me pidió mi número de teléfono, disimuladamente lo anote en una servilleta y se lo di. Aprovecharíamos el wifi del que disponía el hotel para comunicarnos por whatsapp. Mientras desayunábamos se arrimó a la mesa uno de los chicos de relaciones públicas del hotel ofreciendo una excursión de buceo, la lancha saldría al mediodía y volvería antes del anochecer, Carlos era un apasionado del buceo y Beto, uno de los muchachos del grupo también, de modo que se anotaron entusiasmados, empezaron las bromas con respecto a tiburones y sirenas, Pablo no podía ocultar su cara de felicidad, ya que yo estaría libre esa tarde. Antes de ir a la pileta fui a mi habitación a buscar mi teléfono, en el que ya tenía un mensaje de Pablo pidiéndome que coordinemos para vernos, le respondí que después de almuerzo estaré en mi habitación sola, al instante respondió: si querés llevo a Mariano, que también esta recaliente con vos, anoche le gane de mano al salir al parque a buscarte, no dije ni si ni no, solo respondí con un emoticón guiño de ojo. Quería dejarlos intrigados y calientes.

Más tarde acompañe a Carlos hasta el muellecito y lo vi partir feliz despidiéndome con un beso. Fui a la habitación, me bañe, me perfume, me puse el baby doll negro con medias tres cuartos y portaligas y allí esperé con la puerta sin llave, sentada en un sillón con las piernas cruzadas y mi mejor cara de puta ,ansiosa y caliente que llegara mi nuevo macho, el corazón me latía a mil, los pensamientos se me iban a los chicos del campo y a la cuadrilla de obreros que me había cogido y en lo puta en que me había transformado, era igual a una perra alzada, me dejaba coger por cualquier macho que se me arrime, pensando estas cosas me calenté tanto que estaba a punto de pajearme cuando sentí los golpes en la puerta, era Pablo, le grite que pase entró sonriente y para sorpresa mía vi que Mariano venía con él.

Les dije bienvenidos arrímense, yo estaba desaforada y ellos seguramente no esperaban esa reacción , tal vez pensaron que deberían forzarme para poder cogerme los dos, se arrimaron uno de cada lado del sillón y sonriente comencé a acariciarles la pija y desesperada abrí sus braguetas y empecé a mamarlos a ambos, no sé en qué momento me tiraron sobre la cama y arrodillados uno de cada lado me iban desnudando y al mismo tiempo me manoseaban toda, yo solo atinaba a gemir y a pedirles que me cojan, que me usen como a un pedazo de carne. Pablo me puso en cuatro y me la metió de una sola embestida mientras yo mamaba la pija de Mariano que me manoseaba las tetas como un poseído, cuando Pablo acabó yo ya lo había hecho varias veces, sin cambiarme de posición fue Mariano a darme por atrás y Pablo me puso la pija semidura en la boca, todavía salía leche que mamé con avidez, cuando Mariano acabó se tiro a un costado, allí quedamos los tres respirando agitados ,yo boca abajo con la concha manando leche tibia y uno de ellos de cada lado. Curiosos comenzaron a preguntar cosas de mi vida sexual, yo respondía riendo y con medias verdades. Mientras conversábamos nos manoseábamos los tres, Pablo me abría las nalgas y me masajeaba el ano suavemente, llego un momento que no aguanté más, saque de la mesa de noche la crema lubricante que usaba Carlos se la pase por la pija y le pedí por favor que me rompa el culo, quiso ponerme en cuatro pero en lugar de eso lo monte a él, así mientras cogíamos podría chupársela a Mariano, los note sorprendidos por mi manejo de la situación, además empecé a acabar sin parar como ocurría siempre que me cogían por el culo. Mariano me acabo en la boca y le mamé hasta la última gota de leche, Pablo debajo mío se dejaba cabalgar, no puedo creer lo puta que sos me decía, yo solo gemía sonriente moviéndome sobre el hasta que logre hacerlo acabar, coger por el culo me enloquecía, era capaz de acabar montones de veces y cuando mi macho acababa sentir esa leche tibia brotando de mi culo era una sensación indescriptible.

Estuvimos varias horas en la habitación, los tres exhaustos, así que solo nos acariciábamos, aunque cada tanto les llevaba la mano a la concha y al culo para que me metan los dedos y seguir gozando de ellos. Descubrieron que yo acababa cuando me chupaban las tetas, así que cada tanto se prendían a chuparme los pezones uno de cada lado y alguno de ellos metiéndome los dedos en la concha, mientras tiernamente les acariciaba la cabeza.

Estaba llegando la hora del regreso de Carlos y los buceadores, así que los acompañe hasta la puerta de la habitación, allí les di un beso bien apasionado a cada uno y se marcharon, yo me bañe me puse un short y una remerita y me fui al muelle a esperar a Carlos. Cuando bajo de la lancha lo bese y lo tome del brazo y así fuimos juntos hasta nuestro cuarto. Allí me conto su aventura de buceo que pensaba repetir ya que lo había dejado fascinado.

Entre charla y charla llego la hora de la cena y allí fuimos, nuestros amigos nos habían reservado lugar en la mesa y allí nos sentamos. Terminaba mi tercer día en Cuba, ahí descubrí que en cualquier lugar del mundo, incluso en un avión sigo siendo reputa. Si quieren en unos días les cuento como sigue el viaje. Besos a todos.

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