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Visitas a mi vecino (El tío Lucas)

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Ni que decir, que Quique lo pasó genial. Ese chico es insaciable. Lucas, se retiró a las 03:00, porque quería estar en el hospital antes de las 09:00; y necesitaba descansar un rato. Y yo tenía que estar en el almacén a las 08:00, como todos los días. Así que, a las 03:30, él y Vicente, decidieron continuar con la jodienda en la portería.

Apenas, si pude dormir; pensando en él. Me gusta mucho... ¡y lo tengo tan cerca!

Al día siguiente, mientras colocábamos el género en los estantes, le dije a Félix que había quedado en ir a casa de mi hermana, a comer. Pero, que seguramente, le llamaría para quedar por la tarde. Y, después de comer con mi hermana, a las 16:47, entraba en mi portal y me encontraba con Vicente, que me puso al corriente del trajín que había tenido toda la mañana.

- ¡Coño!, que poco han tardado esta vez, le dije; viendo que el ascensor ya funcionaba

- ¡Si! Además, esta empresa trabaja mucho mejor, ¿no crees? Dijo, señalando la nueva botonadura.

- ¡Ya lo creo! Muchísimo mejor...

Me acerqué a su oído, y bajando la voz

- ¿Ha llegado Lucas?

- ¡Si! Hace ya rato. Seguro que esta a punto de echarse un ratito. ¿Vas a ir a verle?

- ¿Tu crees?

- ¡Claro!, seguro que le encanta tu visita.

Y me miró como si fuera una golosina.

Sonreí, mirándole fijamente, y entré en el ascensor.

. ¡Ciao, Vicen!…

- ¡Nos vemos, Pepe!

Subí al tercero. Y sin pensarlo demasiado; en lugar de entrar en mi casa, llamé a la puerta de al lado.

- ¿Eres tú, Vicen?...

- ¡No! Soy Pepe, tu vecino. ¿Te pillo bien?

Lucas abrió la puerta en calzoncillos

- ¡Pasa!, Pepe. Estaba a punto de echarme la siesta, pero acabo de hacer café, ¿quieres uno?...

Le miré de arriba abajo sin ningún disimulo; y me relamí, mirándole con descaro

- ¡Que rico estás!, cabrón. ¡Como me gustas!

Y le eché mano al culo.

- ¡Ay!, que rico…

... ¡me vendría bien uno!, si...

Y se me echó encima, para besarme…

- ¡Mmmmm!, ¡como me gustas, cabronazo!

Pero, mi movil empezó a sonar.

Era Félix.

Lucas, también tuvo que salir a abrir; alguien llamaba con insistencia.

¡Que andares!, ¡coño!… ¡como me pone!

- ¡Hombre, Diego!, ¡ya era hora! ¡Benditos los ojos!

- ¡Hola!, tío…

Félix me dijo, que iba a cercarse, un ratito; pero, le dije que en ese momento no podía hablar.

Y Dieguito entró, un pelín cabizbajo

¿Que tal lo llevas?…

- ¡Vaya!...

- He visto a la tía Sara…

... he estado un ratito con ella. Después de comer, la tía Lola me ha puesto al corriente. Me ha dicho que la operan en dos días.

- ¡Si!, eso me han dicho, esta mañana…

… y ¿cuando has visto tú, a la tía Lola?

- ¡Hace un rato!. En la cafetería del hospital.

- Y, ¿que hacías tú, en el hospital?

- El “abu”. Que últimamente estaba meando sangre, y anoche tuve que llevarlo a urgencias. Le han tenido que operar esta mañana, a las 9:00.

- Y ¿eso?

- Porque, según el médico, aunque no es nada bueno, se puede ir operando cuando le haga falta.

- Y ¿que tal? ¡No sabíamos nada!

- ¡De momento!, de esta operación, ha salido bien. Y creo que en un par de días, le darán el alta.

- ¿Y por qué no nos has avisado?

- Cosas del abuelo, ¡ya sabes! No quiere molestar a nadie. Pero, ¡no te preocupes, tío! Me han dicho que a su edad, eso tarda en reproducirse.

Lucas le cogió de los hombros, y entraron en el salón.

- Íbamos a tomar café. ¿Quieres uno?

- ¡No suelo! Pero, hoy va a ser que si.

- ¡Este es, Pepe!, mi vecino.

- ¡Encantado!

- ¡Hola!

Entró en la cocina, y yo me he quedé sentado en el sofá mirando al chico, embobado.

No sé porqué, pero me gusta mucho.

Y cuando Lucas apareció con los cafés, ¡todavía!, seguía en calzoncillos. Pero, claro, a mi eso no me molestaba, en absoluto; mas bien, todo lo contrario.

También, observé, que su sobrino le miraba el culo, con mucho interés; mientras, los dejaba sobre la mesita. Por lo visto, al chico tampoco se le escapa lo rico que está su tío.

- ¿Os apetece un chupito de licor de manzana?

- ¡Por mi! si… dije yo.

- ¡Vale!, tío. Otro para mi...

Y mientras nos servía los chupitos, empezó a hablar de lo que quería a su mujer. Por lo visto, se sentía un poco desconcertado, desde que la ingresaron.

- ¡Espero, que pronto esté en casa!...

Realmente, parecía muy enamorado de ella.

Y Diego le escuchaba, atentamente…

… aunque, no tardó mucho en quedarse dormido.

- Le he puesto una cosita en el café…

Dijo Lucas, mirándome con media sonrisa

- Así, no nos chafa la siesta… ¿no te parece?

Luego, se levantó del sillón y me dio la mano para ayudarme a levantarme del sofá.

- ¡Vamos a mi habitación!…

... en cuanto te he visto, me he puesto cachondo…

... ¡como me gustas!, condenáo

Se dejó caer en la cama, sin soltarme de la mano; y ¡claro!, me caí encima de él.

- Que rico estás, ¡cabrón!...

Y empecé a morderle en las tetillas…

… mientras, sentía sus manos, dentro de mis pantalones, agarrándome las nalgas.

- ¡Eres precioso!, me decía. ¡Me tienes loco!

Me cogió de la cara y empezó a mordisquearme los labios…

... el olor a café, que todavía tenía su aliento, y esa ternura con la que me mordía, me estaba poniendo a tono. Así que, le entregué mi lengua para que la disfrutara, mientras le echaba mano al zupo.

¡Que buen zupo tiene!, el cabrón.

Se la cogí un ratito para sentir su volumen. Y después, estuve meneándosela.

Pero, terminé metiéndole una mano entre las piernas e introduciéndole un par de dedos en el ojete; hasta el fondo...

- ¡Ay!, cabrón…

Y se abrazó a mi con fuerza… o, mejor dicho, se enganchó a mi fuertemente, mientras le daba un masaje en la próstata.

- ¡Ay!, cabrón… ¿que me haces?… ¡me estás matando, de gusto!...

Me revolví; y le forcé a colocarse boca abajo, le quité los calzoncillos y empecé a darle mordisquitos en las nalgas mientras jugaba a meterle los dedos por el culo.

Y lleno de excitación, empezó a moverlo; elevándolo…

... para facilitarme la visión de su agujerito.

Entonces, le separé las piernas y me lancé, en picado, a comérselo...

- ¡Que rico!… ¡mmmm!, ¡que rico!...

Y cuando me harté de saborear esa golosina, volví a meterle los dedos cargados de saliva y a darle mas lengua…

... hasta tenerlo chorreando. Y entonces, se la endiñé con fuerza, y sin ningún miramiento.

- ¡Aghhh!, que rico… si, asiii… ¡más fuerte!, ¡más fuerte!…

¡Menudo culazo! ¡No veas, como pone!, este cabrón…

- ¡Te voy a follar, a saco!, Lucas... ¡te la voy a meter hasta que te salga por la boca!, cabronazo...

Ese culo, me sacaba de mis casillas. Me ponía fuera de control.

Pero, volvió a sonar el móvil…

- ¡Joder!, ¡cago en lá!…

Aflojé las embestidas, para poder sacármelo del bolsillo, y me despegué de Lucas, de muy mala gana.

Me bajé de la cama…

- ¡Dime!, Felix…

- ¡Joder!, que llevamos ya un buen rato llamando a la puerta. ¿Donde coño estás?

- ¡Perdona! Estoy en casa de mi vecino…

... ¡ya voy!

Miré a Lucas, que me miraba, esperándome para seguir con la jodienda. Y con cara de -¡joder que putada! -dije...

- ¡Lo siento!, Lucas. Ya sé que es una putada, pero tengo que irme. ¡Lo siento!, ¡de verdad!

Y sentí que acababa de cagarla con Lucas.

- ¿Me dejas, ahora?…

... ¿así?

- No tengo mas remedio, Lucas. ¡Lo siento!... ¡de verdad!. Y salí de la habitación...

Vi que Diego había subido una de las piernas sobre el brazo del sillón en el que estaba; y me pareció la criatura mas linda de este mundo.

Con esa postura se le veía super sexy.

¡Que lindo es! pensé…

Y no pude evitar, acercarme a él para darle un besito en la boca; aprovechando que estaba dormido.

- ¡Mmmm! ¡que labios mas dulces!...

- Te gusta, ¡eh!… le oí que decir Lucas, desde el quicio de la puerta.

- ¡Ciao, Lucas! ¡Ya nos vemos! Y salí de la casa.

Estaban esperándome en el descansillo.

- ¡Lo siento! chicos. Es que he entrado a preguntarle a mi vecino por su mujer y se me ha ido la olla.

- ¡Ya!, dijo Quique...

Y se metió el dedo en la boca.

- Espero no ser inoportuno, Pepe. Pero, es que mi mujer, está de limpieza general; y tiene la casa un pelín... ¡ya sabes!

Quique se reía, por lo bajini; y nos miraba muy divertido.

- ¡Bueno! ¿que? Entramos, o sacamos unas sillas, al descansillo…

- ¿Has visto que descaro?, Pepe… ¡vaya una juventud! ¡Cuanta prisa, pa tó!, ¡coño!...

Y me miró con cara de cachondeo.

Por fin abrí la puerta; y le dió un azote en el culo a su hijo…

- ¡Venga!, ¡pasa, ya!... o, es que ya se te han acabáo las prisas.

Sin embargo, en casa de Lucas, Dieguito estaba empezando a despertarse. Pero, le pesaban demasiado los párpados; y Lucas, que estaba mirándole como hipnotizado, se dio cuenta y se acercó a él. Le dio con la palma de la mano dos, o tres veces, en la cara...

- ¡Despierta!, Diego... ¡despierta!, hijo...

- ¡Eh!... ¿que?…

- Parece, que estás muy cansado ¿no? Ya llevas casi dos horas durmiendo. Y con esa postura, puedes hacerte daño, ¿no crees?

- Lo siento, tío. Pero, no me he dado ni cuenta. ¿Que hora es?

- Las 19:30.

- Diego, se dio cuenta, de que su tío le había metido la mano por la pernera del pantalón corto que llevaba y, prácticamente, le estaba tocando los huevos.

Eso le excitó muchísimo.

Su tío, todavía, continuaba en calzoncillos; y no dejaba de mirarle a los ojos, mientras le acariciaba la pierna, desde la rodilla hasta la ingle; y como se sentía muy pesado, le dejó hacer.

Era la primera vez que Lucas se fijaba en Dieguito; pero, claro, es que el chico había crecido…

... y se había puesto ¡tremendo!

Y como vio, que no se quejaba, ni daba muestras de estar molesto con sus caricias, decidió ser un poco más explícito.

- ¡Vamos, Diego!, ven conmigo…

... ¡anda!, échate un poco en la cama y descansa…

… ¿a que hora tienes que estar en casa?

- ¡Pues!… había pensado ir a pasar la noche con al abuelo…

... D. Tomás me dijo que se quedarían hasta después de la cena.

- ¿Quiénes?

- El y D. Carlos, el vecino de abajo...

… el “abu”, prefiere que me quede en casa estudiando. Según él, no es necesario que le acompañe por las noches; porque, las enfermeras estan muy pendientes de él y son muy simpáticas. Y, claro, como me han quedado dos asignaturas. Prefiere que me quede en casa, para aprovechar el tiempo…

… así que, seguramente vaya a verle mañana, por la mañana. No quiero que me ponga mala cara.

Ya en la habitación.

- Espera que cambie las sábanas, que cuando se fue Pepillo tuve que echarme la siesta, lo necesitaba; y como te vi durmiendo tan plácidamente, no me atreví a despertarte. Imaginé que estarías muy cansado.

- ¡Pues no lo estaba!…

...pero, ha debido ser, que como he estado toda la noche pendiente del abuelo, he acumulado el cansancio; aunque no lo sintiera.

- ¡Anda!, desnúdate y métete en la cama, que aunque sea un par de horas. Te vendrá bien. Luego, ya haces lo que quieras…

Diego, se quitó la camiseta y los pantalones; y los dejó encima de la única silla que había en la habitación, mientras Lucas le miraba, fijamente, disfrutando del espectáculo.

Pero, el móvil de Diego empezó a vibrar, dentro de uno de los bolsillos laterales del pantalón…

- ¡Joder!, tío. ¡Ya está bien! ¿Donde te metes?, ¡Coño!…

... ¡he estado preocupadísimo toda la semana, tío!

- ¡Bueno!, joder. No exageres. ¡Lo siento!…

... debí haberte llamado, ¡si! Pero, es que no te puedes imaginar, tío…

... ¡que semana, mas alucinante, tío!… lo he pasado de puta medre. De vicio total, ¡joder!…

… he conocido a unos tíos que te van a dejar flipaó, cuando los conozcas. ¡De verdad!

- ¡Vale!, ¡vale!…

… que te lo has pasáo de puta madre ¡vale! Pero, yo ahora estoy muy cansado, Chencho. ¡Mañana, hablamos!, ¿vale?

- ¡Vale!, Diegui. ¡Como quieras! Pero, no te enfades conmigo, tronco ¿va?

- ¡Va!

- ¡Caio!

- ¡Ciao!

Diego respiró profundamente, mientras Lucas se preguntaba que había sido eso. Pero, se dio la vuelta; y dejó a la vista de Lucas, ese soberbio culo, tan solo cubierto con unos calzoncillos blancos, super clásicos y semitransparentes.

- ¡Guauuuu!, dijo Lucas, mentalmente.

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