Al llegar al pasillo donde estaba tu habitación me doy cuenta que tu puerta se encuentra entornada. A los ojos de la gente podrÃa parecer cerrada, pero cuando toqué levemente la puerta y cedió corroboré lo que ya pensaba.
No sé el motivo de que tu habitación estuviese abierta, lo único que recuerdo es que entré con mucho miedo. No sabÃa si tú estabas dentro o habÃas salido para volver en seguida. Cerré la puerta detrás de mÃ. Eras compañera de trabajo, y además estabas casada, aquello no tenÃa lógica ninguna. Si me pillabas allà dentro pocas excusas podrÃa haberte dado, pero llevaba tanto tiempo deseándote… sé que para ti yo prácticamente no existÃa. Era el "niño" de la empresa. Con tus 37 años tan bien llevados no prestabas atención a un pobre crÃo de 24, pero me volvÃas loca. Cada dÃa te veÃa aparecer, vestida tan sensual, con esas faldas que tan bien se te ajustaban al cuerpo, con esas camisas de botones que dios sabe cuántas veces habré mirado intentando descubrir la visión del sujetador a través de tu generoso escote… Por eso me pareció un sueño cuando nos enviaron a los dos como representantes de la empresa a Argentina. Era una convención, nada aparentemente excitante. Más bien aburrido y tedioso. Pero para mà era como un sueño poder compartir contigo esos 4 dÃas…
Después de dar 3 pasos por la habitación me dà cuenta de que el agua de la ducha estaba abierta… el corazón me latÃa tan fuerte que lo notaba en la boca. Me descalcé para hacer el mÃnimo ruido posible y me acerqué hasta el baño. Estabas cantando alguna canción de Azúcar Moreno o eso parecÃa. Pude ver tu cuerpo de espaldas a través de la mampara de la ducha. Qué culazo tenÃas, qué caderas, qué espalda tan bien formada… no podÃa creer lo que veÃan mis ojos. QuerÃa salir de allÃ, sabÃa que si te dabas la vuelta me ibas a pillar, y conociendo el peso que tenÃas en la empresa, mi despido serÃa casi seguro… pero estaba hipnotizado, como ausente, alguna fuerza extraña me empujaba más allá de mi raciocinio… sin darme cuenta comencé a quitarme la ropa. Algo en mi cabeza me decÃa que aquello era una locura, que debÃa parar… pero era imposible, te deseaba tanto…
Cuando estuve totalmente desnudo me dà cuenta de la erección que llevaba. Mis 21 centÃmetros de polla estaban en todo su esplendor, y el capullo parecÃa preparado para cumplir su función… me miré en el espejo. Obviamente no tenÃa mal cuerpo, las horas de tenis y spinning habÃan modelado un cuerpo bastante bonito, y mis 183 cm de altura lucÃan bastante bien. Además de esa polla… sé que mi polla siempre ha gustado. Mi ex se volvÃa loca por ella, no sólo por su tamaño, sino sobre todo, según ella, por el grosor… y la verdad es que viéndola asà debÃa reconocer que la tenÃa gorda.
Todo eso me envalentonó, asà que me fui hacia la mampara con más confianza. SabÃa que la torta que me podÃa llevar era histórica, pero ya nada me paraba, mis deseos de poseerte, de follarte, de hacerte mÃa aunque sólo fuera esa vez me empujaban…
Asi llegó el momento de rodar la mampara. Tú ibas por el "one, two, three, caramba!"… para dársete mal el ingles como decÃas en la empresa, esas tres palabras las pronunciabas muy bien…
Cuando puse la mano en el tirador sabÃa que ya no habÃa marcha atrás…
Rodé la mampara protegido, momentáneamente, por el hecho de que te encontrabas de espaldas. Pero en breve te giraste. Tu cara era de sorpresa, tu boca reflejaba un grito milagrosamente ahogado, pero yo no estaba dispuesto a retroceder…
No sé cómo, pero logré calmarte, sin decirte una sola palabra. Intuyo que mi mirada de seguridad te indicó que no habÃa más remedio que lo que iba a suceder…
Alargué mi mano, logré tocar tu cintura. Creà que me iba a desmayar. Tú te dejabas hacer, mitad excitada, mitad anulada por la sorpresa. Aproveché esa situación y seguà acariciándote, loco de excitación. Pasé mis manos por tu cintura, por tu abdomen, seguà subiendo hasta que rocé con mis dedos la parte baja de uno de tus pechos… Te miré para hacerte entender lo que iba a hacer a continuación. Sin miedo, te sobé un pecho. Creo que mi descaro te sorprendió mucho. Me encantó notar como tus pezones estaban durÃsimos. Eso me dio fuerza para comerte la boca como un desesperado. En un momento te estaba magreando las tetas descaradamente mientras te devoraba la boca. Al principio dejabas que mis labios hicieran el trabajo, pero poco a poco fuiste colaborando. Me volvió loco sentir como me correspondÃas el beso. Notar como abrÃas la boca para que mi lengua se colara en tu interior y se mezclaran ambas, luchando desesperadamente.
Recuerdo que comenzaste acariciándome el pelo, para ir bajando por el cuello y la espalda… realmente estabas excitada. Al poco, tus manos ya abarcaban mi culo, te dejaba que hicieras con el lo que deseases… sabÃa que te estaba encantando notarlo duro. Yo hice lo mismo. Llevé mis manos a tu culo y comencé a manoseártelo, acariciando con un dedo tu ano… Sin mediar palabra alguna te dà la vuelta. Creo q intentaste decir algo, pero por primera vez en nuestra relación, era yo el que llevaba las riendas. Te pegué contra la pared y tu espalda y tu culo quedó a mi merced. Aproveché para besarte el cuello, y poco a poco ir bajando por la espalda. Mis manos abarcaron tus tetas desde atrás. Eran unos pechos increÃbles, grandes, duros y perfectamente colocadas pese a una edad que ya podÃa hacer pensar otra cosa. Me encantaba tenerte tan entregada, tan sumisa. Eras la mujer que más miedo inspiraba en la oficina. Controlabas todo y te sabÃas por encima del resto. Y en ese momento te estaba manoseando las tetas a mi antojo. Te estaba mordiendo el culo, con esa piel perfecta que tenÃas. Poco después mi lengua comenzó a jugar con tu agujerito, y noté como aquello te volvÃa loca…
Yo estaba de rodillas en la ducha, y una de mis manos logró abrirse paso entre tus piernas… Era una delicia sentir el calor de tu coño en mi mano. No me detuve para acariciártelo como si fuera tu marido, despacio y con tacto. Eras mi puta y querÃa que lo supieras… Te lo acaricié bruscamente, notaba tu clÃtoris hinchado, y en ese momento metà dos dedos en tu interior. Creo que por el saltito y el gemido no te lo esperabas… comenzaste a gemir cada vez más fuerte, tu respiración se iba acelerando y yo no tenÃa intención de que aquello terminara pronto.
Te volvà a dar la vuelta, bruscamente de nuevo. Te lamÃa los muslos, iba subiendo haciéndome de rogar. No querÃa llegar rápidamente a tu coño. Lamà tus ingles. Para ese entonces ya estabas totalmente entregada. Eras una autentica puta, cachonda y dominada por un niñato.
Por fin lamà tus labios mayores. Me agarrabas del pelo, me movÃas la cabeza buscando el mayor placer. Mis dedos volvieron a introducirse y comenzaron a buscar tu punto G. fue obvio que lo encontraron pronto porque de repente parecÃas poseÃda, te movÃas bruscamente, gemÃas, decÃas cosas que no podÃa entender, y sentà que te ibas a correr. Seguà con mi boca en tu clÃtoris y mis dedos dentro hasta que con varios espasmos te llegó un orgasmo increÃble. Te temblaban tanto las piernas que te fue muy difÃcil mantenerte de pie…
Yo no querÃa esperar más para follarte como un animal… llevaba tanto tiempo esperándolo… Me levanté y te miré directamente a los ojos. No te hizo falta más para entender qué querÃa: te arrodillaste y comenzaste a chuparme la polla. He de reconocer que se notaba que eras una experta… estaba siendo la mejor mamada de mi vida, y tus labios eran perfectos, pero si seguÃas temÃa acabar ahÃ. Asà que te pedà que subieras. Sin decirte nada, fuiste tu misma esta vez la q se dio la vuelta. Apoyando tus manos en la pared me ofreciste todo tu culo. Yo no dudé mucho y la punta de mi polla buscó la entrada de tu coño. Te un solo golpe estaba dentro. Aquello era increÃble. Entre el agua que nos caÃa por todos lados y el calor de tu coño sentà que me morÃa. Empezamos a follar como perros. Cada vez iba más rápido, y cada vez tú me pedÃas que te diera más duro, que eras mi puta, que querÃas que te partiera en dos. Te aplasté contra la pared de la ducha y seguà fallándote a lo bestia. Te tiraba del pelo, te mordÃa el cuello, te agarraba fuertemente las tetas… te estaba follando como hacÃa mucho que no lo hacÃan…
Como mismo te la metÃ, la volvà a sacar. Cuando te dÃa la vuelta tu cara parecÃa que buscaba explicaciones de por qué habÃa dejado de metértela. Estabas salidÃsima y no querÃas que parara. En ese momento te subà una pierna y tú te enroscaste en mi espalda. Estaba cargando todo tu peso, estabas agarrada a mi y gemÃas como una loca, a punto de correrte una vez más. Yo también sentÃa que me estaba a punto de correr…
DecÃas que te ibas a morir, que te siguiese follando asÃ, que te ibas a correr, que eras mi puta, que no parara por favor… y yo no te hice esperar. Cada vez estaba más encendido, más excitado. Te dije que me iba a correr, que lo iba a hacer a pelo dentro de ella. Aquello acabó de encenderla. Me dijo que sÃ, que me corriera dentro de ella, que lo hiciera ya… en esos momentos sus gritos eran audibles probablemente en todo el hotel… y entonces me corrÃ, clavándosela hasta el fondo, golpeando su espalda contra la pared, diciéndole que era una puta, que adoraba fallármela asÃ, que me la iba a follar siempre que quisiera… ella, entre gemidos me decÃa que sÃ, que era mi esclava, que no lo durara…
Terminamos de ducharnos juntos, esta vez sÃ, casi como enamorados… entre risas, besos y caricias. Esta fue la primera vez en este viaje, pero aún quedaban algunos encuentros más. Era una mujer casada, pero a partir de ese dÃa se comportó como una adolescente… estaba loca y era muy ardiente, por lo que acabamos haciendo mil locuras en ese viaje…