Nuevos relatos publicados: 13

Esa noche el jefe fuí yo...

  • 10
  • 16.282
  • 9,33 (3 Val.)
  • 0

Al llegar al pasillo donde estaba tu habitación me doy cuenta que tu puerta se encuentra entornada. A los ojos de la gente podría parecer cerrada, pero cuando toqué levemente la puerta y cedió corroboré lo que ya pensaba.

No sé el motivo de que tu habitación estuviese abierta, lo único que recuerdo es que entré con mucho miedo. No sabía si tú estabas dentro o habías salido para volver en seguida. Cerré la puerta detrás de mí. Eras compañera de trabajo, y además estabas casada, aquello no tenía lógica ninguna. Si me pillabas allí dentro pocas excusas podría haberte dado, pero llevaba tanto tiempo deseándote… sé que para ti yo prácticamente no existía. Era el "niño" de la empresa. Con tus 37 años tan bien llevados no prestabas atención a un pobre crío de 24, pero me volvías loca. Cada día te veía aparecer, vestida tan sensual, con esas faldas que tan bien se te ajustaban al cuerpo, con esas camisas de botones que dios sabe cuántas veces habré mirado intentando descubrir la visión del sujetador a través de tu generoso escote… Por eso me pareció un sueño cuando nos enviaron a los dos como representantes de la empresa a Argentina. Era una convención, nada aparentemente excitante. Más bien aburrido y tedioso. Pero para mí era como un sueño poder compartir contigo esos 4 días…

Después de dar 3 pasos por la habitación me dí cuenta de que el agua de la ducha estaba abierta… el corazón me latía tan fuerte que lo notaba en la boca. Me descalcé para hacer el mínimo ruido posible y me acerqué hasta el baño. Estabas cantando alguna canción de Azúcar Moreno o eso parecía. Pude ver tu cuerpo de espaldas a través de la mampara de la ducha. Qué culazo tenías, qué caderas, qué espalda tan bien formada… no podía creer lo que veían mis ojos. Quería salir de allí, sabía que si te dabas la vuelta me ibas a pillar, y conociendo el peso que tenías en la empresa, mi despido sería casi seguro… pero estaba hipnotizado, como ausente, alguna fuerza extraña me empujaba más allá de mi raciocinio… sin darme cuenta comencé a quitarme la ropa. Algo en mi cabeza me decía que aquello era una locura, que debía parar… pero era imposible, te deseaba tanto…

Cuando estuve totalmente desnudo me dí cuenta de la erección que llevaba. Mis 21 centímetros de polla estaban en todo su esplendor, y el capullo parecía preparado para cumplir su función… me miré en el espejo. Obviamente no tenía mal cuerpo, las horas de tenis y spinning habían modelado un cuerpo bastante bonito, y mis 183 cm de altura lucían bastante bien. Además de esa polla… sé que mi polla siempre ha gustado. Mi ex se volvía loca por ella, no sólo por su tamaño, sino sobre todo, según ella, por el grosor… y la verdad es que viéndola así debía reconocer que la tenía gorda.

Todo eso me envalentonó, así que me fui hacia la mampara con más confianza. Sabía que la torta que me podía llevar era histórica, pero ya nada me paraba, mis deseos de poseerte, de follarte, de hacerte mía aunque sólo fuera esa vez me empujaban…

Asi llegó el momento de rodar la mampara. Tú ibas por el "one, two, three, caramba!"… para dársete mal el ingles como decías en la empresa, esas tres palabras las pronunciabas muy bien…

Cuando puse la mano en el tirador sabía que ya no había marcha atrás…

Rodé la mampara protegido, momentáneamente, por el hecho de que te encontrabas de espaldas. Pero en breve te giraste. Tu cara era de sorpresa, tu boca reflejaba un grito milagrosamente ahogado, pero yo no estaba dispuesto a retroceder…

No sé cómo, pero logré calmarte, sin decirte una sola palabra. Intuyo que mi mirada de seguridad te indicó que no había más remedio que lo que iba a suceder…

Alargué mi mano, logré tocar tu cintura. Creí que me iba a desmayar. Tú te dejabas hacer, mitad excitada, mitad anulada por la sorpresa. Aproveché esa situación y seguí acariciándote, loco de excitación. Pasé mis manos por tu cintura, por tu abdomen, seguí subiendo hasta que rocé con mis dedos la parte baja de uno de tus pechos… Te miré para hacerte entender lo que iba a hacer a continuación. Sin miedo, te sobé un pecho. Creo que mi descaro te sorprendió mucho. Me encantó notar como tus pezones estaban durísimos. Eso me dio fuerza para comerte la boca como un desesperado. En un momento te estaba magreando las tetas descaradamente mientras te devoraba la boca. Al principio dejabas que mis labios hicieran el trabajo, pero poco a poco fuiste colaborando. Me volvió loco sentir como me correspondías el beso. Notar como abrías la boca para que mi lengua se colara en tu interior y se mezclaran ambas, luchando desesperadamente.

Recuerdo que comenzaste acariciándome el pelo, para ir bajando por el cuello y la espalda… realmente estabas excitada. Al poco, tus manos ya abarcaban mi culo, te dejaba que hicieras con el lo que deseases… sabía que te estaba encantando notarlo duro. Yo hice lo mismo. Llevé mis manos a tu culo y comencé a manoseártelo, acariciando con un dedo tu ano… Sin mediar palabra alguna te dí la vuelta. Creo q intentaste decir algo, pero por primera vez en nuestra relación, era yo el que llevaba las riendas. Te pegué contra la pared y tu espalda y tu culo quedó a mi merced. Aproveché para besarte el cuello, y poco a poco ir bajando por la espalda. Mis manos abarcaron tus tetas desde atrás. Eran unos pechos increíbles, grandes, duros y perfectamente colocadas pese a una edad que ya podía hacer pensar otra cosa. Me encantaba tenerte tan entregada, tan sumisa. Eras la mujer que más miedo inspiraba en la oficina. Controlabas todo y te sabías por encima del resto. Y en ese momento te estaba manoseando las tetas a mi antojo. Te estaba mordiendo el culo, con esa piel perfecta que tenías. Poco después mi lengua comenzó a jugar con tu agujerito, y noté como aquello te volvía loca…

Yo estaba de rodillas en la ducha, y una de mis manos logró abrirse paso entre tus piernas… Era una delicia sentir el calor de tu coño en mi mano. No me detuve para acariciártelo como si fuera tu marido, despacio y con tacto. Eras mi puta y quería que lo supieras… Te lo acaricié bruscamente, notaba tu clítoris hinchado, y en ese momento metí dos dedos en tu interior. Creo que por el saltito y el gemido no te lo esperabas… comenzaste a gemir cada vez más fuerte, tu respiración se iba acelerando y yo no tenía intención de que aquello terminara pronto.

Te volví a dar la vuelta, bruscamente de nuevo. Te lamía los muslos, iba subiendo haciéndome de rogar. No quería llegar rápidamente a tu coño. Lamí tus ingles. Para ese entonces ya estabas totalmente entregada. Eras una autentica puta, cachonda y dominada por un niñato.

Por fin lamí tus labios mayores. Me agarrabas del pelo, me movías la cabeza buscando el mayor placer. Mis dedos volvieron a introducirse y comenzaron a buscar tu punto G. fue obvio que lo encontraron pronto porque de repente parecías poseída, te movías bruscamente, gemías, decías cosas que no podía entender, y sentí que te ibas a correr. Seguí con mi boca en tu clítoris y mis dedos dentro hasta que con varios espasmos te llegó un orgasmo increíble. Te temblaban tanto las piernas que te fue muy difícil mantenerte de pie…

Yo no quería esperar más para follarte como un animal… llevaba tanto tiempo esperándolo… Me levanté y te miré directamente a los ojos. No te hizo falta más para entender qué quería: te arrodillaste y comenzaste a chuparme la polla. He de reconocer que se notaba que eras una experta… estaba siendo la mejor mamada de mi vida, y tus labios eran perfectos, pero si seguías temía acabar ahí. Así que te pedí que subieras. Sin decirte nada, fuiste tu misma esta vez la q se dio la vuelta. Apoyando tus manos en la pared me ofreciste todo tu culo. Yo no dudé mucho y la punta de mi polla buscó la entrada de tu coño. Te un solo golpe estaba dentro. Aquello era increíble. Entre el agua que nos caía por todos lados y el calor de tu coño sentí que me moría. Empezamos a follar como perros. Cada vez iba más rápido, y cada vez tú me pedías que te diera más duro, que eras mi puta, que querías que te partiera en dos. Te aplasté contra la pared de la ducha y seguí fallándote a lo bestia. Te tiraba del pelo, te mordía el cuello, te agarraba fuertemente las tetas… te estaba follando como hacía mucho que no lo hacían…

Como mismo te la metí, la volví a sacar. Cuando te día la vuelta tu cara parecía que buscaba explicaciones de por qué había dejado de metértela. Estabas salidísima y no querías que parara. En ese momento te subí una pierna y tú te enroscaste en mi espalda. Estaba cargando todo tu peso, estabas agarrada a mi y gemías como una loca, a punto de correrte una vez más. Yo también sentía que me estaba a punto de correr…

Decías que te ibas a morir, que te siguiese follando así, que te ibas a correr, que eras mi puta, que no parara por favor… y yo no te hice esperar. Cada vez estaba más encendido, más excitado. Te dije que me iba a correr, que lo iba a hacer a pelo dentro de ella. Aquello acabó de encenderla. Me dijo que sí, que me corriera dentro de ella, que lo hiciera ya… en esos momentos sus gritos eran audibles probablemente en todo el hotel… y entonces me corrí, clavándosela hasta el fondo, golpeando su espalda contra la pared, diciéndole que era una puta, que adoraba fallármela así, que me la iba a follar siempre que quisiera… ella, entre gemidos me decía que sí, que era mi esclava, que no lo durara…

Terminamos de ducharnos juntos, esta vez sí, casi como enamorados… entre risas, besos y caricias. Esta fue la primera vez en este viaje, pero aún quedaban algunos encuentros más. Era una mujer casada, pero a partir de ese día se comportó como una adolescente… estaba loca y era muy ardiente, por lo que acabamos haciendo mil locuras en ese viaje…

(9,33)