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La fantasía que se hizo realidad

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Siempre me han llamado la atención las mujeres que son mayores a mí; por razón lógica, terminé casándome con una, cinco años mayor que yo. Hemos logrado una estabilidad marital a pesar de la diferencia de edades; llevamos aproximadamente dieciocho años de matrimonio y dentro de todos esos años, nuestra vida en la intimidad ha ido evolucionando siempre de buena manera; yo soy un hombre que le encanta hablar de sexo y siempre estoy buscando realizar cosas distintas para no caer en la monotonía; mi esposa es una mujer de mente abierta, así que en ese aspecto me facilita las cosas para atrevernos a hacer algo atrevido.

El otro día, ella y yo habíamos asistido a un evento musical a un teatro reconocido de la ciudad, nos tomamos algunas cervezas para entrar en ambiente, bailamos y nos divertimos demasiado; al salir del evento, nos dirigimos a casa y en el camino comencé a platicarle una fantasía que venía atolondrando mi cabeza, la fantasía consistía en que yo quería verla teniendo sexo con otro hombre, era algo excitante para mi el pensarlo e imaginarlo diariamente; y esa fantasía se hizo presente en mí aquella noche, porque cuando bailábamos dentro del concierto, noté que algunos caballeros se le quedaban viendo a su forma de bailar, a sus piernas y sus bien torneadas nalgas; mi esposa siempre usa minifaldas o vestidos que horman perfectamente en su cuerpo y es inevitable no voltear a verla.

Llegamos a casa, tome la botella de vino que teníamos guardada y comenzamos a platicar del tema, pero sentados en nuestro sillón, ella me decía que estaba algo loco, que de donde sacaba esas ideas, yo solamente demostré interés y seguridad de querer hacerlo con ella; la pregunta obvia era, ¿con quién íbamos a hacerlo, o quien sería el candidato?, ella tenía que elegir a la persona que le diera confianza y gusto por querer tener sexo; pasaron algunos días y en mi trabajo se acercaba la cena de ejecutivos que nos organiza una compañía contratista en agradecimiento a nuestra lealtad con la marca; esa noche mi esposa se fue vestida de manera despampanante, el vestido entallado al cuerpo, con un escote que casi dejaba al descubierto la zona donde comienzan sus hermosas nalgas, los pechos se podían percibir si la miraba de costado o por la parte trasera, esa noche no utilizó ropa interior, lucia hermosa, sus curvas pronunciadas, su rostro maquillado de manera tenue sin caer en el exceso de maquillaje, un peinado elegante haciéndola ver como una mujer que va decidida a todo; su rostro angelical con tintes de maldad, eso me mató y me dejó aún más en claro querer cumplir mi fantasía.

Llegamos al salón para disfrutar de la cena, saludamos a algunos miembros de dirección y finanzas; al seguir caminando rumbo a la mesa que nos habían otorgado, un caballero se acercó y me tomó del brazo, me habló al oído y me dijo en voz baja lo hermosa que se veía mi esposa, claro, acentuando el respeto que me otorgaba para no verse mal, le di las gracias y seguimos caminando; pasaron las horas y vi que aquel caballero no le quitaba la vista de encima a mi esposa, se encontraba junto a otra persona que también veía con ojos de deseo a mí mujer, de repente, aquel caballero se levantó de su asiento y me pidió el permiso de salir a bailar con mi esposa; mi mujer no rechazó la invitación y salieron a la pista de baile, estuvieron bailando algunas canciones, se veía que aquel hombre quería proponerle algo pero no se animaba o tomaba el atrevimiento, cambiaron el ritmo musical y decidieron tomar asiento, al ver que las personas de nuestra mesa se habían retirado, le hice la propuesta de sentarse con nosotros si es que no tenía inconveniente, él aceptó y llamó a su otro compañero para que se dirigiera a nuestra mesa y así continuáramos pasándola bien.

Platicamos por varios minutos, los tres caballeros salíamos a la pista para bailar con mi esposa hasta que ella le propuso a uno de ellos ir a un lugar mas privado para poder platicar mucho mejor, nuestros amigos no se resistieron a nuestra invitación y salimos del salón con rumbo a nuestra casa; entramos, saqué de mi alacena una botella de vino para continuar con el brindis y la charla, comenzamos a platicar de nuestros trabajos, de nuestras actividades diarias y fue ahí cuando decidí ir hacia mi centro de entretenimiento a poner algo de música para hacer más amena la velada, comenzamos a bailar todos al mismo tiempo, mi esposa en medio de nosotros, uno de ellos bromeaba como si se tratara de un show de strippers y eso comenzó a prender a mi esposa.

No imaginaba que ella rápidamente se fuera a acoplar a esa onda de seguirnos el baile erótico, comenzó bailando con uno de nosotros tres, se le pegaba al cuerpo, dejaba que con sus manos la fueran recorriendo poco a poco y así fue pasando con cada uno; al llegar conmigo, me abrazó y me dijo al oído si estaba seguro de hacer realidad mi fantasía y que opinaba si en lugar de que fuera un hombre fuéramos los tres; me dieron nervios, mi piel se puso chinita, mi corazón comenzó a latir rápidamente, una onda sanguínea comenzaba a recorrer mi cuerpo y sentía como si se acumulara en mi cabeza, era excitación lo que estaba experimentando; acepté lo que ella me decía y fue entonces cuando a uno de ellos lo tomó de la mano.

Comenzaron a bailar en el centro de nosotros, colocó su mano en sus voluptuosa cadera y le preguntó que era lo que le despertaba al sentirla, el rápidamente se acercó a ella y comenzó a frotarle su pene en sus nalgas, diciéndole que era eso lo que le despertaba, siguieron bailando, él siguió recorriendo el cuerpo de mi mujer, y así, nos fue preguntando que era lo que nos despertaba tener una mujer como ella entre nosotros, yo tomé mi celular y comencé a grabar aquella escena, cada uno de ellos le fue desprendiendo de su ropa hasta dejarla desnuda completamente; comenzó a masturbar a uno de ellos mientras el otro la acariciaba, le besaba el cuello, sus espalda y bajaba hasta sus nalgas con besos y caricias, así estuvieron varios minutos, yo tenía mi pene bien duro, me la quería jalar pero me contuve por seguir grabando el sexo de mi esposa, sin pensarlo, uno de ellos la tomó por sorpresa y la acercó hacia su pene para que le hiciera sexo oral, lo comenzó a hacer, pero por otra parte, el otro caballero también le comenzó a probar su rica vagina bien mojada, con su dedo le frotaba el clítoris y en ocasiones con la lengua; mi esposa estaba comenzando a sudar de lo excitada que estaba, sus gemidos eran excitantes, me miraba a lo lejos como me agarraba mi paquete por encima del pantalón mientras grababa y me preguntaba si era así como quería hacerlo.

Yo me calenté aún más con aquella pregunta y me dijo que esperaba para unirme a la fiesta; dejé de grabar el acto, comencé a desvestirme y me uní a ellos, comencé a besar sus ricos pezones, agarraba sus pechos como a ella tanto le gustan, rodeando su aureola, dándole ligeras mordidas a sus pezones y después con mi lengua acariciarlos, los cuatro estábamos extremadamente calientes; uno de nuestros amigos me hizo la invitación de penetrarla, no lo pensé dos veces y lo hice, en ese momento mi esposa lanzó un gemido de placer, comenzó a pedir más de aquella dotación que le estaba dando, gemía suavemente y a la vez lanzaba un gemido más largo, pedía que no dejaran de frotarle su clítoris y sus pezones mientras ella seguía con el oral.

Nuestro amigo al que le estaban haciendo el sexo oral nos dijo que ya no iba a aguantar mucho tiempo así, porque mi esposa lo estaba haciendo llegar, no me había dado cuenta que mientras le chupaba el pene también le frotaba con uno de sus dedos el ano, por tal motivo estaba muy excitado y cerca de venirse, se veía claramente que lo estaba disfrutando, en su piel se notaba el placer, se le ponía chinita y dejaba oír algún gemido de placer hasta que ya no pudo más y eyaculó en los pechos de mi esposa; nuestro otro amigo, que aún seguía frotando su clítoris, me pidió la oportunidad de penetrarla, pero en una posición diferente, acepté y me hice a un lado, la puso boca arriba y levantó sus piernas, se las colocó en su pecho y así comenzó a darle unas ricas embestidas.

Mi esposa gemía cada vez más, me pidió me acercara para que ahora me la chupara a mí, me acerque poniendo mi pene arriba de su boca, comenzó a chuparme mi miembro y también comenzó a frotarme el ano, lubricaba sus dedos con el líquido que salía de mi pene y me frotaba, nunca había sentido esa sensación, era algo increíble, se sentía como un escalofrío pero a la vez dejaba placer, mi pene se puso mas duro todavía por aquella sensación, un cosquilleo en mis entrañas comencé a sentir justo cuando eyaculaba por esa experiencia; solamente faltaba la otra persona de venirse, mi esposa había acabado con nosotros dos; se colocó en la posición de perrito y así le pidió a él la penetrara, comenzó a hacerlo, ella hacia un movimiento de cadera muy rico y ella misma se frotaba el clítoris, lo hicieron varios minutos así, ella le decía que la penetrara más duro, quería sentir su pene llegar hasta adentro, se seguía masturbando ella misma al compás de las embestidas, hasta que ella comenzó a decir que estaba a punto de llegar y nuestro amigo se apuró a darle con más fuerza, cuando de repente, mi esposa tuvo su orgasmo y a nuestro amigo le apretó su pene con su vagina, ambos terminaron al mismo tiempo, la leche de nuestro amigo quedó escurriendo en la vagina de mi esposa; ella me pidió que le pasara mi pene por su vagina para que se impregnara de leche y después se la diera a probar, me la quitó con su lengua muy sensualmente y culminamos el acto sexual con un rico beso entre nosotros.

En ese momento todos caímos rendidos en el sofá, nuestros amigos se vistieron, decidieron despedirse y dejarnos solos, nosotros todavía quedamos desnudos en nuestro sillón, después nos fuimos a la regadera a darnos un rico baño y descansamos. Al otro día mi esposa se levantó sonriente, me preparó el desayuno, nuestras miradas tenían cierto tinte de picardía y no faltó la pregunta para medir nuestra experiencia, ¿nos había encantado hacerlo?, claro, es algo que nunca pensamos que se daría así.

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