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Algunos mitos o creencias del sexo

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He escuchado muchas creencias, mitos a través de mi vida y alrededor del sexo he escuchado algunos que me suenan más que increíbles… chistosos. Como lo que me contaba Claudia, una chica mexicana muy linda y que lo más llamaba la atención y que disfruté en más de una docena de ocasiones, su lindo trasero. Una cintura muy delgada y unas caderas por arriba de los 96 a 98 centímetros.

Obviamente su culo era lo que llamaba la atención, sin descartar que tuviera una buena medida de bustos y un rostro también bello. Recuerdo que su obsesión era que uno acabara en su culo por lo menos una vez en cada encuentro, pues según ella, eso le ayudaba a tener un buen trasero y del cual contaba, que sintió como comenzó a tomar volumen desde que comenzó a tener sexo anal. Obviamente, yo también alimente aquella creencia, pues era una delicia coger el rico culo de Claudia y escuchar cómo te pedía que te fueras adentro de su apretado orificio.

Con la bella Erín, una chica escultural con la cual viví algunos ricos momentos en la cama, ella tenía la creencia que su piel se miraba mejor y que no tenía erosiones de espinillas o problemas de acné gracias al milagro de consumir esperma. Así, que con Erín, era imperativo de por lo menos acabar una vez en su boca y no era raro que cuando le estaba taladrando la conchita y presentía que estaba a punto de venirme, te hacia la oferta de mamártela y de esta manera tragarse esa leche vital para su piel. Erín siempre le gustaba que me viniera en su boca, pues según ella, de todas las corridas que había probado, la mía era la más dulce y quizá eso se deba a que consumo muchos jugos naturales, y no solo Erín me mencionó eso, muchas chicas ya me lo habían dicho.

Con la espigada Lauren, una chica jamaiquina inglesa, ella tenía el mismo concepto, pero ella prefería que uno acabara sobre su piel. Siempre el primer polvo te lo provocaba de una manera oral y aquella corrida se iba directa a su cara o pechos, y siempre debía ser en la primera, pues era también la más abundante. Hacíamos el misionero y esa corrida era para su abdomen y cuando lo hacíamos de perrito, ya sea vía sexo vaginal o anal, aquella corrida era para sus piernas o espalda. Ella me decía donde quería que se lo echara.

Gaby era muy especial, esta chica venezolana tenía la creencia que su sedoso cabello, se debía a las proteínas del esperma. Con ella teníamos un pequeño inconveniente y que yo me hice un poco reticente en cooperar. Siempre le di la negativa a llegar a masturbarme ante ella por el hecho que ella quería que le dejara ir mi corrida en su sedoso y largo cabello. No le gustaba mamar y quería que cuando me corriera cogiéndole la conchita o su rico culo, que llegara masturbándome y acabar en su cabeza. Lo intenté, pero una vez le sacaba la verga de alguno de sus ricos orificios, perdía la concentración y esa sensación de irme desaparecía… Nunca me gustó masturbarme, me parece lo más patético del sexo.

Finalmente aprendió o aceptó que si quería mis corridas en su cabeza, tenía que aprender a mamar o por lo menos a tolerarlo y de esa manera ya me encontraba cerca de su cabello y dejarle ir mi corrida… ah, una vez le dejaba ir mi descarga, ella debería seguir mamando o darme por lo menos la oportunidad de dejarle ir una de mis descargas en alguno de sus ricos huecos. Realmente no me gusta irme en seco o con la sensación de que soy yo quien me masturbo. Puedo sentir placer que una chica me masturbe, pero no al hacerlo yo mismo! Nunca me gustó!

Me gustaría saber de algunas otras experiencias o creencias que la gente tiene alrededor del sexo. Me gustaría que dejaras un comentario o si te sientes más confortable, me puedes escribir a mi correo electrónico que aparece al final de cada uno de mis relatos.

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