Nuevos relatos publicados: 9

¡Por favor, no lo hagas!

  • 6
  • 33.144
  • 9,28 (29 Val.)
  • 3

Soy una chica de clase media, de complexión delgada y bastante chaparrita pues mido escasos 1.53 de estatura; mi piel es blanca, aunque algo bronceada por practicar algunas actividades deportivas acuáticas. Soy de cabello lacio y negro, sin presumir es de mis mejores atributos físicos también poseo unos ojos bastante bonitos, todo lo demás de mi cuerpo es proporcional a mi estatura, es decir, pequeño. Soy una chica petite.

Mi familia consta de papá, mamá, mi hermano y yo. Somos una familia común, no somos ricos, pero, tenemos solvencia económica. He estudiado en escuelas particulares y tuve una vida bastante plena. Entrando a la secundaria tuve un novio del cual me enamoré, duramos casi los tres años juntos y al año y medio, tuvimos relaciones. Lo considero normal pues, estábamos enamorados.

Terminó la relación porque yo me cambié de escuela y cambiaron muchas cosas. Para esa edad yo ya tenía cuerpo de mujer bastante desarrollado, no soy voluptuosa, pero si tengo buenas curvas en mi cuerpo. Creo que ese es mi problema.

Llegó mi fiesta más anhelada, mis 18 años, esa donde una deja de ser una niña y se convierte en mujer, yo estaba feliz, mis padres me organizaron mi fiesta, me sentía una princesa esa noche, la verdad estuvo increíble, fue bellísima. Yo tomé bastantes tragos ese día, era la primera vez que tomaba alcohol, sin embargo, logré llegar al final de mi fiesta. Mi fiesta fue en el salón de un hotel y allí mismo se rentaron habitaciones para mis papás, mi hermano y yo; papá nos rentó habitaciones separadas para que cada uno pudiera ir a dormir cuando quisiera.

Se terminó la fiesta y fui a la habitación, no podía con mi ebriedad pero aun así me pude quitar el vestido, poner una playerita de dormir y un short que los llevaba para poder vestirme rápido y dormir.

No supe a qué hora me dormí, pero caí rendida.

Entrada la noche, comencé a sentirme mal, abrí los ojos y todo me daba vueltas, mis ojos no enfocaban nada y la oscuridad no me dejaba ver casi nada.

Quise levantarme, pero no podía, en ese momento, sentí unas manos amasando mis pechos, pero, no lograba discernir si era real o un desvarío de mi mente. En ese momento, alguien me tomó de los hombros y me puso boca arriba, sentí una boca chupando mis pezones y acariciando con más fuerza mis senos. Fue allí cuando salí del letargo y pude notar que estaba con la playera subida, los pechos expuestos y sin nada en la parte inferior de mi cuerpo. Quedé perpleja cuando pude ver que era mi papá el que me estaba chupando las tetas y acariciando mi entrepierna.

Tarde unos segundos en poder articular palabra.

-“¡Papá! ¿Qué estás haciendo?”

-“Shh no grites. Mami está dormida y yo vine a cuidarte.” Me coloca un dedo en la boca para callarme.- “No es bueno tomar tanto como lo hiciste, pensé que podrías estar en peligro y no soportaría que te pasara nada malo, mi amor”

Instintivamente quise gritar, pero él me tapó la boca impidiéndome articular algo.

-“Vas a ser una buena chica con papá”. Al decir eso, con su rodilla abrió mis piernas, colocándose él entre ellas.

Quitó su mano de mi boca y comenzó a acariciarse el pene, yo seguía incrédula

-“¿Qué haces papá? Por favor no me hagas nada.”

- “Tranquila mi amor, solo vine a cuidarte”

-“PAPÁAA NOOO, SUEEELT…” Volvió a taparme la boca, pegó su cara a mi cuello y me penetró de una embestida.

Yo comencé a llorar, me sentía bastante afligida por lo que estaba pasando. El comenzó a penetrarme sin más, metía y sacaba sin importarle nada, tomó mis piernas y las abrió más, mientras aumentaba la velocidad. Se recostó para chuparme las tetas, chupaba una y manoseaba la otra; jaloneaba los pezones, los mordía constantemente sin parar sus embestidas.

Yo no podía parar de llorar y quejarme.

-“Shhh, no llores, papi está aquí no te pasará nada, shhh.”

En eso, papá se salió de mí: - “¡Voltéate!”

-“¡Papá no hagas esto por favor! ”

- “¿Amas a tu papá? Si me amas, voltéate”

-“¡Papá por favor! ”

-“¡QUÉ TE VOLTEES DIJE! ” Sin decir más, me tomó del brazo y me giró sin mucho esfuerzo, quedando boca abajo. Al girarme me soltó una nalgada.

-“ ¡Ay que rica estás hija! Debes agradecerme por haberte hecho tan bella mi amor” Decía eso mientras me estaba manoseando las nalgas. Azotaba las manos, me manoseaba las nalgas y las separaba lo más que podía. Así estuvo bastante rato. Yo seguía suplicando, pero no me hacía caso.

Se cansó de hacer eso y volvió a penetrarme con fuerza.

-“Papá, me duele, me duele mucho”

-“Pero si no es la primera vez, ¿Por qué dices que te duele? Apenas me doy cuenta de que te has portado mal. Eres una mala hija ¡¿Quién sabe cuántas veces lo has hecho?! ¿Con cuántos te has acostado eh?”

-“¡Papáaa!”

-“¿Papá qué? Yo pensando que eras mi princesa y resulta que eres una golfita trota vergas. Seguramente te embriagaste para que algún pelado te viniera a dar verga ¿Verdad? Que decepción tan grande, mi hija, mi princesa, cogiendo quien sabe con cuántos. “-Seguía penetrándome con fuerza.

-¡Papá ya!”

Se recostó encima de mi y me colocó un brazo alrededor del cuello haciendo presión y pegándome más hacia él.

-“¡¡Ya que!! ¿Por qué no quieres la verga de papá? ¿Qué tienen las otras vergas que no tiene la mía?” Seguido me soltó unas nalgadas fuertes. Comenzó a penetrarme bruscamente, me tomó del cabello haciendo que me arqueara: - “¡Que rico se arquea tu espalda!” Se incorporó un poco, y tomó mis caderas con sus dos manos: - “¡Me prendes demasiado, hija! Casi rodeo tu cintura con mis manos, así me gustan, como tú. Delgaditas, bien ricas y bien putas.”

Sus embestidas aumentaron de velocidad, se impulsaba de mis caderas para cogerme cada vez más fuerte, gemía y gemía como loco. Estaba fuera de sí mi papá. Estuvo así un largo rato hasta que se salió, me giró, yo seguía llorando. Chupeteo un poco mis tetas y acercó su miembro a mi cara.

-“Papá noo, no lo hagas”

-“¿No quieres lechita de papi?” Comenzó a agitar su pene frente de mi cara, golpeándola cada tanto.

-“Abre la boca.” Con su mano libre, me obligó a abrir la boca: - “a ver saca la lengüita” Con su pulgar logró sacar mi lengua y comenzó a eyacular en mi boca: - “Toma tu lechita para logres tener dulces sueños. La lechita con la que te hice, mi amor”. Salía y salía semen de su pene, me llenó de semen la boca.

Cuando terminó de eyacular. Se levantó de la cama. Me dio un beso en la frente.

-“Descansa”. Sin decir más salió de la habitación.

Yo estaba cansada, perpleja, adolorida y muy afligida. No podía creer lo que me había pasado. Me recosté de lado y volví a soltar el llanto.

Nunca me sentí tan herida, tan afligida ni tan humillada.

(9,28)