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Me siento culpable pero no me arrepiento

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Necesito contar esto, es que no soporto más este conflicto interno ya no puedo con mi consciencia, tengo sentimientos encontrados, llevo días sin poder dormir… Ni si quiera sé por dónde empezar o realmente en que parte inició todo, pero, intentaré narrar lo mejor posible…

Hace muchos años, cuando yo era una niña, vivía en una pequeña comunidad que tenía dos cualidades: era muy conflictiva y era muy unida. Esa comunidad se dividía por colonias y el conflicto existía entre estas, pero, entre los miembros de una misma colonia eran muy unidos tanto que se cuidaban y protegían unos a otros. Yo crecí allí, viví más de quince años.

Todos estábamos acoplados con ese comportamiento del lugar, incluso desde niños, admito haber participado en algunas riñas contra niños de otras colonias, pero en ese entonces lo vi más como pleito infantil que como un problema serio. En fin…

En esa época de mi vida, tuve un gran amigo “Barri” de la misma edad que yo, prácticamente crecimos juntos. Él es mayor por unos días, convivimos mucho desde pequeños y siempre supe que él me tenía un cariño especial, ya que él era el típico bully callejero, no le hacía bullying a nadie que era mayor que él, no por miedo sino porque les respetaba, pero si molestaba a todos los de su edad o inferior. No diferenciaba entre hombres y mujeres. Yo era la única excepción, a mí nunca me molestó, lo más que llegaba hacer cuando se enojaba conmigo era aplicarme “la ley del hielo” pero jamás me hizo nada, y una vez pasado el coraje, volvía a hablarme como si nada. Yo la verdad lo quería mucho pues fue mi primer gran amigo.

Con el paso de los años se volvía peor el lugar y mi familia decidió salirse de allí, nos movimos a otra ciudad. En la otra ciudad, me adapté relativamente rápido, me gustó mucho radicar allí. Pasando unos años, comencé una relación sentimental con un chico agradable, yo no estaba enamorada de verdad, pero, él me quería mucho y yo me sentía muy a gusto con él. Pasó el tiempo y no volví a mi tierra natal.

Pasaron casi diez años para que yo volviera a pisar aquella comunidad que me vio crecer. Tenía que estar un tiempo en esa ciudad, por consiguiente, regresé a mi antigua casa para no tener que pagar alquiler pues estaría un buen rato en esa ciudad.

Al llegar al lugar la nostalgia me invadió completamente, recorrí mis pasos en retrospectiva, fueron demasiadas vivencias las que tuve en ese lugar. Al entrar a la colonia pude notar muchos ojos puestos en mí, unos me veían de forma extraña, otros con familiaridad y otros asombrados de mi regreso. Todo iba bien hasta que llegué a la calle donde yo vivía, no está muy lejos de la avenida principal, estaba distraída observando todo el panorama, pero me vi obligada a salir de mi trance en cuestión de segundos, ya que fui interceptada por tres chicos, bloqueándome el paso.

Uno de los chicos–“¿Para dónde vas?” – Yo la verdad no tengo un carácter nada dócil.

–“¡Qué te importa!” – Seguí caminando, pero, me tomó del brazo y me giró repitiendo la pregunta, esta vez gritando. Iba a contestar, pero antes de hacerlo, escuché una voz detrás de mí.

–¡Ese, déjala! – Giré y enseguida reconocí a mi amigo, estaba bastante cambiado, los años no le sentaron bien incluso su voz se escuchaba muy diferente, aun así, a mí me dio mucho gusto verlo.

El tipo, en seguida me soltó y saludé a mi amigo efusivamente, tenía mucho tiempo que no lo veía. El me devolvió el abrazo, observó mi brazo y se percató que tenía los dedos del chico marcados en mi piel, me movió a un costado suyo y le soltó un puñetazo en la cara –: “Esta morra no se toca, ¿estamos? En primera, esta morra es de la colonia y en segunda, yo le doy permiso que entre y salga sin pedo, ¿queda claro?”. El chico no dijo nada solo asintió con la cabeza.

Mi amigo le gritó a alguien–“¡Carnal Veeen!” En pocos segundos, llegó un chavo que era unos años mayor que nosotros, pero si lo recordaba, ese chavo nunca me cayó bien, además en cuanto me vio me echó una mirada demasiado incómoda y sonreía morbosamente, de hecho, siempre fue así. Cuando yo lo conocí le decían “Nino”.

N–“¿Qué pedo barri? ¿Por qué te descontaste a mi chavo?

B–“Pues no mames wey, me maltratan a esta morra y pos me emputé. Ese, dile a tus vatos que no me le hagan nada”

N–“¿Y eso como por qué carnal?”

B–“Wey, esta morra vivía aquí, solo que muchos ya no la conocieron por eso te pido ese paro cabrón”

N–“pues si se me hace conocida, pero va, te la respetaremos por ti carnal.”

Mi amigo, se encargó de presentarme con su gente principalmente para que me ubicaran y la gente del otro chico me identificaba, pero no me hablaban. Mi cuate me explicó que medio se dividieron los bandos en la colonia y que se volvió neutral el asunto, que no se metían con la gente de la colonia, pero cada bando hacia su rollo por separado y en situación de conflicto solo se unían si ambos querían, el Nino y mi amigo eran los dos líderes.

*****************

B–“No chingues morra, la neta te extrañé un verguero. Ni siquiera una llamada, cabrona. Cambiaste un chingo.”

–“Pues sí, jeje, yo también te extrañé bastante, no jodas, la voz te cambió.”.

–“Pos si, se me chingó de tanto alcohol y tabaco jajajaja- Por cierto, ahí le estuve dando rondines a tu casa, morra. La neta entro de vez en cuando para ver que no haya ningún pedo y no se te metan, porque no mames, si no fuera por eso, estaría hecha mierda.”

–“No te preocupes solo espero no me hayas volado nada, canijo”

–“!Arajo morra! Como crees, neta que no”

Estábamos platicando y caminando rumbo a mi casa, que estaba al fondo de la calle, era una cerrada. Vi mi casa y me sorprendí que no hubiera ningún vidrio roto, pero al entrar y ver el interior si se notaba la falta de movimiento en diez años, olía a viejo, guardado, a húmedo, lleno de polvo, las paredes estaban todas graffiteadas.

–“¿Y esto?”

–“¡Ohh pos el arte urbano morra! Mira este de aquí te lo dediqué” – Había una leyenda en la pared que decía “TE EXTRAÑO CULERA”.

–“Jajaja menso, gracias por los elogios”

–“Ohh pos pa’ que te vas morra.”

–“Pos te vas a poner a pintar tu arte urbano mijito”

Y dicho y hecho, lo puse a ayudarme a acondicionar la casa, limpiamos, barrimos, pintamos, fue bastante la labor, pero sí quedó decente la casa. Cenamos juntos y después se fue.

Fueron pasando los días, estaba haciendo los deberes por los que fui a la ciudad, entraba y salía sin problema. En ocasiones veía a mi amigo y platicábamos un rato, prácticamente era al único que seguía queriendo de verdad pues las demás personas eran más como viejos conocidos.

Hasta aquí iba todo muy bien.

*****************

Finalmente llegó el momento en donde todo se fue al carajo, parece que todo se acomodó perfectamente para que pasara lo que tenía que pasar.

Para empezar, mi amigo se fue unos días, me avisó que se ausentaría una semana. Después, el novio que tenía en la otra ciudad, decidió caerme de sorpresa sin avisarme, el conocía la dirección donde yo viví tantos años y se le hizo fácil visitarme. Y el tiro de gracia fue que llegó al lugar equivocado… Se bajó en una calle de la otra colonia al otro extremo de donde yo estaba.

Entra una llamada de mi novio:

–“Mi amor ven por mí.”

–“¿Dónde estás?”

–“Es que vine a visitarte de sorpresa”. – Cuando mencionó el nombre de la calle, me alarmé bastante pero no quise asustarlo.

–“¡Uy! Estás del otro lado. Hazme un favor, regrésate dos calles por donde llegaste, cruza la avenida y por favor, guarda tu celular.”

Yo caminé lo más rápido que pude, pero, son calles algo largas, cuando me faltaba una calle para llegar a la avenida donde debía encontrarme con mi novio, veo que él viene corriendo en dirección hacia donde yo estaba, me dijo exasperado que lo estaban persiguiendo, yo lo jalé y lo llevé al fondo de esa calle que faltaba, lo llevé por los caminitos que hay allí, pues todas las calles de la colonia están conectadas en la parte del fondo, algunas son callejuelas otros callejones medio ocultos pero, yo conocía todo eso. Lo hice con la intención de que le perdieran la pista o que no tuviera problemas con la gente de la misma colonia.

Al salir a la calle donde está mi casa, nos encontramos con Nino:

N–“¿Qué haces morra? ¿Quién es ese?”

–“Ehhhm, vino a verme.”

N–“Claro como mi carnal no está, aprovechas, por mí no hay pedo pero que no salga mucho porque no me hago responsable.”

–“Tranquilo, barri sabe”

N–“La neta me vale verga”

Sin decir más, nos metimos a la casa y Nino emulaba su sonrisa morbosa de siempre.

Ya estando en la casa me explicó que siguió mis instrucciones pero que, a media calle, lo interceptaron unos tipos quisieron robarle y golpearlo, él se defendió y salió corriendo. Yo me tranquilicé porque ya estábamos dentro, pero a él lo sentí muy alterado, casi no quiso hablar ese día. Lo sentí normal por la adrenalina que tuvo. No le tomé mucha importancia.

Al día siguiente él seguía igual de serio y alterado, la verdad no soy mucho de indagar, así que no le pregunté nada. Ya entrada la noche, él se metió a bañar y yo estaba en la sala, viendo tv con las luces apagadas, en eso escuché la puerta de la entrada abrirse creí que era mi imaginación, pero, abrieron la puerta de la casa y entraron unos tipos, al único que reconocí fue a Nino. Yo me levanté perpleja.

–“¿Qué haces aquí?”

N–“¿Dónde está?”

–“¿Dónde está quién?”

N–“No te hagas pendeja, el wey que metiste, ¿Dónde está?”

Uno de los tipos –“¡¡¿DONDE LO ESCONDISTE?!!”

–“No entiendo, ¿Qué pasa?”

Otro tipo –“Me los voy a chingar a los dos” – al decir eso cortó cartucho y me apuntó con una pistola.

N–“Ese cálmate es la morra de barri”

El tipo–“ME VALE VERGA, QUIERO A ESE PENDEJO”

N–“Tranquilo carnal, deja hablo con ella. Quizás no está enterada” – Nino se acercó lentamente, con “ánimos de mediador”, yo por inercia, retrocedí a cada paso que daba, siendo sincera, nunca me ha dado confianza. – “Shh tranquila, morra, no tengas miedo.”

Podía ver que debajo de su amabilidad realmente estaba disfrutando la situación. Se acercó una vez, más, tomó un mechón de mi cabello y lo olfateo.

N–“Mira morra, el pedo está así: tu vato, ese que metiste anoche, se puso de valiente a defenderse y se madrugó a uno de estos compas que son parte de la otra colonia… Si tu viviste en este lugar, sabes perfectamente lo que le pasa a quién se atreva a madrugarse a un miembro de una colonia.”

Yo me quedé petrificada por lo que acababa de escuchar y porque efectivamente sabía en el problema que estábamos metidos.

N–“Pero los camaradas serán chidos contigo y no se los van a quebrar, eso porque yo les pedí paro. Aun así, están sedientos de sangre, te dan la opción de elegir: tú o él.” – Diciendo eso, empezó acariciar mis senos, sin ningún pudor. Yo me quedé muda y bastante incrédula.

N–“y decide rápido, antes que ellos decidan por ti. Que estoy seguro que elegirán ellos.” Manoseaba con más fuerza mis pechos.

Los tipos se rieron al unísono. Nino fue desabotonando mi blusa lentamente, por cada botón que desabrochó, me besó la mejilla, el cuello, el inicio de los senos, cuando llegó al cuarto botón, descubrió mis pechos dejando ver el sostén y comenzó a besarlos. No pude más e instintivamente dije –“Está en el baño”. Lo dije bajando la mirada y cerrando momentáneamente los ojos.

Nino inmediatamente se detuvo y los tipos sin decir más, siguieron su camino. En ese momento me invadió una tristeza muy grande.

N–“Ay qué lástima. Por un momento pensé, que te sacrificarías… Estás muy rica morra.”

–“¿Por qué lo hiciste?”

N–“En primera yo te dije que no me hacía responsable por ese wey. En segunda, tu para mí no eres nadie, ya no vives aquí, por lo tanto, para mi tu perdiste tu protección. Además, estás muy rica.”. – Acerca su boca a mí y roza con sus labios mi cuello después exhaló profundamente.

N–“Al chile, si no fuera por mi carnal, no te me escapabas mamacita”.

– En ese momento se escuchó–“¿QUEE HACEEN?” – Después se escucharon muchos golpes y a Alejandro quejándose del dolor.

N–“Oi no más la putiza que le están metiendo. Quizás contigo habrían sido menos violentos “– dicho eso esbozó su característica sonrisa.

–“En serio que poca madre tienes”

N–“La neta siempre te tuve ganas morra y nunca me caíste bien. Me emperraba cada vez que barri era especial contigo. ¿Por qué vergas a ti nunca te hizo nada? A mi hermano que es de su misma edad, si se lo chingaba a cada rato. Se lo madreaba bien culero, pero pues ni modo aquí siempre ha sido así este pedo. Recuerdo que siempre te protegía cuando armamos pleito, él siempre estaba cerca de ti para que no te pasara nada y lo que más me emputa, es que tardó muchos años en meterse bien al pedo de la colonia y los desmadres porque sabía que te ibas a alejar de él. La neta se pasa de marica.”

–“¿Entonces yo tengo la culpa de eso?”

N–“La neta no sé, pero siempre me encabronó eso, luego no mames, ¿Sabes por qué no hay vidrios rotos en tu casa? Porque el wey los cambiaba cuando se rompían decía que si veían los vidrios madreados se meterían a tu casa, deberías agradecerle un chingo, porque por él estás viva. Ya que por mí, te hubieran cogido y matado a la verga, para mi mejor.”

Me quedé callada porque atrajo mi atención lo que escuché al fondo–“¡NO POR FAVOR!” – Después se escuchó un grito desgarrador que me partió el alma, Nino seguía hablando, pero la verdad no le puse atención, me enfoqué en los gritos de Alex, sus lamentos realmente me dolieron en el alma, no podía ver, pero sabía perfectamente lo que estaba pasando. Sentí mucha culpa e impotencia.

Los gritos siguieron durante un buen rato, después cesaron, pasó otro rato, Nino seguía hablando, pero solo recuerdo ver moverse su boca, y finalmente, los tipos entraron a la sala nuevamente:

Uno de los tipos se dirigió a mí y tomando mi mano me dijo –“Cuenta saldada, señorita.” – Yo solo bajé la mirada.

N–“Me retiro muñeca.” – Me da un beso prolongado en el cuello. Y se retiraron todos de mi casa.

Cerré la puerta, aunque lo sentí carente de sentido hacerlo. Me acomodé la ropa. Esperé unos minutos y fui hasta el baño. Alejandro estaba hecho ovillo en el suelo, lo revisé y por fortuna no tenía ningún hueso roto o alguna hemorragia grave. Eran más moretones, abrí la regadera y con una toalla, limpié lo más que pude las heridas. Lo ayudé a incorporarse, me preguntó que, si yo estaba bien, respondí que solo físicamente. Fuimos a la habitación, nos acostamos en la cama, lo abracé, se recostó en mí y se quedó dormido. Yo me quedé allí, con la mente en el vacío, sin saber que decir, que pensar, que hacer, solo sentía una culpa muy grande por lo ocurrido pero no sentí arrepentimiento por decidir salvarme.

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