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Nuestra amiga argentina y una de sus locuras

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Sí, es la última locura o boludez, como quieran llamarla que hago, cosas de este tipo, esas cosas que me gusta hacer sola. Que me la pueden creer o no, lo que les aseguro, y en serio es que nunca, pero nunca jamás, pensé que iba a terminar así, les repito nunca, pensé que mi calentura, mi adrenalina, mi putez me iba a llevar a tanto. La verdad es que todavía no lo puedo creer, porque quería hacer algo así, pero tanto nunca, jamás lo había pensado.

Para que me entiendan fue cumplir una fantasía, que me costó hacerla, mucho no me animaba, porque era re loca, pero hablando con un chico por internet, me dio manija para que la hiciera. (Estos hechos sucedieron hace dos años).

Resulta que, ya hace tiempo, mucho tiempo, desde el año pasado, leí en algún relato, que en el tren en la hora que viaja todo el mundo, se aprovechan y a veces se da para que a las pendejas, que se dejan, le metan alguna mano, alguna mano ¡de un desconocido!

Desde el año pasado que me intrigaba saber si me animaría hacer eso o no, solo para saber que se siente, que me este tocando alguien que no se ¡ni quien es!, ¿me explico? (Desde el año pasado que quiero cumplir esta fantasía, pero no me animaba).

Aparte, no es por nada, pero yo en mi vida viaje en esos trenes. Bueno la cosa es que hablando con el chico que les decía me contó que había dos: el Sarmiento que sale de Once (que la verdad no sabía ni donde quedaba) y el San Martín que sale de Retiro.

No se por qué, pero me decidí en hacerlo por el que sale de Once, pero se me ocurrió otra cosa jeje, ponerme la ropa del colegio (por eso lo quería hacer este año), le pedí a María que me hiciera un dobladillo en el jumper para que me quedara más cortito.

La cosa es que ayer era el día ideal, hacía calor, daba para salir con el jumper, con medias cortitas y nada más, pero todavía no sabía ¡que hacer!

Voy a mi cuarto, me ato el pelo, me pongo la ropa del cole, la verdad que el jumper me quedo bastante cortito y aparte amplio, ¿me explico?, cosa que cualquiera me pudiera meter una mano por debajo, podía pasar por una pendeja que estuviera ¡terminando el cole!

La cosa es que me empieza a agarrar esa adrenalina de putez, en la que ¡no sabía que hacer!, ya tenía todo listo, solo me tenía que animar, me miraba en el espejo y no podía creer lo que tenía ganas ¡de hacer! ¿Me entienden? Me estaba calentando sola, ¡de solo pensarlo! Y como siempre me apuesto a mi misma y pierdo jeje, me digo “Caro, vamos y cuando llegamos vemos que onda” y así, sin pensarlo más me subí al auto, lo deje en un estacionamiento cerca de la estación del tren, serían las 17 hs.

Uno que otro zarpado me dijo cualquier cosa mientras caminaba, y eso un poco me calentaba, sabía que estaba llamando la atención. Llego a la estación, y ya está, me dije “Caro, llegamos hasta acá, animate a subirte a un tren”, no me iba a volver a casa ¡con las ganas! Me fijo una estación que estuviera lejos, y veo una que dice Padua. No sabía ni cómo sacar el pasaje, le pregunto a un cana y me explica, voy al andén, había filas, me pongo en la que más gente veo, ya estaba jugada, cuando estaba en la fila otra vez me dije “Caro ¿qué haces?” pero era más fuerte que yo, no me quería quedar con las ganas de saber si podía o no ¡pasar algo!

Llega el tren, todos entraban como ganado, a los empujones por conseguir un asiento, pero yo quería ir parada, pasan una, dos, tres, cuatro estaciones ¡y nada!, ¡ni siquiera sentí que me rozaban la cola!, pensé que al pedo lo había hecho, pero cada vez estaba ¡más lleno!, íbamos ¡todos apretados!

Hasta que en un momento siento alguien que me empieza a apoyar la pija ¡en la cola!, no hice nada, porque no sabía si era a propósito o por lo lleno que iba el tren, pero no, me la empezó a apoyar cada vez más, como esperando a ver ¡cual iba hacer mi reacción!

Obvio que no hice nada, pero sentía que se le iba ¡parando!, alguien me estaba apoyando, se le estaba parando con mi cola y yo no sabía ¡ni quien era!, y no se por qué, pero fue más fuerte que yo, como una boluda ¿que hice?, empecé, despacito ¡a mover la cola! Y se le paraba ¡cada vez más!

Llegamos a una estación (ni se cual era), movimiento de gente, se separó, pero ni bien arranco el tren, sentí de nuevo esa pija apoyándose en mi cola, y no solo eso, siento que con una de sus manos empieza a tocar despacito mi pierna, (me di cuenta que me estaba probando a ver qué es lo que yo hacía) y no digo ni hago nada, pero su mano de a poco la empieza a subir y ya casi estaba ¡por debajo del jumper! No sé si la gente se daba cuenta, (estaba al culo de gente el tren), ¡todos apretadísimos!, pero me estaba calentado al dejarme tocar por un desconocido, y más sin saber en qué ¡iba a terminar eso! Y así seguimos hasta la próxima estación, en la que pasó lo mismo, se separó, gente que subía y bajaba

Arranca nuevamente el tren, y enseguida lo siento, el tren iba repleto, ¡todos pegados! Pero esta vez su pija ya la tenía totalmente apretada sobre mi cola, y su mano por debajo, poco, pero ¡por debajo de la pollera! Y yo suavemente ¡movía la cola!, la verdad es que estaba caliente, e intrigada, por saber quien me estaba haciendo ¡eso! Porque vale aclarar algo, no soy nada racista, pero no sabía si era un obrero, un oficinista, un viejo, un pendejo, ¿me explico?

Hasta que no di más, me di vuelta y lo vi, era un pendejo de mi edad, nada del otro mundo, medio pinta de wachiturro, con el pelito rapado al costado ¡y todo eso!, pero él se daba cuenta que yo me estaba calentando, me dice al oído: “¿te gusta lo que te hago nena?”, ya mi conchita estaba toda mojada, no le digo nada, solo bajo mi mano y le rozo ¡la pija! (Otra vez no podía creer lo que estaba ¡haciendo!) Me tocaba la pierna, con eso ya le di mi respuesta, y sentí como de una subió su mano hasta tocarme ¡la cola!, pegue un suspiro, un salto, me quede ¡helada!, no pensé que iba a llegar ¡a tanto!

Llegamos a otra estación, el tren cada vez mas lleno, y el esta vez se pone delante de mi, quedamos repegados, porque el tren iba ¡hasta las bolas!, muy disimuladamente él levanta una de las piernas y las pone entre las mías rozándome ¡la concha!, ¡y lo dejo!, ya no había mucho que disimular, parecíamos como una parejita, por lo cerca que ¡estábamos! Así pegados, me agarra de las manos, y tanto se acerco que pense que me iba a meter ¡un beso!, pero no, me estaba regalando a alguien que ¡ni sabía quién era!, y me dice: “¿en la próxima bajamos?” mi respuesta era SI o NO, pero no me quería quedar con las ganas (nunca me quedo con las ganas), no le digo nada, llegamos a la próxima estación, me agarra de la mano y bajamos.

En el andén, me mira fijo, me pasa la mano por la cintura y me parte la boca, y me mete una terrible mano ¡en la cola! Yo ya estaba jugada y re loca, y también lo beso, me dice que se llama Juan, y que no nos podíamos quedar así.

(Les cuento, la verdad es que no sabía qué hacer, mi idea era solo subirme al tren que me apoyen, me toquen, ¡pero nunca tanto!, pero estaba con esa adrenalina de dejarme coger por alguien que recién conocía y eso me da mucha putez, me pone ¡muy puta!)

Me dice: “no vamos hacer nada que no quieras, pero veni conmigo, todavía estas en el cole, aunque habrás repetido un par de años, porque ¡no tenes 17 años!”, y le digo que si, que repetí varios, caminamos dos cuadras, y nos metemos en un hotelucho de mierda.

Otra vez, no sabía que hacía ahí, pero me calentaba la situación, ¿yo en un hotelucho de mierda? ¿Con alguien que recién conocía? Me estaba portando realmente como una pendeja colegiala ¡bien puta! Lo que nunca había hecho cuando iba al colegio.

Entramos, me parte la boca mientras con su mano, ya me tocaba la conchita, nos acostamos, me saca la bombacha (yo estaba todavía con el jumper y las medias cortitas), y me la empieza a chupar a meter los dedos a comérmela, ¡hasta que me hace acabar!

Nos sacamos la ropa, me tiro en su pija, y me la trague de una, no como otras veces que lo hago despacio, así de una me la metí en la boca y se la empecé a chupar, hasta que me doy cuenta que estaba ¡por explotarle!

Le digo que se ponga un forro, se acuesta, me pongo arriba de él, y me la clavo, empiezo a saltar sobre su pija hasta que acabe bien como una puta, ¡él también!

Nos quedamos tirados en la cama, casi sin hablar, él me cuenta que es la primera vez que le pasa esto, que varias veces, lo había intentado, pero que nunca fue más que una apoyada, me pregunta por donde vivía (me cago ni sabia donde decirle, por esa zona no conozco un carajo), le dije que iba a ver a una amiga en Padua, pero ya era tarde así que me volvía y para sacarlo del tema le empecé a tocar la pija, se le paró enseguida, se la empiezo a chupar, pero esta vez despacito, como a mi me gusta, chupándole bien ¡las bolas!, y acariciándole las piernas hasta que me acaba en la cara , no quise en la boca.

Le digo que ya me tengo que ir, me acompaña hasta la estación, que ni se cual era, llego, me subo al auto, obvio no podía llegar a casa vestida así, por eso me había llevado ropa para cambiarme, me meto en un Mc, me cambio y volví a casa.

Todavía no puedo creer lo que hice, ¡estoy re loca!, lo que me calentó mucho fue ponerme la ropa del cole y sentirme como dije antes, “como una pendeja re trola que va al cole”, cosa que jamás hice en esa época.

Estas son las cosas que nadie, pero a nadie le puedo contar, ¡por eso lo hago por acá!

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