Mi querido queridísimo, Mikel:
Preciosa carta la última que me has mandado, ya no pensaba en aquella meada tuya, pero al recordármelo no ha podido más que reír y reír. Lo que son las cosas del amor: te gusta todo lo del amado, incluso sus orines, te mojas la cara frente a su pene orinando y no me doy cuenta que estropea el elegante equipo que me había puesto. No me apena, sino me divierte y me hace pensar: “es verdad, yo quiero a Mikel, y después de Mikel, sigo queriendo a Mikel y no descubro a quién podría querer yo más que a Mikel”.
Voy a recordar nuestro viaje a la Reserva Nacional de Paracas. Como no lo habíamos visto nunca y se hablaba tanto de la belleza de Paracas, pues decidimos irnos tres noches, así dos días dedicaríamos a Paracas y uno a Nazca. Nos fuimos directamente a Paracas, tú conducías en esta ocasión mi carro. Como siempre, era tanto lo que te gustaba conducir y para mí era una paliza que decía: “toma tus llaves, tu coche y tu carga”, esta última era yo, te decía tu carga porque una vez te dije tu paquete y me interpretaste muy cochinamente. Pasa que siempre acabamos riéndonos hasta de lo más importante.
En nuestro viaje desde Lima pasamos por Cañete, Chincha y Pisco, las tres veces te dije que entráramos para ver y saludar a nuestros amigos. Las tres veces me contestaste que yo soy para ti y tú para mí, como tenías razón no insistí y al regreso me olvidé de ellos porque me dolía el culo. Ibamos vestidos los dos igual, excepto en el color, un short y una camiseta; esa vez no llevabas ropa interior porque te pusiste un short de baño, pero tenías calzoncillos en tu mochila, pero te olvidaste de ellos para que yo te metiera mano rápidamente. Además cómo nos gustaba meter mano cuando algún solitario nos veía…
Como siempre, a buscar hotel para pasar la noche bajo techo. Nunca se nos ocurría ir a un hotel de 5 estrellas, ni de 4 estrellas, siempre decíamos, “total no vamos a dormir y casi y cuando dormimos es porque hemos pasado la noche atareados, así que un hotel barato. Buscamos y encontramos un hostal, creo que fue el Kokopelli. Cuando yo era más niño y salía con mis padres, siempre guardaba todos los billetes, facturas, tickets, hasta el más mínimo papel. Pero cuando he viajado contigo y ahora mismo, todo lo tiro una vez usado. Contigo había otras cosas que me interesaban más que esos recuerdos.
Subimos a la habitación después de pagar las tres noches, porque no me gusta que me molesten, incluso ahora lo pago todo incluso antes de viajar en la misma agencia. Eso de estar tranquilos que ya no te vigilan, que te saludan como señores, te dejan en paz, es buenazo, porque se fían de ti y ya no están controlando. Estabas muy cansado, más por la tensión que por la tensión de las 3 horas conduciendo por la Panamericana.
En Punta Hermosa habíamos entrado a la playa y nos bañamos, solo fue un momento, luego nos cambiamos junto al carro, pues no había nadie y te di una mamada para hacerte serenar. Te fue bien porque ibas contento por la carretera y cantando. En Mala yo tenía un amigo, pero como era muy celoso, mejor pensé que no íbamos a entrar y no te lo dije. En Cañete, en Chincha baja y en Pisco teníamos amigos los dos, pero no quisiste. En Chincha baja estaba el negro Almenar, un tío de muy buena polla, como dicen de los negros; Almenar confirma la regla. Si hubiéramos entrado se hubiera venido con nosotros, a ese le gusta viajar gratis y paga con su pollón. No te apetecía, ya lo he dicho antes. Solos tú y yo. Con la cara que ponías a ver quién es el guapo que te lleva la contraria.
En el fondo me gustó que hiciéramos el viaje seguido. Te echaste sobre la cama y tardaste un nada dormirte. Estabas tan profundamente dormido que no te enteraste que te saqué las zapas, el short y la camiseta, te saqué tus gafas y la gorra. Te tenía a mi merced. Me desnudé y comencé a mamarte la polla con mucha suavidad para no despertarte. No te despertaste, pero tanto te mamé con “suavidad” que se te puso gorda, muy gorda, como nunca la había visto y trémula, así que cogí papel y esperé que te saliera tu escoria, puse la boca para catarla, pero no quería despertarte y lo recogí todo con papel. Solo probé de tu polla al acabar y siempre me ha parecido sensacional, fenomenal, magnífica tu leche. Te dejé dormir y me fui a masturbar. Cuando pensé que habías dormido suficiente, te iba pasando mi polla dura por la raja de tu culo y al rato despertaste, me la mamaste para calentarte y se te puso dura.
Me di la vuelta, me puse con el culo saliente frente a tu polla, te la cogí con mi mano y la dirigí a mi hueco. Hice un ligero ejercicio de retroceso del culo y metí tu polla, volví a empujar y la metí del todo. Solo entonces te enteraste que tenías que poner algo de tu parte, es decir, te despertaste y ya pasaste a la acción. Comenzaste suave, pero ahí me abriste de verdad el culo y ya no se me cerró hasta que llegamos a Lima y te fuiste a tu casa dos días después de que llegáramos. No paraste, hasta incluso tenías tu polla inflamada de tanto darle a mi culo.
Salimos a dar una vuelta por casi todo, porque paseamos mucho, pero ya habíamos decidido ir al día siguiente a saludar a los lobos de mar. Fuimos a cenar, pues estábamos sin comer desde el desayuno, solo habíamos comido un par de cruasanes al salir del baño en Punta Hermosa. Teníamos hambre. Nos sentamos a la mesa y comenzaste a pedir como si mañana se acabara el mundo. Pero lo comimos todo, cebiche, choros a la chalaca, causa y varias cosas más, pero todo me parecía bueno y al hambre un diente.
Con la barriga llena y no muy tarde a pasear para ver y encontrar plan. Lo encontramos en la Discoteca As de Oros. Todo fue preguntar y allí, pero no había mucha gente, así que nos limitamos a tomar unas copas, porque había algunos chicos y chicas bailando, otros chicos mirando y nosotros dos. Nos entró un poco de vergüenza ponernos a bailar los dos, por si acaso eran homofóbicos. Salimos de allí después de una hora, según tú decías porque yo no llevé la cuenta y nos siguió un chico. Disimulamos sentándonos en el suelo y nos saludó, preguntó si queríamos un cigarrillo, pero como no fumamos, le dijimos que no. Se entretuvo con nosotros, no se veía peligroso, era de esos que parecen buenos y buscan plan como nosotros y no lo encuentran.
Seguimos los tres caminando y nos iba diciendo a qué lugares debíamos ir y a cuáles no por ser peligrosos. Al final, después de mucho hablar y caminar se nos declaró como gay y si queríamos ir a algún lugar a pasarla bien. Le dijimos que teníamos hotel, pero él dijo que si nos hemos anotado dos, no dejarían entrar tres, pero en la casa de sus abuelos, que resultó cerca de nuestro hotel, no había nadie porque habían viajado. Con cierta precaución y mirándonos, fuimos. Tuvimos suerte. Nos ofreció una cerveza a cada uno y entramos a un patio interior, había un baño con cortina y desahogamos la vejiga. Ahí nos destapamos de verdad los tres, porque lo hicimos a la vez y el gachó la tenía larga, no muy gorda, pero larga y le preguntaste si ara activo o pasivo, te contestó que versátil y que deseaba que lo penetrara uno y él penetrar al otro.
Todo comenzó con besos y proseguimos para hacer el trío completo. Yo me pedí que me follara y él te pidió que lo follaras. Suerte que llevábamos la tira completa de profilácticos, porque él pensaba follar sin protección. Como nos había invitado a cerveza, le dijimos que teníamos tantos condones cuantos nos hicieran falta. Fueron dos horas de actividad, pero lo mejor fue cuando lo penetramos tú y yo a la vez, cómo aceptó las dos pollas.
Tú te tumbaste en la mesa, él se sentó sobre ti y le atravesaste el culo con tu polla y no se quejó, pero cuando ya se había acostumbrado, comencé a penetrar yo, y al lado de tu polla iba metiendo dedo, para dilatar más, hasta que cansado de tanta saliva, incluso la que me pasaste tú de boca a boca, aquello estaba super mojado, incluso por si acaso, lo besé y le pedí saliva, aumenté y yo ya no aguantaba más, me dolía mi polla de resistir, así que la metí y atravesé, notaba la tuya y él se puso a rabiar y a llorar. Yo le decía: “aguanta, aguanta” y me contestó: “tú no seas marica y échale, párteme por la mitad que ya falta menos”. Tú me ibas insultando diciéndome “puto cabrón”, “maricón de los cojones”, “me estás arruinando mi picha” y otras linduras de tu sucio vocabulario. Por fin entró, y me encontré junto a ti dentro de ese culo morboso. Nos quedamos todos los tres quietos después del grito de Walter, creo recordar que así se llamaba, y tú casi no podías moverte, pero comencé un ñaca-ñaca penetrando y retrocediendo sin salirme hasta que él chico Walter echó sus jugos sobre tu pecho y ya no pude resistir, me vine estando dentro y a continuación tú te la gozaste.
Cuando sacamos nuestras pollas miré el hueco y cabía casi mi mano encogida. Lo intenté, pero retrocedí y Walter me pidió que siguiera, lo pidió con buenos modales y me atreví a meterla porque no tenía casi uñas. Entró, él quería que siguiera pero no me arriesgué a tener un accidente y saqué mi mano con muchas pizcas de mierda. Le di un beso a su culo y eso le gustó y se echó sobre ti.
Al final, nos dijo que era lo mejor que le había pasado en su vida. Quedamos con él para el día siguiente, tenía que trabajar por la mañana y dijo que en la tarde vendría a buscarnos al hotel. Pasamos los tres días follando con un invitado que estaba para todo, pero ya te recordaré un día lo que vivimos en las líneas de Nazca con él donde le admitimos en nuestra puta compañía.
Sabes que te quiero más que a mi vida.
Saludos a tus padres.
Mil besos seguidos,
Janpaul