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El poder de mis manos

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Era 1978 en Lima y en mi barrio de Breña vivían muy cerca a mi casa don Genaro que era taxista y su esposa Ángela, él siempre jugaba ajedrez en la puerta de su casa y era muy bueno y les ganaba a todos con quién jugaba siempre, yo estaba a su lado todas las tardes luego de venir del colegio viendo todas sus jugadas y aprendiendo del mejor luego de unos meses también resulte muy bueno en el juego ganando a todos menos a él.

Cuando cumplí los 18 años al fin logré ganar a don Genaro y tuvo que aceptar su derrota al final, Ángela sus esposa era japonesa y había sido botada por su padre al no aceptar que se enamore y se case con un hombre que no era de su raza, ella para colaborar con su esposo lavaba y planchada ropa para gente de la calle a señoras de dinero.

Yo les ayudaba cuando podía porque era muy buenos conmigo y además ya eran los dos personas mayores, algunas veces yo entregaba los paquetes con la ropa lavada y planchada a sus clientas a domicilio. Además la señora era muy buena dando masajes y también daba ese servicio algunas veces a sus clientas y yo como buen observador que soy también viéndola fui aprendiendo a dar masajes.

Una tarde llego una clienta a recoger su ropa y la señora Ángela estaba algo malita de salud y don Genaro me dijo que no la deje sola, porque él iba ir al mecánico porque su carro estaba fallando, cuando se le entregó sus paquetes con su ropa limpia la señora le pidió que por favor le hiciera unos masajes como la otra vez porque estaba muy adolorida y estresada.

-Señora Bibolotti hoy no me siento bien discúlpeme usted...

Yo sabía que el dinero adicional por el masaje a pagar lo necesitaba mucho la señora Ángela así que cuando vi que la señora ya estaba por irse me atreví a decir que yo podía darle los masajes ante la sorpresa de ella pero luego preguntó si era cierto que sabía.

-Señora Bibolotti lo conozco desde hace años y es un buen muchacho y si él sabe dar muy bien los masajes porque lo aprendió de mí.

Ante lo dicho por la señora Ángela ya no le quedo dudas a la clienta y entró a un cuarto que había sido acondicionado y detrás fuimos los dos, la cliente era una mujer de 42 años de cabellos rubios y ojos celestes de 1.70 de altura aproximadamente de una belleza natural.

Cuando se quitó el sacón que llevaba puesto vi que tenía unos senos grandes pero tenía que disimular la emoción que empezaba a sentir, un rato tuve que salir afuera para que se pusiera cómoda siendo ayudada por la señora Ángela.

Cuando ya debía entrar para dar los masajes me agradeció la señora Ángela por ayudarla y no pierda ese pago que no esté nervioso que ella estaría ahí para indicarme cómo hacerlo. La clienta estaba echada boca abajo en la camilla y cubierta con una toalla grande que dejaba al descubierto sus hombros.

Debajo de la toalla se había quedado sólo en ropa interior, mis manos empezaron a tocar su cuello tenía una piel suave mis dedos hacían una leve fricción en la nuca y luego de unos minutos hice lo mismo cuello y hombros sus músculos estaban tensos y fui bajando a la espalda y todo lo hacía ante la atenta mirada de la señora Ángela.

Todo su cuerpo era masajeado por mis manos espalda brazos y sus piernas era duras y bien formadas ya tenía una erección que por más que lo evite no lo conseguí.

-Tenías razón Ángela si sabe dar masajes es muy bueno el jovencito es como si tú me lo estuvieras dando si deseas puedes irte ya que te veo que estas muy cansada.

Pero la señora Ángela no se quiso ir diciendo que estaba bien y tuvo que insistir varias veces la señora Bibolotti y tenía razón cuando la vi sus ojos se veían bien cansados así que dije que tenía que ir a descansar que no se preocupe que ya estaba por terminar y tuve que ayudarla a llegar a su dormitorio y regrese donde la clienta inmediatamente.

-¿Ya está Ángela en su dormitorio?

-Si señora ya está descansando y tomó sus pastillas.

Seguí dándole masajes en la espalda pero ahora ella me dijo que soltara el brasier color blanco talla 36C para que pueda hacer mejor el masaje, con mucho nervios luego de un rato logré abrir el broche y ella levantó un poco su cuerpo y sola lo sacó dejándolo a un lado.

-No tengas miedo ahora si deseas puedes tocarme por todo mi cuerpo quiero unos buenos masajes. Sino no voy a pagarte.

Ahora mis manos recorrían toda su espalda y llegaban a tocar algo de sus senos enormes ya estaba con una fuerte erección que ya me dolía por la presión que hacía en el pantalón, mis manos bajaron hacia sus caderas ella abrió las piernas inmediatamente para que meta mis manos en medio cuando mis dedos tocaron su trusa se notaba húmedo ya por su lubricación.

-Por favor no te detengas ohh... sigue quiero sentir tus dedos ahí... ohhh…

Ya no tuvo que volver a repetir porque les baje la trusa hasta las rodillas y luego se lo quité y obedecí a sus deseos por primera vez tocaba a una mujer en lo más íntimo sus labios eran rosados y su vello púbico era castaño usaba mi dedo para sobar su sexo.

-Ohhh... siii ohhh... siguee... ohh... yaaa... ohhh... ayyy...

Mi mano se mojó con sus jugos vaginales cuando llegó a tener un orgasmo, todo era nuevo para mí parecía como si se hubiera orinado y mojó también la camilla y toalla.

(Continuará...)

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