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Historias de calle: Asalto a mano armada

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Era un joven común, vivía en lo que bien podríamos llamar una ciudad, aunque no estaba atestada de edificios y construcciones cosmopolitas, para la época era un estudiante promedio, de buen porte a pesar de no hacer deporte, un chico normal sin ahondar en color de piel o apariencia general, aquella noche tenía dinero para salir con mis amigos a bailar en un club, así que me bañé, me vestí y salí a la calle a respirar aire frío y luces anaranjadas; en cuanto a mi sexualidad era bien heterosexual, digo era porque a pesar de que no he vuelto a tener relaciones con hombres, me avergüenza y literalmente no puedo decir que soy un hombre completo, les cuento.

Una camisa manga larga, de líneas blancas que aclaraba la sensación de color, perfumado con aquella colonia que prometía mares de chicas arrastrándose a ti, zapatos caqui color ocre y pantalones de jean blanco con la típica cadenita saliendo del bolsillo, iba en pos de reunirme con mis amigos a charlar, comer y joder, atravesaba una plaza medio solitaria y vi uno de estos locales de abarrotes que cierran casi a media noche y me metí a comprar unas papitas y un refresco, justo estaba abriendo el enfriador para tomar el chinotto cuando escucho algo que me hizo apretar el esfínter a cabalidad.

-¡quietos!

Al voltear habían dos tipos encapuchados, de lentes oscuros y cada uno un arma de fuego, recuerdo haber visto los zapatos de uno de ellos, unos nike super coloridos como un escupitajo de impresora que bañaba el calzado con un variopinto reguero de color y pensé "¿qué clase de malandro de mierda usaría semejante zapatos?" en el sitio solo estábamos el de la caja (un tipo de 30, con cara planeta con cráteres resultado de una vida de destriparse sin piedad las espinillas), un viejecito de esos que se ganan la vida desmalezando patios y yo, los dos tipos nos despojaron de celulares y efectivo, tiraron mi billetera cerca de los cereales, pusieron a todos contra el piso, vaciaron la caja, se llevaron un montón de comida chatarra y cervezas, entre frituras, refrescos, sixpacks de cervezas, una cajetilla de cigarrillos chinos (una marca que nadie compra nunca) y aguardiente.

Finalmente se fueron, recogí mi billetera y no me quedaba otra que llegar donde mis amigos ya que no me quedaba dinero ni ganas de devolverme caminando de noche hasta la casa, en las afueras de un club me esperaban mis colegas, en total éramos tres chicos y dos chicas, entramos, bailamos, nos reímos y nos sentamos en una mesa a charlar con una música que nos dejaba apenas escuchar, entonces una de las chicas hace señas a un chico rubio de rostro rígido y a su amigo, se sientan junto a nosotros y la verdad eran bien carismáticos y tenían buenos temas de conversación, recuerdo haber visto al moreno ir al baño, yo también necesitaba ir así que entré y parándome junto a él dejé fluir el chorro, en eso veo sus zapatos (los mismos que tenía el atracador); mi corazón se sobresaltó un instante pero, cuáles eran las posibilidades, al regresar a la mesa mis panas se reían contando mi reciente experiencia con el hampa y seguimos gozando la noche, cuando eran las 3:00am estábamos medio-ebrios y me acordé que no tenía como volver a casa, entonces mi amiga hablando con uno de sus dos amigotes me ofrecieron llevarme, ellos tenían motos, yo acepté con algo de recelo, cuando íbamos de camino (sin casco porque todos nos creemos demasiado cool hasta que tenemos un accidente) uno de ellos me ofrece un cigarrillo, les contesto que no fumo, pero en esa fracción de segundo vi la cajetilla (la misma puta marca china) y por el alcohol que llevaba en las venas no pensé en lo que dije "ustedes me atracaron...", ambos frenaron en seco, el de la otra motos me sacó la pistola y me dijo que no me pusiera loco, arrancamos de nuevo esta vez sin saber dónde, llegamos a un barrio tétrico y marginal, con casas apiñadas, entramos a un patio cercado con tapas de zing y la casa también cutre nos engulló, allí había partes de motos picadas, el botín de antes, maletas y un colchón con una tv súper vieja.

Ambos sacaron las pistolas y me ordenaron desnudarme, yo lloraba impotente y como me tardaba me dieron un cachazo con el arma y el otro me desnudó a lo arrecho, el rubio sacó su y se relamió los labios al verme desnudo, su amigo moreno se sacó el pantalón y mostrándome su pene aún flácido me dijo "mámamela", le supliqué llorando y este solo me puso la pistola en la boca, entonces resignado se la chupé conteniendo arcadas, sus caderas se movían lentamente y luego de un rato largo comenzaba a acostumbrarme, el rubio me mostró la suya también y sin remedio y convenciéndome de que no tenía opciones también me la engullí, su mano firme detrás de mi cabeza guiaba el ritmo, ni muy rápido ni muy lento, mientras chupaba vi de reojo hacia arriba y ambos tipos se besaban, pensé que eran una "pareja" de malandros, pero eran mucho más, lo que se dice por aquí malandros.

Me acostaron de espaldas y mientras uno de ellos me relamía el ano, el otro me hacía un oral, estas sensaciones me hicieron perder la razón, era aterrador y también excitante, la lengua del moreno era gruesa y luchaba por entrar dentro mío, y la boca del otro trabajaba mi pene haciéndome gemir trabajosamente, el rubio me dijo que gritara si quería, que igual los vecinos saben que ellos son delincuentes que cogen putos ocasionalmente y ya estaban acostumbrados, y que además nadie me conoce en ese barrio, por irracional que parezca eso me pareció un argumento lógico y cuando su boca retornó a la felación no reparé en expresarme, "fwuii" sonó un dedo que entró dentro mío, me estremecí gritando, pero siseando el moreno me hacía callar, su amigo me masturbaba para calmarme, el rubio se rotó para quedar en sesenta y nueve, tomé con los labios su pija y chupé tratando de imitarlo, entonces otro dedo entró y sin durar mucho jugueteando se salió, sentí las manos del moreno procurarse de mi cadera y con mis piernas sujetadas y bien abiertas por el rubio esos dos atracadores me robaron la virginidad, el glande se abría camino dentro de mis entrañas, grité pero la verga del otro me atragantaba, el rubio chupó con una succión masiva mi pene tratando de mantenerme relajado, el moreno se retiraba y volvía a invadirme ganando una porción más de territorio con cada nueva inserción, cuando estuvo bien seguro se retiró para clavarme completa, me quejé notablemente pero ya que... Estaba desflorado.

El moreno me penetró suavemente mientras su amigo me chupaba las bolas masturbándome, no podía verlo pero su pene estaría embarrado de heces mías ya que aquella era mi primera experiencia anal, sin embargo notaba como el rubio dejaba mi pene para limpiar oralmente el de su pareja y que este pudiera cogerme de nuevo, la penetración fue dolorosa e incómoda, con el tiempo se volvió menos molesta dejándome percibir una leve brizna de placer, el moreno me cogió hasta saciarse; pero dejando su leche en la garganta de su amigo rubio, ambos se retiraron de mí, creí que ya había acabado todo pero la verdad estaban bien prendidos y solo se estaban cambiando los turnos, me tumbaron sobre el colchón en cuatro patitas y el rubio me la dejó ir sin más preámbulos, chillé pero más por reflejos que por sensaciones, el moreno se paró frente a mí con su miembro flácido, no tuvo que decir nada, abrí la boca y él me lo metió, chupé saboreando fragancias de semen y mierdas (mis mierdas), sentí asco y también morbo, el rubio embestía con fuerza, más que su pareja, luego de un tiempo que me pareció eterno anunció que se venía, entonces cuando sentí que se iba a salir algo se apoderó de mí y sujetándome a él de sus piernas se lo impedí obligándolo a ir más allá del punto de inflexión se agarró a mi y metiéndomela furiosamente me eyaculó dentro del culo, una viscosidad tibia, caliente tal vez, el rubio se dejó caer sobre mí y su amigo moreno al ver esto se masturbó el falo mientras yo chupaba su glande y contorsionándose sobre sí mismo me llenó la boca de semen, saboreé mi caramelo y tosí cuando no pude tragarlo, los tres nos tendimos desparramados sobre el colchón viejo, entre ellos se besaron y me echaron otro polvo más cada uno, al final mientras cabalgaba a uno (no recuerdo quien) me masturbé eyaculando una cantidad tal que jamás volvería a repetir.

Estaba amaneciendo cuando los tres previamente vestidos salimos en las motos habiendo ya desayunado frituras y refrescos.

Avanzando por la ciudad aún durmiente, todo se sentía como un sueño, como un recuerdo lejano; pero entonces me dejaron en mi casa y se fueron, los vi varias veces en la calle pero se hacían los de la vista gorda, pregunté a mi amiga de donde los conocía y me dijo que no eran amigos suyos, sino más como el amigo de un amigo, me sentía con el tiempo, abrumado por estas emociones, por las sensaciones, la experiencia y mi comportamiento, arrepentido, asqueado, una madrugada estaba tan excitado que me masturbé recordando la experiencia, como tratando de dar un cierre a todo aquello.

Tiempo después vi en el periódico que los habían balaceado a los dos, un atraco frustrado. Personalmente no he vuelto a caer en estas experiencias gay, pero si dijera ser totalmente heterosexual sería como negar que aquellos fueron los mejores polvos que he echado en mi vida.

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