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Don José, mi vecino de 65 años

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Don José en un señor de unos 65 años, es vecino en mi barrio y hace ya un par de años que quedó viudo, tiene dos hijos ya adultos, casados y que lo visitan casi todos los domingos.

Mis padres son amigos de este señor desde hace años y como es viudo necesitaba alguien que le ordenara y limpiara la casa un par de días a la semana y le dijo a mi mamá si yo quería ganarme unas lucas extra limpiando un poco su casa, ofrecía 20 mil diarios por solo un par de horas, así que acepte y limpiaba su casa dos veces a la semana, y a veces una tercera si el me lo pedía, él es un hombre de cabello cano, más menos 1.60 m de estatura, como de mi tamaño, tiene un abultado abdomen, manos grandes y ojos grises, es un hombre muy caballero y respetuoso y aunque me mira con deseo, nunca me insinuó ni se propaso conmigo, hasta el sábado recién pasado.

El sábado llamo por teléfono a mi mamá y le pregunto si yo podía ir a ordenar un poco, ya que estaba desordenado y lo visitarían sus nietos al día siguiente, acepte y cerca de las 6 de la tarde fui a casa de don José, me abrió la puerta y entramos, su casa no me pareció muy desordenada, estaba casi igual como la deje el miércoles, recorrí el lugar y ordene lo poco y nada que había tirado, el me seguía con la mirada y no se perdía ni un solo movimiento mío, miraba mi escote y mi trasero, yo vestía sexy como siempre, una polera ajustada y con un generoso escote que dejaba mi ombligo a la vista, no llevaba puesto sostén, y un short muy ajustado y cortito que dejaba ver la mitad de mis nalgas, entre a la cocina para lavar los trastos y ordenar un poco, don José me miraba desde la sala, al terminar subí las escaleras y entre en el dormitorio para tender la cama, luego baje y le dije que estaba todo listo, el me esperaba sentado en su sofá, vestía una camiseta blanca y un short, pantuflas y no se había rasurado, sus ojos me miraban con deseo, por qué me mira de esa forma si de seguro la verga ya ni le funciona, pensé y me sonreí e imagine su pene flácido

—Eres una joven muy hermosa —me dijo con un tono suave, sin dejar de mirarme, aunque me incomode un poco no deje de mirarlo y solo asentí con la cabeza— ¿quieres ganarte un dinero extra? —Me pregunto, con una vos casi en susurro y enseguida tomo la billetera —Solo debes hacer feliz a este pobre y solo viejo —dijo.

Yo asentí y con voz ingenua pregunte

—¿Qué quiere, como puedo ayudarlo don José?

El saco de su billetera los 20 mil acordados y me los entrego

—Eso es por el trabajo de hoy —me dijo, y saco 40 mil más y me los ofreció— ¿Por qué no me muestra esos hermosos pechos? solo verlos —me dijo en tono suplicante.

Yo sonreí.

—No puedo hacerlo, si se entera mi familia sería un problema —le conteste.

—Nadie se va a enterar Carolita, será nuestro secreto —dijo ofreciéndome el dinero, lo tome y lo guarde en mi bolsillo trasero del short junto a los otros 20 mil, me asegure de que las cortinas estuvieran bien cerradas y que nadie pudiera ver desde afuera, luego me quite la polera quedando desnuda desde la cintura hacia arriba, deje caer la polera al suelo y me acerque a don José para que pudiera ver mejor mis pechos, el saco 20 mil más de su billetera y me los ofreció.

—Que hermosas tetas tienes, déjame tocarlas un poco —dijo, yo tome el dinero y lo guarde y me puse de rodillas frente a él dejando mis pechos a su alcance, los acaricio y manoseo, piñizcando mis pezones que ya estaban duros, me excitaba la idea de que un viejo que ya no le funcionaba el pene me pagara por toquetearme un poco, el viejo se acercó y se metió en la boca uno de mis pechos mientras manoseaba el otro, luego hiso lo mismo con el otro, chupaba y lamia mis tetas a su gusto— Que rica estas Carolita —me decía mientras saboreaba mis pezones, yo ya estaba caliente y mis brazos rodearon su cuello, acariciaban su cabeza y lo empujaban más hacia mis tetas para que las siguiera chupando, ni cuenta me di cuando levanto su cabeza y me beso, su lengua entro en mi boca y respondí besándolo también, sus manos pasaron de mis pechos a mis nalgas y las mías buscaron su entrepierna, para mi sorpresa su verga estaba dura como un fierro y era bastante más grande de lo que imagine, baje sus shorts para liberar su miembro mientras seguíamos besándonos, me excitaba estar así con un hombre tan mayor, don José podía ser mi abuelo y eso me calentaba más, comencé a masturbarlo

—Eres un viejo verde, verde y caliente —le decía entre besos— te gustan las jovencitas viejo de mierda —seguía diciéndole mientras lo masturbaba.

—sí, si —me decía y me besaba mientras manoseaba mi culo.

—¿Te gusta así, que te pajee viejo verde? Viejo degenerado, eres un viejo cochino —le decía mientras lo masturbaba, el solo gemía y asentía, sabía que lo calentaba más con las cosas que le decía— Chupa mis tetas viejo caliente, como te gustan mis tetas —le decía mientras acercaba su cara a mis pechos, sin dejar de masturbar su dura verga, era gruesa y cabezona y estaba cada vez más mojada— Que duro estas viejito, que rica verga tienes, ¿Quieres que te la chupe? —le decía cada vez más excitada, el solo asentía, estaba tan excitado que ya no podía hablar, me agache y sin aviso me lo metí a la boca, sin dejar de mirarlo a los ojos chupaba su verga, su pene entraba hasta mi garganta, luego salía hasta la mitad para luego volver a entrar, me lo saque de la boca para lamer y chupar sus testículos, su vello púbico era cano como el de su cabeza.

—Chupa, chupa Carolita, que rico lo haces —me dijo mientras golpeaba con su verga una de mis majillas, me lo metí a la boca otra vez, chupaba y jugaba con mi lengua en su glande mientas lo masturbaba, el viejito ya no daba más— Me voy a correr —Me dijo, yo gemía como loca con su verga en mi boca hasta que sentí como el primer chorro de su néctar llenaba mi boca, me trague todo su rico semen y seguí chupando su rico falo hasta que estuvo lánguido, el me miraba aun incrédulo, me incorpore y lo bese suavemente en los labios, recogí mi polera del suero y me fui al baño, arregle mi cabello y mi ropa, luego me fui a despedir de don José, el aún estaba sentado en su sofá, con el short abajo y su pene lánguido, me acerque y lo bese en la mejilla.

—Hasta luego don José —le dije— si me necesita solo avíseme para venir a ayudarlo —y sonriendo me fui de su casa, el solo me miraba en silencio como salía de su casa.

Sé qué hace mucho que no escribo, no he tenido mucho tiempo este año, espero que les haya gustado este relato y pronto les contare la segunda parte.

Un besito rico, siempre tuya.

Carolina

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