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Infidelidad en los probadores

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―Espera, no te los pongas… tengo pensado algo mejor.

―Pero es que te has vuelto loco?

―Dios, cómo me pones con ese tanga…

No sé cómo había sucedido todo. Pasé de estar mirando unos vaqueros en una tienda, y de pronto, no sé muy bien cómo, me vi metida en el probador con Ángel. Debía haber estado esperando a que me metiera en los probadores para abalanzarse sobre mí, o algo por el estilo. Sólo había tenido tiempo de quitarme mis antiguos vaqueros.

―¿pero qué haces?, no te das cuenta de que esto es una locura?

―Adri, calla.

―Para Ángel, no puedo. No ahora, no aquí…

―Olvídate de todo un rato, vale?

―Quítame las manos de ahí, por favor…

Estaba claro que conocía mis puntos débiles como nadie… ni siquiera Santi conseguía encenderme con tanta rapidez. Me abrazaba por detrás, y me sobaba las tetas por debajo de mi camisa de tirantes, aún por encima de mi sujetador. Era Agosto, y en el probador el calor era asfixiante.

―Adri, tienes un culo de muerte… y tus piernas, Dios, son perfectas…

―No por favor, Ángel, no tengo tiempo. Mi novio me espera dentro de 10 minutos en el Marcelita, por favor, no sigas…

Para ese entonces, ya Ángel tenía su mano izquierda sobre mi tanga, y mi resistencia cada vez era más inútil y más irreal… Dios, me estaba encendiendo como una loca, trataba de pensar, pero no me lo ponía fácil.

―dame tu mano Adri…

―No…

―Shh… no tengas miedo. Toca, mira que duro me has puesto.

―Madre mía Ángel, déjame… ufff

―Así Adri… sabes cómo sobarle bien la polla a un tío, eh?

―Sí, sabes que sí, pero por favor, tienes que irte. Deja que me pruebe estos vaqueros y que me vaya.

―De eso nada… me prometiste que serías mi puta, recuerdas?

―Uff… para…

―Recuerdas sí o no?

―Sí, claro que sí.

―Pues bien, quiero que seas mi puta. Y lo quiero aquí y ahora.

Mi boca seguía diciendo que parara, pero mi mano seguía masturbándole la polla sobre el pantalón, y yo cada vez me sentía más húmeda. Allí nos podía pillar cualquiera, además, ya estaba tardando mucho allí dentro. Me quedaba aún un mínimo de voluntad cuando Ángel introdujo su mano dentro del tanga y empezó a jugar con mi clítoris, a bajar y a subir los dedos por mis labios mayores, notando todo mi calor, toda mi humedad, pero sin meter un solo dedo…

―has visto lo húmeda que estás, Adri?

―Eres un cabrón…

―Lo sé. Me encanta sentirte así de húmeda. Quieres que te meta los dedos Adri?

―Esto es una locura…

―Quieres que te los meta sí o no, puta?

―Dios, sí, claro que sí…

―Pues pídemelo. Quiero que ahora seas tú la que me lo pidas.

―Méteme los dedos en el coño, Ángel, por favor…

―Ves como eres una puta?

―Sí, lo sé, pero por Dios, métemelos ya.

Justo cuando terminé de decir eso, Ángel introdujo, levemente, la punta de su dedo corazón. Parece que le divertía notar como me estremecía, como mi espalda se arqueaba buscando que me los metiera enteros. Jugaba conmigo, disfrutaba haciéndome sufrir. Le encanta notar cómo me entregaba. El placer que me estaba haciendo sentir era increíble. Sus dedos, ahora totalmente dentro de mí, entraban y salían a una velocidad impresionante, estaba a punto de correrme, y él no paraba. Ahora ya me había subido la camisa y el sujetador y jugaba con mis tetas a su antojo. Era obvio que sabía que eran mi punto débil.

―te gusta, puta?

―Sí, vas a hacer que me corra, ahhh, sí…

―Córrete puta!

―Sí, ahhh, Dios, me corro, me corrooo

Nunca imaginé que mi coño pudiera lubricar tanto. Me sujetaba a su cuello para no caerme al suelo. Me temblaban las piernas, la cabeza me ardía, respiraba con dificultad. Sabía cómo dar placer, eso estaba claro. Me quité la poca ropa que me quedaba. Ya desnuda y sin un ápice de vergüenza ni remordimientos por nada, comencé a desabrocharle los botones de su pantalón. El bulto que se notaba era increíble, y yo estaba como loca por notar de nuevo su polla en mi boca. Pese a que no era la primera vez que le veía la polla, su tamaño volvió a dejarme sin aliento.

―¿Qué? ¿te gusta lo que ves?

―Sí, sabes que sí.

―Pues quiero que me comas la polla como una zorra, que me la chupes toda. Quiero verte disfrutar con mi polla en tu boca…

―Mmmm, Dios, adoro tu polla Ángel, mmm

―Así, sigue puta. Me encanta como lo haces. La chupas perfecto Adri, uff…

Estaba excitadísima de nuevo. Nunca creí que fuera posible poder llegar al orgasmo sin que me toquen, sólo por estar chupándole la polla a un tío, pero Dios, estaba a punto de correrme, por oir sus gemidos, por ver su cuerpo, por cómo me trataba. Era su puta, él lo sabía y yo también. Ahora entiendo cómo fue que le juré que siempre lo sería… estaba segura que siempre lo sería.

―Ufff… levántate, no quiero q esto acabe sin follarte como te mereces…

Me agarró por las axilas y me comió la boca. Aquel beso me encendió más aun si cabe. Era un beso húmedo, grosero, su lengua se movía en mi boca como si le perteneciera. No era sutil, ni romántico. Era salvaje, pero me puso muy, muy cachonda.

Después de comerme la boca me miró a los ojos. Era imposible sostener la mirada de ese hombre, te atravesaba, te hacía temblar y conseguía que hicieras todo lo que él te pedía.

―date la vuelta, zorra!

No pude decirle que no. De hecho, no podía articular palabra. Sabía que me la iba a clavar hasta el fondo, sin piedad, sin romanticismos, a lo bestia. Lo sabía y ni podía ni quería detenerle.

―ahora vas a recordar lo que era que un hombre te folle

―me vuelves loca hijo de puta…

―te gusta que juegue con mi polla en la entrada de tu coño?

―Sí, ahhh, pero preferiría que me la clavaras ya, mmm!

―Uyyy, la putita está ansiosa? ¿Quieres que te la clave?

―Sí, por dios, sí…

―Y quieres que te la meta poco a poco o de golpe?

―Métemela de golpe mamón, párteme en dos!!

―Así?

―Ohhh, sí, cabrón, Dios, me vas a matar, ahhhh, mmmm, hijo de puta, que polla tienes!!!

Mientras me follaba salvajemente allí, en el probador, de pie, me susurraba al oído todo lo que yo ya sabía…

―Eres mi puta Adri, sabes que te follaré siempre que quiera, verdad?

―Sí, ahhhh, sí, me estás matando…

―Te gusta que te la claven hasta el fondo?

―Ohhh, dios, sí… no pares. Vas a hacer que me corra, mmm, no pares…

―Sí, córrete puta, como sólo te corres conmigo… eres mía…

―Sí, sí, no pares, por favor, Ángel, sigue así, fuerte, fuerte, que me corro, que me corroooo

―Ahhh, sí, puta, me encanta notar como tu cuerpo se parte en dos… me encanta jugar con tus tetas. Tu cuerpo me ―pierde puta…

―Ahhhhhh, diosss…

―Shhhh, nos van a oír…

Decía esto mientras sacaba su enorme polla de mí. Al instante sentí su vacío en mí. No quería que se fuera nunca. Lo quería dentro de mí, así, fuerte, total. Entregarme a él, que supiese que era su puta, que haría todo lo que me pidiese.

En ese momento Ángel se sentó en la butaca. Con los pantalones en los tobillos, me hizo un gesto claro. Yo no le hice esperar y en un momento ya estaba sentada encima de él. Le agarré su impresionante polla, totalmente húmeda por mis fluidos, y comencé a jugar con ella en mi coño… subía y bajaba por mi rajita, estimulándome el clítoris, haciéndome perder el sentido… cuando sentí que era el momento, me la introduje. Sobra decir que entró como si nada. Era increíble ver cómo desaparecía aquel aparato en mi coño, a priori demasiado estrecho para aquel grosor. Verlo ahí debajo, mirándome totalmente salido, mientras me agarraba y me comía las tetas era demasiado para mí.

―Ufff Adri… me vuelves loco… cómo me follas…

―Ahhh, te gusta así? Eh? Mmmm.

―Sí, sigue cabalgándome así Adri. Ohh dios, vas a hacer que me corra

―Sí, eso es lo que quiero. Quiero que te corras dentro de mí, que me llenes Ángel! Oooh por dios, eres el mejor…

―Sí Adri, sí, me corro!!!

―Ahhh, cabrón, sí, derrámate en mí Ángel. Mmmm, dios, no pares, no pares, métemela toda cabrón! Adoro tu polla hijo de putaaa!!!

―Aaaah, sí, síiii, me corroooo, putaaa, me corrooooo!!!

―Oooohhh, dios, síiii, síiii, me matas, me matas, ahhh, mmm diooosss!!!

No sabía ni que hora era, pero seguro que ya era tarde para mi cita. Cuando vi el móvil tenía 3 llamadas y un sms de Santi: ¿"dónde estás?". El pobre. Realmente siento esto. Lo que le hago, lo que no sabe. Siento no poder controlarme, siento no ser fuerte. Y luego me digo que esto es una bobería, que realmente lo quiero, y que lo de Ángel cuando quiera se me pasa… pero sé que no es así, y se me nubla todo.

"Lo siento cariño, el ensayo se ha alargado un poco. Espérame en la cafetería, que llego en un minuto".

Eso le contesté mientras Ángel me miraba con cara de satisfacción, como un cazador que ha vuelto a cobrarse una pieza importante. No me había puesto ni los pantalones. Ángel ya estaba vestido. Se fue, no sin antes comerme la boca con un beso de animal enjaulado que volvió a humedecerme.

Al final ni me probé los pantalones. Salí del probador avergonzadísima porque sabía que las dependientas y todo el que se hubiera pasado por allí nos habría oído.

En la puerta del Marcelita Santi me esperaba, y al verme puso una sonrisa que me desarmó. Al llegar me abracé a su cuello. Le dije que estaba sudando por el calor y la dureza del ensayo. Le dije que el director de la obra era un loco y que nos hacía trabajar un montón. Él sólo sonrió.

Entramos en la cafetería y pillamos una mesa. Miraba a Santi pensando en todo lo que le quería, en que mataría por esos ojos, por esos labios, cuando justo en ese momento noté que alguien, un par de mesas más lejos me sonreía. Santi decía algo de una tarta de chocolate, o de jugar al ajedrez, no recuerdo.

Yo sólo podía pensar que no había sido una gran idea decirle a Ángel dónde había quedado con mi novio.

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